Crimen Imposible (Capítulo 1: La leyenda demoníaca I)

(Bueno, ésta es una nueva historia de Detective Conan (¡por fin!) en la que voy a relatar todos los crímenes extraños que se me pasen por la cabeza -_-. Creo que será bastante interesante ver qué sale xDDD También intentaré que aparezcan personajes de casos anteriores xD)

(Éste es el primer capítulo de una saga de, por lo menos, seis. Espero que os guste :D. En este primer capítulo vuelve a aparecer Maho Izumi, que como todos recordáis (¬¬), aparece en los capítulos 603-605, el caso de la Sesión de Espiritismo. Bueno, sólo eso. Seguid leyendo xDDD)

El timbre volvió a sonar. Ran Mouri no paraba de correr de un lado a otro organizando el caos al que su padre llamaba "lugar de trabajo". Aunque lo único que se podía ver eran periódicos viejos tirados y latas de cerveza desperdigadas por todas partes.

-¿Cuántas veces tengo que decirte que mantengas limpio esto? –gritó Ran limpiando rápidamente el escritorio tirándolo todo a la papelera de abajo.

-No te metas en los asuntos de adultos, hija. –respondió Kogoro Mouri tranquilamente atándose el nudo de la corbata detenidamente. Mientras tanto, Conan observaba la escena un tanto divertido. No era la primera vez que pasaba esto, y tampoco sería la última…

Cuando por fin todo parecía lo bastante limpio y ordenado como para recibir visitas, Ran abrió la puerta todo lo rápido que pudo, y nada más abrirla se llevó tal sorpresa que casi calló al suelo. El cliente era una chica de unos veinte años, de pelo corto azul, con una horquilla sujetándole el flequillo. Una blusa rosa con estrellitas azules y una larga falda azul claro que le llegaba a los tobillos. Llevaba un bonito bolso beige apoyado en el brazo derecho. Si Ran recordaba correctamente, esa chica era…

-¿Maho? –preguntó Ran aún paralizada por la sorpresa, mientras la chica sonreía tímidamente y saludaba con la mano.


-Últimamente he estado recibiendo cartas horribles. –dijo Maho tranquilamente mientras bebía un sorbo de su taza de té. Los tres la miraban patidifusos. –Dicen que van a matarme por la maldición de la Chica Celestial.

-¿Chica Celestial? ¿Qué es eso? –preguntó Ran asustada mientras Conan la miraba con su típica cara de venga ya.

-En mi pueblo, es una leyenda que relata la historia de una joven que fue acusada de bruja en el Periodo Edo, y al no poder probar lo contrario, fue quemada viva en la hoguera; pero mientras ardía unas alas de ángel salieron de su cuerpo y sus ojos se volvieron color rojo, y emitió un grito espeluznante que se convirtió en el símbolo de mi pueblo. Pero cuando registraron su cadáver carbonizado, no encontraron ningunas alas. Desde ese año en adelante, hasta ahora, su espíritu se ha ido apareciendo con las alas durante toda la Semana Sagrada, la cual empieza el día 23 de Agosto y acaba el 29 de Agosto.

-¡Pero, la Semana Sagrada empieza hoy! –gritó Ran horrorizada. Esta vez incluso Conan estaba aterrado.

-Por eso venía a pedir sus servicios, señor Mouri. Me gustaría que me acompañase durante toda la semana para protegerme. –susurró Maho admirando lo brillante que estaba el suelo.

-Me gustaría ver las cartas. –Maho sacó un par de cartas de su bolso y se las tendió a Kogoro. Él sacó una al azar y comprobó el contenido. Una nota bastante macabra hecha pegando letras de revistas, sin dirección ni firma.

-Déjame ver. –dijo Conan subiéndose encima de Kogoro para poder ver la carta. Era justo como él se la imaginaba. Salió de sus cavilaciones y bajó rápidamente de encima de Kogoro antes de que él pudiera atraparle y darle otro golpe.

-Muy bien. La protegeré por encima de mi vida, señorita Maho Izumi. –dijo Kogoro galantemente, ignorando los actos del crío, sorprendiendo a Conan y Ran. -¿Por cuánto? –la admiración de Conan y Ran por Kogoro desapareció rápidamente en cuanto formuló esa pregunta.

-Pues, no cuento con mucho dinero, pero… -dijo Maho sonriente mientras sacaba un pequeño fajo de billetes de su cartera.

-¡Eso es una birria por una semana de mis servicios! –exclamó Kogoro riéndose en la cara de Maho. Entonces su risa fue inesperadamente interrumpida por un puñetazo de Ran en la parte de atrás de su cabeza.

-¿Es que te da igual lo que pase? –gritó Ran demasiado alto visiblemente enfadada. Cogió a Kogoro y lo arrastró a la sala de al lado y cerró la puerta. Se hizo el silencio. Conan y Maho miraban la puerta cerrada. Entonces se escucharon puñetazos y gritos de Kogoro. Al cabo de unos minutos, Kogoro y Ran salieron de la habitación. Kogoro se veía muy destrozado y Ran salía sonriente. –Mi padre aceptará tu caso encantado.

Maho admiró la escena y sonrió nerviosamente y asintió, y Conan puso su cara de mi vida es muy extraña.


-¿Y ese pueblo tuyo… está muy lejos? –preguntó Kogoro mirando fijamente la carretera. ¡Cuántos baches tenía! Volvió a girar bruscamente su coche recién alquilado para no caer en un gran bache.

-No, nos quedan unos pocos kilómetros para llegar. –susurró Maho tímidamente. De repente a lo lejos se vio un alto templo de muchos pisos, que brillaba enteramente de color rojo. –Sí, ya hemos llegado.

Conan y Ran admiraban asombrados la hermosa escena de las bajitas casas de campo que formaban el pequeño pueblo de Noritsu, del cual era natal Maho, comparadas con el alto templo de la ciudad, que refulgía color rojo bajo el cielo estrellado. Maho se dio la vuelta en el asiento del coche y les dedicó una cálida sonrisa.

-¿No es precioso? –dijo Maho en sus característico susurro. Esos susurros le trajeron agrios recuerdos a la memoria a Ran… Recordó lo miserable que se sintió Maho confesando su triste infancia en ese bonito pueblo. Ran volvió en sí y se fijó en la amplia sonrisa de Maho. Después de todos los baches que Maho se había encontrado a lo largo de su vida, había seguido adelante. Era una persona muy fuerte. Ran le devolvió la sonrisa.

-¿Y por qué el templo brilla de color rojo? –preguntó Conan poniendo su característica voz de niño preguntón.

-Por las lámparas de tela rojas que cubren casi toda la superficie del templo. Todos los años se fabrican miles de esas lámparas que sólo se usan para esta situación, y cuando acaba el festival, el último día de la Semana Sagrada, todas se queman junto con un maniquí con unas alas y un vestido cubierto de algodón, para conmemorar la muerte de la joven de la leyenda. Es nuestra forma de rendirle culto. –Conan asintió y sonrió mirando la torre. Qué interesante…

-¿Y sólo celebráis eso y decoráis el templo? –preguntó Ran visiblemente aburrida ante la idea de pasar una semana entera en un pueblo con nada mejor que hacer que observar un templo brillar de color rojo.

-Claro que no, también hay un festival y puestos. –ambas chicas sonrieron y empezaron a planificar lo que iban a hacer durante toda la semana.

-Que no se te olvide que tu vida corre peligro, Maho. Yo iré contigo a todas partes y estaré cerca de ti en cualquier momento, ¿vale? Sólo te pido que no te alejes mucho ni te metas en sitios peligrosos o desconocidos. –dijo Kogoro en un modo profesional, sorprendiendo mucho a Conan. Sí, ésta va a ser una semana muy larga…


Al llegar las doce de la noche, llegaron al pueblo y aparcaron el coche en la casa de Maho. Al haber muerto sus padres cuando ella era joven, ella se había quedado toda la casa para ella sola, la cual era muy grande y espaciosa. Estaban a punto de entrar cuando fueron interrumpidos por dos chicas que saludaron a Maho.

-¡Hola, Maho! ¿Es éste el detective que dijiste que ibas a buscar? –dijo una chica de unos veinte años, con gafas y el pelo moreno recogido en una coleta. Tenía pecas que le daban un aspecto bastante adorable, y llevaba un largo kimono rojo.

-Sí, os presento al famoso Kogoro Mouri, a su hija Ran, y al pequeño Conan. –las dos chicas se miraron y exclamaron asombradas. Kogoro empezó a reír triunfante, mientras Conan y Ran se miraran sintiendo una profunda vergüenza ajena.

-¡Es un honor conocerle! Me llamo Natsumi. –dijo la chica de la coleta. –Y ella es Noriko. –dijo señalando a la chica que tenía al lado.

-Es un honor. –dijo Noriko visiblemente entusiasmada. Parecía un poco más mayor que Natsumi, tenía el pelo negro largo y unos preciosos ojos azules, y una hermosa sonrisa adornaba su cara. También llevaba un kimono rojo, que seguramente sería tradición del pueblo. -¿Te vienes al festival a pasar el rato, Maho? –dijo Noriko aún con esa amplia sonrisa cubriendo su rostro.

-Lo siento, pero por el tema de las cartas, es mejor que me queda en mi casa esta noche. –ante la visible decepción de sus amigas, se apresuró a añadir que a los próximos días sí saldría, a lo cual ellas respondieron con un suspiro de alivio. Tan rápido como las dos aparecieron, las dos se fueron despidiéndose alegremente de los cuatro.

-Tus amigas parecen muy simpáticas. –dijo Ran visiblemente feliz.

-Sí, lo son. –a Maho se le dibujó una amplia sonrisa en la cara, que tan rápido como apareció se fue. Dos chicos pasaron al lado suya, y al verla, se acercaron.

-Vaya, pero si es Maho la Palurda, ¿qué te cuentas, chata? –preguntó el más alto y musculoso de los dos, tenía el pelo negro largo recogido en un coleta y estaba muy bronceado. Maho se asustó y se escondió detrás de Ran, la cual apretó los puños desafiante. -¿Quiénes son tus nuevos amigos?

-¡Nadie que os importe, payasos! –gritó Ran intimidantemente, mientras Conan y Kogoro los miraban perplejos.

-Uh, vaya con la gatita. ¿Te vienes con nosotros, chica linda? –dijo el chico musculoso acercándose a Ran.

-¡Eh, aléjate de mi hija, gusano! –gritó Kogoro interponiéndose entre su hija y el chico.

-Relájate, carcamal. No queremos que te dé un infarto. –dijo el chico alejándose de Kogoro, mientras el otro chico permanecía a una distancia prudente y miraba perplejo a su amigo. –Venga, Okita, pasemos de este grupo de idiotas. –dijo el chico musculoso alejándose. El otro chico, el cual era moreno y con gafas, bastante bajito y enclenque, parecía susurrar un lo siento y después siguió al chico musculoso dando zancadas.

-¿Quién es ese imbécil? –preguntó Ran aún visiblemente tensa.

-Él es Takeo, y el otro es Okita. Takeo lleva metiéndose conmigo desde la guardería. –dijo Maho visiblemente afectada y entristecida.

-Tú pasa de esos imbéciles, el mundo está lleno de ellos. Lo único que tienes que saber es que tú eres una buena persona y tus amigas también. –dijo Kogoro abriendo la puerta de la casa y entrando dentro.


Ran no podía dormir, estaba demasiado emocionada con todas las emociones de este día. No podía esperar a que llegase mañana. Se dio la vuelta en la cama y vio a Conan durmiendo plácidamente. Era extraño que durmiese con las gafas, pensó. Pero si a él le gustaba, no podía quejarse. Ran sonrió. Qué adorable se veía.

No sabía por qué, pero tenía la sensación de que la estaban mirando. Se levantó un poco en la cama y Conan se inclinó un poco hacia ella. Miró en toda la habitación, y no había nadie más. Maho dormía dos habitaciones hacia la derecha y Kogoro en la del medio, por si pasaba algo. ¡Era imposible que la estuviesen mirando!

Volvió a tumbarse en la cama cuando volvió a sentir esa extraña sensación. Entonces volvió a levantarse y se giró lentamente hacia la ventana, y lo que vio le causó tal horror que casi se desmayó del susto. Una figura amorfa que parecía humana vestía un vestido blanco y tenía unas alas que resplandecían a la luz de la Luna. La extraña figura miraba el suelo, y cuando Ran miró hacia ella, la figura la miró fijamente y vio que sus ojos brillaban color rojo fuego.

Entonces Ran chilló. Chilló como nunca antes lo había hecho en su vida. La figura no se movió, es más, parecía que iba a entrar en la habitación. Chilló incluso más fuerte y Kogoro y Maho entraron rápidamente en la habitación encendiendo la luz. Kogoro se lanzó sobre su hija y Conan despertó al instante. Los dos agitaron a Ran y preguntaron qué había pasado, y Ran con la mirada reflejando puro terror señaló la ventana. Los dos se giraron rápidamente para mirar por la ventana, pero allí fuera no había nada.

¡Primer capítulo terminado! Espero que os guste, porque después de todos los ánimos que he recibido, sería decepcionante ¬¬. ¡Espero muchos comentarios!