Bueno, comenzamos con un nuevo Fic. Espero q ue les guste.
Disclaimer: Glee no me pertenece. La idea Original y los personajes son propiedad de Ryan Murphy&co.
De aquí en adelante.
The Purple Piano Project.
I
Rachel se pregunta si todos se sienten como ella. Si sus compañeros también se despertaron aquella mañana con el sabor agridulce del último primer día de clases en los labios. Ella ha pensado en eso todo el verano (tal vez demasiado, de hecho). ¿Qué es lo que va hacer con este año, con esta nueva página en blanco?
- Concentrarte en perfeccionar tus talentos para conseguir una buena beca.- dice una vocecita en su cabeza. Tiene razón, de hecho. Ese año debería estar dedicado a eso, a poner todas sus energías en su futuro cercano, a centrar todas sus fuerzas en sus proyectos y sus sueños. Pero entonces… entonces Finn la está esperando en su casillero y le sonríe dulcemente, besándola en frente de todos, sujetándola por la cintura… y a Rachel le parece que, tal vez, sus energías podrían dividirse un poco más.
- Buen día.- le murmura ella una vez que se separan, y Finn vuelve a abrazarla fuertemente.
- ¿Sabes que es lo más increíble? Que a veces no puedo empezar mi día hasta que no te veo.- responde él, sin soltarla, y Rachel suelta una carcajada que se ve amortiguada por el pecho del muchacho.
- Eres muy dulce.- le contesta, separándose un poco para darle un beso en la mejilla y colocar sus cosas en su casillero.
- ¿Hoy no tenemos clases juntos?- inquiere él, apoyándose en la pared y mirándola con detenimiento mientas Rachel le echa un vistazo al pequeño horario que acaba de pegar en la puerta de su casillero.
- No. No hasta el ensayo del Glee Club.- comenta ella, intentando contener su amargura, y Finn suelta un suspiro. (Es tan tierno que Rachel quisiera llevárselo a su auto y encerrarse con el por el resto de la mañana).
- Bueno, al menos podemos almorzar juntos, ¿no?- dice él, tomando su mochila y tendiéndole la mano para acompañarla hasta su primera clase.
- Claro.-responde ella, y él vuelve a besarla. Nadie los mira, ni siquiera cuando los pasillos están llenos de gente. Rachel encuentra eso altamente satisfactorio: es como si el alumnado del McKingley se hubiera cansado de ellos, como si ya estuvieran aburridos de mirarlos extrañados, pensando que no encajan juntos, que no se merecen.
- ¿No te sientes… extraña esta mañana?- le pregunta Finn, y sólo entonces Rachel se da cuenta de cuan lento están caminando, como si ninguno de los dos quisiera llegar a destino para no tener que separarse. Ella asiente, acercándose un poco más a él, y Finn pasa su brazo por sus hombros mientras ella lo rodea por la cintura. Rachel piensa entonces, cuando él la besa antes de que ella entre a clases, que tal vez ese año deba dedicarse a otras cosas también. A sus amigos y al Club Glee y a su familia.
Y a Finn.
Sobre todo a Finn.
II
- ¿Crees que deberíamos verlos?- pregunta Rachel más tarde, mientras ambos se dirigen a su habitación cargados de galletas y dos vasos de limonada.
- ¿A que?- responde Finn, confundido.
- A los comentarios, Finn. A los comentarios del video.- le explica ella, quitándose los zapatos con gracia y sentándose en la cama. Finn la imita y se recuesta a su lado.
- Oh… no sé, Rach. No quiero… no me gustaría revivir ese momento.- dice, frunciendo el ceño.
- ¿Por qué no? ¿No dijiste acaso que había valido la pena?- murmura Rachel, ahora mostrándose confundida. Finn le sonríe.
- Claro que valió la pena, pero no se si vale la pena perder tiempo ahora en leer lo que otros opinan de nuestra… relación, cuando podríamos estar haciendo algo mucho más productivo.- le responde él en el mismo tono, dejando el vaso de limonada en la mesa de luz y acercándose hasta ella. Rachel lo medita por un segundo.
- … tienes razón. Pásame mis libros, ¿quieres?- concede ella en tono serio. Finn suelta un resoplido.
- Oh… no era a eso a lo que me refería cuando dije "algo productivo".- se queja, intentando incorporarse para buscar su bolsa, pero Rachel se recuesta sobre él, apoyando sus manos en los hombros del muchacho y obligándolo a recostarse de nuevo.
- Lo sé, sólo quería molestarte.- le murmura, comenzando a besarle el cuello. Él no puede enojarse con ella. Nunca pudo realmente, menos ahora.
III
- ¿Y qué hay de la chica Sugar? No he oído a nadie cantar tan mal en mi vida.- dice Finn conteniendo una carajada, mientras acompaña a Rachel hasta su casa más tarde esa noche. Ella se acerca un poco más, abrazándose a su brazo.
- No deberíamos burlarnos de ella.- le dice, entre risitas.
- El problema no es que cante mal, el problema es que está convencida de que ella es la próxima Beyonce.- explica Finn, pateando las pequeñas piedras del camino. Se queda en silencio por un segundo, como midiendo sus próximas palabras.- ¿No soy el único que se sintió un poco aliviado de que haya cantado mal?-le murmura. Rachel intenta no sonreír.
- Francamente no, yo también me sentí aliviada. Realmente no estaba de humor como para mandar a alguien a una casa de crack de nuevo.- dice ella, sin poder contener la sonrisa, sobre todo cuando él suelta una carcajada y le da un pequeño apretón en la mano que sostiene.
- No hay nadie como tu. Nadie.- le susurra, cuando ambos se detienen en la puerta de la casa de los Berrys. Rachel se pone en puntas de pie y lo toma de la nuca, atrayéndolo más hacia ella, besándolo directamente en los labios. No han estado solos en bastante tiempo (en tres días, para ser más exactos, lo cual es demasiado para ellos), y Rachel ni siquiera ha podido contarle de su fatídica excursión con Kurt al grupo de Drama. Y sin embargo… Finn acaba de decir exactamente lo que ella necesitaba escuchar. Ella lo rodea por los hombros y él la abraza por la cintura, subiéndola un par de escalones en la escalerita del porche de entrada para quedar a la misma altura. Sus labios se separan y sus manos se acarician y casi no queda espacio entre sus cuerpos… y Rachel cree que sus rodillas van a perder la fuerza en cualquier momento.
-¿Y eso... eso porqué fue?- inquiere Finn cuando ambos se separan. Rachel le acomoda un poco el cabello y lo besa de nuevo.
- Sólo… yo sólo te amo. Y no te lo he dicho en un par de días.- le responde, abrazándolo fuertemente e ignorando las señas de luces que su padre está haciendo desde el interior de la casa.- Porque me apoyaste el otro día en la cafetería y porque te diste cuenta de que estaba aliviada de que Sugar fuera una mala cantante. Y porque siempre sabes que decirme. Siempre.- le explica ella, volviendo a besarlo, esta vez con más dulzura y menos atropello. Finn sonríe contra sus labios.
- Yo también te amo.- le murmura, besándola en la frente antes de alejarse de ella para volver caminando hasta su hogar.
- ¿Ves? Siempre sabes que decirme.- le dice Rachel. Lo último que ve antes de cerrar la puerta es la brillante, dulce, tierna e increíble sonrisa de Finn.
