Disclaimer: Todo lo que reconozcas es propiedad de JK Rowling

Aviso: Este fic participa en el Reto #14: "Amortentia al azar" del foro Hogwarts a través de los años.

Pareja: Sirius Black y Marlene McKinnon (1G)

Olor: Cerveza de mantequilla

Curso: 6º


Marlene estaba sentada con Lily en Las tres escobas, tomando una cerveza de mantequilla y escuchándola quejarse de lo absurdo que era su nuevo profesor de Defensa contra las artes oscuras.

–¡Llevamos más de dos meses de clases y no hemos hecho nada! –Exclamaba la pelirroja–. ¿Cómo se supone que vamos a aprender algo sin dar nada de práctica? ¡Los ÉXTASIS son el año que viene! Será imposible aprobarlos si seguimos con él…

–Antes de final de año se habrá marchado –la rubia se encogió de hombros y tomó un sorbo de su bebida–. Ya sabes que el puesto está maldito, Lils.

–Eso es solo una leyenda urbana –la otra negó con la cabeza y puso los ojos en blanco–. No sé cómo puedes creer en esas tonterías, Lene.

–A lo mejor porque hemos tenido seis profesores en seis años. La estadística no es muy favorable, ¿sabes?

–Ya, bueno, pero… –Guardó silencio y, de repente, su expresión cambió–. Oh, no.

–¿Qué…? –Se giró y tuvo que contener una pequeña carcajada al ver a Sirius y James atravesar la puerta del local seguidos de Peter y Remus–. Parece que el espectáculo está a punto de comenzar.

–¡Pero mirad quién está ahí! –James se acercó rápidamente a Lily y sonrió–. Hola, pelirroja. ¿Puedo invitarte a algo?

–¿Puedo invitarte a marcharte?

–Oh, venga, no seas así, Evans –se sentó junto a ella y sonrió–. Si en el fondo estás loquita por mí…

–Hola, Marlene.

La rubia dio un pequeño bote al escuchar la voz de Sirius en su oído. El pelinegro, tras dedicarle una sonrisa pícara, se sentó a su lado.

–¿Qué quieres, Sirius?

–Solo he pasado a saludar.

–Ya, claro –puso los ojos en blanco–. Todavía recuerdo lo que pasó la última vez que pasaste "solo a saludar".

El chico sonrió de medio lado y ella se mordió el labio al recordar cómo, en su última visita a Hogsmeade, acabaron escondidos de sus amigos, besándose en el pequeño baño de aquel local.

–Te encantó, ambos lo sabemos.

–No tanto como a ti –replicó ella.

–¿Y no quieres repetirlo? –Se acercó un poco a ella y depositó un beso en la comisura de los labios.

–No sé. Creo que vas a tener que convencerme…

Él volvió a sonreír y apoyó una mano sobre su rodilla. Cogió la jarra de cerveza de mantequilla y le dio un sorbo, sin dejar de mirarla. James y Lily seguían discutiendo de fondo y Remus y Peter reían, ajenos a lo que estaba sucediendo entre ellos dos. Lentamente, comenzó a subir por su pierna hasta llegar a su muslo, donde ella lo detuvo.

–Eso es jugar sucio, Black.

–Es saber jugar bien mis cartas, Marls –le guiñó el ojo y ella lanzó una carcajada sin poder evitarlo.

–Menudo idiota.

–Siempre me dices lo mismo.

–A lo mejor lo digo porque es la verdad –se acercó un poco y también sonrió.

–Me ofendes, Marlene.

–Qué pena, creo que lloraré.

–Eres malvada –se acercó aún más, aunque se detuvo a unos milímetros de sus labios.

–¿Eso crees, Sirius?

–Lo sé, pero creo que deberíamos terminar esta conversación en otro lugar –miró de reojo a sus amigos, que seguían distraídos, y sonrió antes de entrelazar sus dedos–. Ven.

Tiró levemente de ella y los dos salieron corriendo del local antes de que alguien se diera cuenta de lo que sucedía. Sirius le condujo hasta un callejón cercano y la apoyó contra la pared.

–¿Por dónde íbamos?

–Creo que por aquí –la rubia tiró de su camiseta, acercándolo a ella, y unió sus labios con pasión.

Él no tardó en corresponder el beso, apoyando las manos en sus caderas. Mordió su labio y ella gimió levemente, aferrándose a él con más fuerza. Le gustaban aquellos besos que se daban cada vez que iban a Hogsmeade. Besos con sabor a cerveza de mantequilla y a secretos compartidos, al frío de Escocia y a sentimientos prohibidos.

Se separaron y Sirius apoyó sus labios en su frente.

–¿Ves como te morías por repetir, Marls? –Murmuró él.

–Sigo manteniendo que tú tenías aún más ganas que yo –replicó ella. Elevó la mirada y sonrió con chulería–. Aunque podríamos dejarlo en empate, Black.

–¿Sabes qué? –La empujó un poco más contra la pared y también sonrió–. Por una vez estamos de acuerdo.

Y, dicho esto, la besó.