13:40 Horas
Aeropuerto Internacional Dulles
Washington DC

La prensa esperaba pacientemente a que los recién llegados visitantes saludasen desde el avión y con suerte, dijeran algunas palabras. El aparato aterrizó sin ningún contratiempo y cuando hubo parado, la puerta se abrió y comenzaron a bajarse los guardaespaldas. Cuando ellos estuvieron colocados en sus puestos, el presidente de Turquía descendió por la escalerilla del avión, seguido por su hija.

Una vez en tierra, fueron recibidos por el presidente de Estados Unidos y su mujer. Caminaron al interior del aeropuerto y de allí, se montaron en un coche, con dirección a la Casa Blanca.

(Mientras, en otro lugar…)

Al: Le estábamos esperando, comandante. –Sonrió, mientras Harm le estrechaba la mano a Clayton Webb-. El agente especial Webb quiere proponerle algo.
W: Al parecer la princesa Alexandra de Rumanía habló muy bien de usted, Rabb. –Sonrió-. Han sido tantos los halagos que el presidente de Turquía le ha solicitado a usted para acompañar a su hija por la ciudad.
H: ¿Yo otra vez, señor? –Preguntó contrariado, a su jefe-.
Al: No tiene elección, comandante. El presidente ya ha dado su consentimiento. Le esperan en la embajada turca dentro de dos horas. Reparta los casos que esté llevando. Webb le acompañará.
H: ¿No intentará seducirme también, no?
W: Eso ya será cosa de la princesa, Rabb. –Sonrió-. Cuando esté listo llámeme a este número.

De la misma forma en la que Clayton Webb había entrado en el edificio, salió. Harm caminó hasta su despacho, intentado encajar aún su nueva orden. La comandante Austin, que pasaba en ese momento por delante de la puerta, se paró, mirando a su compañero.

A: ¿Estás bien, Harm?
H: ¿Qué? Eh… si. No es nada. –Le sonrió-. ¿Quieres algún caso de los míos antes de que los reparta?
A: ¿Y eso? –Harm suspiró-.
H: Nuevas órdenes. Tengo que volver a hacer de canguro.
A: Lo siento… -Respondió, sinceramente-. ¿Qué casos tienes?
H: Venta de secretos, Acoso e insubordinación.
A: Me quedo con el último. –Él le entregó la carpeta-. ¿Tienes algún apunte hecho?
H: Alguno habrá. –Ella asintió-.
A: ¿Y quién es la afortunada a la que deberás cuidar? –Bromeó-.
H: La hija del presidente de Turquía.
A: Ah… la polémica futura heredera. –Sonrió-. Deberían encargárselo a un marine. Eso es trabajo sucio.
H: ¿Tan buena es?
A: Fiestas, Alcohol,… Será misión imposible.
H: ¡Qué bien! Voy a ser Tom Cruise. –Ironizó-.
A: Suerte, la vas a necesitar. –Harm sonrió agradecido-. ¿Sabes cuantos días…?
H: No lo sé.

Cuando terminó de repartir sus casos, llamó a Clayton Webb, el cual le pidió que le esperase en la puerta del JAG. Al cabo de veinte minutos apareció una limusina negra por el aparcamiento y Harm suspiró. Había intentado olvidar lo que era todo aquello, y justo cuando creía haberlo logrado… la historia se repite.

El coche se paró al lado de él y la puerta se abrió, Clay le hizo una señal para que entrase, y cuando estuvo dentro le tendió una carpeta. Fisgoneó levemente por el interior mientras el espía le hablaba sobre la misión.

W: El presidente Ahmet Tayyip quiere volver a introducir a Turquía en la OTAN, después de que diez años antes la abandonase el anterior presidente. –Sonrió-. Igual que ocurrió con Rumania, los terroristas han amenazado al gobierno con asesinar a la princesa Sarah, si Tayyip continúa adelante con su intención de unirse nuevamente a la organización. Han venido con dos semanas de adelanto debido a la poca confianza que tiene a su entorno.
H: ¿No se fía de su gente?
W: Muchos miembros de su personal ven con malos ojos los cambios que quiere llevar a cabo Tayyip. –Cuando Harm iba a preguntar, Webb le cortó-. Quiere quedarse indefinidamente en el poder, y en caso de que muriera, solamente un hijo suyo podría sucederle.
H: Como la realeza. –Clay asintió-. ¿Pero él no tiene solo una hija? –El espía volvió a asentir-.
W: Si su padre muriese, ella sería la primera mujer presidente en Turquía. La gran parte del país es musulmán, así que están en contra de que una mujer pueda gobernarles.
H: Por eso también el miedo a que le pueda pasar algo. –Sentenció-.
W: Lleva dos años de mandato, y el no volver a reelegir un presidente fue una de las cosas que logró cambiar cuando subió al poder. Está considerado como el Hitler turco. Solo aceptará que le suceda en el cargo sangre de su sangre. Quiere inculcarle a su hija las dotes de gobierno, y para ello debe de familiarizarse con todos los países. –Sonrió-. Tayyip pretende aliarse con Estados Unidos, y planea construirse una residencia de veraneo aquí, en Washington.
H: Y yo debo de explicarle a su hija todo lo relacionado con el país.
W: Exacto.

Lo que quedaba de trayecto lo hicieron en silencio, cada uno metido en sus pensamientos. De vez en cuando Harm observaba de reojo la carpeta que Webb le había entregado. Suspirando, la cogió y comenzó a leerla. Cuando iba casi por la mitad, el coche se paró y el chófer anunció que habían llegado a su destino.

W: Y, por favor Rabb, evita que dé más espectáculo del que ya ha dado.
H: Lo intentaré.

Uno de los marines americanos les acompañó hasta el despacho, en el cual fueron recibidos por el presidente turco y el embajador. El segundo hombre les señaló uno de los sofás, y tomaron asiento.

E: El comandante Rabb y el agente especial Webb, supongo. -Clay asintió-. Señores, me alegra conocerles por fin. Tenemos muy buenas recomendaciones del presidente Bush, además de contar con la valoración de su alteza, la princesa Alexandra de Rumanía. Ella le recomendó, comandante.
Ah: Es un placer saber que usted se ocupará personalmente de la seguridad de mi hija, comandante.
H: Es un honor poder ayudarle, señor.
Ah: Alexandra nos habló de sus intentos de distracción, y como todos fallaron. –Sonrió-. Me gusta saber que aún quedan personas íntegras, como usted. –Se giró a Webb-. Su gobierno nos ha facilitado los guardias, y una casa, la cual ocuparemos mañana a primera hora. Según su presidente, está en uno de los barrios más seguros. Dudo mucho de que eso sea problema para mi hija. Muchas veces he pensado en alistarla en las fuerzas especiales para que, al menos, haga algo útil, pero ningún cuerpo ha querido admitirla. Al parecer, necesita demasiada disciplina. –Suspiró-. Espero que no le cause muchos problemas.
H: Haré lo que pueda, señor.
Ah: Muchas gracias, comandante. –Sonrió-. Mi hija no es fácil de tratar y me complace ver que es optimista. –Le hizo señas al mayordomo, y este se acercó-. Sube y dile a Sarah que debe de bajar. Si quieres salir de paseo por Washington, deberá conocer primero al comandante Rabb. –El empleado asintió y se marchó para realizar su cometido-.