Aclaración: Ningún personaje me pertence a excepción de Ayame, que es una especia de sustituta de Sakura.
Y, antes de empezar la historia, permitid que me presente. Como veis en mi nick soy Ayameneko (llamadme solo Ayame onegai xD) y no, no es una casualidad que la protagonista de este fic se llame Ayame. Me gusta incluirme en mis propias historias, me siento mas... ¿viva? xDD
Aqui os dejo mi prmer fic publicado Espero que sea de vuestro agrado
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I Atrapada
La noche había caído hacía un rato sobre aquel espeso bosque, cubriéndolo en su manto de oscuridad y tinieblas. Los árboles se movían al compás del viento y las estrellas parecían guiñar desde lo alto. Los rayos de la luna llena no llegaban a tocar la tierra que se extendía por debajo de las enmarañadas ramas y copas de los árboles que aquel lugar ocupaban.
Una joven saltó por encima de una raíz. Corría tan rápido que apenas le daba tiempo a esquivar los obstáculos que se le cruzaban. No parecía sentir los latigazos de las ramas sobre su joven rostro ni los arañazos que producían los arbustos sobre sus brazos y piernas.
Simplemente, no tenía tiempo para pensar en ello.
Casi podía sentir el agitado aliento de su perseguidor en la nuca y, más de una vez, había podido percibir un pequeño roce de su piel contra la suya.
Aceleró el paso.
Recordaba sus ojos. Unos ojos negros como aquella oscuridad que la rodeaba. Se los había encontrado por primera vez aquella fatídica tarde cuando se disponía a hacer una visita a Sasuke, su amigo de la infancia.
Sin embargo, cuando abrió la puerta, se encontró con él. Un hombre ataviado con una gran capa negra y nubes rojas.
Frío…
Un escalofrío recorrió su espalda cuando sus miradas de encontraron. Y, sin saber por qué, no pudo moverse.
-Ayame… -susurró él. Su voz era suave pero rígida.
Ese era su nombre, Ayame, flor de iris. Sin embargo, desconocía la razón por la cual aquel extraño sabía su nombre. Nunca se había cruzado con él y, ahora que lo había hecho, no podía sentir otra cosa que no fuera temor.
Temblorosa, intentó retroceder, pero enseguida descubrió que estaba hechizada por aquellos ojos negros semitapados por mechones de cabello del mismo color.
De pronto, un pequeño cuchillo de metal; muy utilizado entre los ninja y que se designaba como kunai; se clavó justo a un lado de la joven, rompiendo así el contacto visual y, con él, aquel fatídico hechizo.
Ayame miró por detrás del extraño. Allí estaba Naruto, jadeante y con perlas de sudor recorriéndole su joven rostro. Su pelo rubio, alborotado por la carrera, caía parcialmente sobre sus cristalinos ojos azules. Apenas tendría quince años.
-Ayame… -murmuró casi sin aliento-. Aléjate de él… Él es…
No llegó a completar la frase. Se dejó caer de rodillas y se quedó allí, resollando y maldiciendo su mala suerte. No podría defender a su amiga y ella estaría indefensa ante tal asesino.
-¡Vete! –repitió, esta vez con más fuerza.
Ella asintió y, aprovechando que aquel desconocido estaba mirando a un agotado Naruto, comenzó su escapada, hasta llegar a aquel bosque.
Sumergida como estaba en sus pensamientos, no pudo ver una raíz que sobresalía notablemente del suelo y tropezó con ella, cayendo en el suelo con gran estrépito.
Soltó un pequeño gemido de dolor al notar un dolor punzante en el tobillo derecho. Sin duda se lo había torcido.
No tuvo tiempo de reponerse. Una sombra cayó sobre ella y la sujetó hábilmente por las muñecas, imposibilitando la huida.
-Se acabó el juego –susurró mientras fijaba sus oscuros ojos en la muchacha que se hallaba debajo de él.
Ella intentó apartar la mirada de su captor. Pero sus ojos se habían tornado de un rojo escarlata y se sentía atrapada por ellos.
Pasaron así unos minutos de tenso silencio. Él se dedicaba a observar el delicado rostro de la joven, que respiraba agitadamente por el esfuerzo realizado. Sus cabellos negros como el azabache caían desmarañados sobre la húmeda tierra. Pero ella no lo notaba.
-Sabes el por qué de toda esta carrera¿no?
Ayame no contestó enseguida. En realidad no estaba muy segura pero intuía que tenía que ver con lo que ella guardaba en su interior. Su profesor, Hatake Kakashi, ya le había advertido acerca de este hecho.
-Creo… creo que sí… -murmuró.
-Junori –aclaró él.
Ella abrió los ojos, sorprendida. Así que estaba en lo correcto… Para su desgracia. Junori era el demonio de diez colas que, tiempo atrás, había causado grandes estragos entre todas las Villas Ninja. Este era el último demonio de todos. Antes se creía que sólo había nueve, cada uno más fuerte que el anterior, pero, el descubrimiento de un décimo demonio se produjo hace quince años, cuando se le vio luchando contra Kyubi, el demonio de las nueve colas. Dos jóvenes ninja entregaron sus vidas para sellar aquellas criaturas en el cuerpo de dos bebés recién nacidos. Uno de ellos era Ayame.
Akatsuki apareció poco después. Una organización de la cual se sabía bien poco. Lo único que se sabía sobre ellos es que iban detrás de los biju, que es el nombre con el que se designaba a los demonios con colas como Junori o Kyubi.
Ayame miró con temor al joven que estaba sobre ella. Pero lo que le sorprendió fue encontrar en sus ojos un rastro de… ¿pena?
-Es una lástima… -pudo oír antes de perder el conocimiento.
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Y hasta aqui el primer capitulo Se que es corto pero la proxima vez lo hare mas largo
Espero reviews :P
