Lo natural

Ai desconoce a Kouya. Se ven desde sus primeros niveles evolutivos. Ai es celosa y posesiva. Imagina que una sombra se cierne sobre sus seres queridos, amenazando con arrebatarlos de sus brazos. La misma se encarna en oponentes de su escuela, a los cuales derrota sin remordimiento alguno.
-Los desafío a que lo intenten, malvados.
(Quitarle su gloria a las Siete Lunas, dañar a Midori, matarles a ambos, robar alumnos potenciales)
Siempre pensó que Kouya sería como ella, una vez que conociera a su Sacrificio.
Que no perdería sus orejas antes del matrimonio.
¡La carne! Es obvio que la carne llama.
-¡Pero no hay que hacer caso, Kouya!-Explicaba, tomándole de las manos.
(Ambas vestían batas de hospital y estaban algo mareadas por los narcóticos)
Y Kouya se sonrojaba, asentía. ¡Comprendía!
Hasta que conoció a esa rubia perversa. Yamato. Tenía un lirio tatuado en el hombro izquierdo. ¡Con sólo catorce años y a sabiendas de lo mucho que su Maestra se había esforzado en procurarle semejante cuerpo!
Ai se debatía entre el odio puro y la envidia: en el fondo de la oscura y densa sensación enfermiza que llenaba su alma al contemplarla-pavoneándose de colocar los brazos sobre los hombros de Kouya, sonriendo y rosándole un seno sobre la camiseta, sabiendo que Ai las veía con los dientes apretados, mientras comía el almuerzo provisto por la Academia-se encontraba deseando tener ese tono juguetón al hablar con Midori (siempre se le tensaba la voz y se ponía roja cuando se acercaban demasiado, no era capaz de parecer indiferente), poseer una piel libre de pecas e impurezas (eran todas de gamas marrones, pero diferentes y parecían pequeñas manchas de leopardo sobre sus mejillas), y una nariz que no precisara cirugía (con un par de combates ganados sumados a su marca, podría pedir semejante privilegio), labios carnosos sin inyecciones de colágeno (los suyos no tenían forma: eran delgadas líneas de carne sobre sus dientes y eso le molestaba) y –por sobre todo lo demás- el cabello rubio pajizo (todas las princesas de sus cuentos de niña los tenían en ese hermoso color).
Cuando Kouya le conoció, su amistad se debilitó notoriamente. ¡Antes eran el Trío! Ella, Ai y Midori. Ahora sólo eran dos. No puede evitar llorar.
-¿Cómo puede preferirla antes que a nosotros? Siempre fuimos familia.-Masculla en los brazos de su Sacrificio, incapaz de no hacer una escena.
Cuando les toman la fotografía de fin de año, Kouya se sienta cerca de ella y no parece tener tiempo para dirigirles la mirada, sonrojada como está, tomando la mano de la cretinilla. ¿Les habrán pedido permiso a su Maestra para empezar una relación más que amistosa? Midori se tomó la molestia de pedir a Ai a su Creador, dueño y señor de cada pulgada de piel que pertenece a ambos.
Pero seguramente no: Nagisa probablemente puso muy poca lealtad al hacer a esa chica que le había tocado en Sacrificio a Kouya.
Ai lo sabe y decide desentenderse por completo de ese par. No sea cosa que le contagien esa rebeldía.