Disclaimer: TMNT no me pertenecen, escribo esta historia por diversión, pasión o matar el tiempo, etc, etc.
No gano ningún valor monetario al escribir esta historia
Atención: Esta historia está inspirada en la apariencia de las tortugas ninja 2003, pero los colores de los ojos están como el modelo del 2007. En cualquier caso, si quieres imaginarte las tortugas en cualquier apariencia está bien, pero mi contexto siempre será del 2003 (cosas como lugares, orígenes, enemigos etc.)
Capítulo 1: El Intrépido Líder
Una mañana normal, Leonardo abría los ojos… Sin saber que ese día no tendría nada de normal…
La habitación está a oscuras, pero el aura de luz que sale de la guarida se cuela por la puerta. Se levanta y se emprende a caminar... hasta que pierde el equilibrio y cae arrodillado. Extrañado, se reincorpora lentamente notándose a sí mismo más ligero. Vuelve a caminar, esta vez más despacio hasta llegar al interruptor de la luz.
Al encenderlo, ahí es cuando nota su aspecto…
El corazón le late rápido, suda un poco al notar primero sus manos… sus finas y blancas manos de 5 dedos cada una… piensa que es un sueño, pero recuerda el dolor del tropiezo reciente… no es un sueño… cierra los ojos y respira hondo trata de tranquilizarse… hasta que…
-¡AHHHH! – El grito más afeminado posible que pudo soltar Michelangelo salió de su habitación.
Sin pensarlo dos veces, corre todo lo que puede hacia allá. Al entrar al cuarto, prende la luz y ve a un chico desnudo, rubio y pecoso en el suelo viéndose a si mismo nerviosamente. Éste último lo mira.
-¡¿Qué…?! ¡Intruso desnudo! – Le lanza una almohada haciendo que Leo la esquive haciéndose a un lado.
-¿Mi…Michelangelo? – Le pregunta al reconocer su voz.
-¿Leo? ¿Eres tú? – Mikey que también reconoce la voz de su hermano mayor. Se levanta lentamente del suelo. – Qué… ¿Qué esta pasando? ¿Esto es un sueño?
-No estoy tan seguro…
-¿Qué solo en nosotros? ¿Crees que los demás…? – Michelangelo no pudo terminar la frase por escuchar el sonido de algo romperse seguido de un "¡Me lleva el…! Que se escuchaba en la habitación de Raphael. Seguido de "No… ¡No!.. ¡NOOOOOO!"
Ambos fueron corriendo hasta que encontraron a otro chico más saliendo de la habitación de Raphael, pelo negro y puntiagudo… Y desnudo, como el resto.
-¡Ustedes! –Gritó supuestamente Raphael con una gota de duda e ira.
-¡Somos nosotros! – Tuvo que gritar Leo para antes que su hermano se abalanzara sobre ellos.
Raphael apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando se oyó:
-Ahmmm… ¿Chicos? – Se acercó otro sujeto más, éste tenía una manta envuelta en todo su cuerpo.
Los tres chicos proliferaron un grito ensordecedor mientras apuntaba al chico con la manta.
-¡Hijos míos! ¡¿Que es todo ese escándalo?! – Gritó Splinter mientras subía a la planta alta y observaba a los 4 extraños.
Luego de una larga escena de confusión e histeria variada, Splinter y sus cuatro "hijos" se encontraban en su respectiva habitación, todos tenían una manta o toalla para cubrirse, era raro para ellos tener por primera vez genitales externos, pero aun así tenían que cubrirse.
La vieja rata se sentía abrumada y no dejaba de examinar con los ojos a cada uno de ellos.
Hacia unos momentos se había enojado por los múltiples gritos en la mañana, luego se asustó en ver a cuatro intrusos en su hogar, además de que estaban desnudos, y no tenía lógica de donde habían salido o por qué, hasta que cada uno empezó a hablar sin control, reconoció sus voces, y su esencia en cada uno, pero su olor era diferente. Ul rápido golpe con su bastón a cada uno los había callado unos momentos, pero mientras cada uno se observaba a sí mismo y luego a los que lo rodeaban, volvían a abrir la boca…
Basto un rato que parecía eterno para que se tranquilizaran y bajaran tranquilamente.
Y ahí estaban… Splinter se acercó uno por uno…
Michelangelo tenía pelo rubio, le caía levemente y le llegaba a las orejas… Tenía orejas… Sus pecas le cubrían la nariz y sus mejillas, y sus ojos azules delataban aun confusión, ya no mostraba miedo, más bien era curiosidad. Su cuerpo era más pequeño que sus hermanos y además el más delgado, aunque no llegaba a exagerar.
Donatello estaba a su lado y si bien era ligeramente más alto que Mikey, seguía siendo bajo para sus hermanos mayores, tenía cabello lacio y le llegaba a la barbilla. Color café como sus ojos.
Raphael tenía la apariencia más acorde a su personalidad, cabello que podría ser rojizo/castaño que, dependiendo de la luz se veía cobrizo o pelirrojo, su pelo era corto y de puntas y sus ojos ámbar seguían irradiando confusión como el resto de sus hermanos. Parecía ser un poco más corpulento que todos, incluso era el más alto por escasos centímetros.
Por último, estaba Leonardo, cabello negro, muy negro, como el azabache le caía ligeramente por su rostro, sus ojos oscuros esperaban impacientes las palabras de su sensei.
Observó por última vez a cada uno de ellos y se dio cuenta de un patrón, aunque tenían muchas diferencias en colores, no eran muchas las diferencias faciales y corporales, si bien eran diferentes como individuos, eran iguales como familia… como hermanos de sangre…
-Muy bien hijos míos… ¿Tienen alguna idea de que está sucediéndoles?
-Ninguna – Soltó Michelangelo mientras estaba revisando cada mechón de su cabello.
-Sin pista – Contesto Leo dándole una ojeada a sus hermanos.
-Esto es una locura… - Dijo Raphael mientras pasaba una mano por el cabello puntiagudo tratando de aplastarlo o bajarlo, pero era inútil.
-¿Cómo nos hemos convertido en humanos comunes y corrientes sin habernos expuesto a nada últimamente? Se preguntó Don – Además, si hubiera sido algo que sucedió aquí mismo, como es que usted sigue siendo normal
-Si normal te refieres a una rata gigante de metro y medio… - Raphael dejó de prestarle atención a su cabello y comenzó a examinar sus dedos.
-Me refiero a que si esto es parte de un proceso de mutación que haya concluido o algo así, el maestro Splinter tendría que haber despertado también como…
-¿Un anciano desnudo? Sí, eso hubiera sido más agradable que ver – Contestó Mike riéndose.
-Bien, ¿cómo arreglamos esto? – Preguntó Leo con preocupación.
-Espera un momento Leo, ¿Por qué el apuro? ¿No quieres aprovechar esto? – Le dio un codazo el tortugo de los sais.
¿Aprovecharlo? No se había detenido a pensarlo, estaba tan absorto y extraño de estar en un cuerpo que no le pertenecía que lo único que deseaba era abrir los ojos y encontrar su caparazón otra vez
Sus hermanos se quedaron mirándolo y ambos esbozaron una ligera sonrisa.
-Podríamos salir a la superficie sin ser perseguidos o disecados… - Donny mostraba algo de entusiasmo.
-Podríamos ir a lugares públicos – Se emocionó Mike – Ir a espectáculos, a conciertos, ¡a la tienda de comics!
-A las tiendas de electrónica, al parque, ¡al Time Square! – Continuo el tortugo purpura.
-A restaurantes, a lucha libre, a juegos de Baseball! – termino Raphael y en un momento Leonardo se les unió:
-¡Tal vez si deberíamos aprovechar esto! – Sentenció Leo con una alegría grande.
-Aun creo que este cambio de imagen es muy preocupante hijos míos, pero si no hay nada que hacer con esto, creo que debería permitirles esa ventaja…
"¡Muy bien!" gritaron los cuatro levantándose al mismo tiempo y dejando las mantas y toallas en el suelo.
-Aunque, creo que debería llamar al Sr. Jones y la Srta. O'Neil para solicitarles prendas adecuadas.
Todos se dieron cuenta de la situación, tomaron sus cosas y se fueron de la habitación, no sin antes darles una reverencia a su Sensei.
Leonardo llegó a su habitación, más entusiasmado que asustado, ya había podido controlar su cuerpo y podía correr y moverse bien, pero aún le seguía siendo extraño.
Se acercó a su espejo y comenzó a examinarse, no parecía tener nada raro en él, un cuerpo lampiño, blanco, los músculos se le notaban un poco y era esbelto, por un momento considero pensar que era atractivo, pero nunca le había prestado atención a esa clase de cosas.
Se sorprendió rápidamente al ver una cicatriz en un costado de su cuerpo, una cicatriz bien marcada que estaba a la altura de las costillas y cruzaba en diagonal, le extrañó ver eso, puesto que nunca se había lastimado es esa zona específicamente…
Les comentaría a sus hermanos el hallazgo después.
Se puso una vieja camisa blanca que tenía guardada y unos pantalones negros, le quedaban grandes, pero aun así se las arregló para utilizar su viejo cinturón y caminó hacia su cama, tomó sus espadas, solo eso, pensó que ya no necesitaría su equipamiento por el momento.
Y finalmente se dirigió a la cocina.
Fin del Capítulo 1
Sé que es muy irresponsable por subir un nuevo fic cuando tengo 3 sin terminar, pero créanme, es mejor subir estas cosas y dejar final abierto que nunca subirlas y hacer que se olviden es una carpeta u.u Como sea, gracias por leer y suerte!
