Monólogos sobre ti.
Parte I: Mi estado natural
Mmm… tu aroma, ese que me vuelve loca, que me arranca suspiros desde el fondo, desde el lugar más recóndito de mi ser, me esencia.
Tan solo decirte, u oírte decir un simple 'hola', ese que le das a todos aquellos que conoces. Algo tan simple como eso puede llegar a desnivelar mi suelo, detener mi universo. ¿Y que hay de los saludos acompañados de sonrisas que me regalas cada mañana? Esos, esos que son solo míos. Lo sabes, lo se. Pertenecen, desde su raíz, a mí ser.
Y ahora… ah… vivir aquí por siempre, sentirte cerca. En mis brazos. Ahora que todo vuelve a la normalidad, como el río a su cause luego de una crecida, como las hojas a los árboles cuando acaba el invierno… todo a su lugar. A su estado natural. Como es mi naturaleza, así, aquí… en tus bazos.
¿Acaso es esto un sueño? ¡Oh, no lo creo! No deseo despertar de este dulce estado onírico que me envuelve. Si así lo fuese. Deseo permanecer así, hasta el cataclismo, si así fuese necesario. Ser tu voz, tus ojos. Tus pensamientos. Saber quién ocupa ese lugar que añoro allí. Si, lo se porque ya me lo has dicho. Existe alguien. Existe 'ella'. ¡Oh! Dios, vago por senderos de mi mente que me llevan al delirio. Solo el pensamiento de un 'ustedes', a futuro. Solo ese pensamiento, saber que quizá ya no estaré aquí, nunca, nunca más… es una palabra muy grande, demasiadas sus dimensiones para llegar a comprenderla, si quiera.
Y vuelvo a mi naturalidad, adquirida desde el momento en que te vi. Aquí, pensando en ti, viviendo en ti, en tus brazos, aunque bien quisiera más.
Siempre lo supe, lo desee con toda mi forma, mi estructura. Siempre supe que marcarías el camino. No de esta forma, pero que más he de pedir, si tengo la dicha divina de envolverte con mis brazos hasta la saciedad, si soy más que simplemente 'Ámbar', en tu vida. Soy yo… estoy aquí…
Y conforme mi libido, conforme, sí. Aunque sé que, quizá, para ti, fue un error. No para mí. No mi cuerpo lo sintió así, equivocado, no. Solo, simplemente limitado a un encuentro frustrado de mi corazón, y el tuyo. Sin llegar a ser, para mí: lo que hubiese querido.
¡No! Te estás moviendo. Este abrazo termina, como todo en la vida… más allá de que yo lo quiera sí o no. Y como siempre, vuelvo a mostrarme fría, tratar de ocultar, detrás de mi mirada, los rastros de los pensamientos que surcaron mi mente durante este abrazo. No sentir en tu presencia. ¡Que difícil tarea! Si de tan solo ver tu piel, la mía se eriza; si tan solo tus labios se mueven, los míos los desean…
Pero otra vez la coraza, esa que he creado para ti. Esa que es impermeable en tu presencia a los sentimientos, pero que se desmorona en el límite de la vigilia y los sueños. No mostrar mis sentimientos. Ser como tu. Ser yo misma sin amarte…
Y nos separamos. Triste mi alma, ganas de volver a mi propio cause, entre tus brazos. Triste mi cuerpo, falto de energía. Pero mi sonrisa firme en mi rostro, sin flaquear, sin fallos porque la recompensa es mayor si así es. Sonrisa perfecta. Feliz de volver a ser tal como lo éramos una semana atrás… feliz…
.- ¿Ámbar? ¿Amigos otra vez?
¡Si! Mis oídos, agudizados hasta el límite para captar tu voz, al fin decodifican. Esa es tu voz, hablaste nuevamente. Y si tan solo pusieras una mano en mi pecho, notarías como aceleraste mi músculo vital. Latidos y más latidos se agolpan en mi interior. Y esas rosquillitas tan conocidas en mi estómago. Tontas. Tontas, aún siguen. Cuatro años, y ellas siguen… y se multiplican…
.- ¿Te encuentras bien?
Otra vez… retumba tu voz en mi cabeza. Tal como lo haría una alfiler en una caja de cristal. Te preocupas por mi. ¡Y claro! Con la cara que debo tener. Seguro que mi sonrisa olvidó que debía aparentar la de tu amiga. Lo olvidó, como yo lo olvidé…
.- Si… estoy bien.-contesto yo.
Me miras, expectante, tal vez. Deseoso de una respuesta a tu pregunta anterior. ¿Es que acaso aún no lo has notado? A veces creo que la única paranoica aquí soy yo. Que soy la única capaz de descifrar lo que piensas con tan solo ver tus ojos. Puedo sentir lo que pasa. Y, como una tonta, espero que tú hagas lo mismo. Que puedas descifrarme con tan solo mirarme. ¿Es que acaso mi abrazo no te lo demostró? ¿No te demostró que esta todo como antes, quizá mejor? Valor, valor para aceptar. Valor para contestar.
.- Claro, Sirius, amigos de nuevo
Dicho esto, me miras. Con esos ojos que me hipnotizan. Me raptan del planeta, me llevan a viajar de tu mano por mundos que nadie conoce, solo tú y yo. Me miras por unos segundos, serio, sin rastro patente de sonrisa alguna. Se lo que haces, verificas, chequeas que todo sea igual. Que ya no tenga esa vergüenza tonta al mirarte. Y al fin sonríes. Una sonrisa devastadora de mi mundo. Un rápido movimiento, y me tienes otra vez entre tus brazos.
¡Ja! Era lo que esperaba. Por eso, solo por eso dejé que te impacientaras. Te conozco… sabía que volverías a buscar la certeza. Soy importante en tu vida, lo sé. ¡Como no serlo! Soy a quién le cuantas todo. Cada lágrima que abandonó tus ojos, lo hizo para morir en mis manos. En las de nadie más. Solo mis manos en tus mejillas logran calmarte. Cada logro, cada frustración, decepción, satisfacción… todo, todo pasa por mi. Es procesado, y vuelve a ti, para ser aceptado, de la mejor forma posible.
Soy tu confidente, tu amiga… irremplazable.
Como ciclo de la naturaleza. Nuestros abrazos siempre mueren, pero vuelven a nacer. Te separas. Vuelves a mirarme mientras me tomas de la mano. Me llevas hasta ese sillón cerca del fuego, ese que me gusta a mí. Por el que han pasado todos nuestros momentos.
Te sientas… ¡tan, tan lindo! Me siento a tu lado. Mi mano aún duerme en las tuyas. Posadas sobre tu falda.
Al suelo fijo mi mirada. Aún me avergüenzo, es así. Pero no de ti, sino de lo que yo quiero que sea. Que sea para ti tan importante como para mí lo fue. No lo es. Lo se. Una más. Quizá, algo más que eso. Tu amiga en tu cama… ¿Qué sentiste?
Lucy Diamonds
Amante de Sirius Black. Lobita de Remus Lupin.
