No podía evitar caminar de un extremo al otro del pasillo, el dolor, el vacío, la pérdida me estaban matando y aún no pronunciaba las palabras que terminarían por romperme en pedazos.
"Nunca te enamores de nadie mientras estés en el viaje porque el viaje terminará tarde o temprano pero el amor en tu interior jamás se irá." Era una regla tan simple y fui incapaz de cumplirla, entregué el corazón, el alma y absolutamente todo y ahora este viaje había acabado y tenía que dejarlo atrás a él, al hombre que me había mostrado lo más hermoso de la vida y me había enseñado el verdadero significado de la palabra amor.
Llegó sin siquiera notarlo, como siempre. Sus manos me dieron vuelta y me levantaron en el aire, sus labios se posaron sobre los míos y me dejé llevar una última vez por esa pasión desbordante que me consumía estando a su lado. Me devolvió a la realidad mucho más rápido de lo que hubiese querido.
-Mi señora, al parecer se encuentra un poco impaciente esta mañana.-
Su sonrisa me hizo una nueva fisura en el alma, no quería irme, no quería dejarlo pero tampoco podía hacerlo abandonarlo todo por mí, al igual que yo, tenía una familia por la cual debía luchar. Acaricié su mejilla derecha con suavidad y lo miré a los ojos deseando expresarle de esa manera todo el amor que sentía por él, las lágrimas pronto comenzaron a agolparse en mis ojos y su gesto se volvió preocupado.
-¿Gwendolyn? ¿qué pasa?-
-Es tan difícil... yo... debo irme y no quiero hacerlo.-
-¿Irte? ¿Cómo que irte? No entiendo, si es tu hermano quien está obligándote, vamos ahora mismo y le pediré tu mano, le daré todo lo que tengo con tal de que me permita casarme contigo y...-
Negué con la cabeza y cubrí sus labios con la misma mano que antes lo acariciara.
-No tiene nada que ver con él, yo, yo no soy quien tú crees, quisiera poder explicártelo pero no me queda tiempo. Lo siento tanto.-
Los mareos comenzaron, sentí la magia empezar a fluir. Tenía que decirle lo que había venido a decirle antes de que fuera demasiado tarde. Quiso hablar pero no lo dejé.
-Escúchame, eres lo mejor que me ha pasado, por ti sobrepasé cada límite y rompí cada regla que yo misma me había impuesto y no me arrepiento de absolutamente nada salvo de tener que irme. Antes de llegar aquí creí saber mi lugar en el mundo, toda mi vida pensé que sin importar cuánto conociera siempre querría volver a casa pero tú me hiciste darme cuenta que al único lugar al que verdaderamente pertenezco es a tu lado.-
Logró zafarse de mi agarré y tomó mi rostro entre sus manos.
-Entonces no te vayas, por favor, quédate conmigo. no me importa quién seas o lo que hayas ocultado, todos tenemos secretos, podemos formar una nueva vida juntos.-
-Nada quisiera más que eso pero no puedo.-
-¿Por qué?-
-Porque mi familia me necesita.-
Los temblores iniciaron las conocidas sacudidas en mi cuerpo y todo mi entorno empezó a desdibujarse, pocos segundos y no volvería a verlo, era ahora o nunca. Le di un rápido beso en los labios y por fin se lo dije.
-Elijah, te amo. No me olvides y algún día nos volveremos a encontrar.-
Y pasó lo que tanto temía, me volatilicé entre sus brazos y volví a donde antes creí que estaba felicidad. Lo último de lo que fui consciente fue de sus labios diciendo mi nombre.
