Esta historia está situada en el último año de Kitty y Marley. El tiroteo de la cuarta temporada nunca sucedió y todos los antiguos mienmore del Glee club ya se han graduado y entrado otros nuevos. La historia tampoco será exactamente igual a como la vimos en Glee. Gracias.
Prólogo
Kitty nunca había escuchado como sonaba un disparo, pero de alguna manera supo que aquel ruido era exactamente eso. Y luego hubo un grito, y otro disparo y todos se estaban levantando de repente para bloquear las puertas y Marley la estaba arrastrando con Jake detrás de los altavoces grandes y alguien estaba gritando demasiado fuerte, y no fue hasta que Jake le tapo la boca con su mano cuando se dio cuenta de que quien gritaba era ella.
Todavía había gente corriendo por los pasillos. Intentando encerrarse en algún sitio para ponerse a salvo. O intentando encontrar a alguien más a quien disparar.
Y entonces la golpeó.
Había alguien con una pistola que probablemente ya había matado a dos personas dentro del instituto. Y ellos estaban encerrados en el sótano que tenía la salida de emergencia siempre bloqueada.
De pronto sintió ganas de vomitar.
-Va a estar bien, chicos- dijo el señor Shue desde su posición debajo del piano- Sólo vamos a quedarnos aquí escondidos sin hacer ningún ruido.
-¿Estamos seguros de que lo que oímos fue un disparo?- preguntó Joe en susurros- Quiero decir, hay muchas cosas que pueden sonar parecido.
-Oh. Dios- sollozó Marley a su derecha. La verdad es que Kitty también estaba segura de que no había muchas cosas que podían sonar parecido.
-Vale chicos. Necesito que mandéis mensajes, o tweets o lo que sea- ordenó la entrenadora Beiste con tranquilidad- No digais donde estamos, pero decid lo que esta pasando para que puedan sacarnos de aquí.
Kitty sacó su teléfono inmediatamente. La entrenadora Betsie no parecía tan intimidante como la directora de las animadoras de las que formaba parte, Sue Sylvester , pero definitivamente tenía esa cosa por la que tenías que seguir sus ordenes en cuanto las pronunciaba.
Marley agarró tan fuerte su mano que sintió como su circulación se cortaba en el punto donde sus dedos se cerraban. Pero devolverle el apretón fue exactamente lo que necesitaba.
-Mi madre….-gimió Marley temblando de forma descontrolada- No hay manera de salir por las cocinas.
Esta vez, la arcada de Kitty fue completamente auténtica.
La madre de Marley trabajaba en las cocinas del colegio y tenía un gran problema de sobrepeso. Los chicos no hacían más que meterse con ella desde que había entrado a trabajar, Kitty había sido también odiosa al principio, pero era una buena mujer. Siempre tenía una sonrisa y una albóndiga extra para todos. Aunque los idiotas no lo vieran.
Esperó a que Jake dijera algo para calmar a su novia, que parecía estar a punto de desmayarse mirando su teléfono, esperando un mensaje desde la cocina. Pero Jake se limitó a abrazarla un poco más fuerte y lanzar una mirada de socorro. Él también estaba llorando.
-Nadie le va a disparar a tu madre-susurró Kitty en el oído de su amiga- A todo el mundo le cae bien. Lo prometo.
Los gigantescos ojos azules de Marley la buscaron en la oscuridad. Y luego la abrazó tan fuerte como pudo.
Y Kitty rompió a llorar delante de sus amigos por primera vez en cinco años.
-No quiero morir-susurró Rosie desde detrás de la mesa del profesor- No sin decirle a mis padres lo mucho que los quiero. O a Mike.
Rosie era la más pequeña de todos, la única estudiante de segundo año (sería como cuarto de secundaria) que había conseguido entrar en el club, porque ya estaba demasiado lleno con ocho chicos de penúltimo y seis de último año. ¿Cómo podía estar pasando esto? ¿Como podía el mundo dejar que alguien tan inocente como Rosie, o tan agradable como Marley estuvieran en peligro de muerte? Es decir, ¿Qué clse de persona abre fuego en un colegio?
Ya no había nadie que no estuviera llorando incontrolablemente.
Podríamos morir.
Kitty podría morir. O peor. Podría perder a Marley o a Jake o a Unique sin haberles dicho a ninguno lo mucho que significan para ella. Sin haberles dado nunca las gracias por haberla ayudado, por ser sus amigos aunque fuera una zorra a veces.
La gran mayoría de las veces.
Y a Ryder.
Ryder que estaba mirándola con los ojos llenos de lágrimas desde el otro lado de la habitación.
Dicen que justo antes de morir puedes ver pasar tu vida por delante de tus ojos. Tal vez fue que Kitty no estaba siendo exactamente apuntada con una pistola todavía, pero no hubo recuerdos de toda su vida. En lo único que podía pensar de repente era en Ryder.
Te quiero.
Te quiero.
Lo siento.
