~Endemoniadamente.~
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Levanto mi sábana para cubrirme por completo, aunque está todo oscuro, no quiero que la luz de la luna que se filtra en mi habitación golpee mi rostro. No puedo dormir, me muevo de aquí para allá y escucho el viento crujir fuera de mi mansión; las ramas sin vida de un inmenso árbol golpean mi ventana con insistencia, me giré boca abajo y hundí mi cabeza en la almohada.- ¡Qué noche, no podría estar peor!- Es ahí cuando nos damos cuenta de que, efectivamente, las cosas sí podrían empeorar. Aprendo de esas experiencias para no volver a exclamar tonterías al aire, son pensamientos que personalmente deben guardarse.
El frio se colaba por debajo de mis mantas, recordé que mi cortina permanecía abierta y contemple la gélida noche que atacaría a los desamparados sin piedad alguna ¡Vamos! ¿Desde cuándo soy yo tan compasivo? Cerré los ojos para luego abrirlos inmediatamente, pasé el dorso de mis manos por mi cara y juraría que hallé su mirada carmesí vigilándome desde la ventana – Sería solo mi imaginación.- Aquellos malditos orbes me miraban, estaba completamente seguro de eso, les encontré afuera observando detenidamente mi cuerpo el cual suplicaba el calor en la noche invernal. Traté de ordenar mis pensamientos y para cuando abrí de nueva cuenta mis ojos, él se encontraba ahí avivando el fuego para que yo no pasara frio; traté de incorporarme.
-Bocchan recuéstese o se resfriará.- Dijo mientras volvía a arroparme.
Endemoniadamente sentí que mi piel ardía con el simple roce de sus manos enguantadas proporcionándome las atenciones que me daba aún así trate de disimularlo lo más que me fuera posible. Sentí curiosidad hacía su persona, sobre todo hacia su comportamiento. De momento me cuestioné con miles de cosas, nacieron dudas y con ello deseos de respuestas.
Aunque la impresión que quiero dar a partir de ahora sea el de una persona sin sentimientos, alguien que no se doblega ante nada, con el carácter más frio que hayas visto jamás, soy un niño que acaba de venderle su alma al diablo por un bajo costo Es por eso que los humanos somos tan patéticos, pensará él. Me comporto de esta desde que acepte intercambiarle mi vida por un lugar asegurado en el infierno y a él parece gustarle cada día más.
El resoplo de la ventisca resonaba constantemente contra los vidrios, las ramas hacían un ruido que a cualquiera le parecería aterrador, su olor llegó a mi nariz y yo creí morirme.
"Este bastardo se llevará mi alma antes de que yo cumpla mi venganza"
Sebastian pasó su asquerosa lengua por mi mejilla como diciendo con ella que me sería fiel hasta el final. Yo todavía no me acostumbraba a su presencia sólo sabía que estaba allí porque se movería como yo le ordenara, que sólo sería una pieza más en mi juego egoísta, nada más. Y si él deseaba tragarse mi alma y aguardaba ansioso por ese momento yo esperaba el fin con mayor devoción.
Algo que se me ocurrió una noche en la que hacía mucho viento y bueno no tenía nada de sueño ' ¿Quién dijo que Ciel no pudo sentirse intimidado? Es obvio que jamás le daría una oportunidad al demonio de burlarse de él. ¿Esta pequeña viñeta merece Review?
