Así que... es la semana Jackrabbit ¡y no tenía idea!... hasta hoy. Hay muchos fanfics tan hermosos. Para variar, éste también se basó en otro fanfic que leí ¡es mi primer AU! ¡Así que estoy emocionada! Y bueno... se los dejo. Todos son humanos. Y no sé aún si saldrán todos los personajes pero si la mayoría =)

¡Es un prefacio y además el primer capítulo! xD

Disclaimer-Nada me pertenece. Solo me divierto y no lucro.


Prefacio

Bueno, ni modo qué hacer.

Sabía que la vida era una cosa que te lleva por caminos que a veces no quieres transitar. Como a él. Había sido duro, difícil darse cuenta de lo que estaba pasando realmente a su alrededor. Pero al final decidió que la culpa era de él. No podía culparla por las acciones que tomó. Él debió ser sincero consigo mismo desde el principio.

Fue así como llegó a un país nuevo, buscando comenzar de nuevo. La vida pareció sonreírle bien mientras conseguía un buen empleo, un buen departamento, un buen sueldo y en general, una buena vida. Su familia no se quejaba de la vida que había decidido llevar a cabo y en cambio confiaron en él para que su hermana se fuera con él a terminar sus estudios. Unos años después, volvió a ver a toda su familia en la boda de su hermana.

Nunca había sido realmente fanático del frío. Menos del hielo. Siendo nativo de Australia es lo que se esperaría. Lo único que encontraba chocante de su nuevo hogar eran las ventiscas heladas en el invierno y la nieve que nunca dejaba de caer. Maldita sea ¡hasta en Pascua! Eso no era agradable. Ni justo. Ni bueno. Maldita nieve y maldito frío.

Pero entonces en la boda Dios Dijo que debía cambiar de opinión. Y vio la estatua hecha en hielo más hermosa que jamás creyó posible. Era perfecta, como si Miguel Ángel hubiera creado una estatua de arcilla que después se convirtió en hielo. Ningún solo defecto. Él era artista, podía esculpir en arcilla y madera. Pero en hielo… esto era arte. Un arte que jamás consideró posible y que de forma instantánea, antes de darse cuenta, lo enamoró.

Después de la luna de miel su hermana le dio la dirección de quién había hecho esa estatua. Era un artista local. Se preguntó porqué nunca supo de ese establecimiento si vivían en la misma ciudad. Sólo quería entrar, tener una charla de artista a artista, saber cuál era su técnica y su secreto. Era admirable.

Pero se quedó petrificado en la calle. Eran pasadas las siete de la noche. El establecimiento estaba cerrado. Un muchacho estaba guardando las llaves en su bolso y caminaba tranquilamente lejos del lugar. Seguramente era un trabajador. Pero a sus ojos, era la persona más perfecta del mundo.

A pesar de la distancia pudo ver ese rostro nítido de facciones muy finas, casi esculpidas. Los ojos eran azules y tenía una pequeña sonrisa. Jamás había visto a una persona con el cabello blanco en toda su vida. Pero en él, se veía bien y natural. Había un encanto a su alrededor. Uno que no supo interpretar.

Y desde ese momento, supo que tenía que conocerlo. No sabía cómo, pero tenía que estar cerca de él.


Capitulo 1

Trabajo Nuevo

La música clásica tiene una especie de magia. Sus acordes complicados crean verdaderas armonías que de una o de otra manera te llegan al alma. No es de extrañar que las mentes más "desarrolladas" fueran adictas a los compositores antiguos. No es que fueran mentes más privilegiadas. Si no que eran más sensibles. Gracias a la forma en que esos acordes tocaban el alma.

Al ritmo de esas melodías era como las manos pálidas usaban el cincel para tallar con absoluta gracia lo que pocas personas eran capaces: hielo.

Esculturas de hielo tan hermosas y finas, que valían perfectamente lo caras que costaban. No había nada que el escultor no pudiera hacer. Desde el clásico cisne que adornaba la mesa principal en una boda, hasta la forma de un cohete para un fanático espacial excéntrico en su cumpleaños. Cosa que pedías, cosa que se realizaba. Ese era el lema de Jack Frost.

Usualmente la gente cuando veía el anuncio pensaba que era un juego de palabras. Jack Frost el señor del invierno creándoles esculturas de hielo. Qué divertido. Pero entonces se acercaban a pedir una pieza y descubrían sin ocultar su asombro que el dueño de la tienda, y el escultor, efectivamente se llamaba Jack Frost. Jackson Overland Frost, pero era lo mismo.

Hermosas fotografías de estatuas de hielo imposibles decoraban el exterior de la tienda. Catálogos interminables en el interior eran mostrados por la secretaria y ayudante, mientras el señor Frost tenía una buena charla con el solicitante de su trabajo para saber exactamente cómo quería su obra. Nunca decepcionaba a nadie. Y los dejaba con la boca abierta.

Jack estaba en la sala de trabajo. Era una especie de refrigerador gigante. La habitación tenía una temperatura de 20 grados Celsius bajo cero. Jack tenía que llevar una enorme chaqueta y orejeras, pero rara vez usaba guantes y siempre tenía las desnudas manos pálidas cincelando con extrema delicadeza el cubo enorme de hielo para darle la forma solicitada. Con la música clásica de fondo, se perdía en un mundo privado dejando que la inspiración de Beethoven y Mozart guiara sus manos en ondulantes formas sobre su pieza magistral. Le encantaba el frío, siempre lo hizo, y por eso no se quejaba mientras pasaba horas en ese enorme refrigerador hasta que llegaba la hora de guardar las esculturas en refris más fríos aún y salir a tomar un chocolate caliente –no vaya a ser que se enfermara.

Jack se alejó un poco para ver mejor. Era un cisne, pero no tan clásico. En vez de su forma normal el cuello estaba completamente extendido con y gracia y tenía un ala levantada, como si fuera a saludar a alguien. Su forma era coqueta lo cual le causó cierta gracia. Era para una boda dentro de tres días. Unos detalles más y estaría lista.

"Jack" le hablaron desde el altavoz. Jack siempre se ensimismaba tanto en su trabajo que no atendía cuando le tocaban la puerta del estudio, así que instalaron un altavoz en el interior para que pudiera escuchar cuando alguien le llamaba—Llamó un cliente nuevo. Quiere hablar contigo.

Respiró pausadamente mientras contemplaba otra vez el cisne. Debía retocar las plumas de la cola, aún se veían toscas. Guardó los cinceles en una caja especial sin despegar la vista del cisne ¿Qué más le faltaba?

"¡Jack!"

El chico se sorprendió un poco el grito.

"Disculpa querida" aplanó el botón del interlocutor "¿Qué me decías? ¿Un cliente nuevo?"

"Así es. Me llamó hace cinco minutos. Quiere una cita contigo mañana ¿le confirmo a las cinco?"

"¿Qué compromisos tengo mañana?"

"Ninguno. Terminar el cisne, empezar la cascada y pulir el cohete"

Jack asintió haciendo nota mental.

"Oh… está bien. A las cinco me parece perfecto" asintió, sin que nadie pudiera ver el gesto "¿Te importaría decirme la hora?"

"Siete y media"

Maldijo por lo bajo.

"¿Ya cerraste?"

"Sí"

"¿Me estabas esperando?"

"Sí"

"¿Cuántas veces ésta semana?"

"Tres"

"Maldita sea te deberé la vida a éste ritmo"

Se escuchó una suave risa y la comunicación se corto.

Tooth era una chica realmente diferente. Estudiaba para ser dentista, y trabaja medio tiempo en la tarde justo cuando él se la pasaba trabajando en las esculturas. Nunca tuvo una secretaria y asistente tan eficiente como ella. Tooth tenía el don sobrehumano de hacer varias cosas a la vez. Podía estar en el mostrador hablando con un cliente, atender una llamada, revisar la agenda y al mismo tiempo estar estudiando para un examen. Las cuatro cosas hechas correctamente. Muchas veces Jack se preguntó si ella tendría tensión o estrés por eso, pero la chica parecía tener suficiente energía para trabajar, estudiar y todavía más. La admiraba y no lo ocultaba nunca.

Tooth además era la única que lo comprendía. Jack se perdía en el hielo, trazando hermosos patrones. Era su vida, su pasión, lo que más le gustaba. Oficialmente cerraba a las siete. Pero podía pasarse en el taller hasta las nueve. Lo había hecho antes. A Tooth no le importaba, le decía que no tenía nada mejor que hacer. Pero Jack no era tampoco avaro ni nada por el estilo. Cada hora que Tooth pasaba después de las siete era pagada.

Pensándolo bien, Jack debería tener una especie de alarma. Empezaba a deberle a Tooth más de lo que le gustaría.

Apagó la música, guardó el cisne en el refrigerador especial y se quitó la enorme chaqueta, colgándola con el armario. Sintió inmediatamente frío cuando hizo eso. Apagó los climas de manera que el estudio recuperara su temperatura normal, dejando solo los refrigeradores funcionado. Apagando las luces, salió y cerró muy bien con llave.

Tooth estaba en el recibidor. Las luces del mostrador estaban apagadas y el letrero de Cerrado colocado. Leía sentada en un sillón alguna revista. Le miró con una sonrisa.

"¿Listo, señor trabajador?" inquirió con humor.

"Sí" le sonrió "Nuevamente, gracias por esperarme"

"No hay de qué" se puso de pie "¿Hasta mañana?"

"Hasta mañana querida" asintió.

Tooth se colocó la bolsa y después salió al clima primaveral de abril. Jack se quedó por un momento revisando que todo estuviera en su lugar y después también salió, cerrando perfectamente todo. No era aún de noche, así que no se preocupó tanto por Tooth. De estar muy oscuro claro que la habría acompañado a su casa.

Suspirando, guardó las llaves en su bolso y caminó a su propia casa. Al doblar la esquina, sintió que alguien lo estaba observando. Volteó un poco, encontrando que en el café de enfrente había varias personas comiendo y platicando. Se encogió de hombros, seguro estaba alucinando ya.

Claro, no pudo ver que una persona en ese preciso café estaba sentado en una mesa, solo, viéndolo desaparecer al doblar la esquina.

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"Tooth querida" dijo Jack por el interlocutor "¿Serías tan amable de decirme la hora? Temo que olvide mi reloj otra vez"

"Qué bueno que pregunta porque falta cuarto para las cinco" fue la respuesta de la chica.

Jack sonrió. A él siempre le había gustado hablar coquetamente con las chicas. Un juego que tenía desde la escuela. Tuvo problemas por eso con otras secretarias, quienes nunca percibieron el tono de humor en sus coqueteos y tomaron realmente mal la noticia de que él era más bien de gustos distintos. Tooth en cambio le seguía las bromas con una sonrisa. Como ella le decía, no pensaba aún en el amor. Y estaba encantada con tener un amigo/jefe homosexual (según ella, porque así sabía que podría contar con él en emergencias)

"¿Tan rápido pasó el tiempo?" frunció el ceño "¿Y la cita ya llegó?"

"¿La persona con la que me serás infiel durante unas horas?" bromeó "¡No, temo que aún no!"

Jack rió de buena gana.

"Eres una celosa. No sé qué hago contigo"

"¡No vivirías sin mí y la perfecta agenda que te hago"

Rodó los ojos.

"Lo último es cierto"

Tooth no contestó hasta diez minutos después.

"¡Ha llegado!"

Jack entonces dejó el cincel. Contempló nuevamente el cohete ¡estaba a punto de ser perfecto! Lo terminaría esa misma tarde, estaba seguro. Se quitó nuevamente la chaqueta y las orejeras, así como una pequeña bufanda que a veces se ponía. Salió del estudio rápidamente y abrió la puerta hacia el recibidor.

Tooth estaba detrás del escritorio donde en teoría, siempre debería estar. Tenía una sonrisa coqueta mientras señalaba a la esquina. Ahí estaba una mesa y unas sillas donde usualmente hablaba con los clientes. Ahí, estaba sentado un hombre que le daba la espalda.

Tooth se puso de pie.

"Iré por chocolate caliente" le dijo por lo bajo mientras iba hacia la máquina de café.

Jack simplemente caminó con una sonrisa hacia el cliente.

"Buenas tardes" saludó, el hombre poniéndose de pie ante su llegada "Jack Frost"

Al darse la vuelta, pudo verle el rostro.

Maldita sea, el hombre era perfecto. Tenía una piel aperlada, no era en sí morena, más bien parecía haber sido tostada por el sol al tono perfecto que armonizaba con su cabello negro claro, que no parecía castaño (más bien tenía destellos claros, como si alcanzara un tono gris pero no canoso. Un tono raro y hermoso a la vez) ojos de un profundo color verde como los bosques de la primavera y facciones varoniles. Era alto, más alto que él, llevaba un atuendo informal que aún así le realzaba los anchos hombros que solo un atleta podía tener. Era casi como una aparición mientras le sonreía y estiraba la mano para agarrar la de él, aceptando el saludo.

"E. Aster Bunnymund" saludó "Un placer"

Jack parpadeo, asegurándose de que eso no un juego de su imaginación. Le sonrió amistosamente y tomó asiento frente a él.

En ese momento llegó Tooth. Tenía dos tazas humeantes y las colocó frente a los dos chicos.

"Chocolate caliente" canturreó.

"Gracias, querida" balbuceó, Tooth asintió.

"No hay de qué. Señor Bunnymund si se le ofrece algo no dude en decirme"

"¿Eh? Ah… claro"

Tooth se alejó dándole espacio a los dos hombres. Fue en ese momento cuando se miraron a los ojos. Jack casi pudo jurar que había una especie de anhelo en los ojos de él. Pero lo desechó a sus propios deseos.

"Entonces ¿Quiere una escultura?" dijo casualmente "¿De qué tipo? ¿Para qué ocasión?"

Aster agarró la taza de chocolate. El establecimiento era realmente frío por los congeladores cercanos.

"Bueno…no sé aún de qué tipo" admitió, casi pudo jurar que había un sonrojo en sus mejillas "Pero es para una boda. Mi boda."

Jack debió contener su expresión. Lo sintió como una patada en el estómago que lo dejó sin aliento. Claro, obviamente una persona tan atractiva tenía ya que haber sido encontrada por alguien antes de que él.

"Bien… ¿Qué cosas le gustan?" Jack sacó entonces una libreta y una pluma, más que listo para apuntar "Sería preferible que su novia viniera, para que los dos se pusieran de acuerdo" si, esa chica que me ganó pensó amargamente ¿Pero porqué estaba tan abatido? ¡Ni siquiera lo conocía bien!

"Sobre eso… es una sorpresa para ella" murmuró "Así que tiene que estar perfecta"

Asintió.

"Hace unas semanas fue la boda de mi hermana. Le hice un trabajo hermoso. Me encantó. Y quiero darle una sorpresa a mi novia. Pero el problema es que no estoy del todo seguro de qué"

"¿En qué temas ha pensado?"

"Lo que más se me ha ocurrido es un conejo"

"¿Conejo?" intentó no reír.

"Bueno… Pascua es mi fiesta favorita…. Y también de ella. Ya sabes…"

Jack asintió, tomando nota.

"¿Un conejo entonces?"

"Sí"

"Bueno, haré unos bocetos y mañana si puede venir para decirme cuál le gustó más…"

"Claro, estaré aquí mañana" respondió antes de que pudiera terminar la oración.

Jack casi pudo sentir un poco de ansiedad por parte de Aster. Suspiró mientras anotaba unas últimas cosas en la libreta. Aster no podría tener más de treinta años, así que no era muy mayor. Se veía amable y servicial. Maldita sea, no quería conocerlo más. Eso lo frustraría. Pero al mismo tiempo necesitaba estar más cerca de él… Joder.

Jack Frost no había creído nunca en el amor a primera vista. Pero en ésta ocasión, Cupido le dio una patada en el culo.

"M-Muchas gracias por su tiempo" Aster se puso apresuradamente de pie "Eh… yo… tengo unos compromisos ¿Mañana puede a la misma hora?" inquirió, viendo su reloj.

Jack que estaba perdido en sus pensamientos lo miró.

"Yo… sí. Claro. A la misma hora" sonrió.

Aster le dedicó una sonrisa que maldita sea lo hizo verse aún más atractivo. Murmuró una rápida despedida y salió.

Y Jack se quedó ahí, sentado, sintiendo que su corazón latía a mil por hora y horrorizado por la forma en que se sentía ¿Qué le estaba pasando?


¿Y bien? ¿Qué les ha parecido? Quienes lean mis otros fanfis actualizaré pronto "Código: Series" ¡solo me falta revisar el capítulo! y aún estoy terminando el de "Amor Interrumpido" Y además (gracias a todas las historias que estoy leyendo) estoy trabajando en otro one-shot ¡que espero les guste!

Bueno, mil gracias por leer y espero que me dejen algún comentario.

¡adiooos!