Victoria
-¡Hay Mortífagos en el colegio!-gritaba Flitwick mientras corría por el pacillo que lleva a tú despacho. Cuando este entra a la oficina, lo miras sin mostrar emoción alguna. Esa es tu señal. La que esperabas y a la vez deseabas que no llegara jamás.
Hace años que no has hecho algo como lo que harás. Levantaras una vez más la varita para ayudar a alguien que jamás te lo agradecerá.
Aturdes a Flitwick, sabes que es lo mejor para él y para ti, si esta inconsciente no será un peligro para los Mortífagos y al no serlo, no corre peligro de ser matado.
Sales de tu despacho precipitadamente y te encuentras en el pasillo con dos de tus alumnas.
Granger y Lovegood están allí con las varitas en la mano apuntando el piso, mirándote fijamente. No puede evitar pensar en Potter, él tiene algo que ver con la presencia de aquellas dos muchachas frente a la puerta de tú despacho.
-El profesor Flitwick ha sufrido un ataque, les ordeno que se encarguen de él-les dices, puedes ver el recelo en sus rostros pero a pesar de eso te obedecen.
Aprovechas el momento y te diriges a toda velocidad a la torre astronómica, porque sabes que ahí será donde sucederá todo. Una parte de ti quieres llegar tarde, que Malfoy le dé un pico de valor y termine con todo aquello sin que tú debas interferir. Pero sabes que eso no ocurrirá, tú no tienes tanta suerte.
Corres ignorando las peleas a tu alrededor, ignoras los ases de luz que te pasan rosando. Tienes tu destino en mente, debes llegar y no debe importarte nada más.
Subes las escaleras de caracol que llevan a lo alto de la torre astronómica.
Te maldices a ti mismo por tu rapidez. Draco está allí con la varita en alto y con los ojos vidriosos, mientras su tía Bellatrix a su lado le susurra al oído palabras para incentivarlo a continuar con su obra. Pero el chico no lo hará, no pude y por eso estas ahí, para encargarte del trabajo.
Ves como el chico baja apenas unos milímetros la varita y ese es tu pie de entrada.
Sacas tu varita y te pones al frente del grupo de Mortífagos que rodean al agonizante Albus Dumbledore.
Notas una repentina chispa de júbilo es sus ojos azules al momento de verte.
¿Cómo era posible que estuviera feliz? Te preguntas mientras lo apuntas con la varita.
-Por favor… Severus…
-¡Avada Kedavra!
Con decir esas únicas dos palabras sientes que has perdido y que Voldemort ha ganado esta batalla… pero eso mismo es lo que te consuela, sabes que todavía no ha ganado la guerra.
