Llevaba un tiempo sin escribir nada que no fuera para un intercambio o un reto, pero la verdad es que me moría de ganas de escribir un fic sobre esta pareja. Aunque no lo hice pensando que fuera un regalo, he decido subir el primer capítulo con motivo del cumpleaños de InkAlchemist, gran persona mejor alivio cómico.
Como siempre, muchas gracias a mi beta Kaith Jackson por su paciencia y esfuerzo.
Vamos a fingir que el final de El soldado de Invierno fue un poquito diferente y S.H.I.E.L.D no se disolvió y que cada uno se ha ido por su lado y a partir de ahí metemos esta historia
Disclaimer:Capitán América y sus personajes no me pertenecen, ni me lucro de manera alguna con esta historia.
A lo largo de su vida Steve se había acostumbrados a los hospitales, pero no se sentía a gusto cuando tenía que pisar uno. Había pasado largos periodos en el hospital antes de recibir el serum y tenía demasiados malos recuerdos acumulados. Pero aún así en su peor experiencia en el hospital no había sido él quién estaba ingresado. El primer puesto en la lista de sus memorias más dolorosas pertenecía a la última noche que pasó con su madre, velándola en aquella minúscula habitación blanca. Ella trató de permanecer despierta todo el tiempo posible, porque sabía que cuando cerrara los ojos no volvería a poder ver a su hijo nunca más. Y Steve también lo sabía.
Esa fue la peor noche que pasó en un hospital. Pero la que estaba viviendo ahora no quedaba a muchos puestos de distancia.
OoOoO
Aunque Steve agradeciera los intentos de Natasha por ayudarle, no había nada que odiara más que ser tratado como un ser frágil. Ya había tenido bastante de eso en el pasado. Le agobiaba que insistiera en permanecer toda la noche a su lado en el hospital, que no le dejara a él ir a por café y que hubiera acabado por convencerle para que durmiera un poco mientras ella permanecía en vela por si venía el doctor a decirles que ya había despertado. Pero no podía reprocharle nada, porque esa era su manera de confortarle. Natasha no podía darle un abrazo, dedicarle unas palabras de apoyo o decirle que todo iba a estar bien. Así que intentaba compensarlo siendo lo más útil posible.
Quizás él también podría habérselo puesto más fácil, irse a casa a descansar y esperar a que le llamaran cuando hubiera alguna novedad. Pero no era una opción. Preferiría pasar una semana durmiendo en una de las sillas de la sala de espera que alejarse de él.
Afortunadamente, no hizo falta que pasara una semana en el hospital. Por la mañana el doctor apareció para hablar con él. Con la excusa de no poder seguir soportando el café aguado de la cafetería del hospital, Natasha había salido a comprar el desayuno. Steve agradeció poder estar solo en aquel momento.
-Ha recuperado la conciencia –dijo el doctor. Steve sintió esas palabras como una bendición.
-¿Está bien?
-Todo lo bien que puede estar a pesar de sus heridas. Pasará un tiempo antes de que pueda levantarse de la cama, pero se está recuperando más rápido de lo previsto.
Una pequeña sonrisa se asomó en sus labios. Con aquellas palabras era como si toda la preocupación acumulada esos días no hubiera existido nunca.
-¿Puedo ir a verle?
El médico carraspeó un poco. Su mirada indicaba que sabía que eso iba a ser lo primero que Steve preguntaría y había estado pensando en cual podría ser la respuesta más suave.
-Lo lamento, pero no va a ser posible.
Steve asintió suavemente. Aunque le ahogaban las ganas de verle, entendía la negativa del doctor. Acababa de despertar, necesitaría descansar y reponerse, antes de estar preparado para hablar con nadie.
-¿Y cuándo podré entrar?
Esta vez la preocupación del médico fue más evidente. Steve se dio cuenta de que no le miraba directamente a los ojos cuando contestó:
-Me temo que usted no tiene permitido entrar en la habitación del señor Barnes.
OoOoO
El doctor le gritó que se detuviera, pero en ningún momento se movió del sitio. La idea de correr a detener al Capitán América no debía atraerle lo suficiente como para ponerle en práctica. Tampoco era necesario que el médico tratara de impedirle entrar, ya había dos guardias frente a la puerta que se encargaban de ello.
Y allí estaba también Nick Furia hablando con un enfermero. En cuanto le vio fue hacia él, haciéndoles una señal a los soldados de S.H.I.E.L.D. para que se quedaran en su sitio.
-Rogers, tengo que pedirle que de media vuelta y se vaya.
-Lo siento, señor, pero es mi mejor amigo quien está ahí dentro.
-Ese hombre no es solamente su amigo. También es un criminal buscado en todo el mundo y un arma de HYDRA.
Steve miró a la puerta de la habitación donde estaba Bucky. Las ventanas tenían las cortinas echadas, era imposible ver nada del interior. La idea de reducir a los guardias y echar la puerta abajo era estúpida y descabellada, lo sabía, y aún así se le hacía cada vez más atractiva.
-Cuando me han dicho que había prohibido que mantuviera cualquier tipo de contacto con Bucky, por un momento no he podido creerlo. Suena algo estúpido, ¿no? Ya debería estar acostumbrado a sus métodos. Y aún así pensaba que actuaría con humanidad esta vez.
-Steve, es solo temporal…
-¡Es mi mejor amigo! –Steve elevó la voz un poco más de lo que había esperado. Vio que los soldados empezaban a ponerse tensos.
-Lo sé. Pero no sabemos qué es usted para él. Hace menos de un año estuvo a punto de matarte.
-Pero no lo hizo, señor. ¿No me deja entrar porque cree que en cuanto me vea intentará matarme?
-Esa es una posibilidad. ¿Qué cree usted que pasará?
Steve se dio cuenta de que no tenía respuesta. Solo Dios sabía qué le pasaba por la cabeza a Bucky, después de todo lo que había sufrido, todo lo que le habían hecho.
Pero ya no era el arma de HYDRA. Steve no sabía qué había pasado con Bucky tras su último encuentro, si había encontrado un modo de recuperar la memoria, si HYDRA había dado con él o sí Bucky les encontró primero. No habían tenido noticias de él hasta hacía unos meses. S.H.I.E.L.D había encontrado una base de HYDRA en Checoslovaquia, completamente destruida. La mayoría de los soldados estaban muertos, pero interrogando a los supervivientes identificaron al atacante como el Soldado de invierno.
El Capitán América pudo ir a ver el escenario en persona. El asalto de Bucky había sido brutal y eficiente, destruyó todo lo que pudo y mató a quien se le puso delante. Steve fue hasta allí esperando encontrar la manera de dar con Bucky, pero solo consiguió sentir una gran angustia ante la destrucción y los muertos que había dejado tras de sí.
Tras el primer ataque se produjeron dos más. Natasha bromeaba diciendo que si seguía así, Bucky les iba a quitar el trabajo. Steve trataba de pensar en el chico de Brooklyn con el que se había criado e intentó imaginárselo cometiendo semejante matanza. Incluso aunque fuera por un buen motivo, incluso aunque arrastrará consigo la rabia de haber sido utilizado por ellos, simplemente no conseguía imaginar al viejo Bucky actuando así.
Pero tampoco era obra del Soldado de invierno. Los ataques a las bases de HYDRA estaban planificados y ejecutados con la maestría de un profesional, pero también eran arriesgados y desesperados. Eran un atentado suicida.
Y su cruzada podría haber acabado muy pronto si tras el cuarto ataque no le hubieran encontrado. Había conseguido salir de la base, pero terriblemente malherido. Estaba medio muerto cuando le encontraron.
Bucky se había lanzado a por HYDRA sabiendo que no podría vencer, pero dispuesto a hacer todo el daño posible. Quizás por venganza, quizás por redención.
Steve sabía que el hombre que se encontraba en aquella habitación no era el James Barnes que había conocido, pero tampoco era el Soldado de invierno. Ya no había Soldado de invierno.
-No creo que sea peligroso.
-Puede que no. No tenemos forma de saber qué es ahora –sentenció Furia –Su presencia podría alterarle mucho, y ahora mismo eso es lo último que necesitamos.
Steve asintió. Entendía la lógica de la decisión del director de mantenerle apartado de Bucky por el momento, aunque eso no sirviera para aliviarle.
OoOoO
A Steve nunca se le había dado bien no hacer nada, era una de esas personas que siempre necesitaba estar ocupado. Una buena parte de su tiempo consistía en entrenar, de manera que era más fácil encontrarle en el gimnasio que en su propia casa. Sam no había tardado en darse cuenta de ello.
-¿Cómo sobrevivías antes? –le preguntó una mañana, cuando terminaron de correr –Antes de convertirte en el Capitán América y poder pasarte el día pateando culos por el bien de la nación.
-¿Quién te ha dicho que no pateara culos antes? –respondió con una sonrisa nostálgica. Quizás eso no fuera del todo cierto, pero desde luego no podían acusarle de haberlo intentando con ganas.
-Lo que quiero decir es que tú antes… bueno, ya sabes. No podías hacer todo lo que haces ahora. Debías de sentirte muy frustrado.
Sam parecía dudar de si debía seguir con el tema. Steve imaginaba que su amigo temía estar tocando un punto demasiado sensible. Había hablado con él sobre su pasado, pero no solía hacer referencia a su condición física antes del serum. No le daba vergüenza, el Steve pequeño y frágil que vivía en Brooklyn era quien había construido al Steve que era ahora. Lo que le molestaba era la lástima de la gente.
-No consigo imaginarte como un chico enfermizo y debilucho –admitió Sam.
-Siempre me negué a serlo.
Sam asintió, entendía lo que le quería decir.
-Debía ser terrible para ti, estar enfermo.
La mente de Steve comenzó a divagar por sus recuerdos. Había pasado muchas temporadas enfermo. A menudo había tenido que ir al hospital, pero en general bastaba con que se quedara en casa reposando. Empezó a dibujar como una manera de entretenerse durante aquellas rachas que pasaba encerrado en casa y, añadió para sí mismo con un poco de tristeza, si se le daba bien era porque en su momento había tenido bastante tiempo para practicar.
De pequeño Bucky solía visitarle todos los días al salir del colegio. Hacían los deberes juntos y se permanecía haciéndole compañía toda la tarde. Si Steve estaba lo bastante recuperado, también solía quedarse a dormir. Bucky era la clase de niño que prefería jugar en la calle todo el día, pero aún así, si Steve no podía salir, él se quedaba a su lado en todo momento, incluso si tenía que pasarse la tarde sentado junto a su cama porque estaba demasiado débil para levantarse.
Cuando Steve creció ya no era tan propenso a sufrir recaídas que le obligaran a encerrarse en casa, aunque su afición por acabar metido en peleas no ayudaba demasiado. Con obligaciones de adulto como trabajo y novias, a Bucky no le resultaba tan sencillo quedarse con Steve como en los viejos tiempos, pero aun así bastaba que tosiera dos veces seguidas para que acudiera preocupado a su lado.
Steve intentó desviar ese tren de pensamientos antes de acabar pensando en que la situación se había invertido y sin embargo él no estaba junto a su amigo.
-Bueno, podía sobrevivir un par de días sin patear culos –bromeó.
Pero se dio cuenta de que Sam le miraba preocupado. En realidad llevaba mirándole preocupado desde que encontraron a Bucky. No es que fuera el único, pero en aquel momento parecía darse cuenta de que pasaba por la cabeza de Steve.
Trató de empezar otra conversación. No pareció convencer a Sam, pero no mencionó sus preocupaciones en todo el día. Al menos hasta que se despidieron:
-Steve, no voy a darte una charla sobre que Bucky ya no es el mismo al que conociste, porque sé que ya lo sabes. Pero no consigues dejar de pensar en él como tal. Y me preocupa como pueda afectarte eso cuando vuelvas a verle.
OoOoO
Aunque no pudiera verle, Steve se mantenía al tanto de los avances de Bucky gracias a Maria Hill. La agente de S.H.I.E.L.D se reunía con él una vez al día y le contaba cómo iban las cosas para su amigo en el hospital. Steve nunca antes había estado a solas con ella, ni siquiera recordaba que hubiera hablado de algo que no tuviera que ver con el trabajo, por lo que no entendía su preocupación por él, pero agradecía su ayuda más de lo que podía expresar.
Los médicos y los agentes de S.H.I.E.L.D habían estado interrogando a Bucky desde que abrió los ojos. Un equipo de psicólogos le había examinado para asegurarse de que no era una amenaza, y al parecer habían concluido que era inofensivo, lo cual no quería decir que Furia fuera a bajar la guardia. Tras los primeros exámenes le habían asignado a una psiquiatra para que estudiara su evolución, la doctora Blacwell. Los doctores decían que había recuperado parcialmente su memoria. "Parcialmente", según le explicó Maria, significaba que recordaba vagamente su historia pasada, pero no parecía capaz de rememorar episodios concretos y tenía muchas lagunas. Según explicó Bucky, había estado investigando sobre James Barnes, intentando reconstruir su memoria. Maria le aseguró que los médicos se mostraban positivos sobre la posibilidad de recuperar su memoria completa, aunque requeriría tiempo. La manera en que le miró parecía querer decir "También necesitará tu ayuda".
También le había estado interrogando sobre sus actividades en el último año. Bucky les había explicado que tras descubrir lo que HYDRA le hizo había decidido enfrentarse a ellos por su cuenta. Bucky conocía la localización de las bases destruidas porque había estado en ellas como Soldado de invierno, y ya había proporcionado a S.H.I.E.L.D bastantes datos sobre HYDRA. Maria mencionó lo afortunado que era que Bucky tuviera tanta información para ellos, pero no fue un comentario casual. Steve no necesitaba que dijera nada para saber que la suerte estaba en que gracias a esa información S.H.I.E.L.D consideraría a Bucky útil.
Maria también le informaba sobre la recuperación física de Bucky, que era bastante optimista. A pesar de las graves heridas, se estaba recuperando con rapidez, lo que tenía bastante que ver con sus mejoras genéticas, regalo de los científicos soviéticos. Lo que más preocupaba a los médicos era el brazo de metal. Expertos de S.H.I.E.L.D habían estado examinándolo, pero la tecnología empleada en él les resultaba desconocida y ni siquiera parecía posible extirpárselo sin dañar a Bucky.
A la semana de despertar le trasladaron a una instalación privada de S.H.I.E.L.D. Steve se quedó más tranquilo, por mucho que siguiera inquieto al saber que tenían a su amigo y él seguía sin poder hablar con él. Allí contaba con mejores instalaciones y estaría más protegido. No quiso admitirse a sí mismo que también le tranquilizaba saber que allí había gente que podría contenerle si las cosas se complicaban, porque de verdad estaba convencido de que no se complicarían.
Y, según le dijo Maria, todos los días preguntaba por él.
OoOoO
Steve no se lo podía creer cuando Nick Furia en persona le dijo que podía visitar a Bucky. Ya hacía tres semanas que había despertado, aún no podía andar pero por lo demás estaba casi recuperado. Furia le acompañó hasta la instalación donde estaba Bucky, aprovechando por el camino para resumirle los informes médicos. S.H.I.E.L.D se había asegurado de realizarle todos los análisis psiquiátricos posibles para intentar averiguar si el Soldado de invierno seguía debajo de Bucky Barnes. Los psicoanalistas habían llegado a la conclusión de que no estaba fingiendo, y que, tal y como él mismo había explicado, al recuperar su memoria había comenzado un proceso de eliminación de la influencia mental que HYDRA había mantenido sobre él desde su captura, aunque eso no quería decir que la mente de Barnes estuviera curada. Según decían los informes, era imposible que la reprogramación mental y los casi setenta años bajo el control de HYDRA pudieran desparecer con tanta facilidad, pero al menos parecía que Bucky había recuperado el control sobre sí mismo.
Furia le condujo hasta la habitación donde se encontraba Bucky. Al igual que la habitación del hospital, tenía dos guardias en la entrada, pero estos dejaron pasar a Steve. El interior de cuarto tampoco era muy diferente a una habitación de un hospital, allí había varias máquinas pitando y apoyadas en un rincón descansaban unas muletas, pero la cama, cubierta con sábanas negras, era mucho más grande que las del hospital. Una cámara de seguridad que colgaba de una esquina del techo se giró para enfocarle cuando entró.
Echado sobre la cama, estaba Bucky. Steve notó como se aliviaba una enorme presión en su pecho al verle. Le habían cortado el pelo, aunque lo seguía llevando más largo que en el pasado. Estaba algo pálido y ojeroso, pero parecía sano y en cuanto vio a Steve sus ojos se iluminaron.
Steve no sabía qué decir. Fue Bucky quien rompió el silencio:
-Por fin vienes a visitarme.
-Bueno, no es que yo no quisiera. El director Furia no quería dejarme a solas contigo, yo le dije… -Steve se calló al darse cuenta de que Bucky no le estaba reprochando nada. Parecía sencillamente aliviado de tenerle allí e inmensamente contento de verle.
-Ya lo sé –dijo, sonriendo ligeramente.
Steve quería preguntarle tantas cosas. Sobre el tiempo que pasó como Soldado de Invierno, sobre ese último año, sobre lo que ocurrió en el lago en su pasado encuentro, sobre lo que podía recordar del pasado, sobre qué es lo que quiere hacer ahora que ha vuelto. Ante todo, quería preguntarle sobre ellos dos. Pero sabía que eran demasiadas preguntas y que Bucky no se encontraba en situación de responderlas, al menos por el momento. Lo único que Steve quería hacer era quedarse allí mirando, y descubrir quién era el hombre que estaba tumbado en esa cama y cuando del antiguo Bucky quedaba en él.
Bucky le hizo un gesto con la mano para que se acercara. Steve fue hacia donde estaba, sentándose en una silla junto a la cama.
-¿Te han tratado bien?
-No me puedo quejar –respondió Bucky –Supongo que todo lo bien que se puede esperar para alguien con mis crímenes.
Steve sintió una punzada desagradable en el estómago. Imaginaba que Bucky albergaría esa clase de sentimiento de culpa. Quería decirle que no debía pensar de ese modo, que nadie podía culparle por lo ocurrido. Había tanto que decir que Steve no sabía ni cómo hacerlo. Por el momento se limitó a llevar su mano sobre la de su amigo, apretándola suavemente. Bucky se quedó mirando sus manos unidas, como aletargado. Pero al menos parecía relajado bajo su toque.
-Sé que no puedes olvidar lo que he sido. No espero que me perdones –dijo con la voz vacía.
-No hay nada que perdonar.
Bucky liberó su mano y la llevó hasta la mejilla de Steve. El gesto le pilló desprevenido y le hizo soltar un respingo. No es que fuer raro que Bucky le tocara, él siempre había sido un hombre dado a las muestras de afecto físicas, pero estas solían ser más del tipo abrazos o palmadas amistosas. Ese tipo de contacto era muy íntimo y bastante inapropiado. Pero en la situación en la que estaba, no sentía apropiado apartarse. Al fin y al cabo, tras todo lo que había pasado quizás Bucky se sintiera algo desorientado y buscara algo de contacto que le sirviera de apoyo.
-Pasa lo que pase, yo sé bien que nada de lo que has hecho ha sido culpa tuya –Steve intentaba encontrar las mejores palabras para confortarle -Para mí sigues siendo el Bucky que conocí.
Su amigo sonrió con sinceridad. Steve se dio cuenta de que llevaba setenta años sin ver esa sonrisa y se sintió tremendamente agradecido de poder tenerla de vuelta.
Y al momento siguiente Bucky se incorporó y antes de que Steve fuera siquiera consciente de lo que estaba haciendo, colocó sus labios sobre los suyos, en un beso que duró lo que Steve tardó en reaccionar y saltar de su silla.
El problema de subir este primer capítulo como parte de los festejos de InkAlchemist es que no tengo mucho más escrito, así que voy a tomarme una pequeña pausa antes de subir el siguiente capítulo. Me esforzaré para escribir con regularidad y no haceros esperar mucho entre actualizaciones.
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