Dark: No podría sentirme más feliz!
Nico: Y creo que yo tampoco!
Dark: Y tu por qué?
Nico: Bueno, porque gracias a ti, podré volver a decir : Dark Janubis no es dueña de Yugioh! Ni de ninguno de sus personajes! Durante un buen tiempo!
Dark: Eso es cierto, y es todo porque este es el inició de una nueva historia!
Nico: Nueva? Yo creí que...
Dark: Es cierto, no es una nueva historia, en realidad es una SECUELA, a mi primera historia terminada "cuando dos almas se separan" pero este capítulo es exclusivamente un resumen de esa historia para que aquellos que no la leyeron puedan tener una base para esa historia y aquellos que sí la han leído recuerden ciertos puntos claves!
Nico: Genial. Pero a los que no han leído "cuando dos almas se separan" son cordialmente invitados a leerla!
Dark: Bueno, una vez dicho esto, ya saben lo que digo, comencemos el fic!
Nota: Este capítulo es obligatorio para cualquier persona que no haya leído "Cuando dos almas se separan" y tengan una base para la secuela. A todos aquellos que sí leyeran la historia, son bienvenidos a leer este capítulo para recordar algunas cosas, o pueden elegir saltárselo y pasar al primer capítulo de la secuela. Gracias XD!
Recordando
Ahora vayamos a los importante.
Yami y Yugi son los gemelos hijos del faraón Akunumkanon. Al año de vida, ambos niños perdieron a su madre y su padre se deprimió mucho por lo cual se volvió muy frío.
Namir era un consejero muy importante del faraón y siempre había deseado ser la mano derecha del rey, pero como el rey tenía hermano, él no podía serlo. Ahora que los príncipes eran dos, Namir no tenía esperanzas, por lo cual decidió deshacerse de uno. Para ello convenció al deprimido rey de que lo mejor para su tierra sería evitar posibles conflictos entre hermanos sacrificando al niño menor (Yugi) para que su hermano fuese un buen rey. El pobre faraón no vio las malas intenciones de su consejero y aceptó.
La noche antes del sacrificio, un ladrón se escabulló y se robó a uno de los dos príncipes sin que nadie lo notara hasta que fue demasiado tarde. Cuando los adultos llegaron a la habitación solo encontraron a Yami llorando amargamente. Nadie vio a Namir tomar la nota de rescate.
En una cueva lejos del palacio, el ladrón se mostró como un hombre muy amable que solo buscaba obtener su recompensa. Yugi se sintió muy a gusto con él.
En el palacio, Namir le dice al rey que no vale la pena ir por el príncipe, ya que de todas formas lo iban a sacrificar. Le muestra la nota de rescate e incita al rey a mandarle una nota de respuesta al ladrón. Agotado y confundido, el rey le ordena a Namir que lo hiciera él.
Durante la noche, el faraón entró en razón y no pudo soportar darse cuenta de su error. En unos instantes había reunido a sus generales y había empezado a planear un rescate.
En el momento en que el ladrón fue a recoger su recompensa solo encontró la nota de Namir, la cual decía que podía hacer lo que quisiera con Yugi. Enfadado el ladrón tomó su daga y estuvo a punto de matar al pequeño de no ser que este se puso a llorar, pues también había oído el contenido de la carta y creía que su padre ya no lo quería. Conmovido, el ladrón le propuso a Yugi terminar con el dolor y ante la aceptación del pequeño, el ladrón hundió su daga.
En el palacio, los planes estaban casi terminados, pero de pronto Shimon entró llorando a la habitación y le entregó al faraón una carta y una bolsa. Akunadín (hermano del faraón) la leyó y notó que estaba escrita en sangre. En la bolsa, se hallaban la tiara, el brazalete y un trozo de tela de la ropa de su hijo, todos manchados con sangre. Entristecido, el faraón ordenó que todos se fueran y cuando estuvo solo, se dejó caer al suelo suplicando perdón. Yami lloró durante un largo tiempo al enterarse de que su hermano había muerto.
En las afueras de la ciudad Casef montaba su caballo y en sus brazos descansaba la pequeña forma de Yugi, que tenía una venda en la herida que Casef le había hecho en su brazo para poder tomar algo de su sangre. Casef se apiadó del niño y lo cuido como suyo, lo crió para ser un ladrón y lo apodó Janub, que significaba joven anubis.
Catorce años después...
La carrera de Janub como ladrón iba muy bien. Su apariencia nunca había logrado ser vista ya que jamás se retiraba del rostro su larga capucha. Había logrado robar lugares sumamente protegidos y todo con la ayuda de sus dos más grandes aliados: Haru, un joven halcón de plumaje rojizo y ojos escarlata; y Yavuk, un caballo negro que le pertenecía originalmente a Casef. Además, Janub había llenado la cueva donde él y su 'padre' se quedaban con la presencia de nueve pequeños huérfanos: Maref (parecido a Duke Deblin), Kiet y Kiya (los mayores del grupo), Ana, Namila, los gemelos Malik y Marik, y los más pequeños Mina y su hermano Isho. Casef aceptó a los niños y los cuidaba por Yugi cuando traía la comida y los víveres. Yugi era conciente de que Casef no era su padre, pero creía que su verdadero padre lo había abandonado, además no podía recordar nada de cuando era pequeño.
Para Yami las cosas iban mal. Su padre murió y Namir quedó a cargo de la tutela del joven faraón. Causando que Yami se viera forzado a modificar las leyes al gusto del consejero.
Un día Namir le hizo una propuesta al faraón , si Yami capturaba al ladrón Janub, él ya no aumentaría los impuesto. Sin nada que perder, yami aceptó.
El primer plan realizado fue el de Mahado. Quien trató de atrapar a Janub pero resultó más herido a causa de un pequeño enfrentamiento de sombras.
Ese mismo día, al regresar a casa, Yugi se encontró con la sorpresa de que su padre estaba enfermo y que la única cura que le salvaría la vida estaba en el palacio, por lo cual, disfrazado de sirviente, el joven se escabulló en él.
En el palacio, Yugi se encontró con Shimon, él cual le pidió su ayuda ya que Ishizu, la curandera de palacio, había salido Shimon quedó a cargo de la enfermería. Al oír la enfermería, Yugi aceptó.
Ese fue el primer día en catorce años que Yami y Yugi se encontrarían, aunque no sabrían quien era el otro.
Más tarde, Yugi tendría que atender a Mahado, que lo reconoció rápidamente. Para su suerte, el señor Shimon no estaba en la habitación cuando eso pasó. Yugi le dio una pócima a Mahado en lugar de su medicina para que se curase rápidamente y para que durmiese un rato.
En la reunión con Namir, el malvado consejero le comunicó al faraón que habían tomado la decisión de que Janub se había vuelto un peligro tan potencialmente grande que debía recibir la pena de muerte al ser atrapado. Los presentes se quejaron. Namir les dijo que no pondría esa ley en práctica mientras Janub no pusiera un pie en el palacio.
En la tarde, cuando Yugi trató de escaparse con la cura, el señor Shimon lo descubrió y trató de detenerlo, pero Yugi lo dejó rápidamente inconsciente con un golpe en el cuello, dejó una nota en su mano y se marchó por la ventana.
En otra parte, Mahado despertaba y asustado ante la posibilidad de que el faraón estuviera en peligro, corrió en su busca, sin notar que misteriosamente ya podía moverse completamente. Cuando encontró al faraón, éste aun seguía en reunión. Mahado no pudo controlarse lo suficiente y empezó a exclamar que Janub había ingresado al palacio y que estaba con Shimon. A gran prisa, los presentes corrieron hacia la enfermería y encontraron a Shimon despertando. El anciano les contó lo que había visto y ante las pruebas el faraón ya no pudo evitar que Namir mandase la muerte del ladrón. Shimon leyó la nota que había recibido y se sintió culpable por delatar al muchacho así que se propuso ayudarlo.
Dos días después, Shimon buscaría a Janub disfrazado de aldeano. Yugi tuvo que salvar a Shimon de un grupo de ladrones y llevarlo a una construcción abandonada. En ella el anciano le dijo al ladrón lo que planeaban hacer y le dijo que huyera del pueblo. Yugi se negó y le dijo que no podía abandonar a su familia. Antes de irse Shimon notó el collar que Yugi había dejado caer.
Se la devolvió al joven, el cual le explicó como regresar al palacio a salvo, antes de irse, Yugi no pudo evitar darle un fuerte abrazo, fue entonces que Shimon pudo ver momentáneamente los ojos del ladrón bajo la capucha y su mente quedó con una duda. Al regresar al palacio, se encontró con Yami y conversaron un rato, ahí Shimon vio en el cuello del faraón un dije igual que el que se le había caído al ladrón. Yami dijo que ese era un collar que su padre le había dado a él y a su hermano. Ante esta noticia la mente de Shimon empezó a unir los puntos. Fue corriendo a la sala de escribas y busco los informes de robos por el joven. Saliendo de ahí rápidamente, le pidió a Seto que le acompañara a un lugar abandonado.
Por su parte, Yugi fue forzado por su familia a aceptar que huiría al día siguiente antes del anochecer para que no le atraparan. Fue por ello que al día siguiente llevó a los niños al mercado para comprar provisiones. Los niños se dividieron en grupos y Yugi se quedó fuera de la ciudad para esperarlos. Pero cuando volvieron, los dos niños más pequeños faltaban. Asustado por lo que les podría pasar, Yugi salió corriendo hacia la ciudad y les dijo a los demás que volvieran a Casa.
El par de pequeños niños se había separado del grupo por la cantidad de gente y habían terminado en un lugar desconocido cuando de pronto una voz los sorprendió mientras hablaban de encontrar a Janub. Era uno de los mercenarios contratados por Namir para atrapar a Janub. Habían salido antes de lo planeado para capturarlo. Los niños gritaron y cuando Yugi los oyó fue inmediatamente en su ayuda. Al principio parecía que Yugi les ganaría, había derribado a casi todos, pero no contó con que uno tomaría a los niños como rehenes para forzar su rendición. Yugi fue forzado a darse por vencido y beber una poción que le incapacitaría de utilizar sus poderes por catorce horas. Los pequeños niño vieron tristemente como se llevaban encadenado a Janub. Los niños tuvieron suerte, porque los mercenarios los hubieran lastimado de no haber sido que Jou llegó y los puso en su lugar. En el camino al palacio, Marik y Kiet se acercaron a Yugi. Por un instante iban a ser acusados de cómplices pero Yugi convenció a casi todos de que los niños eran desconocidos. Jou no lo creyó y le encargó a un soldado de confianza que los siguiera pero no les hiciera nada. Al colocarlo en una mazmorra, Yugi le ofreció un trato a Jou, él prometía que no escaparía de prisión y que aceptaría su castigo a cambio de que el general prometiera que nadie lastimaría a su familia. Al ver tal muestra de honor, Jou accedió.
Unas horas después, el juicio contra el ladrón se llevó a cabo y el pobre faraón (que estaba siendo carcomido por la culpa) fue forzado a condenar a Janub a muerte al amanecer ante los ojos de muchos nobles y del detestable Namir. Yugi le dijo al faraón que no se sintiera culpable y como única petición, pidió que no se le forzara a retirar su capucha y así mantener su identidad escondida.
Esa noche, Mahado iría a visitar a Yugi a su mazmorra y terminaría confesando su sentimiento de culpabilidad por haber causado que se enteraran de que el joven chico había ingresado al palacio. Yugi solo le dijo que no había problema y antes de que Mahado se retirara, ambos quedaron de a cuerdo en que eran amigos.
En las ruinas de la ciudad Tembal, con Seto y Shimon, el anciano desentierra con la ayuda del otro hechicero, un cofre que contenía la carta y los objetos que se obtuvieron el día en que Yugi fue secuestrado. Al revisar los hechos, el parecido con Janub, y los objetos, Seto quedó impactado ante la posibilidad de que Janub fuera Yugi, su primo que había creído muerto. Por ello, a toda prisa, ambos se dirigieron de regreso al palacio, esperando poder salvarle la vida al joven ladrón.
Más tarde, el faraón trataría de liberar a Janub, pero este se negó ante la posibilidad de que el faraón se metiera en problemas con Namir. Haru también aparecería, pero Yugi de nuevo se negó a salir de la prisión.
Más tarde durante la madrugada, Yugi tuvo otra visita. Dos guardias lo sacaron de su celda y lo encadenaron al suelo en una estancia diferente. Fue ahí donde yugi oyó la voz de Namir. El consejero trato de convencer a Yugi de que se le uniera para acabar con el faraón y salvar su vida, pero Yugi fue muy claro en su convicción de no aceptar. Decisión que causó la furia de Namir y por lo cual Yugi tuvo que soportar varios azotes con gran rudeza. Antes de ser colocado casi inconsciente y sangrando en su celda.
En la cueva de Janub, Casef animó a los niños a no perder las esperanzas y dando un gran discurso sobre lo que haría Janub, logró que los niños se llenaran de valor para hacer algo por su amigo.
Al día siguiente, Yugi fue llevado al patio de ejecuciones donde la gente esperaba ansiosa ver morir al ladrón.
Llevaron a Yugi hasta la piedra donde le cortarían la cabeza. Para entonces La perdida de sangre de la noche había hecho que Yugi estuviera débil y cerca de perder el conocimiento. El verdugo lo hizo inclinarse frente a la piedra y se preparó para golpear. Sin embargo, justo antes de que lograra tocar a Yugi, el hombre fue atacado con una daga que se había clavado en su mano. Fue entonces que una voz resonó y todos voltearon a ver a Casef. Namir le ordenó al guardia que terminara con su trabajo, para lo cual el hombre fue por su hacha y trató de hacerlo pero justo enfrente de Yugi, todos los niños empezaron a colocarse. Namir perdió los estribos y ordenó que sacasen a todos. Jou vio esto con gran desagrado y decidió que haría algo. Al ver a los guardias lastimando a la familia de Janub, Jou le arrojó la llave de sus cadenas a Janub diciendo: "Yo prometí que nadie lastimaría a tu familia de ninguna forma, a cambio tu no escaparías...pero...ha! parece que no pude mantener mi promesa, según yo creo, tu ya no tienes que mantener la tuya!"
Yugi se liberó en pocos segundos y como la poción que le restringió sus poderes ya se había pasado, Janub estaba listo para darles su merecido. En tan solo unos instantes, Yugi había conseguido detener a los guardias. Namir se molestó y les ordenó que atacaran de nuevo, pero Yami intervino y ordenó que todos se detuvieron.
Fue en ese momento que Casef aprovecho para decir toda la verdad. Pidiendo acercarse, el viejo ladrón confesó todo lo que había hecho. Desde el día que tomó a Yugi de su cuna, hasta las tantas veces que le ordenó no quitarse la capucha. El par de gemelos no podían creerlo y fue entonces que sus recuerdos volvieron a ellos. Ambos se iban a abrazar de alegría, pero Yugi perdió el balance a causa de las heridas de su espalda. Yugi le dijo a Yami que fue Namir quien lo hirió. Enfurecido el faraón sujeto a Namir y ordenó que lo llevaran a prisión, más no antes de que el consejero dijera que Yugi no sobreviviría mucho. Yami tomó a su hermano y ordenó que llamaran a Ishizu. Cuando la sacerdotisa vio a Yugi, no pudo creerlo posible. Yami le suplicó que le salvara la vida, ella dijo que haría lo posible antes de sacarlo de ahí. Yami hablaría luego con los pequeños niños y el ladrón Casef, por lo cual entendería que el ladrón no tenía malas intenciones, pero la pregunta de por qué
Había ocurrido todo eso quedaría pendiente.
Cuando Yugi despertó, conversó un rato con Ishizu y le preguntó si tenía hermanos, ella dijo que sus hermanos habían muerto en un ataque cuando ella estaba fuere de casa. Yugi le pidió que fuera a revisar que sus amigos estuvieran bien. Ella aceptó y se retiro justo antes de que Yugi se quedara dormido. Cuando Ishizu rebizó a los niños, se llevó una gran impresión al ver a sus dos hermanitos dormidos, ella los abrazó y los tres (Ishizu, Malik y Marik) empezaron a llorar.
En la noche, el faraón fue despertado por los picotazos de Haru, quien le exigió que fueran a ver a Yugi. Yami y Yugi hablaron calmadamente y volvieron a fortificar su unión con sus recuerdos. De pronto, luego de una larga conversación ambos concordaron en que solo había un ser tan detestable para haberlos separado y ese era Namir.
Fingiendo ser malo, Yugi le hizo creer a Namir de que se pondría en contra de su hermano por el trono causando que Namir confesara todos sus crímenes ante el faraón y sus sirvientes que estaban escondidos.
Luego de que Yugi se colocara una ropa más apropiada para un príncipe, él y su hermano fueron a juzgar a Namir. Fue Yugi quien decidió la sentencia la cual fue de exilió. Los hermanos celebraron, pero Namir solo les miró con rabia antes de irse.
Esa tarde luego de que Yugi convenciera a Casef de no marcharse, el joven muchacho fue coronado príncipe de Egipto.
Ahora... habían pasado dos años de eso y los jóvenes tenían diecisiete...
Ooo
Dark: Sé que fue un tanto largo, pero quería asegurarme de que tuvieran las ideas en la mente!
Nico: Qué bien... ahora supongo que toca el primer capitulo, no?
Dark: Sip!
Nico/Dark: Hasta el próximo capitulo!
R&R
