Cap. 1 "La ruidosa y él amante del silencio"

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La universidad de Villa Trolls es un campus de verdad grande, ostentaba desde una piscina de medidas olímpicas, hasta establos con caballos bien cuidados, todo gracias a los jóvenes que estudiaban la carrera de medico zootecnista; con sus múltiples edificios llenos de futuros médicos, publicistas, artistas, atletas, se encontraba entre las mejores escuelas de la región. Muchas personas importantes habían pasado por sus aulas, hijos e hijas de gente rica y de alta elite, sin importar su origen o estudio, la comunidad estudiantil era unidad; en la actual generación, que estaba a meses de despedirse de los estudios, está la hija del alcalde Pepe, la tradición dicta que dicha joven será la siguiente en tener ese puesto, y sin duda ya lo tiene ganado, no por su herencia, sino por su ternura, la chica de piel tersa y cabellos rosados igual que sus ojos, es la más querida de todos, fue reina del baile junto con su ex novio Arroyin, con quien disfruto de tener la más dulce y perfecta relación durante los años que duro la carrera, siendo tan popular las citas y pretendientes abundaron cuando el entonces novio decidiera no terminar sus estudios para irse con un grupo de hippies a estudiar la disciplina del yoga a otra ciudad. Poppy, ese es su nombre, no quiso seguirlo, por lo que la pareja dio por terminada la relación de buena manera. La chica no se contuvo, quería experimentar de todo antes de sumergirse en lo aburrido que sería su vida como alcaldesa, y su padre, siendo permisivo con mente abierta, veía sano la actitud de su adorada hija, claro que no sabía que cada fiesta terminaba en cama de un chico diferente, "si los hombres disfrutan de esto, ¿Por qué yo no?" comentaba cuando alguna señora o señor retacado le hablaba sobre buenas costumbres y moral. No es que estuviera haciendo nada malo, disfrutaba de las fiestas, los bailes, el alcohol, el sexo era un plus, no necesitaba que fuera "amor", solo una noche divertida con la protección adecuada y todo era perfecto.

Poppy estaba ayudando al evento de graduación de los chicos de medicina, le pedía con entusiasmo a las porristas y a la banda que dieran su mejor esfuerzo. En uno de los pisos del edificio de ciencias un malhumorado joven cerro la ventana.

-Pero que escandalosa. – dijo mientras cerraba la ventana.

-No lo hace para molestarte, ella es así. – comento una anciana mujer, la señora O´Hare que era la docente de esa área, en ese preciso momento tenía toda su atención fijada en un microscopio.

No le respondió, se puso manos a la obra en ordenar unas hojas que tenía en el escritorio. Ramón era todo lo contrario a la explosiva chica de rosa, ya no era un estudiante, de hecho, él estaba ahí por un experimento que realizaba la universidad en conjunto con el laboratorio donde trabajaba, era una labor sencilla que solo duraría a lo mucho un mes, ya que el anterior encargado, un hombre que estaba por jubilarse, había pasado los últimos diez años en ese sitio investigándolo, Ramón era nuevo, solo tenía una cosa que hacer, recabar las ultimas muestras y dar la conclusión, pero un pequeño fallo, un insignificante descuido de su parte causo la perdida de todos esos años de arduo trabajo, por suerte para él, había más muestras disponibles, su antecesor las había dejado en caso de que algo saliera mal, lo malo era que aún no estaban listas, cosa que hizo pasar todo el año al joven dentro de la universidad, arruinando por completo su agenda de como pasarían las cosas en su vida.

Volvió a mirar por la ventana y con mirada feroz vio a Poppy sonreír.

-Maldita zorra. – murmuro para él.

-¿La sigues odiando? Ella no quiso hacerlo, no creo que se haya levantado ese día pensando únicamente en arruinar tu trabajo. – le hablo la mujer desde el otro lado de la habitación.

-No digo que lo planeara, es solo que le juega bromas a todos y… - Ramón dejo las hojas en su escritorio para poder verla mejor desde otra ventana. – ella no mide la consecuencia de sus actos, al menos podría disculparse. –

-¿Para que? Tu trabajo ya se va a acabar, llevas todo el año tratando de que ella diga "lo siento" y no logras nada. –

-Pues alguien tiene que abrirle los ojos. – dijo saliendo de la habitación y caminando con paso decidido por el pasillo.

-Y ahí va otra vez. – menciono la mujer sin despegar un solo momento sus ojos de su trabajo.

No era secreto para nadie dentro del recinto que ambos jóvenes no se llevaban bien, Poppy en un principio había tratado de entablar una amistad con Ramón, pero de la nada este reaccionó de manera agresiva ante cada invitación que la chica le hacía, no importa que fuera, un saludo matinal o una simple pregunta. La banda junto con las porristas comenzó a caminar, mientras que Poppy veía con orgullo el fruto de los ensayos.

-¿Podrías hacer menos ruido? – pregunto con sorna el joven desde los escalones del edificio.

-Disculpa, pero una generación se está graduando, si no te agrada puedes redactar otra carta para el director, estoy segura que amara tener una más de tu parte. – el sarcasmo asido de la joven era una imitación de las frases mal intencionadas que el joven le hacía de la misma naturaleza.

-No me digas, después de esto habrá otra fiesta y música y baile y abrazos. – comento burlón.

-Si, son amigos que se despiden, tiene que ser una fiesta épica. –

-¿Me supongo que ya tienes listo todo para tu revolcón de fin de semana? Aprovechando la ocasión. –

- ¿Tienes algún problema con mi vida sexual? Estamos viviendo una nueva era, la equidad de género es… -

-Si, si, tu sermón feminista ya lo conozco bien, ¿No te cansas de usarlo para justificar lo ramera que eres? –

-¿Disculpa? ¿Me llamaste "ramera"? ¿Qué edad tienes? ¿50? –

- No, pero estoy seguro que 50 es el número de hombres con los que has dormido. –

- ¿Y que si son 50? ¿tanto te interesa que los cuentas? –

-No es que me interese, es imposible no darse cuenta, lo comentas como si de tu desayuno se tratara, ¿No conoces la palabra "privacidad"? –

- ¿Y tú no conoces la frase "nadie te invito a venir"? –

-La universidad es publica, puedo estar donde se me plazca, y gracias a ti estoy atrapado aquí hasta el fin de este año escolar. –

-¿Por qué siempre dices eso? Yo no te hice nada… y además ¿para que te querría yo aquí? Es obvio que no me caes bien. –

-No te hagas la que no sabes. – le grito molesto.

-No sé a que te refieres. – gritó harta.

-Bien. – contesto cortando la conversación para entrar al recinto.

-Doblemente bien. – grito la chica desde afuera esperando que la escuchara.

El joven camino presuroso para poder tomar el ascensor, bajo de manera rápida al llegar al piso, entro a su oficina y de manera violenta comenzó a meter todas sus cosas en su maletín.

-¿Ya son las 3? – pregunto adormilada la señora O´Hare.

-Lo son, gracias a Dios. –

-Oh… pues que tenga una bonita tarde. –

Pero era demasiado tarde, Ramón había salido sin despedirse ni prestarle atención. Con humor negativo bajo por el ascensor mientras susurraba palabras de odio para la chica de mejillas rosadas y ojos alegres; salió del edificio para ir directo a la zona del estacionamiento donde se encontraba su vehículo, cuando un compañero de área lo llamo.

-Hey, chico brillantino. –

Ramón no hizo más que poner una forzada sonrisa, una mueca casi bizarra que a todas luces denotaba su odio por aquel apodo, su interlocutor al verlo solo se encogió algo apenado.

-Nos vemos mañana. –

-Claro, hasta mañana, espero que disfrutes tu tarde. – cuando el joven se fue susurro. – maldito hijo de puta… los odia a todos. –

Cerro con tosquedad la puerta de su carro para al fin regresar a su casa.

Poppy había visto la escena desde un árbol cerca de ahí, donde estaba descansando luego del arduo trabajo de apoyar en la ceremonia de graduación. No lograba entender la apática de ese hombre, era joven, si, y guapo, no de su tipo, pero no podía negar que tenía su toque; siempre vestía con ropa sosa gris y aburrida, y su cabello, jamás lo había visto en ese año escolar que Ramón llevaba trabajando en la universidad, era un misterio que le causaba una curiosidad que la carcomía, pues lo guardaba celosamente bajo un gorro tejido de color opaco ¿estaría calvo? ¿tendría pelos de escoba? ¿Un mal corte o tinte? Sea lo que fuese no importaba, el joven era insufrible, llegaba con una cara de enojo y con ese mismo ceño fruncido se iba, y su forma de hablar, parecía que la había aprendido en alguna taberna de mala muerte; nadie ahí conocía de su pasado, a que escuela fue o si tenía amigos o familia, o eso pensaba ella, pues lo único que sabía es que la odiaba, esperaba el momento para robarle su pudin favorito en la cafetería, de rentar los libros que ella necesitaba de la biblioteca, le metía el pie por los pasillos y la bañaba de insultos apenas la vislumbrara, ¿Por qué la odiaba tanto? Era otra cosa que no entendía. Sin duda Ramón era un hombre amargado, un joven que actuaba como un anciano senil con andropausia. Poppy al final se sacudió, saco esos turbios pensamientos de su cabeza, estiro los brazos y volvió con sus alegres amigos.

Por otro lado, en otra parte de la ciudad, pasando por la salida de Villa Trolls con su alegre cartel de "vuelva pronto" bañado en brillantina, iba Ramón manejando.

-Como lo odio, algún día dejara ciego a alguien o causara un accidente. – menciono mientras se tapaba los ojos con una mano para no encandilarse.

Llegaba a la ciudad de Cloud City que está bastante cerca, a solo 45 minutos de la universidad donde trabajaba. Una ciudad con tonos desde el blanco al negro, con colores pasteles en algunas casas y negocios. Mientras se detuvo en un semáforo miro un bar donde un par de chicas de Villa Trolls resaltaban por sus melenas coloridas, era increíble como cada persona dependiendo de su ciudad de origen tenía características diferentes, los jóvenes Trolls tenían melenas coloridas y un entusiasmo para las fiestas que parecía nunca acabar, mientras los de Cloud City tenían cabellos blancos que cambiaban según su estado de ánimo, el cual por lo regular era siempre calmado y bromista, finalmente le dio la luz verde, las casas y negocios fueron quedando atrás, entro a una zona residencial que parecía privada, casas grandes y de buen gusto, con una arquitectura muy diferentes entre ellas, pero del mismo estilo, tenían cada una distancia entre ellas de al menos 15 metros, sin duda la zona de los ricos, al final de toda esa fila, una casa cerca de un acantilado, fue el punto de llegada para el auto. Mientras se acercaba cada vez más a esa mansión, Ramón no podía evitar pensar en Poppy, sin duda la hija mimada, molesta, gritona y malcriada del alcalde Pepe, no era más que otra platica popular promiscua, de los poco que la conocía nunca la había visto con el mismo chico, por las cosas que comentaba en el comedor de la escuela se podía dar cuenta de la clase de persona que era, descuidada, torpe y tonta, tenía un sequito de nerd que le ayudaban con las tareas, claro, jamás se acostó con ninguno de ellos, solo dormitaba con los más guapos y fornidos, los chicos de natación, los de futbol americano o los gimnastas, le daba algo de asco, pero no podía evitar contarlos.

-Si duda algún día quedará embarazada… se lo tendrá merecido, por idiota. –

Mientras bajaba del carro y tomaba sus cosas, entre ellos sus llaves para abrir se topó con una sinfonía inesperada.

-Nube…Si, más…wow, eres increíble. – se escuchó gritar a la voz de una chica seguido de gemidos.

Los gritos eran tan fuertes, que él estando afuera los escuchaba como si los tuviera a un lado.

-Hablando de idiotas. – dijo sacando su celular y checando un mensaje que olvido revisar.

"Hermanito, hoy hay casa llena, ¿sabes a lo que me refiero? Es mejor que llegues tarde"

-Perfecto, lo que me faltaba. – dijo para si mismo, volvió a meter todo a su carro, tomo un libro de la guantera, rodeo la casa para dar con una bella vista del mar, se quitó los zapatos para estar más cómodo y he intento leer algo, pero los sonidos provenientes de la casa eran demasiado fuertes.

-Ah si… muéstrame de que están hechos los Lombardi. –

-Claro que lo hare. – grito Nube.

Ramón se dejó caer en la arena y se puso el libro en la cara, mientras que dramáticamente extendía sus brazos a lo ancho.

-Alguien mátenme. –

Tras un par de minutos todo volvió a ser tranquilo y solo el retumbar de las olas se hacía presente. Ramón llevaba rato leyendo cuando escucho un par de pasos que se acercaban.

-¿Terminaste? – pregunto sarcástico.

-No me culpes, te mande un mensaje de que estaba "ocupado" –

-Tu siempre estas "ocupado". –

-Si, si lo estoy. – menciono mientras tomaba asiento alado de él. – Y creo que tu deberías de "ocuparte", dejar que la energía fluya y tu "fluir" en alguien. –

-Por Dios Nube. – dijo parándose de golpe. – al menos podrías hacer menos ruido. –

-Podría, pero disfruto de no contenerme, tu deberías de hacer lo mismo. –

-La diferencia entre tú y yo es que yo si tengo bien entendido el concepto de "privado". -

-Lo que pasa es que no has estado con la persona indicada, cuando lo estés lo veras, no puedes controlarte y pensar con la mente fría, uno solo…no hay freno. –

-Oh… entonces cada ramera que metes a la casa es "la indicada", a nuestro padre le encantara saber que de nuevo usas la casa como motel. –

-Oye, son damas y no… fácilmente podría contenerme y quedarme mudo, así como tú con Antony, es obvio que él no era el indicado para ti porque… - Nube guardo silencio, hace meses que estaba casi prohibido mencionar ese nombre. – yo no quise… es solo que… Ramón. –

-No sigas, entiendo tu punto. – dijo mientras subía las escaleras y entraba en la casa.

- ¿Hermanito? – pregunto al ver que desaparecía por las escaleras para ir a la segunda planta.

Esa rutina ya era normal, llegar a casa e ir directo a su cuarto, sentarse en el sillón de la venta y contemplar el mar, de vez en cuando sostenía una pequeña agenda que estaba llena de actividades para ese año, cada hora, cada minuto planeado, en los primeros días todo estaba sellado con la palabra "hecho" pero de una fecha determinada todo estaba como "cancelado", aquella costumbre era tan fuerte que el joven llevaba meses sin poder dormir.