Te amo, Khan
Los personajes aquí no me pertenecen, sin embargo sí la historia. No escribo esto con fines de lucro, porque no gano nada. Dicho esto... ¡Hola! Es la primera vez que subo algo, un drabble que lleva tiempo en mi tablet, ¡espero les guste!
Ang, si lees esto, te amo. Va para ti. Y para Neko(?).
La soga pasó por la delicada piel del menor, haciendo nudos que cruzaban toda la columna hasta atar las muñecas por sobre la espalda baja. El sudor se derrama lentamente, haciendo un salto al vació a través de la manzana de Adán y siendo recibido por la demandante lengua del azabache, que luego mordió hasta dejar una marca. Justo por debajo de la marca, un hermoso collar de cuero decía: Propiedad de J.H. Khan.
-Abre tu boca, Arthur -la orden sonó suave, aterciopelada y poderosa. Arthur gimió.
Sus labios se separaron lentamente, como una flor que se abre perezosa y hermosa para recibir el rocío de la mañana, pero esta vez, se trataban de los dedos largos, finos y firmes que acariciaron la lengua de Dent mientras se rodeaban de saliva. Arthur sabía que le convenía no desobedecer, la cantidad de saliva que hubiera en los dedos de Khan, de su amo, era proporcional a la cantidad de lubricación que él obtendría.
Pero, más importante, Arthur quería que Khan estuviera satisfecho de él. Quería saber que era todo lo que Khan necesitaba. Porque el ex terrorista espacial realmente necesitaba a Arthur Dent, porque su felicidad y su gratitud y cada sentimiento cálido dependían de la manera en que Arthur lo amaba, de como confiaba en él.
Porque Arthur necesitaba a Khan para saciar su sed de amor, protección, afecto. Aventura. Arthur, una vez habiendo probado lo intenso de la vida, su propia existencia no le hizo feliz... Hasta Khan. Y, al mismo tiempo, Khan necesitaba a Arthur, porque Arthur le hacía amar, Arthur le hacía ser mejor persona.
-Buen chico... No sabes lo satisfecho que me dejas.
Arthur se sintió orgulloso y gimió suavemente. Los dedos del más alto pasaron por la curva de su trasero, delineando con lentitud tormentosa, hasta llegar a su entrada. Empezó a acariciar superficialmente, sólo para demostrar su poder, sólo queriendo decir que el placer de Arthur era concedido por él, sólo por él. Pero cuando los labios del castaño formaron una O y un sonido tan cálido y líquido como el canto de las ninfas se escapó tentándolo, Khan simplemente no pudo aguantar. Sus dedos entraron en Arthur como si fuera un guante de terciopelo. Lamentablemente, eso no era suficiente, nunca lo era.
-Por favor... Señor, por favor.
-¿Y la paciencia? Si no eres paciente, no tendrás tu recompensa -los dientes de Khan atraparon el labio inferior de Arthur y, más que un beso, fue una mordida en todo el sentido de la palabra, posesiva, demandante.
-S-Sí... Señor...
Un dedo, dos, tres, cuatro dedos dentro hasta la altura de los nudillos y Arthur ya no podía formular palabras. Sonidos jadeantes y gemidos era todo lo que se oía, junto con su pesada respiración. Khan se posicionó detrás de Arthur, empujándolo hacia adelante, dejando su frente contra la alfombra y su trasero expuesto, sonrojado, azotado, perfecto ante la vista del más alto.
-Te amo, Khan.
Puede que fuera la frase más repetida en la historia, pero era cruda y cierta y Arthur necesitaba decirla. Porque, cuando sus entrañas fueron azotadas por la primera estocada, sabía que no era capaz de formular ninguna palabra excepto el nombre de su esposo, de su amante, de su amo. Khan.
-También te amo.
