Hola! Wow al fin puedo hacer mi aportación al Thorki en el mundo y estoy muy contenta porque es una pareja a la que amo con todo mi corazón y que fue la que me inició en estas andadas del yaoi.
Espero sinceramente que les guste y más que nada que les interese saber como continuara la historia que quizá no sera muy larga pero me encantaría compartirla con ustedes. Espero sis comentarios.
ADVERTENCIA: Yaoi (relacion chico x chico, si no te gusta, bye) SHOTA (lo pongo en grande para recalcar que de esto va el asunto) lemon en proximos capitulos y posible Ooc leve, ya saben lo basico.
¡Disfruten la lectura!
Ni Thor ni sus personajes ni nada que no sea la historia, me pertencen.
Los pequeños aman más.
Por: PerlhaHale
Capitulo 1.
Estaba diluviando.
La lluvia caía a cantaros y el cielo estaba completamente cubierto de enormes nubarrones oscuros que daban al pueblo de Sielville una estampa deprimente y aterradora.
Sin embargo, eso no impidió que Thor estuviese fuera de casa aún siendo las once de la noche y con esa lluvia torrencial a cuestas.
Caminaba por la vereda, con pasos cada vez más pesados pues la suela de sus botas estaba cubierta del lodo que se había pegado en el camino. Las calles estaban intransitables y el frío viento no ayudaba en nada a quien se le ocurriera pasar esa solitaria noche afuera. Que a nadie se le ocurría pero él tuvo que ir a pueblo a hacer algunos negocios y la lluvia había caído con fuerza antes de que se diera cuenta.
El camino a casa desde el pueblo, era largo. La casa del rubio quedaba algo apartada del resto y tenía que cruzar un largo camino sin asfalto que estaba lleno de fango y charcos de agua sucia. No importaba demasiado, pero esperaba llegar pronto porque el frío le estaba calando hasta los huesos. Afortunadamente, Volstagg le había prestado un paraguas, sino ahora mismo estaría empapado y muriendo de pulmonía.
Apresuro el paso, no faltaba mucho para llegar a casa. En ese momento algo llamo su atención.
A pesar de que el sonido de la lluvia era demasiado fuerte para siquiera escuchar sus propios pensamientos, Thor pudo oír (con algo de dificultad y prestando mucha atención) un ligero llanto que se camuflageaba entre el ruido de la tormenta.
Con el clima actual, el ojiazul se pensó mucho el acercarse a ver, igual no era asunto suyo y quizá lo estaba imaginando. Solo quería llegar a casa. Pero al escuchar nuevamente el sonido de aquel llanto desesperado, decidió que igual no perdía nada con echar un vistazo, quizá alguien estaba en problemas y él podría ayudar.
Se acercó a unos matorrales que se encontraban bajo un gran roble a la orilla del camino, que era donde se escuchaba el ruido y pudo ver, con sorpresa, como un pequeño y tembloroso bulto se encontraba encaramado al pie del tronco.
Era un niño.
Sin tiempo a observarlo detenidamente, cruzo los pocos metros que los separaban y tomo al pequeño entre sus brazos, pegandolo contra su pecho para resguardarlo de la lluvia y lleno de terror al sentir la piel fría del niño contra su camisa blanca, ahora enlodada y humedecida.
El niño tembló entre sus brazos, asustado pero a Thor no le pareció que estuviera muy conciente de lo que estaba pasando pues solo lloraba y tiritaba de frío. Sus manitas se aferraron a su camisa y escondió su cabeza en el pecho del adulto en busca de calor, tenía los ojos cerrados, mojado y cubierto de lodo, el rubio se dio cuenta que debía darse prisa y llevar al pequeño hasta un lugar seguro para atenderlo de inmediato.
Se puso de pie rapidamente con el niño en brazos y el paraguas olvidado en algún sitio de la carretera, corrió lo más rapido que sus pies se lo permitieron, protegiendo con su cuerpo la figura del pequeño, que había caído inconsiente en algún momento de la carrera a casa.
Llegaron en cuestión de minutos a la vivienda. Thor abrió la puerta con rapidez, cerrandola con el pie y cruzando la estancia, dejó el cuerpo del niño recostado con delicadeza en el sofá y corrió al piso superior en busca de toallas, mantas y ropa seca.
Se acercó de regreso al pequeño que tenía los ojitos cerrados y respiraba con dificultad, el corazón de Thor se apachurro al verlo. Lo limpió y secó, cambio sus ropas y cobijo bajo calidas mantas esperando que entrara en calor y quitarle esa tonalidad azulosa que estaban empezando a tomar sus labios.
Mientras ponía los trapos humedos en la frente del menor esperando a que bajara la fiebre y a su vez, el niño dejara de temblar, se preguntó qué estaría haciendo ese niño en la calle a esas horas y con esa tormenta.
¿Dondé estaban sus padres? Ningún padre normal dejaría que su hijo saliera de casa en esas condiciones y mucho menos un niño tan pequeño como él.
Y entonces, al fin se dio tiempo de contemplarlo.
Si, definitivamente debía ser un pequeño niño de siete u ocho años. Era de baja estarura y de complexión delgada, más huesos que nada y daba la impresión de que se rompería de un momento a otro. Tenía una piel suave y lechosa, palída como la nieve, sin imperfecciones, casi inmaculada que contrastaba a la perfección con su oscura y actualmente humeda, cabellera azabache. Su rostro de rasgos aniñados y facciones perfectas, con esa pequeña nariz respingada, largas pestañas y unos labios finos que ahora parecían regresar al color carmín natural al que pertenecían. Era un niño hermoso.
Así con sus ojos cerrados como si durmiera, parecía un angel. Un muñeco de porcelana, un ser encantador de cuya belleza y pureza, había quedado prendado.
-¿Quién pudo dejar ir a un ser tan hermoso y fragíl como tu?- preguntó al niño mientras acariciaba sus cabellos, sabiendo que este no le contestaría.
Lo primero que noto cuando despertó es que estaba en una enorme cama, debajo de gruesas mantas en una habitación en la que no recordaba haber estado antes.
Estaba confundido, pero su cuerpo le dolía entero y la cama estaba demasiado comoda como para pensar en algo concreto. Sus verdes ojos se pasearon por la gran habitación, desde las paredes azul marino hasta la colección de figuras que estaban en la repisa del lado del ventanal de cortinas cerradas, del lado derecho de la alcoba.
¿Comó había llegado aquí? Lo ultimo que recordaba es que había empezado a llover cuando buscó refugio a la sombra de un árbol, de ahí en adelante todo eran imagenes sueltas y borrosas en su cabeza.
Escuchó ruidos fuera del cuarto y de un momento a otro, la puerta se abrió, entrando por ella un gigante (desde los ojos del niño) hombre rubio, que abrió sus ojos con sorpresa al verlo despierto y le brindó una brillante y calida sonrisa.
-Veo que has despertado, me alegro mucho ¿Comó te sientes?- preguntó acercandose a la cama.
El pelinegro se hundió un poco más en las colchas, cohibido y temeroso al ver a aquel hombre extendiendo una mano hacia él. Thor rió.
-Solo quiero checar tu temperatura ¿me permites?
Loki no dijo nada, pero se tomó unos segundos antes de asentir y dejar al hombre tocar su frente con su gran mano. Afortunadamente, la fiebre había pasado.
-¿Quién eres?- preguntó el pequeño con dificultad, su garganta doliendo al intentar pronunciar palabra, pero su ceño fruncido con total desconfianza.
Thor alzo las manos en señal de paz, como si eso fuese a tranquilizar al menor.
-Me llamo Thor Odinson y esta es mi casa, t-
-¿Qué hago aquí?- lo interrumpió el niño.
-Te encontre muriendo de frío bajo la lluvia ¿estas bien? ¿por qué estabas ahí?
-Muchas.. preguntas- contesto con dificultad.
-Okay, okay. Vamos por pasos ¿si? Primero dime cúal es tu nombre.
El niño dudó un poco antes de contestar en voz muy baja, como si no quisiera que lo escuchara.
-Loki.
Thor sonrió, al menos iban avanzando.- Dime Loki ¿te sientes mejor?- el ojiverde asintió.- Me alegro. ¿Dondé vives Loki? ¿escapaste de casa?
Loki negó y se hundió lo suficiente hasta que su voz se escuchó amortiguada por las cobijas.
-No tengo casa.
Thor lo miró sorprendido y suspiró, sentandose al borde de la cama dandole una sonrisa tranquilizadora al pequeño.
-¿Qué hay de tus padres, Loki?
-No sé.
Thor frunció en entrecejo.
-¿No sabes? ¿cómo esta eso?
-Pues no sé.
El rubio supo que no le sacaría más respuestas y suspiro cansado, era mejor dejarlo descansar. Ya hablarían mejor cuando Loki se recompusiera.
-Descansa, Loki. Hablaremos despues ¿vale? Pero tendrás que hablar conmigo, sino no podre ayudarte.
-No quiero ayuda- murmuró.
-Bueno, traere una sopa caliente para ti, asi que solo recuestate un momento ¿bien?
A Loki le chocó un poco el tono condecendiente del mayor pero asintió, obediente. Igual no podía hacer nada más.
Cuando Thor dejó la habitación, bajando al primer piso rumbo a la cocina no pudo evitar soltar una risita. Ese niño era una monada y le causaba especial ternura la manera en la que trataba de hacerse el rudo cuando con esos brazitos de popote no podría cargar una piedra sin romperse. Era adorable.
Esa idea prevaleció en su mente, ignorando por completo a la otra que le decía que ese niño le traería muchos problemas a su vida.
Habría que ver.
