- Venezuelaaa~~ -
Un escalofrío recorrió el cuerpo de la joven. Por que reconocía esa voz, porque aun no le había perdonado del todo que le dijera que se callara, porque simplemente no quería escucharlo en esta fecha. España
- ¿Que quieres? -
- Felicidades por tu bicentenario - Le dijo el español sonriendo - Te traje un regalo -
La muchacha lo miro extrañada ¿Un regalo? ¿Le traía un regalo por haberse separado de el?
Antonio le extendió un pequeño paquete, nunca dejando de sonreír.
Recordaba como había rechazado a su nuevo mandatario en Plaza Bolívar, recordaba decir que su revolución la hacia en nombre de Fernando VII, como se habia aliado a los enemigos de su padre, su jefe, para tener su libertad...
Y ahí estaba ese Imperio caído. Sonriéndole a ella, a la persona que lo había traicionado, con un brillo que solo España posee.
Venezuela abrió el paquete y una mezcla de sorpresa, enojo y gracia se formo en su rostro.
Una botella de agua.
- ¿Que...? -
- Escuche que el agua esta muy cara en tu casa, quería que al menos estuvieras hidratada en tu bicentenario -
Venezuela abrió la botella y arrojo el contenido encima de la cabeza de España. Quedándose solo con el plástico en la mano.
- ¡Oye! ¡No hagas eso! -
- ¡No estoy tan mal como para no comprar mi propia botella de agua así que déjame tranquila! - Le grito en un tono molesto y se dio media vuelta para irse de allí.
- Venezuela... -
La muchacha volteo para enviarlo al demonio pero el insulto quedo hundido en su garganta. El rostro de España se veía diferente, tenia esa emoción extraña que casi nunca aparecía.
Tristeza.
- Felicidades por tu bicentenario, Venezuela. Felices doscientos años sin mi... - Dijo España con una sonrisa falsa.
Venezuela siguió caminando hasta alejarse de el. De su jefe. De su padre.
De la persona que la encontró y le mostró que el mundo era un poco mas grande de lo que ella pensaba.
Miro la botella que aun tenia agarrada. Todavía tenia unas gotas de agua así que las bebió.
- Gracias, España... -
