Disclaimer: Todos los derechos reservados al señor Masashi Kishimoto. Tanto los personajes como el mundo de Naruto le pertenecen a él.

Este fic lleva muuuuucho tiempo hecho. Ahora que al fin puedo continuarlo, he decidido colgarlo en esta página. ¡Espero que guste~!


EDITADO


Capítulo 1
• Nunca te atrevas a llamar vieja a una mujer armada

Todo comenzó con un bonito día de Konoha. El cielo era azul, y los pájaros cantaban. Shikamaru dormía, Chouji iba por su tercera tarta de la mañana y Tsunade continuaba bebiendo a escondidas de Shizune.
Si, a simple vista se podría decir que todo era normal. Y realmente así era.
Pero pasando por alto todo esto, mejor centrarnos en una persona en concreto. Una la cual en esos momentos se encontraba en el Ichiraku, acompañando casi por obligación con el que era su mejor amigo barra rival barra objeto de deseo.
Y esto último… ¿desde cuándo? Pues exactamente era bastante difícil de saber, pero lo que si era seguro era que el Uchiha había estado yendo detrás del rubio desde su vuelta a Konoha –llegada por cierto, lograda gracias al mismo Naruto-.

Y era en ese mismo instante cuando el azabache se encontraba embobado mirándolo mientras éste comía, como siempre y a toda prisa, su preciado ramen. Ahí fue cuando el ojiazul, en un despiste, lo pilló.

—¿Qué miras tanto, teme dattebayo? —le llamó la atención después de sentir la tan insistente mirada del pelinegro sobre él.

—Tsk… —El aludido volvió rápidamente la cabeza hacia el lado contrario—. No imagines cosas, dobe. Ni que fueras tan interesante como para mirarte a todas horas…

Ante el comentario, Naruto entrecerró los ojos formando un puchero. Y sin más –y tras murmurar un "baka"-, volvió con su ramen.
De forma casi automática, Sasuke se giró de nuevo para mirarlo.
Pero como la tranquilidad no podía durar mucho, un grito lo devolvió a su habitual pose indiferente de "Ni-el-viento-me-despeina".

—¡Buenos días Naru-chan! —exclamó Sai, lanzándose al cuello del ojiazul. Lo único que logró con esto fue que los cinco sentidos del Uchiha se pusieran en alerta roja.

—¡No lo toques, copia estúpida! —vociferó, despegándolo de SU –porque era suyo- rubio y lanzándolo bien lejos; consiguiendo con esto hacerlo chocar contra una pelirrosa que pasaba por el lugar. Segundos después se podía verlo volar por los cielos con una marca de puño en la cara.

—¡Kyaa! ¡Buenos días Sasuke-kun! —gritó al verlo; la ojiverde se acercó al puesto Ichiraku a velocidad luz, sin exagerar.

—Buenos días Sakura-chan —la saludó Naruto, ya terminado su bol de ramen—. ¿Cómo has dor…?

—Ay, calla Naruto. ¿No ves que estoy hablando con Sasuke-kun? —replicó ésta, mirándolo de mala manera.

—¿Ya has acabado? —preguntó el Uchiha, ignorando a la chica.

—¡Sí! —asintió el rubio, levantándose del puesto.

—Pues vamos. —concluyó Sasuke imitándolo –sin olvidarse de pagar la cuenta- y poniéndose en marcha, siendo seguido por el mimo rubio.

—¡E-espera! ¿Se puede saber dónde vais? —preguntó la pelirrosa, ya preparada para ir tras ellos.

—Nada que te importe.

—Vamos a ver a Tsunade-baachan'ttebayo. —respondió alegremente Naruto, girándose para verla, caminando ahora de espadas.

—Dobe, te vas a caer…

—No digas ton… —Y como predijo el azabache, el rubio tropezó y cayó al suelo de espaldas… Bueno, más bien eso es lo que habría pasado si el Uchiha no lo hubiese sujetado a tiempo.

—Usuratonkachi… Mira que eres torpe.

—¡¿Qué has dicho teme?

—¡Bueno, pues yo voy con vosotros! —exclamó Sakura, feliz por poder pasar más tiempo con el pelinegro.

—Tsk… La que faltaba. —murmuró con el fastidio reflejado en su voz.

—¡Vamos, Sakura-chan!

—"El muy dobe sigue prestándole demasiada atención…". —maldijo interiormente, con la vista clavada en el rubio.

Y caminando, caminando, en poco tiempo llegaron a la torre hokage. Y por segunda vez, un grito casi destroza sus tímpanos.

—¡Naru-chan, al fin te encuentro! —exclamó Sai saliendo de entre unos matorrales y corriendo hacia él.

«Qué tipo más insistente»

—Vamos dobe, nos esperan. —lo llamó Sasuke, cogiéndolo por el brazo y arrastrándolo hacia el interior.

—¡Yo también voy!

—¡Espera Sasuke-kun!

—No molestes Sakura-fea. —la picó el pintor.

—¡¿Cómo has dicho baka?

—Oh, ¿además de fea, sorda?

—¡Ven aquí! ¡Ya verás cuando te pille!

Mientras tanto, Tsunade escuchaba semejante escándalo desde su despacho; y añadiéndole el hecho de tener una resaca de mil demonios, el resultado podría ser mortal.

—¡¿Queréis hacer el favor de cerrar el pico?—vociferó la rubia, estampando la puerta en el lado contrario de la pared.

—Ya estamos aquí Tsunade-baachan—la saludó Naruto, indiferente ante la situación.

—No me llames así… —remató la hokage, mirando fijamente al rubio. Tras un suspiro, volvió a entrar al despacho y se sentó—. Pasad —ordenó finalmente con voz firme, haciendo que éstos obedecieran al instante. Al verlos a los cuatro juntos Tsunade frunció el ceño—. Solo he hecho llamar a Sasuke-kun y Naruto, ¿qué hacéis vosotros dos aquí? —interrogó a los dos miembros sobrantes—. La misión es bastante sencilla, no necesito más ninjas para esto.

—Por favor Tsunade-sama, déjeme al menos ir a mí —pidió la pelirrosa—. Si quiere puede dejar a Sai aquí.

—¡Ey! Hokage-sama yo quiero ir con Naru-chan, cámbieme por el Uchiha-bastardo.

—¡¿Cómo? ¡Maldita copia barata, tú no te metas!

—¡Sai-baka! ¡¿Cómo te atreves a insultar a Sasuke-kun?

—¡Naru-chan! ¿Verdad que quieres ir conmigo?

—¿Eh?

—¡Claro que no!

—¡Yo iré con Sasuke-kun!

—¡Eso ni lo sueñes, únicamente iremos Naruto y yo!

—¡SILENCIO!

Un grito de la quinta fue más que suficiente para callarlos a todos.
—¡Está bien, Sakura, tú irás con ellos!

—¡Sí!

—¿Y yo?

—¡No! ¡Sai, hoy tienes que encargarte del Kazekage de Suna! ¡¿Entendido?

—Vale… —murmuró decaído—. Bueno, entonces hoy me toca pasar el día con Gaa-chan, ¿verdad? ¡Hasta luego! —Y totalmente recompuesto y feliz, saltó por la ventana, desapareciendo de la vista de los cuatro.

—Y en cuanto a vosotros tres… —volvió Tsunade—. Lo único que tenéis que hacer es ir a llevar este paquete a la Aldea de la roca, ¿entendido?

—¡Claro'tebbayo! —exclamó Naruto, alargando el brazo para recibir el paquete.

—Será mejor que lo lleve yo. —opinó Sasuke, quitándoselo de las manos.

—Sí, mejor… —asintió la hokage—. Bueno venga, largaos ya. —ordenó al tiempo que sacaba de quien sabe dónde una botella de sake.

Y sin ninguna queja, los tres salieron del despacho antes de que a la mujer se le ocurriera pedirles alguna otra cosa.


—Ne, Sasuke —lo llamó de pronto el rubio mientras cruzaban la puerta de salida de Konoha—. ¿Cuántos días tardaremos en llegar?

—Unos tres días, ¿por qué?

—Entonces debería de llevar el monedero por si acaso, ¿verdad? —preguntó sonriente rascándose la nuca.

—Pues claro, burro —respondió Sakura, poniendo los brazos en tazas—. Que sepas que yo no pienso pagarte nada.

—Está bien… ¡Ahora vuelvo! —exclamó, dando media vuelta volviendo a la aldea. Sasuke miró a la pelirrosa con el ceño fruncido. De ser por él, le habría pagado al ojiazul cualquier capricho que le hubiese pedido de su propio bolsillo, y ahora no estarían perdiendo el tiempo.

—Estamos perdiendo el tiempo —comentó Sakura, haciéndole pensar por un segundo que le había leído los pensamientos—. Sasuke-kun, ¿qué tal si nos vamos ya?

—El dobe no ha vuelto todavía. —murmuró secamente.

—No importa, ya nos alcanzará. —dijo la chica con una sonrisa mientras tiraba de él.
Por su lado, el Uchiha simplemente la ignoró y se soltó de su agarre. Después volvió la vista a la puerta, esperando impaciente la vuelta del rubio.
Con expresión ofendida, finalmente Sakura terminó por sentarse en el suelo a esperar.
Cuatro años habían pasado ya desde que el Uchiha había abandonado la aldea, y pese a que la pelirrosa ya había dejado de lado la idea de conseguir el amor del azabache, después de su vuelta volvió a la carga. Lo malo es que si antes no le hacía caso, ahora era como si no estuviese.

En los diez minutos que lo siguieron, mientras Sakura continuaba intentando pensar en un plan de conquista y Sasuke se impacientaba más, al fin el rubio llegó.

—Usuratonkachi… ¿Se puede saber por qué has tardado tanto? —interrogó molesto mientras empezaba a caminar.

—No encontraba el monedero, teme. —se excusó éste mientras sacaba del bolsillo el objeto nombrado con forma de rana.

—Probablemente esté vacío. El haber ido a buscarlo ha sido una pérdida total de tiempo. —concluyó el Uchiha. Y dando por terminada la conversación, empezó a correr, perdiéndose entre las sombras del bosque.
Al ver esto, Sakura y Naruto lo imitaron antes de que los acabase por dejar atrás.


…Tras los tres días del agotador e insufrible viaje…

Ya no quedaba demasiado camino por recorrer, así que entre los tres –con un Sasuke en la oposición- decidieron continuar tranquilamente y sin prisas.
Pero el ir tan lento podía llegar a afectar a la paciencia de alguno que otro…

—¿Hemos llegado ya? —Sasuke ya había perdido la cuenta del número de veces que el molesto Ninja le había hecho esa dichosa pregunta.

—No. —y esa fue siempre su respuesta.

—¿Hemos llegado ya?

—No.

—¿Hemos llegado ya?

—No.

—¿Hemos llegado ya?

—No.

—¿Hemos llegado ya?

—…

—Ne, teme. ¿Y ahora?

—…

—Teeemeee…

—…

—¿Cuánto fal…? ¡Ay! —El Uchiha realmente agradeció el golpe que la pelirrosa le soltó al molesto rubio. No se veía mal el poder concluir el viaje con un poco de silencio.

Y finalmente, llegaron a la Aldea de la Roca.

—¿Y a quién debemos de entregarlo? —preguntó Sakura, corriendo a colocarse al lado del Uchiha.

—Si, ¿no viene con una nota o algo? —continuó Naruto, imitando a la chica y situándose al otro lado.

…Fueron ignorados.

Por su lado, Sasuke lo único que quería era acabar rápido la humillante barra degradante misión –porque sin duda, eso era lo que era- y largarse a casa para poder continuar espiando al rubio sin que nadie lo viese, algo bastante difícil con la pelirrosa cerca.

De pronto se detuvo, para después girarse y mirarlos fijamente –de esas miradas que te dan escalofríos pero que consiguió hacerlos ruborizar a ambos-.

—Esperad aquí. Yo entrego esta cosa, vuelvo y nos largamos. ¿Entendido?—más claro imposible, aun así ninguno se veía de acuerdo con su "brillante" plan.

—Yo no…

—¿Eso no es una parada de ramen? —Tres segundos después Naruto ya no estaba.

—Sakura, tú te quedarás con él y vigilarás que no haga estupideces.

—Pero… —Pasando de escuchar más réplicas, Sasuke también desapareció.


Ahora el Uchiha había logrado librarse de sus dos compañeros, y pese que le habría gustado quedarse con Naruto –si no lo hizo fue por no levantar sospechas por parte de la ojiverde-, ya podía caminar un poco más tranquilo, sin tener que estar pendiente a cada segundo de si los incompetentes –según él mismo- de sus compañeros se habían perdido por el camino o habían tropezado con una piedra.

Sacó el paquete que tenían que entregar y leyó en la nota que llevaba pegada.

"Hiroko Mori". Una venita apareció en la frente del Uchiha.

—¿Acaso la vieja alcohólica piensa que soy adivino? ¿Dónde demonios vive Hiroko Mori? —exclamó, más enfadado por segundos.

—¿Mori? —Alguien a su lado le llamó la atención—. Ey, señor, ¿estás buscando a Hiroko-sensei? —La venita anteriormente nombrada creció más al oír la palabra "señor" referida hacia su persona.
Y echando humos, dirigió la mirada casi hasta el suelo, donde se encontraba su interlocutora.
Al ver su mirada asesina, ahora una niña de unos ocho años, cabello castaño corto y vestida con un kimono azul oscuro, le correspondía con unos ojos aterrorizados.

—E-etto… Perdone, emm… ¿señor joven? —Sasuke bufó molesto, aun así, intentó calmarse. No conseguiría nada si asustaba así a la gente.

—Oye niña, ¿sabes dónde vive Hiroko Mori?

—C-claro… —La pequeña retomó la compostura—. Ella es mi sensei.

—Perfecto… —murmuró el azabache. Pese a que sería más fácil y rápido entregarle el paquete a la chica, se supone que por precaución un ninja siempre cumplir él mismo la misión. Algo absurdo para el Uchiha, pero las normas eran las normas—. Está bien, llévame hasta ella.

—No puedo —negó rápidamente, obteniendo por ello una nueva mirada asesina—. Yo tengo que ir a comprar, pero puedo decirle dónde está.

—Pues ya estás tardando niña.

La eludida frunció el ceño, aun así asintió. Lo mejor sería librarse rápido de mister desagradable y acabar con la compra.

—… ¿Entendido?

—Pues claro que sí. ¿Por quién me has tomado? —La chica aprovechó para sacarle la lengua cuando éste se giró, para después salir corriendo.

Ahora que Sasuke sabía la dirección a la que debía de ir, solo era cuestión de unos pocos minutos. Entregaría el paquete, buscaría a los otros dos y se iría. Fácil.

Ya para empezar, no tardó demasiado en encontrar la casa. Sin dudarlo un segundo, llamó en voz alta a la mujer a la que le debía el recado.

—¿Mori-san? —Sí, a veces Sasuke es educado y todo. Aunque realmente el Uchiha no era conocido por su paciencia, tras las cuatro veces más que llamó y lo diez minutos que pasaron sin recibir respuesta, es evidente que uno termina por cansarse.
Cabía la posibilidad que no estuviese, pero si fuese así, ¿para qué molestarse en enviar a tu alumno a comprar si tú mismo sales también? Además, la chica le había asegurado que si que se encontraba en casa.

Y pasando olímpicamente de eso a lo que la gente llama "allanamiento de morada", Sasuke cruzó el pequeño jardín de entrada y abrió la puerta –que por algo era corredera- para entrar en la mencionada casa ajena.

Mal rollo.

Eso es lo que destilaba el ambiente interior de ese lugar.
Lo que exteriormente podía parecer una casa normal, dentro era todo oscuridad, y para colmo, en vez de utilizar lámparas como la gente normal, la poca luz que había provenía de unas cuantas velas situadas por distintos puntos de la sala.
Por no hablar, claro, de los muñecos de budú clavados a la pared con agujas.

Lo único en lo que podía pensar el Uchiha era en la clase de persona que podía vivir ahí. ¿Un loco quizás?

—¿Quién eres tú? —Definitivamente, había alguien. Sasuke volvió la cabeza hacia la puerta que se encontraba a su derecha para toparse con la mirada oscura de una mujer mayor.

«Más bien dime quién eres tú, vieja», eso es lo que estuvo a punto de decir, pero como persona que sabe aparentar casi perfectamente, decidió limitarse a responder.

—Uchiha Sasuke, ninja de Konoha. Vengo a entregarle un paquete de parte de Tsunade-sama. ¿Hiroko Mori?

—Oh, claro. Tsunade, si… —La mujer decidió ignorar la pregunta del azabache. Y dicho esto, volvió a la oscuridad de la habitación contraria, obligándolo a seguirla.

—¿Y bien? ¿Acaso no lo quiere? —insistió éste con creciente odio.

—Sí, pero antes quería comprobar algo… —murmuró la vieja Hiroko, revolviendo entre un montón de trastos de los cuales Sasuke pudo diferenciar entre ellos algunos libros, cabezas cortadas de muñecos, botellas de cristal con quién sabe qué dentro y…

—¡Aquí están! —exclamó, haciéndolo sobresaltar—. Ven aquí chico, y siéntate.

—Ey, que yo solo vengo a…

—No aceptaré nada si no te sientas. —advirtió la mujer con voz autoritaria. Sasuke no tuvo otra que hacerle caso. Lo que sea con tal de largarse rápidamente de ese lugar.

—Vale, ¿algo más? —preguntó desganado cruzándose de brazos. Se le estaba empezando a acabar la paciencia, si es que realmente alguna vez la había tenido.

—Mira chico, ¿sabes qué es esto? —preguntó la mujer, volviendo a ignorar la pregunta hecha por el azabache.

El aludido miró con desinterés lo que le mostraba.

—Cartas. —todavía seguía sin comprender a qué venía todo esto.

—Sí, cartas… —Hiroko sonrió maliciosa, haciendo que las arrugas de su rostro se marcasen aún más—. Pero no son cartas normales, ¿Sabes? Son cartas del Tarot.

«Lo que me faltaba», pensó Sasuke, cerrando los ojos en un intento de controlarse y no mandar a volar a la vieja.

—Que interesante—murmuró, esperando que la mujer pillase el evidente sarcasmo.

—¿Verdad que si?

—Pero no, no lo hizo—. Acércate, voy a leerte el futuro, chico.

—No gracias. No creo en ese tipo de cosas—se excusó, levantándose de la silla y dejando el paquete sobre la mesa—. Mi trabajo ya está hecho, así que…

—Oh, venga, ¿y no te gustaría saber sobre si lograrás conquistar algún día al chico que te gusta? Yo podría decirte algo sobre ese tema…

Sasuke continuó caminando, pero al pillar el sentido de la frase se detuvo, girándose hacia ella rápidamente.

—¿Cómo demonios sabe…? —Calló de golpe. Él nunca se había fiado de la clarividencia ni nada por el estilo, y no lo haría ahora—. Olvídelo, tengo prisa.

—¡Alto ahí! ¡He dicho que voy a leerte el futuro y lo haré!—vociferó ésta. Al parecer la mujer era bipolar o algo así; la cosa es que ahora estaba muy enfadada sin ningún motivo aparente.

—No, no lo ha dicho. —Sasuke lo pensó un poco. Sí que lo había dicho. Pero ahora lo esencial no era eso, sino librarse de la abuela y marcharse.

—¡Ven aquí, bastardo!—vaya, ¿por qué todo el mundo lo llamaba así?—. ¡Soy famosa en la aldea por este tipo de cosas, así que ahora te sentarás y me escucharás, ¿entendido?—Sí, eso era una orden.

Y al fin, la venita que desde hacía rato llevaba aguantando en la frente del Uchiha, explotó.
Con todo el odio posible acumulado únicamente en sus ojos, Sasuke se dirigió a la amable y para nada bipolar mujer.

—Mira, vieja —Remarcó esta última palabra con afán de enfadarla más—. Para empezar, me parece que ya he dejado claro lo que pienso sobre esas chorradas —explicó, señalando las cartas que seguían sobre la mesa—. Y continuando con el tema de "mi futuro", te advierto que eso no es algo en lo que puedas meter tus narices. Si conquistaré o no a Naruto no es cosa tuya, ¿me oyes? —Tenía pensado continuar con su charla, pero Hiroko había dejado de escuchar al oír la palabra "vieja".

—Maldito… bastardo… del demonio —murmuró ésta rencorosa. Ella, con toda la buena intención del mundo, se había ofrecido a leerle el futuro al "amable" chico que le había hecho el encargo, y ahora él, además de insultar a sus queridas cartas… la llamaba vieja. De pronto, al contrario de lo que el Uchiha se habría esperado, sonrió—. ¿Declararte dices? ¡Ya verás cómo lo harás! —Al decir esto sus ojos casi le salieron de las órbitas. Sasuke se apartó por prevención. ¿Quién sabe? Podrían acabar saliendo y golpearle en la cara con ellos como si fuesen pelotas de tenis—. Sé cómo eres, Uchiha Sasuke, te conozco perfectamente —El aludido se habría sorprendido al oír su nombre salir de los labios de la anciana si no recordase que él mismo se lo había dicho antes—. Te crees superior a la gente que te rodea, y siempre interpones tu orgullo ante todo…

—No me digas. Mira vieja… —Ésta se contuvo para no tirarle una silla a la cara.

—Yo te maldigo.

«Genial», Sasuke puso los ojos en blanco. Una vieja, y además de loca, bruja también. Esperó impaciente a que la mujer acabase de recitar su maldición, pero por lo visto no pensaba continuar—. ¿Eso es todo?

—Claro que si —exclamó ofendida—. No tengo por qué decir en voz alta lo que te ocurrirá, será mejor si te da de sorpresa.

—Lo que tú digas… Y si me permite —Con una sonrisa escéptica y un brillo de burla en los ojos, hizo una pequeña reverencia de despedida y se fue.

—Esto va a ser divertido…


Y mientras el azabache salía corriendo de la casa de la vieja loca bruja, Naruto disfrutaba la mar de contento de su decimosexto bol de ramen.

Eso era algo que no podía hacer todos los días… No, ahora en serio. Al ser algo que hacía todos los días –de lo que por cierto, nunca se cansaría- ya se había acostumbrado a las miradas molestas de los que acababan por pagar.
Y esta vez le tocaba a Sakura.

—¡No puedo creerme que lleves el monedero vacío! —vociferó ésta.
Y aquí lo hechos: tenía pensado pasar el día completo con el Uchiha, tras separarse no le había vuelto a ver el pelo.
Llevaba una cantidad limitada de dinero consigo, ahora ya no quedaba nada.
Podía llegar a aguantar al rubio, pero no si éste hablaba con la boca llena y a gritos.
En conclusión, un día genial.

Pero todas las nubes que rodeaban lo que se suponía que debía de ser su día perfecto, desaparecieron al divisar al Uchiha acercarse a la parada donde ellos se encontraban.

—¡Sasuke-kun! —Esto era un impulso declarado –según uno de los mejores psicólogos de la aldea- imposible de controlar.

—Que rápido has sido —replicó un Naruto sarcástico—. Si hubiese ido yo, hace rato que estaríamos de vuelta a Konoha—ahora se suponía que le tocaba a Sasuke devolvérselo.

Un insulto. Un insulto es lo que se suponía que debería haber soltado para contraatacarlo. Algo como… "Despierta dobe, estamos en la vida real" o simplemente "Usuratonkachi". Pero no…

—Naruto, me pones a cien.

Al principio pareció no haber reacción, pero lentamente, Sakura abrió la boca asombrada, Naruto, de la misma forma solo que muy sonrojado –y con razón-, abrió ampliamente los ojos y dio un paso hacia atrás.

Y Sasuke… No se dio cuenta del porqué de sus reacciones hasta que entendió lo que acababa de decir.

¿Qué demonios le había hecho la vieja loca bruja?


¿Cómo ha quedado? ¿Verdad que es molesto que se corte ahí? Pero ya desde que empecé a escribir este capítulo pensé en este final. Todos asombrados, me gusta :P

Bien, subiré el siguiente en cuanto lo arregle.

Ja nee~