Los personajes de Harry Potter, no son para nada de mi propiedad. Son de J. K. Rowling y la historia no tiene fin de lucro alguno.
De nargles y mandrágoras.
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Neville Longbottom corría como alma que lleva al diablo por los pasillos de Hogwarts, tratando de llegar a tiempo a su clase de herbología.
Se preguntarán, ¿por qué Neville, un alumno ejemplar, llegaba tarde? La respuesta es simple: Malfoy y los abusivos de sus amigos Crabbe y Goyle le habían entretendio ―más bien, peleado― en los pasillos, molestándole y, finalmente, haciendo que llegara tarde a su clase.
Maldito Malfoy.
En su carrera, no se fijó que, delante de él, había una figura agraciada y delgada que miraba al infinito. Por ello chocó.
―¡Uf! ―Soltó, al darse contra su estorbo.
―Neville, ¿qué haces aquí? ―Preguntó Luna Lovegood, quien había caído al piso por el impacto.
―¡Luna! Lo siento, no me fijé.
―Si, venías pensando en otras cosas ―concluyó ella, mientras era levantada por su compañero― ¿Acaso los nargles te robaron algo? ―Inquirió curiosa.
―Eh... no. ―Respondió― Malfoy y sus amigos me jugaron una y voy tarde a mi clase de herbología. ―Terminó.
Luna asintió. Cuando Neville se disponía a retirarse, Luna habló.
―Los nargles se encargarán de ellos, como son malos contigo, les harán una travesura. ―Dijo simple.
Silencio.
―Podría... ―Neville carraspeó― Podría esconderles una mandrágora también, para que los aturdiera con su llanto. ―Dijo, tras un silencio tenso.
―También sería buena idea ―convinó Luna.
Volvieron a quedar sin conversación, más no estaban incómodos en lo más mínimo. Al contrario, el silencio era uno digno de los momentos de conexión de miradas, donde no hacía falta que las personas hablaran para que se sintieran acompañadas.
―¡Lovegood, Longbottom! ―La grave voz de Snape irrumpió en ese suave momento― ¿No se supone que deberían estar en sus respectivas clases? ―Preguntó pausadamente.
―Desde luego, profesor. ―Respondió Luna con simpleza. Se dió la media vuelta y, antes de marcharse con su típico paso de niña pequeña, soltó un sólo comentario:― Por cierto, profesor, creo que tiene troposoplos en la cabeza.
Neville sonrió al ver el seño fruncido de Snape.
Definitivamente, Luna tenía algo que siempre la hacía increíblemente especial.
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Personalmente, amo esta pareja. Quería escribir algo de ellos, algo simple, y esto es lo que ha salido.
No me los imagino como la gran pareja, si no, más bien, como algo espontáneo, que surge en ciertos momentos.
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¿Algo que agregar, Harry? *niega, muestra su dinamita* Ya se la saben. ;)
Angie y Harry, se despiden.
