Disclaimer: One Piece es propiedad de Dio- Eiichiro Oda, que a fin de cuentas es lo mismo (?).
Claim: Luffy + Sabo + Ace.
Advertencias: Spoilers del pasado de los tres (duh, obvio) y del cap 574 aprox.
Notas: Escrito para el reto_diario, escrito en presente y juego un tanto con el pasado. ¿Saben? Todo es culpa de Kmiya :).
. . .
—GRANDE, ¡será inmenso!
El trío está recostado sobre la hierba, riendo y planeando su futuro de piratas, con los estómagos llenos y acompañados de un gigante esqueleto de lo que fue su almuerzo.
—Tendremos el mejor barco de todos.
—¡Y yo seré el Capitán! —exclama el más pequeño de los tres, a su lado Ace le propina un coscorrón en la cabeza ante las sonoras carcajadas de su rubio amigo.
—¡Tú no, Luffy, eres el menor!
—¡No es justo, Ace!
Las carcajadas de Sabo se hicieron más fuertes, seguido inmediatamente por el niño pecoso. La expresión enfadada de Luffy no duró mucho, uniéndoseles con más risas.
Allí son sólo ellos tres, nada más.
Aquello es tan emocionante, los ojos de Luffy brillan debido a la excitación de una nueva aventura, y su sonrisa es el reflejo de la más pura felicidad mientras observa su barco. Su primer barco oficial. Y apenas sus pies tocan la madera de la cubierta, puede sentir al Going Merry dándole la bienvenida a él, su nuevo Capitán.
Luffy sonríe como niño pequeño, su nuevo Nakama es estupendo, y sabe que dondequiera que esté Ace con sus propios compañeros, debe tener sus aventuras en uno tan genial como el suyo.
Y sin quitar esa sonrisa, sabe que de haber podido, Sabo estaría igual que ellos teniendo sus propias aventuras en el mar.
—¿Qué haces?
Sabo está amarrado con unas lianas atadas a un árbol, colgando horizontal ayudado de sus piernas rectas, en el borde de uno de los tantos acantilados que hay allí. Está despeinado y su sombrero favorito reposa entre las sobresalientes raíces que están en la tierra, pero lo más importante: ríe. Ace lo mira enarcando una ceja, y antes de que el rubio pueda responderle una gigantesca ráfaga de viento se levanta desde el precipicio, elevando al chico quien se desternilla en carcajadas, sintiéndose volar.
—¡Anda, Ace, inténtalo! —exclama apenas puede hablar, apuntando a una de las lianas que están sin usar.
Más tarde, cuando Luffy llega hasta el lugar, lo primero que observa es a sus hermanos siendo elevados en el aire por obra de la naturaleza.
—No sabía que te gustaba tanto el puesto de vigía.
Ace sonríe, manteniendo los ojos cerrados sin alterar su posición de relajo. A esa altura el viento golpea con más fuerza, es una sensación magnífica. Le encanta ese lugar, no por vigilar, precisamente.
—Deberías intentarlo, se siente genial.
Marco le observa desde su lugar con una ceja en alto, desde hace tiempo que viene conociendo al moreno, y ciertamente hay cosas que aún no termina de conocer en él. De inmediato relaja sus hombros, sonriendo levemente se sienta a su lado, sintiendo la brisa de allí. De verdad que es genial, no se había dado cuenta de eso antes.
—En cierto modo, tienes razón… ¿Ace?
Se ha quedado dormido.
—O-Oye, Ace… ¿Tú no vas a morir, verdad?
El aludido arruga el ceño, molesto, y en el fondo, dolido. No tarda en reaccionar como siempre, dándole el característico golpe en la cabeza de su hermano.
—¡Claro que no!
Apenas han pasado tres días desde que Sabo murió, su mejor amigo, su tercer hermano.
—¡Pero, pero…!
—Te lo prometí, ¡no hay forma de que vaya a morir! —bufa molesto, discretamente cerrando sus puños con fuerza. No hay forma que deje a Luffy solo.
Allí ya no son tres, sólo quedan dos.
La sangre se desliza sobre su cuerpo con velocidad alarmante, y él observa, sin lograr hacer algo más allá que sostener a su hermano (porque lo es, maldita sea, no importa que no compartan sangre), sintiendo como a cada pincelada de carmín sobre su ropa la vida de Ace se escapa de sus manos, no como esa vez que se despidieron cuando el mayor salió al mar, en esta ocasión es para siempre.
'NONONONO'. No allí, no ahora, es imposible.
¿Por qué?
—¿D-De verdad lo prometes?
Ace suspira resignado, ahora revolviéndole el cabello azabache. Su pequeño hermano le mira con los ojos brillantes y enrojecidos, esperanzados. Se esforzaría por mantener su palabra en pie.
—…De verdad.
…¿Ace?
Ha exhalado sus últimas palabras.
Y allí ya no son dos, sólo queda uno hecho pedazos.
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