Hola! Aqui con una nueva historia!
Esta cosa lo soñe hace muy poco y... pues admito que me gusto (Aunque es algo tonto) y dije: "Tengo que escribirlo. ¡Tengo que escribirlo!" y... aqui esta xD
Seguro diran: ¿¡Que diablos le pasa a esta niña que anda soñando esas cosas! O.e
xD y la respuesta es: Ni yo misma lo se
Bueno, basta de Bla bla y... Al Fic!
Espero que les guste
Nightmare
Adentrándose a lo desconocido
Era una noche silenciosa en las afueras de Station Square. Hacia algo de frio, a pesar de que era a mediados de julio. El resplandor de la luna iluminaba el sendero, que se encontraba rodeado de miles de árboles, tanto grandes y medianos, dándole un toque mágico y tenebroso al mismo tiempo.
El silencio que reinaba en el bosque fue interrumpido repentinamente por el rugir de una motocicleta proveniente de la ciudad. Se trataba de un erizo azabache, con franjas rojas en sus púas y parte de sus brazos y piernas y con ojos rojos como la sangre, montado sobre una moto todoterreno. Después de un largo recorrido en aquel vehículo negro de dos ruedas, el cual llevaba un extraño logotipo rojo en ambos lados de la parte delantera, logró ver a lo lejos su destino.
– Deben estar bromeando – Susurró de mala gana tras detener su vehículo enfrente del portón azul oscuro, con rastros rojizos de oxido por causa del paso del tiempo.
El erizo negro se bajó de su moto y lo agarró del manubrio, para así avanzar con él hacia aquel oxidado portón. Empujó uno de los lados del portón causando un insoportable chirrido, sin sorprenderse de que no estuviera cerrado, ¿Quién viviría en esa mansión que parecía escenario de película de terror?
Observando detenidamente, continuó caminando a paso lento por el camino hecho de piedras, que se encontraba en medio de los restos de lo que fue un jardín. Tallos de flores, algunos con pétalos marchitos, y los troncos de los arboles sin follaje daban una imagen deprimente al lugar. Era algo sumamente extraño, pues los arboles que rodeaban aquella mansión estaban llenos de vida.
Shadow detuvo su paso por un instante. Levanto su brazo a la altura de su pecho para observar aquel reloj que, envés de mostrar la hora, mostraba algo parecido a un mapa. Un punto rojo, el cual indicaba su posición, se encontraba cerca de un punto verde.
– Según esto – Musitó levantando la mirada hacia aquella vieja mansión – me encuentro en el lugar correcto – Completó, colocando su mano nuevamente en el manubrio de su motocicleta.
Contempló aquella residencia abandonada. La mansión era de color gris, casi tirando al blanco, con los tejados de color negro y escalones de madera, pintados del mismo color. Las grietas aseguraban lo vieja y descuidada que estaba aquella morada. Lo impresionante era que las ventanas ovaladas parecían intactas, más si muy sucias. Una leve brisa lo sacó de sus pensamientos, recordándole el por qué se encontraba en tan escalofriante lugar. Estaba a punto de retomar su camino, pero se distrajo al ver un listón rojo, tratando de liberarse de la rueda delantera de la motocicleta con ayuda de una segunda brisa sin éxito alguno.
El erizo azabache tomo aquella prenda con sumo cuidado, como si se tratase de algo más frágil que un cristal y que en cualquier momento podría romperse en mil pedazos, para después examinarla con la mirada.
– No cabe duda. Este es el lugar.
Amarró el listón en el mango del vehículo, antes de dejarlo enfrente de aquella mansión. No le gustaba para nada la idea de dejar ahí su moto al alcance de cualquier ladrón, pero sabía que no tardaría mucho para completar su cometido.
Shadow subió por los tres escalones de madera, provocando un crujido en cada paso que daba. Paró en la pequeña planta de madera que separaba los escalones de la entrada del lugar, teniendo en mente la idea de que en cualquier paso podría abrirse un hoyo. Una vez ya frente a la puerta giro de la perilla grisácea, sin lograr poder abrirla.
– Lo que faltaba – Gruño, forcejando aquella cerradura, sin resultado alguno.
Retrocedió un par de pasos cortos y después sacó una esmeralda brillante de color verde.
– Hm hm. Supongo que a nadie le importara – Susurró, con una sonrisa burlona marcada en su rostro – ¡Chaos…! ¿Uh? – Detuvo su ataque al ver como aquella puerta se abría por sí sola.
Aquel suceso borro completamente la sonrisa despreocupada del erizo cambiando su mirada por una llena de confusión. Guardo la esmeralda y se adentró a la mansión. Él esperaba a ver a alguien detrás de la puerta, tomando en cuenta lo que había sucedido anteriormente, pero el lugar se hallaba vacio. Dejo la puerta abierta para que la luz de la luna iluminara su camino. Con paso lento, recorrió parte de lo que podría llamarse La sala principal, hasta que de pronto la puerta se cerró de golpe tras su espalda, dejando al erizo en oscuridad total, pero, tan pronto como se cerró la entrada de la mansión, los candelabros que colgaban en el techo comenzaron a llenar de luz al lugar.
Dentro de la enorme morada, se veía lo sucia que estaba a causa del polvo, lleno de telarañas de piso a techo, algunas se encontraban sin su dueña de ocho patas, pero lo que era de sorprenderse es que el lugar era más grande de lo que aparentaba por fuera.
Observó tres puertas rojas. Una se encontraba en medio de la sala mientras que las otras a ambos lados de él. Opto por ir hacia la puerta de su derecha, de todos modos tendría que explorar la mayor parte de la residencia.
Abrió la puerta. El pasillo oscuro no tardo en alumbrarse por el candelabro que colgaba del techo. Él seguía impresionado de ver como se encendían aquellas velas sin que alguien lo hiciese. Detuvo su mirada en el suelo. Levanto una ceja confundido al ver una muñeca de trapo tirada en medio del pasillo. ¿Acaso le pertenecía al antiguo dueño? Se acercó para verla mejor. Esta era una muñeca de color piel pálido y sin boca. Su cabello era negro al igual que sus ojos y portaba un vestido blanco, algo sucio. El erizo hizo un gesto de repulsión, ¿Qué clase de personas eran los que le regalaron esa cosa a su familiar? Con solo ver esa muñeca, te daban escalofríos.
Dejó a un lado aquel tema para concentrarse en su tarea. Se dirigió a la única puerta que se encontraba del otro lado del pasillo. Al abrirla, ocurrió nuevamente el misterio sobre los candelabros, iluminando lo que vendría siendo el comedor. Los ojos rubí del erizo recorrieron el lugar, quedándose fijos en una muñeca igual a la que anteriormente había visto. El erizo se giro para ver a sus espaldas la otra muñeca, pero extrañamente esta no se encontraba ahí… ¿Cómo demonios había cambiado de lugar? Regreso su mirada hacia el comedor, para luego encontrarse nada en el suelo. De reojo capto algo por sus pies. Era nuevamente aquella muñeca, solo que ahora de pie, observándolo directamente a sus ojos.
Shadow retrocedió unos cuantos pasos, siendo seguido lentamente por aquella muñeca de trapo. Sin saber cómo o con que, tropieza, cayendo duramente de espaldas. Se levantó un poco, deteniéndose al ver aquella cosa arriba de él. Quería quitársela de encima, pero por alguna razón, sus brazos no respondieron. Se sentía cansado, sus ojos le pesaban. Poco a poco fue cerrando los ojos, hasta que lo último que vio, fue el rostro de aquella muñeca enfrente de la suya.
