Capítulo 1:
"Ocho años después…"
Se me hacía raro volver a pisar el suelo del distrito 12 después de tanto tiempo fuera. Si me parase junto a una residente de la Veta, yo llamaría más la atención por el nuevo color tostado que adquirió mi piel.
Apenas descendí del tren, fui recibida por esa típica y fría correntada de aire que golpeo salvajemente mi rostro. Tuve que abrigarme con gruesas bufandas, una chaqueta de cuero y botas con interior de lana. Pero aun así, sentía frío.
-Madi.-levanté la vista, encontrándome con papá. Hacía un par de meses que lo había visto, pero para mí, fueron siglos. Procurando no caerme con la escarcha de la estación, corrí hacia él abrazándolo.- Oh, mi niña.-me arropó entre sus brazos de tal manera, que pareció que mis pies ya no tocaban el suelo.
-No soy una niña.-reproché cuando me bajó.- Ya tengo veintitrés años, casi veinticuatro.-
-Lo lamento, señorita.-pasó un brazo por mis hombros mientras que con la mano que tenía libre llevaba mi equipaje.
Juntos nos encaminamos hacia nuestra casa en la Aldea de los Vencedores, el único hogar que he amado en el 12. Papá se hizo a un lado, permitiéndome pasar primero. No me sorprendía para nada, que al abrir la puerta, una pila de botellas estuviese desparramada por el suelo, la mesa, los sillones y el modular.
-Hay cosas que no cambian.-comenté, pateando algunas para poder pasar.
-No tuve tiempo de limpiar.-se excusó, sentándose en una silla. Me abrí paso hasta ubicarme en la que se encontraba a su lado.
-¿Cómo han estado nuestros campeones?-pregunté, frotándome las manos tratando de darles calor.
-Si mal no me equivoco, han estado bien.-respondió, bebiendo las últimas gotas de licor que se encontraban en el fondo de las botellas.- ¿Cómo ha estado el 4?-
-Bien, como siempre.-
-¿Y Odair?-reí por lo bajo.- ¿Sigue con la idea de proponerte casamiento?-
-Sí, sigue haciéndolo.-respondí, mordiéndome el labio.
-¿Él te cuida, verdad?-preguntó alzando una ceja.
-Cada día se esmera para que las pesadillas no me ataquen, pero con la llegada de las Cosechas, se vuelven más intensas y casi ni duermo en las noches.-
-Con el tiempo logras superarlo.-me aconsejó, poniéndose de pie y encendiendo la cocina.- ¿Cómo estás con respecto a la Morfina?-preguntó.- ¿Has logrado contralarte?-
-Eso intento.-hace tres años, que me había vuelto dependiente a la Morfina. Digamos que era lo único que me ayuda, a pesar de los intentos de Finnick.- Cuatro días desde que no pruebo ni un poquito.-
-Eso es bueno.-murmuró.- ¿Por qué no vas a tu habitación, te cambias y luego cocino algo?-asentí, poniéndome de pie, para luego acercarme a él.
-Te extrañé, papi.-susurré, abrazándolo por la espalda, para luego subir a mi vieja habitación, arrastrando detrás de mí mi equipaje.
Cuando atravesé el umbral, una ola de nostalgia me atacó. Todo se encontraba como yo lo había dejado a los 16. Mi cama, mis pocos vestidos, alguna que otra foto mía y de papá en el Capitolio, algunos regalos que me dieron los comerciantes en vísperas de mi cumpleaños, entre otras cosas.
Me saqué la chaqueta y la dejé colgando en una silla. Tenía demasiado frío y me apetecía un baño de agua caliente. Lo bueno de la Aldea era que tenían agua caliente y no dependían de la leña para calentarla como en las demás casas. Obviamente, no me jactaba de eso, sabiendo que hay gente que no tiene los mismos beneficios que nosotros.
Mientras me bañaba, me puse a pensar que para el mediodía, llegarían los periodistas, los equipos de televisión, incluso la tía Effie Trinket, todos recién llegados al Distrito 12 desde el Capitolio. Me pregunto si ella seguirá llevando aquella ridícula peluca rosa que usó el año pasado o si habrá elegido otro color antinatural que lucir en la Gira de la Victoria. Este año habrá más gente para atender todas las necesidades de los nuevos campeones en el largo viaje. Contaran con un equipo de preparación que se encargaran de ponerlos presentables para las apariciones públicas ante los demás distritos.
Luego de haberme bañado, ingresé a mí habitación encontrando la chimenea encendida. Sonreí agradeciéndole, internamente, a papá por haberlo hecho. Busqué rápidamente la ropa que usaría, ya que aunque estuviese la chimenea encendida, mi habitación tenía una pequeña falla en una de las ventanas que permitía que se filtrase el aire. En verano no pasaba nada, pero en invierno, uno se congelaba.
Tras colocarme una chaqueta más liviana, pero sin dejar de estar abrigada, bajé a la sala. Mientras lo hacía, iba negando con la cabeza. Las casas habitadas por Katniss y Peeta desprendían un cálido hálito de vida: ventanas iluminadas, humo en las chimeneas, ramilletes de maíz de colores pegados a las puertas de entrada como decoración para celebrar el próximo Festival de la Cosecha. Sin embargo, la nuestra de, a pesar de los cuidados del encargado de la Aldea, rebosa abandono y dejadez. Al igual que Haymitch. Él, ahora, se encontraba recostado sobre la mesa, con nuevas botellas abiertas y derramándose. El pobre no logró contenerse.
Tras de mí, puerta chirrió y se cerró de forma hosca, debido al hielo que tenían las bisagras.
-Hola, Katniss.-saludé, al verla ingresar.
-Hey.-ella arrugó la nariz.- ¿Hace mucho que está así?-
-Eso creo.-respondí.
Se abrió paso como pudo y se acercó a papá, dándole un codazo.
-¡Levántate!-gritó, pero no tuvo suerte.- ¿Hace cuánto que llegaste?- preguntó, mientras lo zarandeaba.
-Hace un par de horas.-respondí mientras yo abría una ventana, para que se filtrase aire.
-¡Levántate, Haymitch, hoy es el día de la Gira!-insistió ella. Luego de haber buscado en todos lados, logré desenterrar una cafetera de hojalata. La lavé con paciencia y la coloqué en el fuego. La hornilla no estaba del todo apagada, pero conseguí devolverle la vida a unos cuantos carbones encendidos. Eché un poco de café molido, lo suficiente para asegurarme de que resultase bueno y fuerte, y luego lo puse a hervir.- ¿Qué hacemos con él?- preguntó, colocando sus manos sobre su cintura. Miré hacia los alrededores, buscando algo que nos sirviese.
-Necesito que me pases ese jarro que está ahí.-señalé el final de la mesa. Haymitch seguía en otro mundo. Como todo lo que habíamos intentado, no había ha funcionado, decidí ir por lo más eficaz. Llené el jarro con agua helada.
-¿Estás segura de eso?-inquirió Katniss, enarcando una ceja. Levanté la comisura del labio, para luego encogerme de hombros. De un simple movimiento de mi muñeca, vacié el contenido en la cabeza de papá y me aseguré de que ambas estuviésemos lejos para lo que seguía. Un sonido animal gutural salió de la garganta de Haymitch, y se levantó de un salto dándole una patada a la silla y blandiendo un cuchillo. Se me había olvidado que siempre dormía con uno en la mano.
-Tendría que habérselo quitado antes.-murmuré, dejando el jarro en la mesa
Sin dejar de soltar blasfemias, acuchilló el aire unos segundos antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo. Después de eso, se secó la cara con la manga de la camisa y nos miró con los ojos eyectados de rabia. Ambas estábamos juntas en el alfeizar de la ventana.
-¿Qué están haciendo?-cuestionó, furioso.
-Me dijiste que te despertara una hora antes de que llegasen las cámaras.-respondió Katniss.
-¿Qué?-
-Fue idea tuya.-insistió.
-¿Por qué estoy mojado?-preguntó, después de unos segundos.
-No podíamos despertarte.-hablé. Se escurrió el cabello y siguió murmurando blasfemias.
-Mira, si querías una niñera, habérselo pedido a Peeta.-agregó Kat.
-¿Pedirme el qué?-sólo con oír su voz, vi que el rostro de la chica que fue mi tributo el año pasado, se transformó.
Peeta se acercó a la mesa. La luz del sol que entraba por la ventana arrancó destellos de la nieve caída sobre su pelo rubio. Parece fuerte y sano, muy distinto al chico enfermo y muerto del año pasado, y ya casi no se le nota el cojeo. Dejó una barra de pan recién hecho en la mesa y alargó una mano en dirección a Haymitch. Pero él seguía empeñado en seguir culpándonos por haber interrumpido su siesta.
-Pedí que me despertaran sin provocarme una neumonía, Madison.-sonreí inocentemente y me encogí de hombros.
*.*.*
Luego de haber tenido una leve discusión con papá, logre encerrarlo en el baño y obligarlo a que se diese un baño. Lo escuché maldecir un par de veces, hasta que su voz se vio ahogada por el sonido de la regadera.
De vuelta en el piso de abajo, me encargué de limpiar un poco la casa. Llene tres bolsas con botellas, de vaya a saber uno hace cuanto que están. Limpie la mesa, sacándole las migas que quedaron del pan de Peeta, limpie la cocina. Lavé los platos y los guarde, reparé algunas cosas y para cuando me quise dar cuenta, estaba cansada...no, agotada.
-Vaya, ¿Qué le hiciste a mi casa?-preguntó Haymitch, cuando bajaba las escaleras con una toalla en el cabello.
-Ordenarla.-respondí, soltando un suspiro y volviéndome a poner de pie.- Eres un desastre.-
-Yo también te quiero, hija.-se acercó a mí, besando mi frente.- ¿Dónde has dejado mis botellas?-
-La mayoría estaban vacías y las tiré. El resto están en el aparador.-lo detuve, antes de que se me escapase.- Por favor, falta casi nada para que lleguen los periodista, no quiero que te emborraches.-le pedí, mirándolo a los ojos.
-De acuerdo.-se sentó en la mesa, mientras yo le servía una segunda taza de café bien cargado.-No debes cuidarme como si fuese un bebé, no lo necesito. Puedo hacerlo solo.-
-Y vaya que los haz hecho.-ironicé.- Voy a sacar la basura. No tires el café, ni le pongas nada.-le advertí, mientras tomaba una de las tres bolsas. Antes de salir, me aseguré de abrigarme bien, para luego abrir la puerta.
Cerré los ojos, cuando una correntada de aire llena de nieve, golpeo mi rostro. Hice un poco de fuerza y logré cargarme la bolsa en la espalda, procurando que no se rompiese ninguna botella y salí. Por suerte mis botas se adherían bien al suelo escarchado. Fue fácil caminar los dos pasos, hasta llegar al cesto de metal. Abrí la tapa, pero la solté al ver que estaba congelada y luego me fijé que me había quemado la yema de los dedos.
-Oh, señorita Abernathy.-habló una voz a mis espaldas.- Que gusto verla.-giré lentamente encontrándome con…
-Presidente Snow.-
-.-.-.-
¡Hola!
Bueno, esta es la segunda temporada de la novela. Espero que les guste
La ropa de Madison, se encuentra en mi perfil.
