Clary se encontraba en una habitación oscura, estaba estirada de mala forma en una cama, le dolía la muñeca izquierda y estaba llena de suciedad, comprobó rápidamente si tenía sus armas y su estela, pero para su desesperación, habían desaparecido. Sebastian la había capturado hacía poco más de tres días en un ataque al Instituto, ella se había encontrado sola delante de un gran grupo de oscuros en el pasillo del Instituto, no le dio tiempo ni a gritar, cuando todo a su alrededor se hundió en la más profunda negrura.
Se levantó de la cama y comenzó a abrir cajones, intentando encontrar cualquier objeto que sirviera como arma en un enfrentamiento. Acabó por encontrar un espejo, el cual lanzó al suelo haciendo que estallara, cogió uno de los trozos y salió de la habitación.
Fue recorriendo el conjunto de laberínticos pasillos, con una mano siempre pegada a la pared de la derecha, y con el trozo de cristal en la otra, caminó durante lo que le pareció una eternidad, hasta que llegó a una puerta, la cual abrió.
En la sala en la que se encontró había una chimenea con un sillón de piel y múltiples estanterías cargadas de libros, después de comprobar que estaba sola, se acercó a uno de ellos llamada por su título; "Morgensten", su apellido paterno.
Tan pronto como tocó el libro oyó pasos detrás suyo, se giró repentinamente al oír una risa estremecedora.
-Bueno bueno, veo que ya has despertado...
Clary apretó el trozo de cristal con la mano, lo cual le produjo un falso sentimiento de seguridad, comenzó a girarse lentamente hacia la dirección de la voz.
-Creo que no te das cuenta de que gracias a mi estupenda magia, puedo vigilar cada centímetro de este lugar, me parece bien que intentes mantener tu apariencia de chica cauta y luchadora, pero teniendo en cuenta que yo soy tu contrincante... - esbozó una sonrisa- creo que es perder el tiempo.
Clary reconoció inmediatamente al chico que tenía delante, su entre muchas comillas "Hermano".
No pensó siquiera en responder a su provocación, miró a su alrededor intentando encontrar posibles salidas, pero la única que encontró fue la que Sebastian estaba tapando.
Reconociendo su única salida, se movió hacia la chimenea, con el propósito de coger un leño y tirarlo a algún lugar para hacer mover-se a Sebastian.
Pero en cuanto hizo el primer movimiento Sebastian alzó su mano, haciendo que se quedara petrificada, y soltando una ligera risa sarcástica.
- Clarissa, creo que no te das cuenta de cuánto te conozco - se acercó a ella, llegando a una distancia a la cual podía sentir su respiración- ¿Crees que no he aprendido nada observándote tanto tiempo como lo he hecho?-Y le apartó un rizo de la cara.
Clary intentó zafarse de la parálisis, echando su cuerpo hacia atrás, tratando de librarse del contacto con su hermano.
- De acuerdo veo que quieres ir hacia la pared - Hizo un gesto con la mano empujándola hacia el fondo de la habitación , haciéndola chocar bruscamente contra una de las estanterías, con el choque varios libros cayeron de sus puestos, volando alrededor suyo. - Bien, deseo cumplido - Continuó Sebastian - ¿Qué tal si dejo de hablar yo y comienzas por explicarme cómo es que Jace sigue vivo después de que le atravesaras con la Espada Mortal?- y se sentó en el sillón, girándolo hacia su posición.
Clary a duras penas conseguía entender lo que había pasado, estaba claro que Sebastian poseía magia siendo Lilith su madre, pero ¿desde cuándo podía hacer hechizos?. Intentó concentrarse en su cuerpo, intentar moverse, pero parecía imposible, aún seguía sosteniendo el trozo de cristal, pero el libro le había caído de la mano debido al golpe contra la estantería.
- Ahora no me digas que se te ha comido la lengua el gato, mira hermanita, no tengo demasiado tiempo, tengo una reunión con mi reina, y no le gusta tener que esperar, voy a dejarte en la habitación un par de horas, luego me encargaré de ti. - Abrió la puerta y se marchó.
En cuanto la puerta se cerró, Clary se vio liberada de la fuerza y cayó al suelo jadeante, se levantó a tropezones y se lanzó hacia la puerta, empezó a tirar del pomo, pero no cedía, se preparó para embestirla, y a los pocos centímetros de llegar a la puerta cayó al suelo tapándose los oídos, un sonido ensordecedor pereció salir de la puerta y meterse directamente en su cerebro, impidiendo que hiciera nada que no fuera formar un ovillo en el suelo y taparse las orejas. Se alejó de la puerta a rastras y en cuanto se hubo separado lo suficiente de ella el sonido se acalló.
Probó otra vez, esta solo acercándose a ella caminando, pero tan pronto como se preparaba para tocarla el sonido irrumpía en su mente, dejándola fuera de combate.
Estuvo horas en la habitación buscando una salida, moviendo todos los libros e imaginando cuán beneficioso podría ser el uso del fuego, era obvio que su hermano no quería que muriera, ya que al parecer tenía una información que él quería, por tanto podría intentar prender fuego a la habitación para que él regresara, pero tal vez fuera a obtener tal información en la Corte, en cuyo caso ella ya no le serviría.
Se sentó con el trozo de cristal entre los dedos y esperó pacientemente a que llegara Sebastian.
