I.- La sociedad de los poetas muertos… o el harem de Castiel Novak

El primer día de clases siempre es emocionante: libros nuevos, maestros nuevos, libretas nuevas, montones de hojas que llenar, tantas posibilidades y… y una mierda.

- ¿Clarence?- preguntó Meg, con ese tono de voz tan suyo – ¿Vas a dejar de babear o qué?, estás ensuciando mi chaqueta nueva-

La verdad Cas no veía diferencia entre la chaqueta vieja y la nueva, ambas eran negras y de cuero, así que daba lo mismo, pero mejor no arriesgarse, con Meg Masters nunca se sabía.

Se recargó en el vidrio y suspiró, la lluvia había dejado una capa de humedad en las calles, tendría que bajar con cuidado o se ganaría un buen golpe contra el suelo, las luces mercuriales estaban apagándose y la ciudad parecía despertar, Castiel Novak sólo quería volver a su cama y dormir.

Le gustaba la Universidad, le gustaba su carrera y le gustaban sus amigos, pero echaría de menos encerrarse en su habitación a leer sin descanso, apenas deteniéndose para comer algo o ir al baño, escuchando a su queridísimo Freddy y dejando las horas pasar, claro, siempre y cuando su hermano Gabriel no llevara una chica a la casa, porque entonces el lugar se llenaba de gemiditos y "Oh Gabe, eres tan bueno" por lo menos una hora.

Ah sí, Castiel era del tipo que no hablaba con chicas…bueno, sí hablaba con chicas, pero no para ligárselas y bla bla bla, él apenas salía de casa y cuando lo hacía, generalmente sus hermanos y/o amigas lo sacaban a rastras, porque ya dijimos que sí hablaba con chicas y de hecho hablaba casi sólo con chicas, pero nunca con otras intenciones más que una bonita y sana amistad.

Por supuesto estaba Meg, ellos habían tenido… "algo", pero ese "algo" no pasó de unos besos (bien dados, permítanme decir) y deslizar las manos debajo de las blusas y camisas, y fue todo, porque Meg era una amiga demasiado querida como para perderla por algo así, y de hecho ella misma cortó todo de tajo, "no debemos, Clarence", y Cas le dio la razón.

Luego estaba April, un "one night stand", porque vamos, sólo se vive una vez y Carpe diem, queridos míos, y la chica en cuestión prácticamente le echó los calzones a la cara, él estaba algo ebrio, era el verano de sus 18 años y April tenía una hermosa, hermosísima sonrisa.

Y su vida sexual mal iniciada se había detenido ahí, cuando April le dijo "es mejor no volver a vernos, cariño" y se marchó, dejando a Cas algo así como decepcionado del amor; ahora tenía 23 y estaba a punto de entrar a su tercer año de medicina.

- Muévete, Clarence- le gruñó Meg.

Se levantó de un salto y se bajó del camión junto a su amiga, el campus estaba como de costumbre, los estudiantes iban de aquí para allá, saludándose y charlando de sus vacaciones de verano, Castiel bostezó y se talló los ojos, se había desacostumbrado a levantarse temprano, le costaría adaptarse otra vez.

- ¡Cas!-

Anna Milton se acercaba con una enorme sonrisa en el rostro, acompañada de Jo, Andrea y Sofía, todas guapas y frescas.

- Te ves terrible- le dijo Jo, arqueando una ceja - ¿qué le hiciste, Meg?-

- Yo nada- bufó Meg – no se durmió temprano, como de costumbre-

- Ya déjenme- rió Castiel – me alegro de verlas a todas, ¿cómo les fue de vacaciones?-

- Genial- dijo Andrea – fuimos a la isla-

Cas contuvo una carcajada al ver a Sofía rodar los ojos; Andrea y Sofía Kormos, hermanas, herederas y de ascendencia griega por parte de padre, quien se podría en billetes y demás cosas, todos los veranos visitaban "la isla" como la familia Kormos (menos Sofía) llamaba románticamente a Grecia.

A pesar de ser hermanas, Andrea y Sofía eran diametralmente opuestas, como el día y la noche, como agua y aceite, como la cosa uno y la cosa dos…bueno, algo así.

Andrea era la menor con 21 años, sin embargo era más alta que su hermana, de cuerpo delgado y ojos verde claro, llevaba el cabello oscuro y liso hasta la mitad de la espalda, aunque generalmente lo recogía en complicadísimas trenzas y peinados mil, le apasionaba la belleza y la moda, era como una Barbie morena y de sonrisa perfecta, por supuesto también tenía al novio perfecto: Benny Laffite; sus gustos literarios: Jane Austen, Louisa-May Alcott, las Brontë y cualquier cosa romántico-gótica-cursi que puedan imaginar.

Por su parte, Sofía Kormos, 23 años, estatura media, ojos castaños muy oscuros, cabello negro y ondulado hasta las anchas caderas, tenía el cuerpo como un reloj de arena, lo cual hacía lucir usando toda clase de vestidos, incluyendo los que encontraba en las tiendas de segunda mano y caridad, al contrario de su hermana, prefería usar el cabello suelto en una cascada oscura, se maquillaba poco o nada, soltera y sin ex novios conocidos, al menos que Cas supiera; sus gustos literarios: impredecibles, un día podía chutarse toda la poesía de Rimbaud y al siguiente irse por la prosa psicológica de Dostoievski, luego daba un salto mortal a la tierra media de Tolkien.

- Jugó a ser la sirenita todo el verano- dijo Sofía, sonriendo.

- Y tú te paseaste por esas ruinas polvorientas tan aburridas- replicó Andrea, haciendo una mueca.

- Mi familia y yo fuimos a Chicago- intervino Anna – estuvo genial, me hice un tatuaje temporal- al decir esto, Anna se levantó la blusa, dejando ver una rosa tatuada junto a su ombligo – compré ropa también-

Anna Milton también era un caso especial, pelirroja como una cereza, de tez pálida y ojos azul claro, de constitución más bien menuda, tenía una sonrisa fácil, entre otras cosas; era la única hija de un matrimonio que mucho tiempo intentó tener hijos, a la madre de Anna le encantaba contar la historia del día en que ella nació, "cayó una estrella del cielo, te lo aseguro", decía la señora "era mi Annie". En cuanto a gustos literarios: Virginia Woolf, y no se diga más.

- Yo me la pasé ayudando a mamá en el bar- contó Jo, torciendo el gesto – no me molesta pero a veces quisiera hacer otras cosas-

La rubia Joanna Beth Harvelle, también menuda y de hombros pequeños, ojos cafés y carita de ángel, era del tipo de chica que prefería la comodidad, era imposible separarla de sus jeans y converse, los cuales le sentaban muy bien a opinión de Cas; su padre había muerto cuando ella era una niña, su madre, Ellen, se encargó de criarla ella sola, así que Jo era una chica fuerte e independiente; en la literatura le gustaban cosas como Julio Verne, cualquiera de aventuras y peleas.

- Al menos no tuviste que ir a Ohaio- bufó Meg – quise suicidarme a las dos horas de estar ahí, me hace recordar por qué vale la pena venir hasta acá a la Universidad-

Ah, sí, Meg Masters, Margaret Masters, una belleza desgarradora estudiando artes escénicas, ambicionando convertirse en actriz de teatro, de un pueblo de Ohaio que detestaba con todas sus fuerzas (que eran muchas), Meg había nacido para grandes cosas, o eso es lo que Cas pensaba siempre que la veía, aunque también empezaba a sonar Don't stop belivieng de Journey en su cabeza, en fin; ¿gustos literarios?, Camus, Lovecraft, Poe, hasta Stephen King, cualquier literatura angustiosa y terrorífica.

- ¿Qué hiciste tú, Castiel?- le preguntó Sofía, sonriendo - ¿Leer y leer?-

- Exacto-

- Dios mío, me hubiera gustado estar ahí- bromeó Sofía – en serio, si tengo que pasar otro verano en "la isla"…-

- Oh, pero qué ven mis ojos- dijo Meg – pandilla de babosos a las 3 en punto-

Un Impala negro se estacionó con música ochentera sonando a todo volumen, del coche bajaron los siguientes muchachos:

1.- Balthazar Bertolucci, estudiante de artes escénicas, de sonrisa encantadora y lengua viperina, pobres de aquellas que se dejaban engañar por la cara bonita y caían en sus redes, quedaban más quemadas tortillas en comal; gustos literarios: todo tipo de teatro, aunque Cas lo había visto con un ejemplar de Esperando a Godot más de una vez.

2.- Gabriel "Gabe" Novak, (sí, hermano de Cas), estudiante de gastronomía, con cara de niño travieso y bastante ligador, a juzgar por los condones usados que Cas encontraba tirados en el cesto del baño; gustos literarios: casi nulos, aunque a veces tomaba un libro de Cas, sin permiso obviamente.

3.- Benjamin "Benny" Laffite, el príncipe azul de Andrea, alto, rubio y de ojos azules, guapo hasta decir basta, en realidad era un tipo agradable si llegabas a conocerlo; gustos literarios: los clásicos greco-latinos, también le iba mucho lo medieval, Benny era un romántico como su novia.

4.- Samuel "Sam" Winchester, de cabello castaño y algo largo, patillas perfectamente cortadas y cara de no rompo ni un plato, dos hoyuelos preciosos se dibujaban en su rostro cuando sonreía, en realidad no era un patán, pero bueno; gustos literarios: Hemingway, Fitzgerald, muy generación perdida.

5.- Dean "estoy jodidamente bueno" Winchester, el hermano mayor, el delicioso hermano mayor, el patán más patán del grupo de patanes, con el rostro de un ángel, facciones perfectas, labios deseables, cabello rubio y bien peinado, además esos ojos, eran LOS OJOS, así con mayúsculas, porque Cas nunca había visto un par de ojos más verdes y bonitos que aquellos; gustos literarios: desconocidos.

- Hey, hola- saludó Sam, sonriendo.

- Hola- correspondió Sofía.

- ¡Benny!- gritó Andrea, corriendo a los brazos de su galán, quien la recibió con ganas.

- Si alguien no para la escenita de película barata me vomito- masculló Meg.

- Un gusto verte, Meg- le dijo Benny.

- Lo que sea, Laffite- bufó Meg.

- ¿Me podrían explicar porque nos detuvimos a hablar con los subnormales?- preguntó Balthazar, cruzándose de brazos.

- El único subnormal aquí eres tú- le contestó Sofía.

- ¿Escucharon algo?, sonaba como el chillido de un puerco agonizante- siguió Balthazar – o tal vez pariendo, no lo sé-

- Déjala en paz, Balth- bufó Benny – y si vuelves a llamar subnormal a mi novia te saco los ojos-

- ¡Qué romántico!- suspiró Anna, sonriendo.

- Sí, Anna- dijo Jo, conteniendo una carcajada – ¿por qué no vamos a ver si ya puso la marrana?-

- ¿Cuál?, ¿la que escuchó Balthazar?- continuó la Milton – oh, cerditos recién nacidos, ¡qué bonito!-

- Claro, querida- dijo Jo, tomando a Anna del brazo – adiós, nos vemos más tarde-

- A esa tipa se le bota la canica- comentó Balthazar.

- Es una chica dulce e ingenua, sólo eso- dijo Sofía – no deberías hablar así de las personas-

- Sigo escuchando el chillido de un puerco…-

- Ugh, qué imbécil- gruñó Sofía.

- En fin, Balth tiene un punto- habló por fin Dean Winchester - ¿a qué demonios nos detuvimos?-

- Yo, eh…ya…ya nos vamos- dijo Castiel, tomando a Sofía por el brazo - ¿Andrea, Meg?-

- Vámonos, Clarence- cedió Meg, tomando el otro brazo de Castiel.

- Nos vemos, cariño- dijo Andrea, besando la mejilla de Benny – llámame-

- Los veo en la reunión del club- dijo Sam, sonriendo – hasta más tarde-

Ah, sí, el club; cuando Cas entró en la Universidad, no conforme con las tareas y presiones de la carrera médica, decidió abrir un club de lectura, porque le apasionaba la poesía, porque quería conocer a más gente con sus gustos; tuvo que llenar una forma y tan tan, el club del libro podía comenzar actividades.

Pegó algunos anuncios invitando a la gente a unirse, al llamado respondieron seis personas: Anna, Sofía, Meg, Andrea, Jo y Sam; a ellos les gustaba pensar que eran algo cool como la Sociedad de los poetas muertos, película que veían al menos una vez al mes, pero la gente solía denominar al club como "el harem del Novak"; ignorando groseramente a Sam.

Contaban con el (más o menos) incondicional apoyo del profesor Crowley, quien además de ser catedrático de la Universidad y coordinador de la carrea de Literatura, realizaba traducciones y editaba a escritores más o menos famosos; el método era simple, el club del libro le entregaba una lista con las lecturas que deseaban hacer en el año, Crowley decía que sí o que no a ciertos títulos, aprobaba la lista y en menos de lo que cantaba un gallo tenían sus libros nuevecitos para cada miembro.

En los tres años de actividad el club había tenido miembros fugaces, las constantes eran las chicas y Sam, por eso las tareas las dividían entre ellos: Castiel Novak, presidente y fundador del club; Sofía Kormos, vicepresidenta y encargada del reclutamiento de miembros; Jo Harvelle, tesorera general; Sam Winchester fungía como secretario y cargador de cosas pesadas; los demás encontraban qué hacer conforme la situación.

La mecánica del club no era nada nuevo, se reunían tres veces por semana: lunes, miércoles y viernes; el lunes se comentaba el libro en general, el miércoles se hacían críticas y análisis más profundos, también se discutía sobre el nuevo título a leer; el viernes presentaban sus propias creaciones, podían ser cosas inspiradas en el libro recién leído como ensayos, poemas, cuentos…o podía ser algo completamente original.

No era tan genial como la Sociedad de los poetas muertos, aunque al menos nadie se había suicidado aún, ni tampoco era una orgía cósmica como sugerían los rumores de "Novak y sus chicas", sólo eran personas que amaban la literatura y nada más.

El día se fue más rápido de lo que creyó, los profesores se presentaron y hablaron de sus métodos para calificar, Cas tomó nota de lo que le pareció relevante, luego fue por sus libros, pesadísimos tomos de cosas serias, no había otra cosa que esperar de medicina.

Fue a la cafetería a echarse algo al estómago, apenas había desayunado con las prisas, sus amigas ya estaban esperándolo, les sonrió y caminó hacia su mesa, pero antes pasó junto a la mesa donde estaba él, Dean Winchester en toda su estúpida, pero enorme, belleza.

- ¿Babeando otra vez?- le molestó Meg, haciéndole espacio - ¿cuándo vas a reconocer que te gusta el Winchester?-

- No es cierto, Meg- replicó Cas, aunque si estás todo sonrojado tus palabras no suelen tener el efecto que deseas – no me gusta-

- Claro, y yo soy una modelo sueca- gruñó Sofía – en fin, no hablemos del hombre sexy que nunca será nuestro, amarga mi café-

- Yo tengo un novio guapísimo, nada puede amargar mi café- dijo Andrea, suspirando – y ustedes también podrían tener uno…-

- Y dale con tu sermón del amor propio- bufó Jo – a mí no me hace falta un hombre, tuve un novio que creí perfecto, ¿para qué?, el muy idiota se largó después de ya-saben-qué-

- ¿Qué?- preguntó Anna.

- Ay, amiga- suspiró Jo– olvídalo-

- Tú también deberías olvidar a Rick- le dijo Anna – no te merecía, Jojo-

- Te he dicho que no me digas Jojo –se quejó Joanna, aunque sonriendo.

- ¿Por qué Sam no se sienta con nosotros?- preguntó Andrea, cruzándose de brazos.

- Porque sería un suicidio social, hermanita- le respondió Sofía – y él es un chico popular, con una imagen que respaldar, si se sienta en esta mesa comenzarán a tratarlo como lacra, igual que a nosotros-

- No somos lacras- replicó Andrea.

- Tú no, tú estás de novia con Benjamin, lo que te convierte en una reinita- le explicó su hermana – el resto de nosotros somos parias sociales-

- Amén a eso- rió Meg – pero estábamos hablando de Clarence y su gay-crush con Dean Winchester-

- Cállate, Meg- dijo Cas, más rojo que antes.

- Pero es la puritita verdad, Cas- le insistió Jo – Dean te gusta-

- Supongamos que es cierto, que me gusta Dean Winchester- comenzó Castiel - ¿de qué serviría?, tú lo conoces, Jo, tu madre es amiga de su padre, ¿verdad?-

- De hace años-

- Entonces, ¿alguna vez lo has visto con un chico?-

- No, pero…-

- Exacto, y todos sabemos que liga un montón, más que mi hermano Gabriel, así que el tipo es heterosexual hasta no poder más-

- Sabes, una vez leí que los hombres que ligan mucho tienen una vena gay muy fuerte- comentó Sofía – piénsalo antes de irte a dormir esta noche-

- Eres una bruta, estaré pensándolo todo el día- bufó Cas.

- Entonces sí te gusta- concluyó Anna – vaya, al fin lo admites-

- Yo no…-

- Te gusta, ¡dioses, lo sabía!-

- Anna…-

- Deberías decírselo, Cas- dijo Anna.

- Oh, claro- bufó Cas – algo así como, "Hey, qué tal, nunca hemos intercambiado más de 10 palabras, soy una paria social en esta escuela y, no sé, ignorando el hecho que has visto más vaginas que un ginecólogo, me preguntaba si querrías ir a tomar un café conmigo"-

- Si lo dices así suena terrible- comentó Meg- mejor prueba un "hey, Winchester, hoy es tu día de suerte, ¿alguna vez te has comido una polla?, puedes empezar con esta", y ahí sacas tu paquete y lo desenvuelves-

- Eres una puerca- se rió Cas.

Las carcajadas por parte de sus amigas no se hicieron esperar, Castiel estaba quedándose sin aire de tanto reír, fue entonces que sintió una especie de cosquilleo, volteó un segundo sólo para ver que Dean Winchester lo observaba fijamente.

- Oh Dios mío- masculló Cas, rígido como tabla – me…me…me…-

- ¿Qué?- inquirió Meg – oh, madre mía, ¿es Dean Winchester el que te mira como si quisiera arrancarte los calzones?-

- No, tal vez se confundió- dijo Cas.

- Ya se volteó- bufó Anna – si te estaba mirando, aunque de arrancarte los calzones no estoy segura, pero de que te miraba, sí te miraba-

- No es cierto- cortó Cas – y mejor nos vamos ya la reunión, no quiero empezar tarde-

Cas se puso de pie y su harem salió con él de la cafetería, el salón que les prestaban estaba en el tercer piso, una sala de reuniones que ya no se usaba, así que podían acomodar como quisieran, disponer del proyector, la computadora y el pizarrón libremente.

Sam los alcanzó poco después, sonriendo y tan atento como de costumbre, en el salón el maestro Crowley los esperaba, tenía por costumbre hacer una especie de "inventario" con el club, para asegurarse de que todo estaba en orden, además, juzgando por las cajas que había en el suelo, les llevaba los libros nuevos.

- Hola, chicos- saludó el profesor, con su marcado acento - ¿todo bien?, no se molesten, no me interesa, así que… ¿pasamos lista?, presidente y fundador, James Emmanuel Castiel Novak-

- Yo- respondió Cas.

- Genial- dijo el profesor, marcando algo en su lista – La griega 1 es la vicepresidenta, la rubia es la tesorera, el alce es la secretaria, y aquí está la griega 2, la cabecita de cereza y la pueblerina de Ohaio, excelente, estamos todos-

- ¿Por qué soy la griega 2?- se quejó Andrea.

- Suena como si fuéramos extras en Mamma mia o algo así- dijo Sofía, riéndose.

- Más importante, ¿por qué tiene qué decir mi nombre completo?-

- Porque es un nombre ridículo, ¿quién le pone tres nombres a su hijo?, creo que tus padres te odian, Castiel- siguió Corwley – en fin, aquí están sus libros, tienen suficientes ejemplares para quince personas, ¿algún miembro nuevo que no haya venido?-

- Aún no, pero trabajo en eso- contestó Sofía.

- Y más vale que lo hagas bien, griega 1, porque les tengo una noticia importante- continuó el profesor – como saben, todos los años la Universidad realiza una feria para promocionar los clubes que ofrece, y como todos los años, las preciosas porristas organizan el evento-

- Este año el stand del club del libro quedará genial- comentó Cas – lo prometo-

- Pues más te vale, porque conseguí que el club del libro sea el organizador de la feria este año-

- ¿EL QUÉ?- gritó Cas, con los ojos abiertos como platos.

- El anfitrión, el organizador, ya sabes, quien llevará la batuta, y deben hacer un gran trabajo, no creo que con siete personas puedan hacer algo medianamente decente, así que consigan gente y no la caguen demasiado, deben buscar un tema para la feria-

- Pero profesor…-

- Pero nada, háganlo bien, en fin, disfruten sus libros-

Corwley se fue con una sonrisa en los labios y tarareando una canción de Wicked, Castiel estaba a punto de un ataque.

- ¡Los organizadores!- exclamó Cas, dejándose caer en una silla - ¡los putos organizadores!, ¿qué se supone que haga?-

- ¡Planear!- exclamó Sofía – eso por el momento, hagamos una lista de lo que necesitaremos y…-

- Repartir tareas- sugirió Sam.

- Excelente idea- siguió Jo – bien, ehhh, Meg, tú tienes letra más bonita, trae una hoja y una pluma-

- Clarence tiene mejor letra- se quejó Meg, arrancando una hoja de su libreta.

- Sí, pero está a punto de un colapso nervioso y no creo que pueda escribir bien en este momento- dijo Andrea – bueno, chicos, ¿qué debemos hacer?-

Hubo un largo silencio que fue interrumpido por el "¡ya nos jodimos!" que Cas exclamó.

- Bueno- dijo Sam – ya escucharon a Crowley, lo más importante ahora es conseguir miembros, lo primero que debemos hacer son carteles para que las personas nos conozcan y tal, ¿o no?-

- Sí, pero siempre tenemos problemas con esa parte- dijo Anna, suspirando.

- Vamos, si todos le echamos un poco de cerebro seguro que hacemos algo bueno- les animó Jo – pensemos-

- Necesitamos algo que diga "hey, somos bastante cool en este club" pero que también diga "nos tomamos la literatura en serio y todo el rollo"- explicó Sofía – y que transmita que aceptaremos a todo tipo de personas-

- Ya, la hubieras puesto más fácil- bufó Cas.

- Somos…siete personas, siete universitarios, no creo que no podamos con esto- dijo Sam, sonriendo.

Después de mucho meditar y quebrarse el coco, quedó algo así:

" ¿Te gusta la literatura?

¿te apasiona la poesía?

¿alguna vez has leído un libro y quisiste que nunca terminara?

Pues este es tu lugar, te invitamos a

El club del libro

nuestras reuniones son lunes, miércoles y viernes de dos a cuatro en el auditorio cinco del tercer piso.

Anímate a conocer más almas noveleras como la tuya, no seas tímido y visítanos el próximo lunes.

Para más información contáctate con nuestro presidente, Castiel Novak, a través del la página de facebook: Club del Libro Stanford.

¡Te esperamos!

P.D. Habrá café y galletitas gratis"

- Quedó horrible- dijo Cas, suspirando – no se va a unir ni un alma-

- Tal vez si lo imprimimos en hojas de colores y las letras en otra fuente…- comenzó Sofía –nada muy ñoño, que quede con estilo-

- Lo editaré- dijo Sam.

- Entonces esta semana la dedicaremos a repartir panfletos y colgar carteles- dijo Cas – y ya veremos qué hacer el próximo lunes, ¿de acuerdo?-

- Pues ya qué- bufó Meg.

- Está en juego el futuro del club- siguió Cas – si la cagamos, hasta Crowley nos dará la espalda, ya no habrá más libros gratis, no más café y galletitas, ya no vamos a poder ver películas aquí-

- ¿Ni la Sociedad de los poetas muertos?- preguntó Anna, haciendo un puchero.

- Ni esa-

- ¡Ay, no, Cas!, ¡entonces sí es muy grave!-

- Así es, Anna- continuó Castiel – así que hagámoslo bien o vayamos olvidándonos del club-


Hola!

perdón por el título horrible, mi cerebro no pudo encontrar uno mejor.

Si no han visto la sociedad de los poetas muertos les recomiendo AMPLIAMENTE que la vean, a mí me conmovió mucho.

Y bueeeno, más adelante aclararemos las relaciones de este grupo de universitarios;

un beso, un abrazo y gracias por leerme.