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Gracias.


Prólogo

Llovía. Era un día gris para la verde selva de Villaestío. Una chica de extraño color del pelo estaba caminando en guardia, acompañada de un conejito. Buscaba algo entre la maleza de la espesura selvática.

La humedad le molestaba, pero tenía un deber que cumplir, aunque las gotas le dieran la vara.

Se hallaba entre las altas palmeras una extraña actividad. Gente con una vestimenta extravagante, como si fueran a un concierto de rock a cantar, hacían cosas igual de raras que sus ropas. Con singulares aparatos hacían círculos alrededor de los salvajes habitantes, y luego estos les seguían con la apariencia de acabar de levantarse. Que capturen a un grupo reducido de pokémon era algo que no le parecía insólito, ¿pero toda la selva? Eso sí que no era normal.

Mas su objetivo no era detenerlos y rescatar a sus prisioneros. Su objetivo era buscar su guarida, su centro de operaciones. La selva era el lugar perfecto para hacer una guarida subterránea; había vegetación a tutiplén y podría haber sido utilizada para ocultarla.

Pero nada. La búsqueda no era fructífera. Había registrado hasta las reliquias, el lago, sin resultado alguno. Tenía que volver e informar a Carlos de la situación.
De camino a la base, una manada de electrikes le cortaron el paso. Esto ya era terrorífico. Los electrike no son agresivos, y además son miedosos; cuando un niño se acerca, estos huyen despavoridos.

Había una mano maestra detrás de este comportamiento. Los sujetos que rondan por la selva la habían emboscado.

-Vaya, vaya, mira quién tenemos aquí, la molesta Ranger de alto rango...-Conocía la voz. Detrás de esas personas extravagantes y los perros que manejaban, había alguien de más nivel aún. Sujetaba un paraguas de moda para no estropear su rosado peinado.
-Aina...-Dijo Selena, la chica del pelo azul.
-¿Qué es lo que estabas husmeando, pillina?-Lanzó la pregunta. Evidentemente Selena no la iría a contestar. Los encargos que los ranger tenían que cumplir para la mafia de Go-Rock era completamente confidencial.
Contestó con un vulgar "¿Y a ti qué te importa?".
-Así que no quieres decirlo, ¿eh? Bueno, ya que estamos, ¿por qué no llevarte como prisionera?-Se reía con una risa pícara de señora rica.
Selena desenfundó su "arma". Era un extraño aparato parecido a un móvil, aparentemente aparatosa, con una carcasa roja que protegía sus circuitos.

-Con acorralarme no te basta, y tú lo sabes.- La ranger abrió la tapa que protegía la pantalla del aparato y entonces una antena se mostró. La máquina lanzó inmediatamente una peonza, que fue directa hacia las verdes crías de lobo. Las rodeó, pero todos ellos se cargaban el pelaje de electricidad, hasta que hicieron estallar rayos que rompía el círculo de luz que creó el trompo plano.
La luz regresó y paralizó el brazo de Selena. Era una descarga muy fuerte. Dejó caer el capturador en el barro, y casi sus piernas. Los Electrikes se acercaron amenazantes, gruñendo, mientras los reclutas chocaron sus manos. El Plusle de Selena se asustó. Selena no lo comprendía.

-¿Sorprendida? Estas mejoras que nuestro querido hermano le ha puesto a los super capturadores permite potenciar los ataques de los pokémon un cincuenta por ciento. Aunque quién soy yo para decir esos números, sólo se que los ataques son más fuertes.- Se ríe de nuevo. -Cogedla.- Los reclutas a unisono afirmaron y fueron a coger a la agredida.
-Plusle, escapa tú. Coge mi capturador y ves a la base de Villaestío. Carlos sabrá que hacer.

Plusle negaba con la cabeza.

-No te preocupes por mí, seguro que averiguarán lo que habrá pasado. Ahora ve, ¡corre!
Aceptó de mal gusto. Bajó del hombro de Selena y cogió como pudo el capturador; agarró con la boca el llavero y fue corriendo a cuatro patas. Hizo tropezar a un par de reclutas, a mancharse de barro.
-¿¡Qué puñetas hacéis!? ¡Id a por ese Plusle de inmediato!- Ordenó Aina, y entonces Selena pensó que podría escapar de ellos. Pero una repentina decisión hizo que sus esperanzas se quebraran igual que vinieron.

-O espera... Mejor mandad a los perros.

Obedecieron. Con esos cacharros hicieron que los Electrike fueran a por Plusle. El conejo corrió como pudo en el terreno fangoso, y el capturador se dejaba cubrir por el. Cruzó la selva entera, fatigándose por cada paso que daba. El movimiento no le dejaba respiro alguno, perseguida por unos obligados y fieros lobos, mientras el viento de la lluvia obligaba a proteger sus ojos de las gordas gotas.

Lo iba a lograr. Estaba viendo playa. La cruzó y pararon de seguirla.
Que alivio.

Estuvo enfrente de la puerta automática de la base. Plusle golpeó la puerta para llamar la atención. Una persona rechoncha con ropa veraniega y una toalla que siempre lleva la miró.

-¡Anda, Plusle, tú por aquí!-Dijo con sorpresa. -¿Dónde está Selena?... ¡Oh!-Se fijó que llevaba el capturador a rastras. Su rostro reflejaba su cansancio. La cogió y entró con ella.

El interior no era gran cosa. Había una gran pantalla, una recepcionista arreglándose las uñas y un ascensor. El suelo era de moqueta roja y las paredes de color crema. Carlos sacó su capturador para contactar con uno de sus amigos, también jefe de una base de operaciones de la unión.

-¡Alejandro!-Gritó con desespero.
-Carlos, por favor, que sea la última vez que me gritas así por el capturador.-Se frotó la cabeza, señal de que el grito fue un delirio para sus tímpanos.-¿Qué ocurre?
-Se trata de una de tus rangers, Selena. Su Plusle ha vuelto con su capturador, ¡pero ella no!
-¿¡Qué!?- Exclamó. Se quedó callado un rato, pensando. -¿Qué le ha pasado? ¿Lo sabes?
-No, pero seguro que nada bueno. Plusle ha regresado fatigada y con el capturador de Selena.
-... Esto es grave. Pueden haberla matado. Manda a todos los ranger que tengas disponibles para buscarla, ¿sí?
-Tranquilo, Alejandro, mis chicos los buscarán- Giró la cabeza hacia sus queridos alumnos- ¿verdad que sí, chicos?
-¿Verdad de qué, viejo?- Preguntó uno de los tres chicos que pasaban su rato libre sentados en las sillas. No había oído la conversación que tenía con Alejandro. Ignoró al ignorante y volvió a la charla.
-¿Y qué hago con Plusle? Está empapada y jadeando, además de sucia...
-Cuídala tú.
-¿¡Qué!?
-Pues eso. Que la cuides tú.
-¡Pero Alejandro! ¡No tengo ninguna noción de medicina y lo sabes!
-Pero si solo la tienes que limpiar y secar, Carlos, no me vengas con medicinas ahora. En cuanto al capturador podría verlo tu operado-
-Mi operadora no sabe reparar capturadores.
-Pues estamos apañados. Más tus rangers, pero bueno.

Silencio.

-¿Entonces qué hacemos?

Se escuchó un bufido desde el aparato.
-No lo sé. De momento limítate a mandar a tus rangers a buscar a Selena por la selva, luego ya veremos.- Alejandro colgó y Carlos suspiró. Plusle no estaba satisfecha con la decisión que tomaron entre los dos. Pensaba escapar. Pero esperó a un momento dado, después de limpiarla y secarla en su casa, situada en el mismo pueblo. Hasta la acogió de peluche para dormir.

Mas en la cama, ella fingía estar dormida al lado suyo y se bajó de ahí. Carlos también se llevó el capturador de su compañera; no se fiaba de su operadora. Lo cogió desde el llavero con su boca y salió de su casa. Se subió a Lapras, no sin antes comunicarle que tenía que ir a Otonia para luego correr hacia Villavera. Dicho su destino, el pokémon transporte no tardó en dirigirse hacia la ciudad.

Después de que el plesiosaurio acorazado zarpara hacia Otonia, Carlos, tuvo un despertar consciente. Notó que le faltó algo. Se levantó de enseguida, llamó a Plusle varias veces; sin embargo, no acudía. Salió de su casa; el cielo se había despejado. No había nube que anunciara otra tormenta. Fue a todos los rincones del pueblo, y en su búsqueda también notó que el lapras que fielmente esperaba a la desaparecida ranger tampoco estaba.
Tenía que informar a Alejandro inmediatamente.

Después de una charla con Alejandro, se decidió que la búsqueda de Plusle se iniciaría por la mañana, cuando el lapras llegara al puerto de Otonia. Mientras, un barco lleno de pasajeros que ansiaban conocer nuevas tierras iba a llegar al puerto a la misma hora.