Nada mío, S. Meyer, blablabla.
Le dolía verla tendida ahí en el oscuro hueco de la pared afilada. Monstruos, la palabra resonaba en la mente de Ian, se negaba a creer que se refería a él. Ella no comía, solo en silencio acostada sobre el frío suelo de roca, negándose a hablar con cualquiera, negándose a hablar con él.
Pero a él no le importaba su indiferencia, no le importaba no comer, no dormir o lo que fuera; porque él la quería, aunque fuera un bicho de esos, y no iba a abandonarla.
Ian y Wanda son un amor :D y necesitaba hacer algo. Esto sigue taaan desierto u.u
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