31 de septiembre

Querido hijo:

Estas acostado, boca arriba, en tu cuna, totalmente dormido, ¡Que niño hermoso eres, mi muchacho!

Yo, estoy sentado, a tu lado, en mi silla, totalmente despierto, ¡Que niño hermoso eres, mi muchacho!

Hijo, te escribo estas líneas desde lo más profundo de mi alma, desde lo más hondo de mi corazón para decirte que eres mi vida, mi todo; que con cada uno de tus latidos me regalas vida nueva y deseos de vivirla. Has cambiado mi forma de ver el mundo, me has convertido en un hombre mejor.

Y ahora en medio de todo el caos en el que estás forzado a vivir tus primeros meses, puedo sentir la paz que emana tu ser: tu carita con los ojos cerrados, tus piecitos cubiertos por el pijama, tus manitos con el puño cerrado, el poco cabello negro azabache que tienes...

Niño mío, mi muchachito, hoy, a la luz de tu candil de noche, te juro sobre lo más sagrado que lo venceré para sacarte de este encierro, es libertad lo que te prometo, voy a darte todo lo que te mereces, mi vida por ello.

Este miedo, esta impotencia son la gran herida de mi alma y mi gran deuda contigo, hijo adorado. Por esa razón, te juro, que el lugar al que llames hogar será un lugar que te sostenga cuando aprendas a caminar, mientras aprendes a jugar, un lugar donde puedas correr por el jardín y abrir todas las ventanas, un lugar que resista la emoción que sentirás cuando llegue la carta del colegio, que te extrañe cuando te hayas marchado a estudiar y que espere con ansias tu regreso, un lugar que invite a tus amigos a compartir contigo, y que este preparado para recibir a la muchacha que conquiste tu corazón... un lugar que pueda verte crecer feliz y libre...

¡Oh! El reloj ha marcado las 3,30 de la madrugada y tú, pequeño Harry, acabas de cumplir dos meses de vida. Has abierto los ojos y me has mirado a través de los barrotes de la cuna... ¡Te sonreíste! ¡Es la primera vez que lo haces!... La felicidad que siento en este instante es indescriptible:

¡Libre, Harry, libre! esa es mi promesa. Lucharé por tu libertad. Para que crezcas feliz, sano...

¡Libre!.. Me sabrás disculpar, cuando estés leyendo esta carta, que repita tanto esta palabra: se ha vuelto el sentido de mi vida, tu libertad, para que toda esta guerra, esta lucha, esta muerte sea un vago recuerdo que no hará falta recordar.

Niño mío, mi muchachito, hoy, a la luz de tu candil de noche, te juro sobre lo más sagrado que lo venceré para sacarte de este encierro, es libertad lo que te prometo, voy a darte todo lo que te mereces, mi vida por ello.

¡Mi vida por ello!

Me haces muy feliz, pequeño mío, y con esta carta, sello mi amor por ti, de un padre a su hijo; de James para Harry, desde mi silla a hasta tu cuna:

Mi vida por ello, Harry Potter, mi vida por ti... Te amo.

Siempre a tu lado,

James Potter