He aquí un pequeño secretito: Estos personajes no me pertenecen…ni siquiera Capitán América u.u yo sólo juego un ratito con ellos

a continuación mi historia:

POV Steve Rogers

Revise por milésima ocasión las líneas escritas en el insignificante pedazo de papel que sostenía nerviosamente, era evidente que había sido doblado y desdoblado incontables veces, se leía: "Baker 345"…era su dirección: la dirección de Peggy. Conducía mi motocicleta en el vecindario que me había indicado el agente Coulson al entregarme la información que le había solicitado con tanto afán.

Lo que más deseaba era verla, lo que mas anhelaba era disculparme por llegar tarde y por perderme durante tanto tiempo… Me detuve frente a la casa adornada con el mismo número dibujado en el papel. Suspiré hondo "¿se encuentra la señorita…no, la señora Carter…es decir, la señora…Hudson…? diablos"

Con mil y un recuerdos y emociones agolpados en mi cabeza me acerqué a la puerta. Con la mano temblorosa pulsé el timbre.

Al abrirse la puerta una mujer mayor apareció en el umbral, su cabello era completamente blanco, su rostro esta surcado por innumerables arrugas, sus manos parecían terriblemente frágiles y sus dulces ojos marrones, que reconocería en cualquier parte, me miraban fijamente asombrados.

−Hola –sonreí sin poder creer todavía que la tuviera frente a mí

−Hola… −su voz sonaba más áspera que la última vez, pero aun conservaba la melodía que recordaba − ¿Qué haces aquí?

−Teníamos una cita –le recordé

−Llegas tarde –murmuró tristemente, sus ojos se tornaron acuosos

−Lo siento mucho, Peggy –mi voz se quebró al mencionar su nombre

−Yo también

−Me gustaría hablar contigo – Sonreí apenas, para intentar disfrazar la melancolía que se desbordaba de nuestras miradas

−Perdona, no tengo tiempo ahora –dijo rápidamente

−Mañana tal vez –inquirí un tanto desilusionado

−No creo que sea posible…me dio gusto verte otra vez, adiós, capitán –detuve la puerta antes de que ella la cerrara completamente

− ¿Por qué no quieres verme? – le cuestioné

−No es eso, Steve, aún no sabes mucho de las mujeres –esbozó una mueca triste que pretendía ser una sonrisa, y cuando la primera lágrima nació en sus pupilas cerró la puerta dejándome en claro que me quería fuera de su vida

−Lo lamento, Peggy, perdóname –fue lo último que logré decir antes de que el llanto me cortara la voz

...

Había bebido un par de tragos antes de regresar, apenas me había permitido derramar un par de lágrimas, pero yo había crecido con la firme idea de que los hombres simplemente no lloran.

Entré a la torre Stark rápidamente, ya que lo último que quería era que cierta persona incómoda (cuyo apellido se leía en lo alto de la torre) me abordara.

La razón por la que ahora me hospedaba en ese lugar, era sencilla: Al terminar la misión con Loki, el tesseracto y los alienígenas, Fury nos permitió irnos, tan lejos como quisiéramos. Pero al salir del cuartel de SHIELD, me di cuenta que todos regresaban a sus vidas, y yo no tenia ningún lugar a donde ir, yo no tenia nada. Y el buen Stark, tan compasivo, me ofreció un espacio en su "humilde" emporio y yo ingenuamente acepté.

Iba tan distante a la realidad que arrollé a alguien, a una mujer.

− Lo siento, Romanoff –me disculpé de inmediato. La agente también se había mudado a la torre junto con ojo de halcón, ya que la idea original del genio millonario era que todos viviéramos juntos, por lo que los otros dos vengadores también recibieron una cordial invitación a morar con nosotros, más decidieron que necesitaban arreglar varias cosas en otro lugar

−No hay problema, capitán –respondió ella profesionalmente como si de una misión se tratara, pero cuando me miro a los ojos su expresión se suavizó − ¿Qué ocurre?

−Nada –respondí tan firme como me fue posible

− Fuiste a ver a Peggy, ¿verdad? – adivinó, yo asentí con la cabeza, no me sentía capaz de hablar − ¿y que pasó?...vamos, puedes confiar en mi…escucha, te invitó un trago ¿te parece?

−Me parece bien –algo así pensaba decir, sólo que alguien se me adelantó, la agente Romanoff y yo giramos la mirada para encontrarnos con la irritante sonrisa de autosuficiencia de Tony Stark

−No creo que sea buena idea –me apresuré a contestar

−Coincido con el capitán – me secundó la agente

−Tal vez otro día –dije. "Tal vez el día que enloquezca" pensé. No, ni loco permitiría que Stark se sentara en un bar conmigo a charlar de mujeres

...

−Mejor olvídala, capi…de cualquier forma, mujeres hay demasiadas –balbució un ebrio Stark. Supongo que ya había enloquecido, considerando que ahí estábamos los tres: Black Widow, Iron man y yo, sentados en un bar cercano. Cuando se metía una idea a la mente de Tony Stark, no había poder humano que le disuadiera.

−Mejor cierra la boca –lo acallé.

− ¿Por qué? Yo sólo…

−Por tu bien –respondió Romanoff fulminándolo con la mirada, luego se volvió hacia mi –Creo que Peggy tiene razón

−Pero, ¿Cómo quiere que la entienda? –cuestioné, totalmente inconforme con la única fémina de la mesa

−No imparten cursos sobre mujeres bajo el hielo –ironizó el hombre de hierro

−Ni en ningún lugar –la agente desechó el comentario – Escucha, trata de ver el panorama desde su perspectiva, ponte en sus zapatos – me aconsejó

−No, capitán, así empiezan y luego usan falda y maquillaje – intervino con fingida preocupación el millonario

−Vete al diablo, Stark – dije con ápices de fastidio en la voz

−Lo que digo… –retomó Black Widow

−Te entiendo, agente, yo no soy el ebrio –la interrumpí de mala gana, algo totalmente inusitado en mi –Pero si ella fuera a verme, yo no le daría un portazo en la cara –argumenté

− ¿Seguro? –preguntó Romanoff

−Por supuesto –respondí muy seguro

La viuda negra negó con la cabeza y prosiguió:

−Imagina que…

−Que ella siguiera siendo una belleza y tú un anciano decrepito –terminó la frase el "genio filántropo"

−Exacto –enfatizó ella

−Ja… ¿Quién es el ebrio ahora? –se burló Stark

−Sigues siendo tú−respondí

−Cierto−reconoció antes de soltar una carcajada

−Ya basta –nos regañó la agente como a dos niños insolentes − escúchame bien, capitán –continuó con voz ecuánime, miró la mesa unos segundos y luego me vio fijamente a los ojos −1941, el cuartel de Hydra, combate final –citó con seriedad, yo fruncí el ceño. No sabia a donde quería llegar pero estaba seguro que no sería un sitio agradable –Llegas a la nave de Red Skull minutos antes de lo que realmente ocurrió, aún no despega y logras impedir que lo haga –relató, escogiendo cada una de sus palabras con cuidado –bajas victorioso, consciente de que has salvado el mundo…pero te informan que existe una segunda nave, valientes soldados la han abordado para evitar una catástrofe, entre ellos se cuenta a la señorita Carter –hizo una pausa para crear un efecto dramático –corres a la torre de control para ver la situación, parece que hay problemas, todos están muy ansiosos y entonces lo saben…la nave se desploma en el gélido mar. Impresión. Angustia. Dolor. Buscan a los soldados pero apenas encuentran algunos cadáveres. No hay sobrevivientes, no hay esperanza. –Su historia comenzó a inquietarme, ella lo notaba y proseguía sin compasión – Por muchos meses te niegas a aceptar que Peggy se ha ido pero el tiempo apremia y no se puede vivir de recuerdos. Años después conoces a una mujer que es dulce y amable, te hace sonreír y le da sentido a tu vida, así que decides casarte con ella. Tienen hijos y después nietos, envejecen juntos, tu cabello se decolora, tu rostro se llena de arrugas –otra pausa para asegurarse de que en realidad lo visualizaba –un día tu esposa fallece y…la vida continúa. Cierta mañana alguien toca a tu puerta ¡Es Peggy! –Su voz adquirió matices de emoción rompiendo el aire lúgubre que se arremolinaba en sus palabras –tan joven y bella como la recordabas, te pide perdón, se tortura por no haber estado contigo… ¿Qué le dices?

−Que lo olvide, que soy parte de su pasado y no debe desperdiciar su tiempo tratando de salvar el pasado –murmuré sin pensarlo

Romanoff se limitó a asentir con la cabeza y yo sentí un nudo en la garganta al comprender el motivo de su narración

−No es que ella no quiera verte, pero no quiere que la veas –concluyó la viuda negra

− ¿Qué hago entonces? –pregunté inocentemente, negándome a aceptar el punto que tan ingeniosamente me había mostrado la mujer que tenia enfrente

−Sigue tu consejo: olvida el pasado –respondió la agente en voz baja

−Será más fácil si sales con alguien –intervino Stark, luego se acercó a mi y en un patético intento de susurro prosiguió – ¿Qué tal la pelirroja de enfrente?

Sonreí un poco

−No lo creo, en primera porque si lo hiciera, ¿Quién me ayudaría a entender la perspectiva femenina?

−Yo podría hacerlo –propuso el millonario

−En segunda, porque es una buena amiga –enlisté

−Es sólo una ligera línea –refutó él

−Y en tercera y más importante, acabaría con una flecha atravesando mi garganta –finalicé mientras me ponía de pie

−Si tan solo tuvieras un escudo, cortesía de Howard Stark –ironizó Stark Jr.

−Muchas gracias, agente Romanoff –agradecí sinceramente

−Un placer, capitán –contestó ella

−Señor Stark –me despedí

−Capitán –respondió el aludido

Me puse mi chaqueta y me dirigí a la puerta, a unos pasos de alcanzar el umbral una voz femenina me llamó

−No lo olvidarás, ¿cierto? –adivinó la agente

−No puedo –confirmé

...

Que tal? Es lo primero que escribo en toda mi vida!

si alguien lee esto dejen un bonito comentario, ya sea critica, sugerencia, consejos o felicitación n.n porfavor...subiré el segundo y ultimo capitulo muy pronto…

Au revoir!