¡A las buenas! Ya iba siendo hora de hacer un fic totalmente "para adultos". Vale, yo tampoco lo soy aún, pero los niños de hoy en día somos muy precoces, casi tanto como los chicos del Raimon (o algunos de ellos; todos sabemos que Kabeyama no se casará nunca jamás). Aunque no sé cómo de hentaitástico me quedará, que mi perversión a veces no da para tanto.
En pocas palabras, éste será un fic basado en los diferentes puntos de vista de un mismo día (el de lluvia), los cuales, en principio, no estarán relacionados (aunque puede que me arrepienta y acabe haciéndolo, que soy mu' veleta XD). Cada capítulo narrará la historia de una pareja (Sí, claro, "PAREJA"… cofcof) y lo que le sucede en ese día con ellos. O al menos ése es el plan, aunque puede que al final me arrepienta y divida algún capítulo en 2 o Dios sabe qué. Pero bueno, que no es el plan inicial.
Además, es hora de ir diciendo, porque creo que todavía no lo he hecho, que todos mis fics, al menos de Inazuma Eleven, están interconectados (-Pero si sólo escribes sobre Inazuma Eleven. +¡TÚ A CALLAR!). En este capítulo veréis algo que aún no he contado en ningún otro, pero no tardará en llegar. Creo que lo notaréis enseguida; en serio, es muy raro xD Aunque bueno, siempre que pase algo en un capítulo que necesite de otro para ser comprendido al 100% lo haré saber en las notas del autor de aquí, ¡así que no os apuréis por eso!
Oh, y por supuesto, ¡dedicatoria! Este capítulo va especialmente dedicado a mi amiga Karasawr. La conocí en el RP de Twitter, donde hacía y hace de Haruna bajo el nick de "nearlysecretsis", por si queréis seguirla. Ella fue la que me sugirió la idea de hacer esta historia, y la que inspira este capítulo en concreto. Así que si os gusta el capítulo (QUE LO DUDO), agradecédselo a ella :3
¡Pues lo dicho! Espero que disfrutéis con este género tanto como lo habéis hecho con los demás. No es que los otros sean buenos, es que al menos no quiero que baje el nivel xD
¡Disfrutad!
Mamoru Endou no era el único con contacto con la gente del futuro. Todo el mundo en Inazuma había visto ya a las versiones adultas (o jóvenes) de sus amigos, compañeros y familiares. Por supuesto, Yuuto Kidou, ex capitán del Teikoku y actual miembro del Raimon, no era una excepción.
Buscó, buscó, y buscó, y acabó encontrando lo que buscaba. Un chico –qué digo, ¡un hombre!– alto, de pelo castaño y alborotado, el cual vestía una chaqueta rosa y unos pantalones verdes pistacho, estaba sentado en el banco de un parque, comiendo tranquilamente una manzana. Muchos hubieran apostado por un plátano, pero no sólo de potasio vive el hombre.
Sus ojos, grises y afilados, reflejaban un alma que, si bien era buena, se mostraba reticente a aparentarlo. Yuuto se acercó a aquel hombre en cuanto acabó de comer.
-Fudou... san. –dijo el chico de los binoculares.
-Mira a quién tenemos aquí. –Akio Fudou le dedicó una de sus malvadas sonrisas al que en otro tiempo fue su rival. –Ya decía yo que no podías faltar tú habiendo tanto mocoso suelto por aquí últimamente. Aunque he de reconocer que dudo que tú seas tan pesado como los demás.
-Pues... La verdad es que... Tengo que pedirte un favor, Fudou... san. Espero que no te importe.
Fudou levantó una ceja y se recostó en el banco, curioso.
-Tú dirás. Aunque no sé si aceptaré o no.
Esa malvada sonrisa seguía en los labios de Fudou mientras Kidou tragaba saliva, dispuesto a hablar.
-Quisiera que... Que...
-No tengo todo el día, Yuuto. –Akio recalcó el nombre de pila de su antiguo compañero de equipo.
El mencionado se ruborizó ligeramente y apartó la mirada durante un segundo. Cuando volvió a mirar a su crecidito amigo, le espetó:
-Quiero que cuides de Haruna mientras no esté.
Fudou alzó aún más su ceja, pero la sonrisa desapareció de su cara.
Kidou prosiguió:
-Me voy durante unas semanas y quiero que cuides de Haruna por mí. Sakuma se viene conmigo, y no localizo a Genda. Y puesto que los de tu época están luchando contra ese Fifth Sector del que me habló Endou-kun... Creo que sólo quedas tú.
-Vaya, vaya~... No imaginé que vendrías arrastrándote hasta mí para que hiciese algo así. –respondió burlón. ¿Y qué saco yo?
-...Por favor, Fudou... san. Si pudiera pedírselo a alguien más lo haría, pero eres mi última esperanza. Será poco tiempo, lo prometo. No puedo darte nada, pero lo necesito. –Yuuto frunció el ceño, preocupado por la posible negativa de Akio.
El mayor de ambos suspiró y agitó la mano con desgana mientras cerraba los ojos.
-Sí, vale, lo que sea. Me haré cargo de tu hermana para compensar tu negligencia fraternal.
Kidou se inclinó como muestra de agradecimiento, mascullando un "gracias" casi inaudible.
Y así, Fudou se convirtió en niñera.
-Idioteces. -pensó el adulto.
-¡Fudou-san, Fudou-san!
La joven Haruna Otonashi corrió a encontrarse con su "cuidador". Ya casi había pasado el período de tiempo en el que su hermano estaría fuera, y Fudou había tenido que llevar a la chica a todas partes. A comer, al cine o simplemente a pasear habían sido algunos de los destinos a los que la alegre joven le había arrastrado. Fudou ya estaba harto... pero reconocía que tenía cierto encanto. Por raras que fueran las miradas que le lanzaban sus conocidos al verle cuidando a una niña. Miradas que devolvía con odio, obligando a los demás a volver la cabeza.
-Fudou-san, dime, ¿tú también estás casado como Endou-san?
Fudou entornó los ojos antes de contestar.
-¿Tú ves algún anillo? Tch... Además, no soy un hombre de parejas, Haruna.
-¡Pero si tú en el fondo eres muy bueno! ¡Estoy segura de que muchas chicas querrían salir contigo! –dijo Haruna sonriente.
-...Cállate.
Haruna sonrió complacida. El carácter de Fudou le parecía gracioso.
-Muchas gracias, Fudou...san.
Kidou se inclinó, agradeciéndole a su amigo su ayuda. Haruna le dio un abrazo a su protector antes de marcharse, haciendo que el adulto se ruborizase ligeramente y soltase uno de sus típicos chasquidos de lengua.
Fudou se había estado comportando de una manera extraña esas últimas semanas. La compañía de Haruna le había cambiado el talante. Cuando estaba con ella, actuaba de una manera diferente. Por primera vez, trataba de no parecer tan rudo y descarado. No disfrutaba demasiado de las cosas que la chica le llevaba a hacer, pero su compañía no le disgustaba.
-Idioteces. –pensó mientras se recostaba en su cama.
Algo le llevó a acercarse al Raimon al día siguiente.
Estuvo viendo el entrenamiento del equipo liderado por Takuto Shindou, aunque muchos jugadores estuvieron más pendientes de el desconocido que del propio juego mientras éste hablaba con Endou. Más que nada, se preguntaban por qué aquel hombre no paraba de llamar "Ernando" a su entrenador a pesar de las múltiples quejas de éste. Especialmente un chico que se llamaba, eh... ¿Tsundere? Fudou no podía recordarlo bien. Tampoco le interesaba.
Acabó el entrenamiento y decidió darse una vuelta por el edificio en el que, diez años atrás, había residido durante el FFI. Se sorprendió al ver que todo alrededor estaba muy cambiado. Pero su sorpresa se acrecentó al ver allí a una cara conocida.
-...Haruna.
La mujer se sorprendió al verle. Recordaba haber visto a Fudou adulto, pero...
-¿Desde cuándo es...? –se preguntó, sonrojándose ligeramente pero tratando de actuar de manera normal. No se había dado cuenta, pero Fudou se había convertido en un hombre apuesto y atractivo. Alto, musculoso. Pero Haruna trató de apartar esas ideas de su cabeza.
Lo cierto es que Haruna había crecido estupendamente. Se había convertido en una mujer preciosa. De aire adulto pero a la vez con ese dulce encanto que la caracterizaba. Pero Akio trató de no pensar en ello.
-¿Qué haces por aquí? –preguntó Otonashi.
-He venido a ver los entrenamientos. Tenía curiosidad.
-Ah, ya veo...
Haruna guardaba alguna esperanza de que viniera a verla a ella. Aún le guardaba cariño a aquel hombre que la había cuidado de niña. Aunque probablemente hacía poco que lo había hecho, ya que esos recuerdos eran de algún modo recientes dentro de su cabeza.
-Hacía ya tiempo que no te veía, Haruna. –Fudou esbozó una pequeña sonrisa de medio lado. -Sabía que Endou estaba por aquí, pero no que tú también. Así que trabajas aquí.
Haruna asintió.
-¡Hacía mucho tiempo, sí! Y sí, Endou es el entrenador del equipo, y yo ahora soy profesora aquí en el Ra-
Una oración impersonal cortó en seco su discurso.
-No sabía que iba a llover hoy... –dijo Haruna, extendiendo su mano y comprobando si realmente caían gotas. –Vamos a calarnos, y no tengo paraguas...
Fudou chasqueó la lengua y resopló antes de quitarse la chaqueta y lanzársela a Haruna a la cabeza con un frío "póntela sin rechistar". Haruna no pudo evitar notar que la chaqueta olía a él, lo cual le hizo estremecerse ligeramente. Ese olor le parecía protector, agradable y reconfortante. Se la puso corriendo.
-¿Y tú, Fudou-san?
-Yo estoy bien. Venga, vete.
Haruna titubeó.
-P-pero tendré que devolverte la chaqueta... Oye... ¿Y... y si vienes a mi casa?
Fudou se sorprendió, y, aunque receloso, acabó aceptando. Los dos se pusieron en camino, corriendo; Haruna para no mojarse y Fudou para seguirle el ritmo a la chica. Lo cierto es que al hombre no le importaba demasiado mojarse. No sería la primera vez.
Haruna cerró la puerta a su paso, riendo nerviosamente mientras miraba a Fudou.
-No parece que vaya a parar pronto... Eh... ¿Quieres quedarte un rato? –preguntó Haruna.
-...Está bien.
Haruna dejó la mojada chaqueta de Fudou en el perchero que había al lado de la puerta y se dirigió hasta el salón, sentándose en el sofá. Fudou miró alrededor.
-No está mal la casa. –dijo el chico, tratando de ser amable. Haruna sonrió ante el intento, aunque su tono de voz no hubiera sido el mejor para tratarse de un elogio. En realidad, era una de las cosas que le gustaban de él, así que no lo hubiera querido escuchar de ninguna otra manera.
Dio unas palmadas al sofá, invitándole a sentarse a su lado. Así lo hizo.
-¿Quieres ver la tele?
-Como quieras. Es tu casa. –respondió Fudou, encogiéndose de hombros.
Silencio incómodo. Haruna, tratando de escapar de él, se levantó y volvió a los pocos minutos con un bol de M&M's.
-¿Te apetece? –dijo sonriente.
-Puede pasar. Aunque el chocolate no es realmente lo mío.
Comenzaron a comer. Un partido entre dos selecciones malas hacía acto de presencia en la pantalla del televisor.
-Tch... Idioteces.
Haruna era la única mínimamente interesada en el partido. Ella era de las que piensan que todos los partidos tienen su encanto y son divertidos de ver. Una muestra más de cuán diferentes eran. Y sin embargo, se sentían más cerca el uno del otro a cada instante.
Sus manos se encontraron varias veces en el bol mientras veían el encuentro, poniéndoles a ambos nerviosos.
Nerviosos y excitados.
Cada roce, cada contacto, cada mirada, cada palabra; Haruna cada vez lo tenía más claro. Y la falta de quejas por parte de Fudou no hacía más que sugerirle que él sentía lo mismo, ya que la susceptibilidad del chico era patente cada vez que algo le desagradaba.
Le quería. Quería sentirle de nuevo. Su piel. Su cuerpo. Sus labios. Su calor.
Y puede... sólo puede... que algo más.
Y por conseguirlo, se arriesgaría a hacer lo que nunca hubiera intentado de otra manera.
Fudou estaba lanzando M&M's al aire y cogiéndolos con la boca con los ojos cerrados. No estaba haciendo demasiado caso al partido; esos memos no le importaban lo más mínimo, ni siquiera sabían pasar el balón. Pandilla de piesplátano...
Sin embargo, algo le rondaba la cabeza. Estaba en casa de Haruna. Su protegida. Aquella a quien tenía que cuidar. La hermana de su amigo, de la que debía hacerse cargo. Y sin embargo, se sentía tan raro a su lado... No la veía como a un pequeño e indefenso animal que necesitaba su protección. Ya no.
Su corazón palpitaba más rápido de lo normal, cosa que no solía pasarle ni en los peores momentos. Su frialdad se estaba evaporando. Sentía un peso sobre su pecho.
Y entonces, se sorprendió.
Al ir a coger un M&M con la boca como llevaba ya un rato haciendo, comprobó que éste no caía.
-No puedo haber fallado. Nunca fallo en esto. Me costó aprender, pero ya nunca fallo.
Abrió uno sólo de sus ojos. Haruna estaba recostada sobre él, absolutamente sonrojada. Luego de ahí provenía el peso que sentía. Por un lado se alegró, por otro no hizo más que intensificar su duda. Así como su respiración.
Por una razón que ni siquiera ella alcanzaba a entender, la mujer había cogido el M&M que estaba destinado a acabar en la boca de Akio y se lo había comido en el aire. Fudou la miraba fijamente, pero Haruna escondía su cara en el pecho de éste.
-¿Qué se supone que haces ahí? –preguntó Akio, desconcertado.
La chica no supo que responder. Así que no lo hizo.
Alzó la cabeza y miró a Fudou. Se acercó lentamente a él y, para cuando se quiso dar cuenta, él chico por el que suspiraba ya estaba respirando sobre sus labios. Éste rodeó su cuerpo con sus musculosos brazos. Haruna no pudo aguantarlo más y se fundió con él en un tierno y largo beso.
Pero no era suficiente.
Haruna deslizó sus manos por el pecho de su pareja, bajando hasta encontrarse con la entrepierna de éste, la cual masajeó suavemente antes de desabrocharle el pantalón, haciendo que el miembro de Fudou comenzase a ponerse tenso. En cuanto sus pantalones estuvieron abiertos, Fudou procedió a quitarle la chaqueta a Haruna, ya que, al no haberse mojado, no se la había quitado al entrar.
Ya era definitivo. Iban a dejar correr todo lo que sentían el uno por el otro. No necesitaban palabras. Tampoco las querían para nada. Sus actos hablarían por ellos mismos.
Se quitaron mutuamente las camisetas. Haruna dejó ver un busto bastante más grande de lo que se vislumbraba a simple vista. Sus pechos, redondos, suaves, perfectos, refulgían por causa de la luz artificial que emanaba del televisor. El torso de Fudou, como se podría esperar de un atleta de talla mundial como lo había sido, estaba tonificado y duro, destácandose ante todo lo marcado de sus abdominales. Sus brazos, musculosos y robustos, harían las delicias de más de una mujer si alguna de ellas tuviera la suerte de caer en ellos.
Cuando Haruna se reclinó para volver a besarle, Akio le desabrochó el sujetador y lo lanzó lejos. Recostó a la chica en el sofá. La agitada respiración de la chica le indicó que no podía esperar más. Estaba suplicando con la mirada que acabase con su tortura. Le quería dentro de sí. Quería hacer el amor con él como si no hubiese futuro. Quería compartir aquella experiencia con él y sólo con él.
Era la primera vez de ambos, pero sólo Otonashi estaba preocupada por eso. Fudou sabía perfectamente lo que quería y cómo conseguirlo. Aquella niña que le había cambiado se había convertido en mujer, y la haría suya. Pensaba descargarse completamente y eliminar esos sentimientos de su ser. O intentarlo, al menos.
Así, se quitó los boxers y los lanzó al lado del sujetador de Haruna.
Apartó a un lado con un dedo la ropa interior de Haruna, sin quitársela, y, sin ningún tipo de duda ni compasión, clavó su miembro dentro de ella. La chica soltó un sonoro grito mientras el hombre a quien quería penetraba dentro de ella. Le había dolido. Mucho.
Pero quería más.
Fudou agarró a la chica a la que deseaba con toda su alma fuertemente por la cintura y comenzó a moverse, pero, viendo las reacciones de ésta, redujo un poco la marcha. La cara de la chica fue cambiando; la mueca de dolor del principio acabó convirtiéndose en una expresión lujuriosa, y cuando ésta comenzó a gemir y sus interiores comenzaron a contraerse alrededor de su miembro, supo que estaba preparada.
La sujetó por la espalda y, sin sacar su miembro de dentro de ella, la colocó contra el respaldo del sofá, con la piernas subidas hacia arriba, presionando su cuerpo. Se recostó sobre ella y, mientras le lamía el pecho, comenzó a empujarse violentamente contra ella, con estocadas cada vez más profundas. Haruna no podía parar de gemir, gritar, chillar el nombre de Fudou; jamás pensó que algo pudiera sentirse tan bien.
Akio tampoco se quedaba atrás, pero él no podía rebajarse a tales niveles; Haruna estaba muy prieta y su miembro estaba palpitando violentamente dentro de ella, era una sensación increíble poder tener su cuerpo para él. Pero no pensaba soltar gemidos tales como los de su pareja; no hacía más que contener los sonidos que el placer le obligaba a producir, ya fuera apretando los dientes, besando a Haruna o mamando de sus enormes, redondos y perfectos pechos.
Haruna había perdido totalmente la cordura. Tenía los ojos cerrados con fuerza y estaba tan sólo sujeta a los hombros de Fudou. Su cuerpo estaba literalmente en el aire, apretado contra el sofá por los atléticos brazos de Akio. No quería hacerlo, pero entre gemido y gemido le imploraba al castaño que no se contuviese, que fuera más duro con ella. Y éste, como buen cuidador, obedecía sin rechistar. Al final, no pudo aguantarse más; Haruna gimió, gritó, chilló, mientras entraba en un estado de éxtasis casi celestial, inundando el miembro de su compañero con sus fluidos mientras eyaculaba. El calor de las esencias que emanaba Haruna hizo estremecerse a Akio, quien supo que estar listo para llegar al punto cumbre al igual que acaba de hacer la chica. Se dispuso a deshacer la conexión que los unía y llegar al súmmum del placer, pero Haruna le agarró. Comprendió el mensaje.
Fudou dejó correr su semilla en Haruna lo más dentro que pudo.
Acabaron el uno encima del otro, arrodillados en el sofá. La chica no podía contener sus inmensos deseos de besar al chico, y éste correspondía lo más fríamente que su mente, contaminada por el amor, le permitía.
Pero no acabaron ahí. Haruna estaba totalmente desbocada, deseosa de sentir más y más a aquel que la había cuidado tan bien. Y esperaba que, a su vez, él también disfrutase con ella.
Le tumbó en el sofá y se colocó sobre él, dejando la zona de su cuerpo que ya pertenecía al hombre al alcance de su boca, mientras ella se agazapaba, buscando el palpitante órgano de su pareja. Haruna era visiblemente más sensible a los lametones que el chico, quien, en un esfuerzo sobrehumano, contenía la necesidad de gemir, gritar, chillar por el inmenso placer que le estaba procurando la lengua de Otonashi.
La sinhueso de Fudou se deslizaba por todos los rincones del interior de Haruna. Lamía, chupaba, mordía. Todo por oír esos sonoros gemidos que la chica producía, los cuales hacían que su miembro palpitase dentro de la boca de su acompañante. Sus dedos correteaban por la piel de la chica, acariciándola, seduciéndola, y, finalmente, metiéndose dentro del recto de ésta.
Sus labios agarraban la punta del órgano de Fudou, succionando suavemente. Sus manos, al mismo tiempo, toqueteaban la longitud del miembro, bombeándolo cariñosa pero rítmicamente, siempre dejando algún corto espacio de tiempo para masajear la base, ya que todo el cuerpo de su amante temblaba cada vez que lo hacía. Nadie diría que era la primera vez que placía a un hombre, pero el deseo le enseñaba todo lo que necesitaba saber. Finalmente, metió ese enorme órgano en su boca, lo más lejos que pudo.
Ambas situaciones se produjeron al mismo tiempo. Haruna lagrimeó y abrió los ojos de par en par al sentir los dedos de Fudou dentro de su recto. Fudou apretó los ojos con fuerza y aceleró su respiración al sentir el contacto con el paladar de Haruna. Pero ambas acciones tuvieron el mismo final. Los dos amantes, compañeros de deseo, enamorados, eyacularon violamente, uno en la boca del otro. Ninguno de los dos pudo contener el ansia de beber el fruto del placer del otro.
Continuaron durante horas. La tormenta no amainaba un ápice. La fuerza de la tempestad parecía crecer a medida que crecía la lujuria de ambos. Haruna no paró de gemir, gritar, chillar el nombre de Fudou, cada vez de forma más lasciva, mientras era penetrada de costado, botaba sobre el miembro de éste o su chico se dedicaba a beber el fruto de sus eyaculaciones. Fudou murmuraba cada vez que oía la voz de Haruna, y su miembro recuperaba el vigor perdido al sentir lo mucho que disfrutaba Haruna de su compañía. Es imposible saber cuántas veces hicieron el amor. ¿Cómo contarlo? ¿Por el número de orgasmos? ¿Por la diferentes posturas que utilizaron? Todo era demasiado salvaje como para darse cuenta. No fueron pocas las veces en la que Haruna llegó al culmen del placer varias veces en una sola postura, sin que Fudou se despegase de ella. Tampoco se puede decir que Akio no estaba lo suficientemente excitado como para endurecerse de nuevo tras un orgasmo en cuestión de segundos. Y, cuando sus fuerzas finalmente se agotaron, en un último arrebato de lo que ya era una mezcla de amor, pasión y simple deseo, sí, Fudou gimió, gritó, chilló el nombre de Haruna, mientras se disparaba violentamente dentro de ella, terminantemente.
Lo único que les quedaron fueron los besos, que parecían no tener un final concreto.
-...Fudou~... –gimoteó Haruna, recostada sobre el pecho de su chico. Estaban sentados en el sofá, tal y como lo habían estado en aquel momento previo a su unión.
-...Dime.
-Yo... A-akio... Te quiero.
-T-tch... No digas sandeces, Haruna. –respondió Fudou, acariciándole suavemente el pelo mientras se sonrojaba ligeramente. No se había fijado hasta ahora, pero se lo había ondulado ligeramente. Le gustaba. Y, por un momento, pensó que esas gafas en su cabeza la hacían muy mona.
-Idioteces.
Cuando la lluvia amainó un poco, Akio se dispuso a irse. Haruna seguía preocupada por si se mojaría, pero el chico insistió en que la lluvia no era nada que no pudiera aguantar. No sería la primera vez.
No quedaron en nada. Ni siquiera se dieron un beso de despedida. Por no decir, ni siquiera dijeron una palabra sobre su desvocada tarde de pasión y lascivia. ¿Pero qué había que decir? Estaba todo claro. Aunque una estuviera demasiado avergonzada para mencionarlo y el orgullo del otro le impidiese mentarlo, ambos sabían cuál era exactamente su situación. El hecho era que se querían. Con locura. Con ardor. Con pasión. Y, por qué no decirlo, con voluptuosidad. Pero no era algo que pudiera saberse.
Después de todo, eso de vivir a Akio le gustaba. Y por muy amigo de Yuuto que se hubiera hecho con los años... su hermana era su hermana.
La que había tomado como su protegida.
-¡AAAAAAAAAAAAAAAH! ¡QUE ME MOJOOOOOOOOO!
Fudou oyó al bueno de Endou-chi gritar como un poseso por la calle, mientras corría de un lado para otro en busca de un refugio donde resguardarse del chaparrón.
-Je... Endou y sus idioteces.
No fue esa la única voz conocida que oyó, aunque no fue capaz de identificar la otra. Sin embargo, ésta última no sonaba para nada tan alegre como la de su antiguo capitán. Tampoco le interesaba.
Sin perder más tiempo, Fudou echó a correr en dirección a su casa. Después de todo, debía cuidar esa chaqueta lo mejor posible.
¿Sabéis qué? ¡FFFFFFFFFFUUUUUUUUUUU! ¡Fanfiction es la página líder en trollear al bueno de Miga! Cuando ya tenía toda la corrección hecha y me disponía a guardar los cambios, a la estúpida de ella se le ocurrió decir que no estaba logueado y me estropeó la corrección ENTERA! Y siento deciros que al rehacerla no me ha quedado un resultado tan bueno como el de antes. En serio, lo siento. Sé que la culpa es también mía por no haber guardado el borrador en un archivo (¡y eso que siempre lo hago!), pero maldición, me molesta muchísimo, y más sabiendo todo el tiempo que invertí, ya que añadí muchas cosas. He procurado dejarlo parecido, pero... meh. No me convence tanto. Una vez más, perdón. Peero en fin, qué vamos a hacerle. Por ahora, este cuento se acabó. Para la próxima otra situación y esas cosas~ ¡Y con pensamientos positivos, por supuesto! ¿Qué es un bache en el camino? ¡Nada que no pueda sortearse! Y de los errores se aprende, dicen.
Oh, y bueno, son chorrimongoladas mías que no le importan a nadie, pero he procurado hacer este capítulo un poco más poético dentro de lo que cabe. Metáforas, paralelismos, epítetos, repeticiones, enumeraciones... Cosas de ésas que sólo les importan a los marginados literarios como yo. Así que... bueno.
¡Pues eso! Que por ahora eso es todo y que puede que tengáis que esperar un poco bastante mucho al siguiente capítulo. Si fuera un buen fic sería una pena, pero bueno, al menos queda el consuelo de que nadie espera más de esto :''D Lo dicho, que hasta la próxima, que no me apetece escribir más hoy. ¡Sed buenos! ^^
