¡Hola! Mi nombre es Vania, y a continuación va mi primer fanfic, que resulto ser de Narnia. Llevo bastantes años leyendo y leyendo fanfics de muchos libros, películas, etc, pero nunca encontraba la inspiración para empezar a escribir, y resulta que luego de una obsesión (aun no se va) con Edmund (de Narnia), logre sacar muchas ideas.

Y aquí va el primer capítulo. Disfruten y opinen.


Capítulo 1: Invisible

Lucy estaba decepcionada. En medio de aquel concilio, en donde se estaba intentando tomar una decisión con respecto a los Telmarinos y el tirano tío de Caspian, Lucy solo podía sentir decepción.

Mirando intensamente a los ojos de su hermano mayor, Peter, Lucy no lograba percibir aquel brillo de antaño que lo caracterizo cuando reinaron en Cair Paravel. En aquel entonces lo llamaban 'Gran Rey Peter' y lo rodeaba un aura de poder y grandeza que lamentablemente se había esfumado desde que volvieron a Inglaterra aquella tarde cuando Lucy solamente tenía 23 años y perseguían al famoso Ciervo Blanco. Algo le había ocurrido a Peter internamente que logro apartarlo de aquel Rey nombrado por Aslan. Lucy recuerda perfectamente como los primeros meses desde que habían vuelto, todos se sentían incomodos. Ya sabes, nuevos cuerpos, tener que cambiar la mentalidad, la dicción, la cultura, los modales y tener que actuar como niños, en el caso de Lucy, de 8 años. Había sido de lo más frustrante tener que pasar por la pubertad (todavía estaba en esa etapa) por segunda vez, y tener que ser protegida por todos, otra vez.

Lucy recuerda también, aquella conversación de casi 4 horas que tuvieron con el profesor Kirke. Fue casi un sueño cuando el mismo Profesor les dijo que había estado en Narnia en el principio de todo, que había conocido a Aslan. Después de esa conversación, los 4 hermanos estuvieron en la pieza de Peter y Edmund sentados y prácticamente en silencio. Cada uno tenía en que pensar.

Tuvieron que ponerse de acuerdo sobre si les iban a contar a sus padres acerca de Narnia o si iban a esperar el momento correcto. Por supuesto, decidieron esperar. Y además, hablaron de cómo debían empezar a cambiar muchos hábitos narnianos que en Inglaterra serían considerados como extraños. Y ninguno de ellos quería empezar a llamar la atención. Obviamente, muchas frases fueron imposibles de sacar del vocabulario de los hermanos, pero mantenían sus lenguas controladas cuando había gente que no conocían. A veces, cuando no podían contenerse por más tiempo, o estaban hartos de usar jergas de aquel tiempo, decían que tenían que ir al baño, o que habían olvidado algo en las habitaciones. Todo era mucho más fácil de esa manera. Ya cuando estaban entre ellos, procuraban usar el lenguaje más formal que habían usado en Narnia. Volvían a ser Reyes y Reinas. Aunque sea por unos minutos.

Cuando se tenían el uno al otro, todo estaba bien.

Todo empezó a cambiar unos meses después. Susan empezó a perder la fe, Peter empezó a olvidarse a sí mismo, Edmund empezó a ser el objeto de burlas de muchas personas (no que a él le importara) y el objeto de desquite de su hermano, ya sea siendo insultado y olvidado y Lucy empezó a ser ignorada.

Con el tiempo, aunque no parecía muy grave, Susan empezó a expresar su resignación con respecto a la probabilidad que había de no volver más a Narnia, y pronto e indirectamente, aquellos pensamientos empezaban a quedarse en las mentes de sus hermanos. Nunca pensaron en que Susan iba a ser la primera en caer, por así decirlo. Por lo menos, Lucy pensaba, aun no empieza a olvidarse de Aslan y de todo lo bueno que conocieron en Narnia, pero Lucy no quería pensar que pasaría si eso llegara a pasar.

Peter tomo un camino más fácil y agresivo. Siempre estaba a la defensiva. Buscaba cualquier pretexto para iniciar una pelea, ya sea con mayores, menores o lo más preocupante, con su hermano menor, Edmund. La reputación del alumno estrella se había acabado. No alcanzaba Lucy a recordar cuantas veces vio a Peter volver con un ojo morado o un labio partido. Peter decidió enojarse y desquitarse con el mundo, en vez de cuidar la esperanza de volver a ser un Rey.

Edmund, en cambio, era una de las pocas cosas que le quedaban a Lucy para sonreír y tener buenos momentos. Era con él que Lucy podía ser ella misma y a la vez sentirse como la Reina que era, aunque ambas cosas son lo mismo. Cuando nadie les prestaba la debida atención, compartían sonrisas resignadas, sonrisas cómplices, sonrisas melancólicas, sonrisas de fortaleza y sonrisas de afecto, pero al fin y al cabo, sonrisas. Ninguno de los dos hablaba del cambio en sus hermanos mayores, porque ninguno quería arruinarle el día al otro. Cuando tenían tiempo libre, disfrutaban de la compañía del otro y conversaban de lo que más amaban, Aslan y Narnia.

Algo que verdaderamente preocupaba a Lucy, aunque Edmund intentaba ocultárselo, era la inagotable fuente de amor que Edmund le profesaba a Peter. No importaba el cuándo ni él porque; Edmund siempre estaba ahí para Peter. Todas aquellas veces que Peter volvía sangrando, su fiel hermano Edmund venía detrás de él sangrando igual que él, pero en vez de tener una mirada colérica como la de Peter, sus ojos reflejaban pura tristeza. A Lucy le dolía recordar todas aquellas veces en que Peter llamo a Edmund un traidor por ir a ayudarlo en esas peleas infantiles, todas aquellas veces en que Peter rechazaba su ayuda, o cuando le lanzaba miradas de odio pasajero.

Lucy siempre admiro a Edmund por tener la habilidad de esconder sus emociones. Cuando estaban en Narnia, en su reinado, Lucy aprendió de Edmund que esconder sus emociones al momento de negociar, juzgar o hacer tratados con países vecinos eran de gran utilidad, ya que la gente podía usar tus emociones en contra tuya y crear problemas que a nadie le sobraban. Pero, todas esas veces en que Edmund era tratado de manera denigrante, Lucy deseo con todo su corazón, que su hermano le diera una señal de todo lo que Peter decía le dolía. Lucy quería que Edmund gritara, le contestara de manera ruda, hiciera un escándalo, cualquier cosa con tal de ver vitalidad en los ojos de su hermano. Eran aquellas charlas de Narnia que Edmund tenía con Lucy que al fin podía notar el brillo del Rey Edmund el Justo en sus ojos. Lucy estaba agradecida de Aslan, que por lo menos con ella, Edmund tenía un refugio, que con ella, podía sonreír.

Que Peter tratara así a su hermano, sabiendo todo lo que hicieron por el otro cuando estaban reinando en Narnia le dolía más que el saber que ella era ignorada por todo el mundo. Susan había vuelto a su estado de adolescente, y creía que niñas de la edad de Lucy no sabía que están diciendo, y Peter, bueno… Peter estaba demasiado ocupado golpeando y evitando a todo el mundo. Podría recordad todas las veces en que tuvo que llegar hasta el punto de gritar para que escucharan sus ideas y opiniones. Detestaba cuando eso pasaba. Detestaba ser tratada como una niña, siendo que lo era solo físicamente. Él único que de verdad la escuchaba era Edmund. Él siempre se tomaba el tiempo para escuchar su voz y para escuchar su punto de vista, y Lucy solo lograba amar más a su hermano por eso.

A veces, Lucy colapsaba. Corría a su habitación y se dejaba caer en su cama con lágrimas bañándole el rostro. Nadie parecía haberse dado cuenta, y Lucy lloraba y lloraba por todas las tragedias que habían caído en su familia. Y cuando lloraba más amargamente preguntándole a Aslan porque se sentía tan sola, sentía de repente una mano en su espalda. No había que preguntar para saber quién era. Lucy se daba vuelta y con la cara empapada de lágrimas enterraba su cara en el chaleco Edmund. Envolviendo los brazos fuertemente alrededor de su hermana, Edmund no tenía nada más que hacer que decirle palabras tranquilizantes a Lucy y estar ahí para ella, ser su soporte. Estaban horas sin despegarse, hasta que Edmund sentía como Lucy entraba en un estado casi de sonámbulo, y este la recostaba en la cama hasta que Lucy dormía.

A Edmund le dolía el corazón el verla así, así que todas las noches, pedía a Aslan fuerzas y sabiduría para poder estar ahí para ella y sus hermanos. A veces le cantaba canciones narnianas para que Lucy lograra conciliar un sueño tranquilo o para que soñara con un mundo mejor al que vivían ahora.

Lucy y Edmund habían logrado tener un vínculo irrompible, y agradecían a Aslan cada día por ello.

Después de toda aquella línea de pensamientos, Lucy no sabía si llorar o sonreír. Tomando la decisión menos dolorosa, Lucy miro a su hermano y sonrió. Edmund sintiendo una mirada en él, volvió la vista hacia Lucy e hizo algo que desde que habían vuelto a Narnia no hacían. Elevo un poco la mano, lo suficiente como para no ser visto por todos e hizo la seña universal de amor en el lenguaje de los sordomudos hacia Lucy. Aquel era un pequeño secretito que ambos hermanos mantenían. Unos meses antes de volver a Narnia, se habían puesto de acuerdo para hacer aquel signo en los momentos que lo necesitaran. Sería una seña del amor que se tenían, de que siempre se iban a apoyar y que siempre iban a estar ahí para el otro. Era perfecto, ellos creían. Así que cuando Lucy vio aquella seña, no pudo evitar soltar una pequeña carcajada de felicidad y devolverle la seña a su hermano.

No la mantuvieron más de unos segundos, ya que Peter recién había tomado la decisión de invadir el castillo de Miraz, incluso cuando Caspian se oponía tímida pero abiertamente. Concentrándose en el concilio, Lucy no pudo evitar dar su opinión al ver que no se tenían fe para ganar, ya sea quedándose o invadiendo el castillo del tal Miraz. Habiendo unas pocas opiniones más, el concilio tomo la decisión. Iban a invadir.

Intentando olvidarse de las posibles consecuencias que aquella invasión podría traer, Lucy centro su mirada en la Mesa de Piedra. Aslan. ¿Cuándo Peter iba a dejar su orgullo de lado y dejar que Aslan gobernara y tomara las decisiones? ¡Estaban haciendo todo mal! Pensaba Lucy. Peter estaba olvidando que Aslan había vencido a la Bruja Blanca, Peter estaba olvidando quien fue quien le dio el título de Rey en primer lugar, Peter estaba olvidando quien había rescatado a su hermano, Peter estaba olvidando como Aslan tomo el lugar de Edmu…. Edmund. Lucy había olvidado por completo aquello. ¿Cómo se debe estar sintiendo Edmund, teniendo que hablar de guerras en el lugar donde debió haber muerto? ¿Qué cosas le deben estar pasando por la cabeza, al imaginarse a Aslan tomando su lugar? Iba a tener que conversar con él.

-¡Ed!

Edmund estaba sentado en el mismo lugar donde estuvo todo el concilio, y parecía tener la mirada perdida, pero al escuchar la voz de su hermana, salio del trance, dándose cuenta que todos ya se habían ido y que solo quedaban ellos dos.

-¿Qué ocurre, Lu? –dándole una sonrisa

Lucy ya estaba al lado de él, y lo miraba con una mirada interrogante.

-¿Estas bien? ¿En qué pensabas?

Torciendo un poco la comisura de la boca, Edmund miro a su hermana y dijo:

-Es el lugar, Lu. No sé si notaste que no estaba muy concentrado en todo esto del concilio, pero el estar de nuevo en este lugar después de tantos años, aun me cuesta asimilar lo mucho que Aslan debió de haberme amado para tomar mi lugar. –le conto Edmund mirando fijamente a la Mesa de Piedra.

-Oh, Ed. Su amor es inmensurable. Te ama muchísimo más que yo, y eso sí que debe ser difícil de superar. –le contesto con un guiño

Edmund logro soltar una carcajada, y Lucy lo siguió.

-Yo tampoco estaba concentrada, ¿sabes? Y bueno, no era como si me hubieran escuchado o como si fueran a aceptar una de mis ideas.

-Ningún narniano hubiera tenido la capacidad de obviar la voz de su Majestad, oh Reina Lucy.- dijo Edmund, haciendo una reverencia.

-¡Pero que muchacho más cortes! Desde Calormen hasta las Islas Solitarias estarán de acuerdo conmigo en que debemos nombrar a este muchacho ¡Caballero de la Orden de la Lengua Inteligente! –exclamo Lucy, poniendo voz más adulta.

Ninguno pudo aguantar mucho más. Estallaron en carcajadas.

-¿De la Lengua Inteligente? – Edmund estaba tomándose el estómago con las manos.

-Solo vino a mi cabeza –Lucy decía, quitándose las lágrimas de risa.

-Oh, Lu- dijo Edmund abrazando a Lucy.- Gracias

-De nada, Ed. Cuídate, ¿sí? –respondiendo a la mirada interrogante de Edmund, Lucy dijo: -En la invasión al castillo, Ed. No puedo evitar que vayas, porque sé que quieres proteger y estar ahí para Peter, pero prométeme que no harás nada estúpido. –Le pregunto mirándolo a los ojos, casi pidiéndole que no fuera.

-Lu, siempre hago cosas estúpidas. Aunque 'estúpidas' no sería el título que yo le pondría. No sé qué tendré que hacer para que Peter no se mate. Ya has visto como actúa. Sin pensar en consecuencias ni nada. Te prometo evitar aquellas circunstancias lo que más pueda. Y volveré en una pieza, eso también es promesa.

-¿No crees que tu promesa es un poco deprimente? ¡¿En una pieza?! No juegues conmigo, Ed, ya sabes que me sucede cada vez que te veo malherido. –En aquel momento Lucy no pudo evitar tiritar al recordar todas aquellas semanas en las que no podía comer ningún bocado por el simple hecho de saber que alguno de sus hermanos estaban entre la vida y la muerte, producto de heridas profundas de flecha, espada, dagas, dardos o golpes en lugares que anteriormente ya habían heridas. Era horrible el simple hecho de recordar toda esa angustia y todo el dolor que su propia imaginación le provocaba a veces. Sin duda, no quería pasar por aquello de nuevo. Quince años fueron suficientes, aunque pareciera que Narnia les tenía más cosas preparadas.

-Lu, de verdad lo siento, pero quiero que entiendas. Esto no había pasado antes, no en nuestro reinado, y Peter, tu sabes cómo está reaccionando. Por la mas mínima estupidez podríamos perderlo, Lu. ¿Lo entiendes? Y no quiero tomar el riesgo de perderlo, solo porque sus ojos están cegados a la verdad. No puedo perderlo. – respondió Edmund, cada vez pareciendo más frustrado.

-Peter está tomando malas decisiones, Ed. ¿Y crees que siquiera nos escucha para intentar guiarlo en el camino correcto? ¡No lo hace! No quiero traerle más dolor a esta familia y a este reino, Ed, pero Peter no está escuchando a nadie. No a ti, no a mí, mucho menos a Caspian y aunque me cueste decirlo, mucho menos a Aslan. Y es eso lo que más me duele.-Lucy dijo con voz casi de derrota. Aun se podían vislumbrar rayos de esperanza en sus ojos.- ¿Cómo revertiremos esta situación? Somos prácticamente los únicos que le tienen fe al Gran León y aunque sé que Aslan nunca nos va a dejar, no está en nosotros tomar las decisiones finales, sino en Peter. Y Peter, lamentablemente, no está dejando que Él lo guie.

-"Donde hay dos o tres congregados en Mi nombre, ahí estaré" ¿Ya olvidaste lo que Él nos dijo?- citó Edmund a su hermana, mientras la estrechaba entre sus brazos.

Lucy, por supuesto que no había olvidado. Siempre sus palabras las guardaba en el corazón. Pero parecía que justo hoy había guardado en lo más profundo de su mente aquella frase. ¡Cuánta razón tenía su querido hermano! Si él y ella tornaban sus ojos hacia Aslan, todo iba a ser resuelto.

En menos de unos segundos, la esperanza de Lucy aumento como una llama de fuego. No podía darse el lujo de desperdiciar aquel fuego que en ese momento estaba sintiendo, así que tomo silenciosamente la decisión de no permitir que nada desviara su vista de Aslan.

Despegándose de los brazos de Edmund, y ganándose una mirada interrogante, Lucy se acercó a la Mesa de Piedra y arrodillándose, empezó a pedirle a Aslan fe e inteligencia para poder resolver los problemas que se les pudieran avecinar. No notó como Edmund se arrodillaba a su lado y empezaba su propia oración.

Cualquiera que hubiera estado cerca de aquel lugar hubiera sentido como la temperatura aumentaba y como el silencio que permanecía en el lugar, hacía que escalofríos recorrieran el cuerpo. Aslan estaba escuchando.


¿REVIEW? :D