Capítulo 1
Emma sentía los pasos del caballo ya mayor que la transportaba a su destino cruel, no habían ventanas pues a los esclavos ya no se les permite ver el sol sin permiso de su amo. No lograba aún entender cómo llegó a esa situación, un día era la princesa del reino blanco y al siguiente la reina malvada Regina había conquistado y derrotado a sus padres los reyes White.
Sentía un miedo que no podía describir, esa sensación terrible de saber que nada acabaría bien, pues el día en que el reino blanco cayó, sintió ese mismo miedo. Ese día, llegó un mensajero del reino oscuro, con un pedido personal de la reina para Snowhite, decía específicamente que si el reino blanco se rendía y entregaba a su reina ningún ciudadano saldría herido, mi padre David río ante aquella carta sin saber cuán reales eran sus palabras. Para el medio día, el reino estaba sitiado por el ejército más grande jamás visto, encabezando la marcha estaba la misma reina malvada, Regina, implacable y hermosa.
Los ciudadanos estaban en pánico, pero el Rey David preferiría morir antes de entregar a su esposa, mi madre, todo lo que pasó ese día fue su culpa, ya que el odio de Regina solo estaba reservado para ella, por haber matado a su único amor.
La guardia real estaba en el castillo, los hombres más leales del reino y aún así, temblaban bajo la expectativa de morir en manos de la reina malvada, pues su poder iba más allá del militar, posea magia oscura tan poderosa que no necesitaba ningún ejército para salir victoriosa.
Mi madre, la reina, me abrazo en el salón del trono mientras David gritaba órdenes a sus soldados, nadie imaginó que la traición vendría de uno de los consejeros más preciados de la reina, el enano gruñón, no estaba dispuesto a ver morir a su esposa e hijos por una mujer que ya no era la valiente Snowhite.
Los mismos soldados abrieron las puertas al ejército de Regina, sorprendentemente cumplió su palabra y nadie fue lastimado, ni hombre, ni mujer, ni niño. Al llegar al salón del reino, ya me encontraba escondida para mi protección, nunca logré ver a la reina malvada, la oscuridad llegó a mi mucho antes, un ligero golpe y todo se desvaneció.
Y ahora me encuentro aquí, minutos de ser vendida como esclava, desearía haber hecho muchas cosas antes, cosas banales, como enamorarme, hacer el amor por primera vez, inclusive oler las flores parecía un sueño ahora, todos saben como terminan las esclavas.
El caballo luego de dos días de viaje al fin se detuvo. Me sentía débil no había comido nada en ese tiempo, solo un poco de agua que me había dado mi nuevo carcelero. Apenas se abrió la puerta un fuerte rayo de sol deslumbró mis ojos, no vi quien me colocó aquellos grilletes en las manos y el cuello como un animal. El hombre, su voz, era ronca y tosca al igual que sus manos, tiró de la cadena sin consideración, y caí al suelo.
-Levántate, vamos, que te espera tu nuevo hogar. Dijo el hombre.
¿Hogar?, pensé. No hay hogar para mi ahora.
La casa a la que me forzaban a entrar era bastante antigua, con ventanas cubiertas del todo por cortinas rojas de seda, habían dos pisos, probablemente con varias habitaciones disponibles. Al entrar noté el aroma a jazmín barato y las paredes blancas con adornos sexuales.
No podía creer en donde estaba, solo con mirar de reojo a la mujer mayor ridículamente bien vestida con maquillaje ostentoso, que se acercaba a mi con una sonrisa, me di cuenta que mis miedos eran ciertos, fui vendida a una casa de burlesque.
El carcelero libero mis cadenas, antes de marcharse, beso la mano de la mujer mayor y me susurro al oído.
-Nos veremos pronto, en una de estas habitaciones princesa.
Su olor era nauseabundo, y el frío de sus palabras me ahogo en el que sería mi futuro. La princesa Emma White ahora solo sería una prostituta.
-Despierta ya niña. Dijo la mujer al notar mi monólogo interno.
-Hoy empiezas una nueva vida, tu reino a caído y yo aprovecharé esa desgracia, eres una princesa, virgen, además de que muchos aquí en el reino oscuro odian a tus padres. Así que haré una subasta lo más pronto posible por ti pequeña. Y si piensas que puedes escapar de esta pues, solo recuerda que hay destinos peores que la muerte.
Cada palabra de esa mujer fue como un cuchillo al pecho, sabía exactamente lo que pasaba con las esclavas que trataban de resistirse y escapar.
-Ruby! Ruby cariño ven aquí. Gritó la mujer.
A lo que bajando rápidamente las escaleras de caracol apareció una hermosa joven de piel blanca y ojos verdes que parecía muy feliz para encontrarse en aquel lugar.
-¿Me llamaste Madame Belle?, dijo sonriente Ruby.
-Te presento a la princesa Emma White, a partir de ahora será nuestra nueva estrella. Consiguele una habitación y enséñale las reglas querida.
Y con esas palabras la Madame desapareció.
-Así que era cierto, dijo Ruby. La pequeña princesa White fue desterrada de su reino. Sabes, te sentirás muy cómoda aquí, no eres la única que ya no tiene hogar por la culpa de un White.
Ruby tomó mi mano y me hizo subir por aquellas escaleras, y de allí hacia un salón no muy grande donde se encontraban varias chicas con la misma apariencia extrovertida de Ruby.
-Chicas! Grito Ruby con una emoción poco común, les presentó a la nueva integrante. La princesa Emma White.
Y con esas palabras todas giraron a mirarme, podía sentir en algunas el odio latente. Tal vez por ser una princesa, tal vez por ser una White.
-Así que, finalmente aquí está la princesa White. Murmuró acercándose una pelirroja bastante agraciada. - Mi nombre es Ariel, y antes pertenecía al reino de los White al igual que Ruby, pero tu padre, decidió que los monstruos como nosotras no somos dignos de su reino.
No logre entender a qué se refería aquella chica, pero su ira era más que palpable.
Las otras chicas solo se miraban entre sí, observando con una mezcla entre lástima y la firme creencia de que mi situación era un castigo más que justo.
-Entonces princesita, volvió a hablar la pelirroja. Ahora que tus papis no están para protegerte ¿cómo piensas sobrevivir al mundo real?
-Puedo defenderme sola, solté como defensa.
-Apuesto a que sí, sonrió Ruby mientras acariciaba mi cabello. Pero la verdad pequeña tu situación no es muy buena. Eres una esclava virgen, de un reino muy odiado, se pelearán por comprarte y poseerte.
Y justo cuando empezaba a sentir un mareo extraño aquella conversación dolorosa fue interrumpida por madame Belle.
-Chicas, hoy tengo buenas noticias. La reina, va a visitarnos esta noche. Prepárense, ustedes saben lo que le gusta a nuestra mejor cliente.
Y sin más se retiró.
Todas las mujeres entonces, en aquella habitación cambiaron totalmente su semblante, parecía que una noticia realmente buena había salido de la boca de la madame. Yo, realmente no podía entenderlo, por que daría alegría aquella mujer, esa bruja que me arrebato todo.
-Hey despierta princesa, dijo Ruby mientras golpeaba mi cabeza. Hoy no podrás participar con nosotras en la bienvenida de Regi, por eso de que tiene que haber una subasta por tu virginidad pero nos puedes ayudar a arreglar este lugar.
Rápidamente todas se levantaron y comenzaron a adornar el salón, con telas rojas, rosas, manzanas y sidra. Parecía que realmente lo hacían por gusto y no por obligación. Corriendo de aquí a allá, colocando todo de la mejor forma, me sentía perdida, como si no pudiera enfrentar esa realidad.
Ruby al notar el estado en el que estaba, volvió a golpear mi cabeza diciendo:
-Ya despierta o no durarás ni un día aquí. Se por qué tienes esa cara, es por la reina, creo que tu y yo debemos hablar sobre eso.
Nota: los personajes no son de mi autoria, se respetan todos los derechos de autor.
