Disclaimer: los personajes pertenecen a Akira Toriyama.


Quisiera que desapareciese el resto del mundo —dijo ella— y vivir aquí contigo.

No desaparecerá —dijo él.

Caminaron casi en silencio por el bosque mojado de rocío. Pero iban juntos por un mundo que era de ellos.

(D.H. Lawrence, El amante de Lady Chatterley)





Luego de batallas, muertes y locura, tantas cosas inexplicables sucediéndose una tras otra durante la Gran Guerra, a los saiyajin les ha llegado la paz. Cuánto lo agradece el Príncipe Trunks, que pese a la pasión que lo une a la guerra ya añoraba el momento de distenderse, de disfrutar sus otras pasiones.

Ellos dos junto a él: lo único que ama más que pelear.

La conservadora sociedad saiyajin nunca vio con buenos ojos su unión física y emocional con su guardaespaldas, el guerrero de Clase Baja Son Goten, y con Marron, una sobreviviente —devenida en diplomática— de la batalla sucedida entre el imperio de Freezer y los tsufur por el control de la Tierra, aquella esfera celeste tan codiciada por su tierra fértil y fabulosa tecnología. El equivalente a cinco años terrícolas han pasado del inicio de su relación, de decidir compartir lecho y vida los tres, de otorgarle a los otros dos la confianza de la tranquilidad mediante un nexo desprovisto de represión o dolor, sino alimentado por la pasión y el amor que los tres sentían por los otros dos, por cada uno, por el conjunto conformado por los tres. Poco importará, siempre, que se trate de un vínculo conformado por el Príncipe, un Clase Baja y una terrícola.

En el lecho, los tres son iguales, tres seres sin más en su interior que una pasión idéntica que, en el conjunto, gira en torno a sus cuerpos como un círculo invencible.

Ansioso por dirigirse a sus aposentos, el Príncipe a ellos decide encaminarse luego de una nueva reunión de Consejo que ha determinado el itinerario para el próximo periodo. Ve cómo Marron y Goten, presentes en calidad de consejeros personales de él, se alejan, juntos, ante la mirada reprobatoria de los Líderes de Clase, los ancianos de mayor influencia y los representantes aliados con otras razas. Una vez que todos se alejan de la mesa donde la reunión ha acaecido, su abuelo, el Rey Vegeta, único sobreviviente de la Familia Real luego de la muerte de su padre, su abuela y su tío en la guerra contra Freezer, lo detiene tomándolo de la muñeca. En ésta, Trunks no siente violencia alguna; percibe, en el agarre, algo parecido al cariño.

Su abuelo: un ser de mente centrada, un gobernante nato. Cuánto lo admira.

—Príncipe —lo llama el Rey—, siéntese un momento, por favor.

Trunks, una vez cede el agarre, lo hace: se sienta a la derecha de la cabecera, en diagonal a donde su abuelo se encuentra.

—Dígame, Mi Rey.

—¿Podríamos relajarnos un poco, no?

Ambos ríen.

—De acuerdo —dice Trunks—. Dime, abuelo.

Éste toma su hombro y le fija los ojos. Seriedad es lo que expresa ante Trunks.

—Por el viaje que haré mañana en pos de dialogar con los tsufur y recuperar a nuestros prisioneros de guerra, tal vez pasaré diez ciclos fuera de Vegetasei —explica—. Estarás a cargo en mi ausencia.

Trunks se fastidia: lo acaban de hablar en la reunión, ¿para qué se lo vuelve a explicar? Sin embargo, sabe que no se trata de desconfianza, no de parte de su abuelo; más bien, es necesidad de reforzarle sus tareas aquello que le hace hablarle.

—Lo sé, abuelo —contesta Trunks sin alejarle la mirada, manteniéndosela con la valía que su propio abuelo le ha inculcado—. No te preocupes: sé qué debo hacer, soy consciente del rol que tendré con tu partida.

»Los saiyajin estaremos bien en tu ausencia, te lo juro por nuestra sangre.

Su abuelo asiente, orgulloso.

—No espero menos de ti, Trunks. Pero debo recordarte, por tu impetuosidad, que es preciso que te cuides. —Para expresar énfasis tal vez, el ceño de su abuelo se frunce al máximo—. No debes permitir ninguna clase de provocación; tu mente, tan dada a las desprolijidades por tu apasionamiento exacerbado, debe permanecer fría cueste lo que cueste.

Entendiendo qué rumbo intenta tomar su abuelo, Trunks se pone de pie. Camina por la sala, observa los grabados que decoran la pared y aluden a leyendas latentes en la cultura saiyajin, como la del Dios Super-Saiyajin, la Sagrada Fase Dorada, la Batalla de los Mil Ohzaru, entre otras. Contemplándolas, habla severamente:

—Seré todo lo frío que deba ser. Me ocuparé del pueblo, de sus necesidades, de nuestros negocios, de la supervisión de nuestro ejército. —Gira hacia el Rey, que lo mira con atención, el ceño aún fruncido—. Lo que pase tras la puerta de mi habitación, no obstante, es asunto mío, abuelo: ahí no soy el Príncipe Trunks de Vegetasei, guardián de la Honorable Sangre Saiyajin; ahí soy Trunks, el hombre, y lo que suceda en mi intimidad no le concierne ni al pueblo, ni a nuestros aliados, ni a nuestros enemigos; a nadie, ni siquiera a ti.

Aunque sin relajar su mirada, el Rey asiente.

—Es importante que te mantengas así, muchacho: como dices, a mí no me importa en lo más mínimo lo que hagas en tu intimidad, nunca me importará siempre que, en el campo de batalla, seas el guerrero que eres, el más talentoso de toda nuestra raza. ¿Cómo prohibirte algo por más que me desagrade como lo hace, si eres el más fuerte de todos? —El Rey ríe; Trunks no lo acompaña—. Sigue teniendo un bajo perfil y no permitas que tu intimidad contamine tu rol como Guardián de la Honorable Sangre Saiyajin, el que ocuparás en mi ausencia.

»Haz lo que se te dé la gana: no estoy ni estaré de acuerdo con tus inclinaciones, pues los placeres carnales, para los saiyajin, son una forma de perpetuar nuestra sangre, no un divertimento. No admitiré un escándalo que ensucie la imagen de la Realeza; continúa dejando tus excesos detrás de la puerta. Recuérdales a tus amantes que deben obrar de la misma forma que tú.

A Goten, a Marron, ¿recordarles algo semejante? Trunks sonríe y esparce sin vergüenza su orgullo, lo extiende por toda la habitación.

—Nos dices cosas que ya sabemos, abuelo: dejaré los asuntos de mis «inclinaciones» donde debo; por lo demás, puedes confiar en mí.

El Rey se pone de pie. Se acerca a Trunks, palmea su espalda y asiente.

—Te lo encargo.

Sin más, se marcha. Trunks suspira y lo imita, se dirige hacia sus aposentos, hacia la puerta detrás de la cual no sólo es Trunks, el hombre, uno más en el conjunto que conforma junto a Marron y Goten, sino donde, además, es libre.

Porque la soledad compartida con ellos dos siempre será, para él, la definición exacta de la libertad.

Llega: observa la oscura sala de estar iluminada mediante luces artificiales que caen en el cuarto por medio de vitrales rojos que honran al dios saiyajin, es decir al color de su sangre, sostenidos por resistente piedra negra del sur de la presente galaxia. A la derecha, un umbral dirige al área de lectura; a la izquierda, otro lleva al cuarto de aseo; al fondo, un último umbral lleva al lecho. Hacia allí se dirige, primero despacio, luego con la urgencia que las luces rojas incrementan en su corazón. Al llegar, los ve besándose al pie de la cama, Goten con su armadura negra con motivos verdes y rojos distintivos de su familia; Marron con un vestido de fina tela terrícola bordado al antiguo estilo saiyajin, el que imperara en la era del planeta Sadala.

Seducido, no los interrumpe; algo le dice, en su fuero interno, que los dos saben que los observa. Descubre su acierto cuando los dos pares de ojos se clavan en él.

—Al fin —dice el Príncipe que ya no es tal ante sus compañeros de lecho y vida—, al fin podemos mandar todo al carajo…

Marron y Goten se ponen de pie. Trunks avanza hacia los dos con ansias que se desconoce, que son voraces luego de tantas batallas, que son profundas gracias a la soledad y la paz, que son genuinas, desatadas, por saber pronta la partida de su abuelo.

Que son trascendentales en su existencia, pues son ellos a quienes estrecha, pues son ellos quienes lo estrechan a él.

Inician los besos, Goten lo besa en la boca, Marron en el cuello, mientras Trunks desata las tiras del vestido de ella, quien lo ayuda con una mano, la que no toca a Goten en un muslo. La tenue iluminación roja no les permite percibir a quien tocan, pero sí permite vislumbrar el esbozo de tres cuerpos jóvenes y saludables, bellos bajo el canon de múltiples culturas, que pasan de la censura a la desnudez total.

Los tres caen en la cama en una posición decidida por Goten y Marron, quienes instan a Trunks a permanecer en el medio por esta vez, en ocasión de celebrar su regreso luego de un largo viaje a través de la Galaxia del Este.

Con Goten encima, a sus espaldas, y Marron debajo de él, se hunde en ella y grita al sentir a Goten hacer lo mismo en él en un desprolijo movimiento. Permanecen quietos luego del arrebatamiento que los ha tomado por igual, se acarician sin saber ya dónde tocar ni a quién tocan, atados los tres por el mismo lazo rojo, el de los sentimientos audaces, vehementes, que los hacen ser lo que son. Uno, los tres.

—No sé cuánto dure este periodo de paz —asevera Trunks con la respiración entrecortada, conmovido por los dos latidos que siente contra su piel, los de Marron debajo de él, los de Goten encima—. Quiero aprovechar cada segundo de cada noche; quiero estar con los dos, hacérselo a los dos, que me lo hagan los dos…

—Así será, Trunks —asegura Marron mirándolo a los ojos, embelesada con él y con Goten, que la mira desde atrás del azul—. Aprovecharemos cada segundo de intimidad que tengamos.

—Y no te dejaremos distraerte —agrega Goten acariciando con sus labios la nuca de Trunks—. Los tres cumpliremos con nuestras obligaciones fuera de este cuarto.

—Los tres seremos iguales aquí —termina Marron.

—Al fin… —susurra Trunks acariciándose contra los pechos de Marron, con la piel erizada por los labios inquietos de Goten viajando por sus hombros—. No veía la hora de volver.

De estar con ellos, de sentirlos a ellos contra su piel. Saberlos lejos de él en su último viaje lo ha mantenido inquieto, intratable: no había podido llevarlos por los deberes que ella debía cumplir en el Reino, ser el contacto de confianza entre Vegetasei y la Tierra, mientras Goten permanecía a su lado como su protector. Imaginarlos enlazados en lo más íntimo había sido, a la distancia y mediante sus propias manos, el único consuelo conocido.

Cada día le cuesta más alejarse de ellos. Sabe que ambos han logrado dejar atrás el prejuicio de compartir lecho con el Príncipe, que han logrado verlo como lo que es, Trunks y nadie más; aún se siente indefenso en brazos de los dos, dependiente de la pasión con la cual le permiten liberarse de todo, de cada responsabilidad, de cada misión que se le encarga por ser quien es. Ellos son su consuelo, su corazón partido en dos mitades que ya nunca le volverán a pertenecer.

Tiene que aprender a disfrutar más la presencia, a sufrir menos la ausencia, a aprovechar cada instante para después salir de ese cuarto fortalecido, listo para ser el Guardián de todos los saiyajin. Tiene que aprender a ser feliz y, con esa felicidad en el pecho imperando por sobre toda angustia y preocupación, poder llenar de calma la mente fría que, ante la enclenque paz de Vegetasei, precisa tener para tomar las mejores decisiones.

Necesita que la pasión incontenible de su ser, la bomba que porta en su interior, estalle donde debe, en el lecho.

Que la frialdad estalle donde debe también, en el Trono del Reino, en el campo de batalla.

Necesita el sexo como herramienta para su propia paz, la interior.

Los necesita a ellos dos, siempre.

—Que cada noche sea la última —propone más que pedir; pedir sería un atisbo digno de un Príncipe, pero proponer lo es de un compañero, ese que es de quienes están pegados a él—, que cada noche sea todo…

Se mueve en Marron; Goten se mueve en él. Acompasadas las tres caderas, Trunks cierra los ojos y se concentra en lo que percibe con el resto de sus sentidos: el aroma íntimo de cada uno fusionándose en torno a los tres, la piel resbalando, la suya contra la de ellos; el sabor de los labios de Marron, a los cuales besa impúdicamente; los gemidos de los tres entonando su canción favorita, la única que le gusta, la de los tres expresándolo todo, la pasión, el amor.

La libertad que el conjunto les significa.

Apoya el rostro sobre el hombro de Marron y las manos sobre la tela que cubre el lecho de los dulces amantes. Se pierde en el movimiento de sus caderas comandadas por Goten, en la sensación de unión perpetua entre los tres.

Ha gozado en el campo de batalla, ha vencido, ha liberado a su pueblo de antiguos y difíciles conflictos. Al fin es turno de gozar lo que más ama.

A ellos.

A ellos por sobre todo.

Al círculo que los tres forman fuera de todo prejuicio y control por sobre el género, la orientación, la raza, el estrato social, libres los tres de ser quienes deseen, de ser nadie más que ellos mismos en esencia, la pausa ante tanto conflicto, y muerte, y sangre. Desprovistos del pasado que tanto los ha perseguido, entregados a lo que juntos son.

Dejar todo atrás, los tres, y ser uno.

Es turno de gozar, sí.

Es turno de ser libres en el seno de su relación.





¡Hola! Bienvenidos a Libertad, un fic que ayer no existía, que nació hace unas horas como idea a partir del Kinktober, reto propuesto por la página Es de fanfics, en Facebook.

La idea, por la naturaleza del reto, es escribir sobre fetiches. Necesitaba un contexto que invitara a la liberación en pareja, así que por eso escribí esta introducción, porque creo que el erotismo fluye verdaderamente cuando el contexto lo acompaña, pues éste determina gran parte de su naturaleza. También, escribo esto como reto personal, escribir fetiches con el cuidado absoluto del vocabulario y las descripciones con la idea de hacer algo que, más que perverso, resulte emocionante. Por último, escribo esto por mí misma, porque estoy bloqueada y necesito liberarme también.

Tengo algunos motivos en especial para hacerlo, así que espero este fic me ayude.

Elegí a Trunks, Goten y Marron por un fic maravilloso que me regalaron para mi cumpleaños, Sweet Lovers de IsabelCordy01, a quien dedico este fic y le agradezco por permitirme inspirarme en su historia, tomarla como un punto de partida para ambientar esta situación. ¡Gracias, hermosa! Espero te guste.

A quien lea, muchísimas gracias. :')

Los capítulos van a ser cortitos, pero espero que me queden lo suficientemente contundentes como para que la idea de cada uno quede bien expresada. Además de la experimentación de los tres, quiero ir explorando sus emociones en cuanto a la situación que los atraviesa tanto dentro como fuera del cuarto. Todo lo que hoy no haya quedado claro espero lo haga en futuras entregas.

Octubre tiene 31 días, así que serán 31 capítulos además de esta introducción. Quizá haga un epílogo al final, lo voy a pensar, depende de cómo vaya fluyendo la historia. ¡Voy a actualizar a diario! Si algún día pasa algo, publicaré dos veces al día siguiente. Hoy, por esto mismo, porque arranco atrasada, ya publiqué también la Noche I y la II, que pueden leer a continuación.

¡Muchísimas gracias desde ya por leer!

Un beso gigante y nos leemos en el siguiente ya ya ya. XD

¡Mua!


Dragon Ball © Akira Toriyama