¡Hola soy nueva aquí y pues este es el primer fic que hice espero que les guste.!
Un retorno ya conocido
CAPÍTULO 1:
Han pasado cinco años desde aquella batalla en la que Náraku fue derrotado por Inuyasha y sus amigos, a pesar de que la batalla no fue nada fácil salieron victoriosos. Gracias a esa derrota Miroku no tenía porque preocuparse ya más por la maldición en su mano que por tres generaciones había perseguido a su familia, ahora era más libre y feliz... aunque sus malas costumbres cada día iban en aumento. Sango con todo el dolor de su corazón no pudo impedir la inevitable muerte de su hermano menor Kohaku, aunque éste recuperó la cordura y sobre todo sus recuerdos desde hace mucho tiempo, él no mencionó nada, ya que le convenía que Náraku creyera que aún estaba bajo su dominio, pero lo que en realidad Kohaku buscaba era el punto vulnerable de ese ser y exterminarlo por haber matado a sus seres queridos. En su agonía Kohaku le pidió a su hermana que no se preocupara ya más por su alma pues pronto se reuniría en la otra vida con su padre y sus amigos y sería feliz eternamente..., de todas formas ella no pudo contenerse y llorar por él, sabía que su alma ahora descansaba en paz y en un lugar tranquilo pero aún así no podía evitar esos momentos tristes al recordar a su familia y a sus amigos que murieron en manos de Náraku pero... conforme pasaba los años estos recuerdos eran menos frecuentes y en su corazón reinaba la esperanza de que algún día no muy lejano volvería a verlos.
El pequeño Shippou ya era todo un adolescente aunque su carisma e inocencia seguían siendo parte de su personalidad y claro no podía evitar molestar a Inuyasha de vez en cuando aunque esto trajera como consecuencia unos buenos golpes por parte de él.
Kagome ya tenía 20 años y tenía como misión proteger la valiosa "Perla de Shikón" pues le fue entregada por la misma Kikyou, ya que ella misma reconoció que ya no estaba en condiciones de protegerla y que su misión había terminado el día de su muerte hace más de 50 años. Kikyou le advirtió que esa joya sólo podría usarse con algún fin muy importante y así traer consigo la destrucción total de la misma Perla, mientras eso ocurría Kagome estaba obligada a cuidarla y a dar su vida si era necesario para protegerla, así con ella la dio hace muchos años.
Kagome ya era toda una mujer y ahora en lo único que podía pensar era terminar sus estudios universitarios y proteger a toda costa su valioso tesoro... "La Perla de Shikón". Desde el momento en que le fue entregada no la soltaba por un momento, siempre la traía alrededor de su cuello simulando un hermoso collar el cual provocaba la envidia de muchas de sus amigas... pero eso era lo que menos le importaba, el temor de que algún espíritu o alma maligna resurgiera en el presente siempre estaba latente; así que por tal motivo obligó a su querido abuelo a deshacerse de todas esas reliquias "que por años habían pertenecido y protegido a los Higurashi"; obviamente esto no le causo ninguna gracia al abuelo pero al final accedió, ya que reconoció que su nieta ahora cargaba con una misión importante y eso era más valioso que todas las demás cosas que habitaban en su templo.
La Universidad no estaba siendo nada fácil en la vida de Kagome, cada día estaba más histérica y al punto del colapso nervioso (según la opinión de sus amigos), su tiempo era absorbido a la totalidad y pocas veces visitaba la Época Antigua; lo que traía como consecuencia interminables peleas con Inuyasha por ocupar su tiempo en esas tonterías llamadas "estudios", pero todos sabían muy bien que ella ya no podía permanecer tanto tiempo en esa época porque era vulnerable a una infinidad de ataques por parte de seres y monstruos malignos que ambicionaban el poder de " La Perla de Shikón", así que Inuyasha no tenía más remedio que pasar la mayor parte del tiempo cuidando a Kagome y por supuesto La Perla. Esto no era muy agradable para Kagome pues tenía que andar de niñera con Inuyasha para que no fuera descubierto por sus imprudencias y evitar algún tipo de caos en la ciudad por ser diferente a los demás en todos los aspectos.
-Kagome... --dijo Inuyasha una tarde cuando Kagome se tiró fatigada y harta a la cama- ... ¿Cuándo terminarás esos estudios?
-Ya te lo dicho mil veces... --contestó Kagome con algo de desesperación-...aún me faltan 3 años más y quizás después me ponga a trabajar y seguir estudiando hasta donde mi cuerpo lo resista...
-Pero... --dijo Inuyasha--... ¿Para qué quieres trabajar, puedes ir a mi época y yo te cuidaré y no te faltará comida ni refugio, puedes vivir con Kaede a ella le encantaría... –seguía diciendo Inuyasha un tanto tímido por lo que acaba de proponerle a Kagome, de todas formas una expresión de ternura se reflejó en el rostro de Kagome al escuchar esas palabras...
-Inuyasha te agradezco que te preocupes tanto por mi, pero... no toda mi vida voy a depender de ti o de alguien más, tengo que hacerlo por mi cuenta, además estoy haciendo algo que me encanta y aunque quisiera no podría… --dijo Kagome con algo de melancolía al ver que su vida había cambiado totalmente cuando se convirtió en la protectora de La Perla-- ...sabes que La Perla no está segura en tu época, está más segura aquí y sería muy irresponsable de mi parte entregarles en bandeja de plata este tesoro a un ser maligno, sería perseguida el resto de mi vida por esos seres, la verdad es que mi vida ha sido un calvario desde que me la entregaron... ya no soy tan feliz como antes... –dijo Kagome con suma tristeza-- ...ahora comprendo perfectamente a Kikyou, al momento de que alguien se convierte en el protector de esta Perla dejas de ser humano totalmente y no puedes malgastar el tiempo en cosas que no son útiles, debes dejar aún lado tus sentimientos, ni siquiera puedes pensar en los propios amigos... –en ese instante Kagome se dio cuenta de que había metido la pata y pudo ver la expresión de tristeza de Inuyasha-- ¡Perdón, no quise decirlo...no fue intencional...soy una tonta discúlpame...
Pero ya no podía evitarlo, había revivido esos recuerdos en Inuyasha, sabía muy bien que la vida que han llevado juntos era muy similar a la de Kikyou e Inuyasha hace más de cincuenta años, y lo peor de todo es que Inuyasha sabía muy bien que esa devoción por proteger La Perla era la causante de que él no fuera feliz con la mujer que amaba, recordaba amargamente como sus sentimientos fueron pisoteados y sobre todo su corazón…
Hubo un momento de silencio hasta que Inuyasha habló...
-No te preocupes tal parece que mi misión en este mundo es cuidar y vigilar a las protectoras de esa joya, ya me estoy acostumbrando, en fin... ¿Qué vamos a cenar hoy?... –dijo Inuyasha cambiando el tema y aparte porque ya tenía hambre
Durante los siguientes días esa plática pasaba en todo momento en la mente de Kagome...
-¿En verdad su vida estaba convirtiéndose en la de Kikyou¿Y porque Inuyasha ya se había "acostumbrado" a esa vida de protector? --pensaba Kagome mientras se dirigía a su clase.
Los días pasaron, las vacaciones de verano se acercaron y Kagome esperaba con ansia esos días de tranquilidad, sin deberes y sobre todo... olvidar un poco los estudios.
-Oye Inuyasha ¿Qué te parece si pasamos las vacaciones de verano en la Época Antigua? --decía Kagome mientras ella e Inuyasha se encontraban sentados una mañana en la base del Árbol Sagrado que tantos recuerdos les traían a los dos...
-¡Estás loca!... –exclamó Inuyasha como si Kagome acabara de decir algún tipo de blasfemia-- ...tú misma lo has dicho... –continuó diciendo Inuyasha-- ...sería irresponsable de tu parte ir a ese lugar donde La Perla no es nada segura y además...
-¡AHHHH, ya entendí, te preocupa más esa Perla que yo¡Creí que mi salud te preocupaba, pero veo que no! --dijo Kagome bastante enfadada.
-¿Tu salud, pero si estas bien, bueno... algo flaca pero nada mas, nada que una buena comida no pueda resolver...
-¿Qué has dicho¿Flaca? yo estoy perfectamente, lo que necesito es paz y tranquilidad, olvidarme del bullicio de la ciudad, necesito calmar mis nervios...
-¡Ja! --expresó Inuyasha casi similar a un ladrido--…no se de que te preocupas por tu humor, desde que te conozco siempre has tenido un pésimo humor, ya deberías acostumbrarte, no tienes remedio, las mujeres con un genio como el tuyo son así hasta el final de sus días y además...
-¡Inu… ya… sha! --en ese momento una expresión de terror se reflejó en el rostro de Inuyasha--...oye Kagome no pongas esa carita..., no te enojes..., sólo dije la verdad no se porque te molestas... –Inuyasha trataba de disculparse cuanto antes, pero ya era demasiado tarde ya que con sus últimas palabras había provocado una vez más la ira de Kagome...
-¡Abajo¡Abajo¡Abajo¡Abajo¡Abajo¡Abajo¡Abajo! –gritó fúrica Kagome
Por obvias razones Inuyasha dejó marcado un gran agujero en el suelo, inmortalizando de esa forma otro recuerdo más en el Árbol Sagrado, Kagome se dirigió furiosa a su casa y en todo el día Inuyasha no la volvió a ver pues se había encerrado en su recamara a "estudiar" pero en realidad estaba acostada recordando lo libre y feliz que era antes de que cumpliera sus quince años y sobre todo... lo feliz que solía ser antes de conocer a Inuyasha, ya que había perdido toda esperanza de que algún día su amor fuera correspondido...
Estaba segura de que Inuyasha jamás se olvidaría de Kikyou para fijarse en ella..., y a medida que los días, los meses y los años pasaban Kagome se aseguraba más de que su deseo jamás se cumpliría... porque Inuyasha nunca había vuelto a dar alguna señal de atracción y mucho menos algo de cariño hacia ella, simplemente lo que él le brindaba era su amistad y su protección por sobre todas las cosas, pero ella no podía conformarse con eso...; en ese momento unas lágrimas resbalaron de sus mejillas y una gran tristeza invadió su corazón, al instante tocaron la puerta.
-Adelante… --contestó ella mientras se secaba las lágrimas del rostro.
Abrieron la puerta lentamente, era Inuyasha…
-¿Sigues enojada? --preguntó Inuyasha con algo de timidez y remordimiento...
-No ya no, pasa... --dijo ella cambiando el tono triste de su voz a uno ofendido y orgulloso.
-¿Porqué lloras¿Te duele algo¿Te sientes mal? --dijo él tratando de hacer plática y así romper ese ambiente tan denso y de algún modo recompensar el mal rato que le hizo pasar a Kagome por su maldita costumbre de no pensar las cosas antes de decirlas.
-No estoy llorando…, estoy bien no te preocupes... --contestó ella tratando de reflejar una sonrisa algo fingida...
-Oye pensé en lo que me dijiste y la verdad yo también quiero pasar un rato allá, extraño mucho ese lugar, no es que me desagrade estar contigo pero tu mundo es bastante tenso, hay mucho ruido, mucha gente y todo esta lleno de esas cosas de colores que se mueven rápidamente... –comentó Inuyasha muy tranquilo.
-Ya te dije que se llaman automóviles… --dijo Kagome como quien trata de explicarle esas cosas a un niño de primaria.
-Bueno lo que sea…, el caso es que no nos haría mal unas vacaciones –dijo Inuyasha.
-¡Gracias Inuyasha, de vez en cuando eres comprensivo --dijo Kagome con bastante alegría y felicidad, ya que con esa noticia olvidó por un momento su gran tristeza.
-Ya te dije que no es nada...--contestó él, e inmediatamente su rostro enrojeció.
-Buen chico… --dijo Kagome mientras le acariciaba la cabeza a Inuyasha.
-¡Ya te dije que no soy tu mascota! –le gritó Inuyasha avergonzado y algo molesto.
-Como digas... –respondió Kagome con una gran sonrisa en el rostro
Siguieron platicando de las muchas cosas que harían en cuanto llegaran a la Época Antigua hasta que Kagome miro el reloj y se dio cuenta que ya era de madrugada.
-Inuyasha será mejor que nos vayamos a dormir, tenemos que levantarnos temprano para ir de compras y prepararnos para el viaje --dijo Kagome al momento de que un prologado bostezo salía de su boca y sus ojos casi se cerraban por completo.
-Tienes razón... --contestó Inuyasha, se levantó y comenzó a caminar hacia la puerta, para después dirigirse a la recámara de Souta, pues la familia de Kagome en vista de que la estancia de Inuyasha sería prolongada le habían otorgado una cama en la recámara de Souta al cual no le molestaba compartir en lo más mínimo su habitación con su amigo con orejas de perro, debido a que Kagome se negaba a compartir su recámara con Inuyasha, ya que él la interrumpía en sus estudios cuando ella tenía que desvelarse y por supuesto le impedía concentrarse.
-¿Porqué no duermes hoy aquí? --le dijo ella al momento de que se metía a su cama.
-¿Estás segura?--dijo él algo extrañado.
-Claro que estoy segura, no hay problema ya te lo dije... –dijo Kagome con total despreocupación y singular alegría.
Kagome apagó la luz y su habitación sólo quedó iluminada por la luz de la luna, Inuyasha se sentó en el piso como era de costumbre y entonces...
-¿No te incomoda estar ahí? --preguntó Kagome.
-No, estoy bien, tú sólo duerme… --contestó Inuyasha, que en realidad ya no encontraba el piso tan cómodo como antes pues se había acostumbrado a su suave colchón.
-Ven... --y ella se hizo a un lado para que Inuyasha se acostará en su cama.
-Pero...--decía Inuyasha un tanto tímido.
-Ándale ¿Qué puede pasar? --dijo ella—…es obvio que ya no puedes dormir en el piso como antes.
Kagome se sentía un tanto extraña por aquella proposición y no sabía la razón de haber dicho tal cosa, pero en verdad deseaba estar a lado de Inuyasha aunque sólo fuera por es anoche y también porque tenía mucho miedo de volver a soñar lo mismo de siempre…
CONTINUARÁ...
