¡Buenas! Aquí les vengo con una idea que estuve planeando recientemente y espero que les guste ^^
Advertencias: Shonen-Ai. Futuro Yaoi, tal vez (?).
Disclaimer: Kuroko no Basket (c) Tadatoshi Fujimaki.
Comentarios: Sólo tomo estos lindos personajes para hacer mi idea loca realidad *-*!
Parejas: Todas las que se me antojen(?) Really, something like that.
Aclaraciones: Debo recordarles lo que dice summary para que no piensen que hay mucho OoC en los personajes. Como la Generación de los Milagros nunca perteneció al equipo de baloncesto de Teikou, ellos nunca se convirtieron en prodigios y, por tal motivo, sus personalidades no fueron afectadas.
Something's Missing
Capítulo I
"Algo me está haciendo falta".
. . .
Con su mirada clavada en algún punto fuera de la ventana del salón de clases, el pelirrojo suspiraba suavemente sin razón aparente; antes había escuchado que de esa manera estaba dejando escapar su alegría, y a veces creía que esa afirmación era correcta. Desde hacía un tiempo que él no sentía felicidad alguna, sólo orgullo y bienestar consigo mismo y sus acciones, así como sus decisiones. Porque Akashi Seijuurou nunca se equivocaba. Era un chico inteligente que sabía qué hacer, cuándo y cómo, sin lugar a dudas ni a errores y siempre con un excelente resultado.
Era todo un genio, aún para su edad.
Tenía sólo quince años, y quizás por eso se sentía de esa manera; bien decían las personas que la adolescencia creaba grandes pensadores y filósofos, pero que solían perderse cuando llegaban a la madurez que representaba la vida de una persona mayor. Así que para él, ahora mismo, el vacío que había estado sintiendo de unos años para acá sólo era el resultado de su paso de infante a adulto mezclado con cada pensamiento que solía surcar su mente segundo a segundo, casi torturándolo.
Había noches en las que ni siquiera conseguía conciliar el sueño, y es que no podía dejar de revivir cada instante del día transcurrido, confirmando la inexistencia de los errores, además de maquinar lo que probablemente podría suceder al día siguiente; casi como si estuviese preparando un libreto mental que aprendería de memoria y recitaría en el transcurso del mañana.
Pero bien, ese no era el problema en este momento.
Volviendo al hoy, al salón de clases donde ningún estudiante se encontraba ya que la campana había anunciando el fin de la jornada, lugar donde aún yacía un Akashi que volvía a suspirar; tal vez sólo estaba agotado, o cansado por algo. No se entendía muy bien y eso llegaba a ser molesto, tanto como si su hermano mayor de repente entrara sin permiso a su habitación y se llevara cualquier cosa de la misma sin pedirlo antes; podía asegurar que sentía que perdería los estribos y le gritaría, o aún peor, lo golpearía.
Se llevó la mano al pecho, en el sitio exacto en el cual debía de estar su corazón; ¿por qué se sentía de esa forma? Algo le faltaba, había algo que era necesario para llenar ese vacío que aún no desaparecía de su pecho por más que intentara hacer cosas diferentes. Una vez incluso leyó más de cien libros en un mes bajo la estúpida –por lo menos ahora lo veía de esa forma– idea de lo que necesitaba era más conocimiento.
¿Qué te está sucediendo, Akashi Seijuurou? —se preguntó muchísimas veces.
Habiendo repasado a saber por cuánta vez todo esto, el pelirrojo sólo apoyó una de sus manos en la mesa que tenía frente a sí para ponerse de pie, arrastrando la silla hacia atrás por el movimiento. Tomó su bolso escolar con la que antes tenía en su pecho, dispuesto a irse finalmente a su casa; ni qué decir, tampoco podría despejarse caminando hasta su casa, porque de seguro podría identificar un auto negro junto a un chófer que le estaría esperando a la salida de la secundaria.
Oyó perfectamente cómo la puerta del salón de clases era abierta, lo que llamó su atención porque a esa hora no solía quedar nadie en el colegio a parte de las personas que tenían sus horas de club.
—Akashi —escuchó le llamaron.
No necesitó ni alzar su mirada para saber a quién pertenecía aquella seria y gruesa voz, la cual solía formar parte de sus continuas –y casi únicas– conversaciones en todo el tiempo que llevaba en Teikou; no es que fuera un chico solitario, pero realmente prefería pasar de los demás y sus incesantes preguntas sobre qué se sentía ser un niño rico o tener un padre tan exitoso y otras cosas como esas.
—Shintarou —dijo finalmente, caminando hasta el chico.
—Tu chófer lleva esperando alrededor de quince minutos…
—¿Y te pidió que vinieras aquí a buscarme? —interrumpió, clavando su aguda y rojiza mirada en la del más alto.
—No… Bueno, sí. Algo así —se limitó a decir.
El pelirrojo sonrió.
—No te preocupes; es cosa de todos los días.
Dicho eso, Akashi salió del salón para empezar a caminar en dirección a la salida de la secundaria, estando a su lado su fiel –y único– amigo, Midorima Shintarou. El chico le había caído bien en su primer año en Teikou porque, a diferencia de la gran mayoría de la gente en el instituto, no intentaba hacerse su amigo porque era un niño rico, tenía un padre con grandes influencias o se jactaría por llevarse bien con él. Desde el principio había sido diferente a los demás, y es que el muchacho de extraña cabellera verde sólo quiso hablarle porque le parecía que "necesitaba algo".
Yo también necesito algo, pero no sé qué es —le dijo una vez el de anteojos.
Tal vez no necesitemos nada y sólo sean delirios adolescentes —había respondido.
—Oye, Akashi —volvió a oírle.
—¿Qué sucede? —preguntó nada más, con la vista al frente.
—Últimamente te has quedado en el salón de clases hasta tarde; ¿sucede algo?
En silencio, saboreó la pregunta que su amigo le había hecho, como si deseara descifrar el porqué le había cuestionado eso; no era como si le pasara algo fuera de lo normal, ya que aquel vacío en su interior era algo que había estado presente desde hacía varios años atrás, por lo que no era nuevo para nada. Tal vez sí estaba pensando mucho más de lo que pudo hacer antes, pero no había una razón en específica para eso, sólo…
—La adolescencia, Shintarou. Eso sucede —respondió, buscando zanjar el tema.
Advirtió que su compañero se acomodaba las gafas sobre el puente de la nariz con una de sus manos, por lo que supuso que iba a decirle algo más; porque siempre había sido así, al menos para él. El de cabellera verde se arreglaba los lentes cuando aún tenía algo en mente; mayormente no reparaba en nada y sólo lo comentaba, pero existían casos en los que se quedaba callado.
—No creo que sea buen momento para eso, Akashi. Ya sabes que la graduación se acerca; sólo nos queda un mes y pronto estaremos en parciales —le recordó.
—Discúlpame, no tienes que preocuparte por eso —aseguró, restándole importancia con un movimiento de su mano—. Ya sabes lo que dicen: a esta edad, cualquiera es un genio potencial.
Desde ese momento, ambos se quedaron en silencio hasta que se despidieron en la entrada de la secundaria; el pelirrojo subió al auto negro en el que le habían buscado –como siempre– y el de cabellera verde tomó su vía –a pie– hasta su casa, separando así sus caminos. Que por cierto, cabía mencionar que Shintarou dio un gran suspiro al llevar alrededor de diez pasos, clavando su mirada en el cielo luego de detenerse; ¿tal vez a él también le estaba asaltando la llamada "adolescencia"? Y aún peor, porque si había algo mucho más horrible que eso a su edad, era definitivamente una sola cosa.
Amor no correspondido.
. . .
Akashi mantenía su mirada perdida fuera de la ventana del automóvil, sin tenerla fija en algo en específico pero consciente de cada cosa que pasaba frente a sus ojos; incluyendo a esa mujer que le pegó a su hijo porque estaba llorando en plena calle. Sin embargo, algo llegó a captar especialmente su atención, y fue en el instante en que el coche se detuvo por un semáforo en rojo; un chico, con su mismo uniforme y de cabello azul claro, se encontraba solo en una cancha de baloncesto. Siguió con detalle cada uno de sus movimientos hasta que lanzó el gran balón a la cesta, fallando el tiro.
No cualquiera puede ser bueno —pensó, con expresión indiferente.
Aún con eso, no conseguía sacarle la mirada de encima ni por un segundo; era de tez bastante clara, y podía darse cuenta de que era más bajo que sí mismo. Nunca lo había visto en Teikou, por lo que dedujo que tal vez era uno de los de primer año, así que no sería raro que él, de tercer año, jamás se lo hubiese topado alguna vez.
Sin embargo, no tuvo tiempo de seguir pensando más al respecto ya que el semáforo cambió de color y pronto el auto se puso en marcha en dirección a su hogar; sólo esperaba que su padre no decidiera hacerle preguntas innecesarias durante la cena. ¡Siempre era lo mismo! Cómo le iba en clases, que si se llevaba bien con sus profesores y compañeros, si le había llamado la atención alguno de sus clubes; ¡oh, vamos! En un mes iba a graduarse de la secundaria, ¿qué podría hacer para esas fechas en un club que no fuese perder preciadas horas que serían mejor aprovechadas estudiando para los parciales? De verdad que no podía entenderlo.
Por otro lado, en la cancha que el pelirrojo había estado viendo segundos atrás, el joven de cabello azulado había detenido sus tiros a la cesta para buscar y revisar su teléfono móvil, sacándolo de su morral escolar y trayéndose con el artefacto una hoja medio arrugada que apenas y se asomó por el remache del bolso. Ignorando ese hecho, el pequeño de tez blanca subió la tapa de su celular y mostró una ligera de expresión de sorpresa al advertir el mensaje recibido, curvando sus labios en un intento de sonrisa al confirmar el remitente. Sin más espera, se aventuró a leerlo.
Pronto, su expresión cambio a una seria, casi desolada y con un deje triste.
"De: Ogiwara Shigehiro.
Asunto: ¡'Nas!
¡Buenas, Kuroko! Espero que estés bien.
¿Cómo te va en el equipo de Teikou?
Yo me he esforzado muchísimo estos tres años y debo decir que realmente he mejorado.
¡Me muero de ganas por verte! Espero que sea pronto.
Cuídate mucho, ¿sí?"
Se mordió el labio inferior, cohibido, mientras sentía que el extraño vacío que llevaba tiempo haciéndose lugar en su corazón empezaba a incomodarlo más de lo normal; aún no había tenido el valor para decirle a su amigo, pero no quería que éste pensara que era incapaz de luchar y seguir adelante cuando se trataba de algo que le gustaba. Sin embargo, en el tiempo en el que aún lo intentó, se dio cuenta de que las cosas no eran tan sencillas como pensó; no sólo amabas una cosa y resultaba todo maravilloso, con brillos y colores. No. La vida no era algo tan simple como eso.
Porque si así fuese, todos conseguirían ser felices.
Empezó a teclear el mensaje de respuesta luego de haber respirado hondo y soltado un suave suspiro que en parte le tranquilizó, lo cual agradecía internamente porque en serio le hacía falta un poco de paz luego de aquello; aún no comprendía muy bien qué era eso que llevaba molestándole alrededor de dos años, pero se esforzaba para no darle demasiada importancia ya que no interfería con su vida diaria, como para que ahora se le antojara a dejarle por los suelos con una sensación desagradable.
Cerró la tapa del teléfono cuando se hubo enviado el mensaje, quedándose con su mirada sobre el pequeño artefacto color azul –como el de su cabello– por varios minutos, sin pensar en nada en específico, si era sincero. Sólo así, inmóvil.
"Para: Ogiwara Shigehiro.
Asunto: Estoy bien =).
El entrenamiento siempre ha sido muy fuerte, pero me he acostumbrado.
Aunque a veces el entrenador puede ser un poco duro.
También quiero verte; ha pasado un tiempo.
Tú igual cuídate."
—¡Oi, Tetsu! ¿Cuánto tiempo llevas aquí? ¡No te me adelantes! —escuchó se quejó un muchacho de voz gruesa pero juguetona.
La voz le sacó de sus cavilaciones, por lo que se sobresaltó al instante de oírlo, guardando su teléfono móvil por reflejo a una rapidez increíble, arrugando aún más la hoja que, por el viento, salió del morral escolar. El pequeño de tez blanca le siguió con la mirada hasta que la misma fue detenida por una gran mano morena, clavando así sus orbes azulados en la figura de su ahora acompañante, quien no estaba solo –cabía mencionar–.
—¡Tetsu-kun! —le saludó una animada chica de cabellera rosa, abalanzándose sobre él.
Por su parte, el joven de tez morena observaba la hoja que segundos antes había tomado, teniendo una expresión seria y un poco enojada mientras se acercaba a la pareja y le estampaba la página en el pecho al chico más bajo. Fue así como sus miradas se encontraron y ambos se quedaron viendo al otro, en silencio; por alguna razón Kuroko se sentía como un niño que era regañado por su madre, sabiendo que para el más alto no había pasado desapercibida su rápida acción para guardar su teléfono móvil ni el hecho de que se encontraba ligeramente –muy– fuera de sí.
—No es que me importe, ya que tú has tomado esa decisión. Pero tendrás que contarle tarde o temprano a ese chico —se limitó a decirle, refiriéndose a Ogiwara-kun.
—¿De qué estás hablando, Dai-kun? —la fémina, confundida, preguntaba.
—No es nada, Satsuki —concluyó, ronco, desviando su vista hacia donde se encontraba el balón de básquet.
La chica pestañeó varias veces sin entender la situación, y aunque intentó buscar explicación alguna en Kuroko, éste sólo se había quedado observando la hoja en manos como en un trance. Le vio suspirar y también cómo le dio la espalda para guardar aquella página blanca con a saber qué información en el morral escolar; ¿por qué de repente el ambiente se había puesto así de tenso? ¡De verdad que no podía entender, para nada, a los hombres! Podían ser tan problemáticos con ese tipo de códigos de miradas o lo que sea que fueran.
Ignorando toda la escena ya que realmente prefería no meterse más, Aomine tomó el balón y empezó a driblar con entusiasmo, aún cuando su rostro mantenía aquella expresión seria de antes. Corrió y lanzó, encestando con gran facilidad; si era sincero, aún cuando había sido su pequeño compañero quien le sumergió en todo aquello del baloncesto, se había vuelto muy bueno cuando sólo lo consideraba un divertido pasatiempo que compartía con él. Porque claro, no pensaba anotarse a ningún club o equipo de tal deporte, ya que realmente no se le daba bien lidiar con tal compromiso.
Sin embargo, estaba agradecido con el muchacho porque desde que había empezado a jugar con él, sentía que sus preocupaciones pasaban a un segundo plano; no tenía que pensar en ello mientras se concentrara en el balón, e incluso podía asegurar que, de alguna extraña manera, todo aquello le llenaba. Por un instante, aquel vacío que había identificado como la necesidad de algo nuevo en su vida, desaparecía por completo como si nunca hubiese existido. Admitía que luego, sobre todo cuando estaba solo, podía sentir otra vez esa ligera incomodidad… Pero podía tratar con ella.
Respiró hondo y soltó fuerte la bocanada de aire, agachándose para tomar de nuevo el gran balón, rebotándolo a su lado sin hacer ningún movimiento en específico, sólo con la vista fija en la cesta; en parte estaba molesto, y sabía que se le notaba a leguas porque la cara de mala leche no se le iba a quitar ni aunque llegara todo un harem de mujeres ardientes dispuestas a complacerlo –ok, tal vez exageraba un poco, porque la visualización de esa escena ya le empezaba a poner de buenas–. Ignorando eso, aquí lo importante era el hecho de que, por más que apreciara a su amigo, no estaba para nada de acuerdo con la decisión que había tomado; ¡¿cómo podía abandonar algo que amaba tanto sólo porque no mejoraba lo suficiente?! ¡Era impensable!
Cegado por la rabia, el moreno gruñó y observó el balón que ahora sostenía con ambas manos, dispuesto a lanzarlo contra el suelo lo más fuerte que pudiese.
—Aomine-kun —le llamaron.
—¿Qué sucede, Tetsu?
Desvió su mirada hacia el chico, sintiendo que la ira que se había apoderado de su cuerpo y mente desapareció de golpe; de seguro porque era incapaz de mostrar una parte tan primitiva de él frente a su amigo. Lo apreciaba mucho, aún cuando no lo conocía demasiado; si acaso llevaban un año desde que se hablaron por primera vez, pero admitía que había llegado a quererlo como un hermano menor. Para él, Tetsu era alguien muy importante; un preciado amigo que le mostró una forma en que podría disfrutar de sus últimos meses de la secundaria, y que le enseñó lo que era esforzarse por algo que realmente amabas.
Pero eso había muerto con su decisión y le decepcionaba hasta cierto punto.
Como si le cortaran las alas; así se sentía.
—Cuando leí el mensaje de Ogiwara-kun, de nuevo me sentí incómodo.
Ante esas palabras, tanto Momoi como el moreno le observaron; la fémina había preferido mantenerse al margen de la situación al no estar consciente de lo que los chicos hablaban. Pero si había algo que ella sabía muy bien, era a qué se refería Kuroko con aquello y eso porque lo habían hablado los tres, varias veces.
—Tetsu-kun… —murmuró, preocupada.
Se acercó al aludido y lo abrazó mientras ambos eran observados por el más alto; hasta ese entonces, ninguno de ellos sabía certeramente la respuesta a esa sensación. No era como si ella lo hubiese sentido, porque mentiría si dijera que sí; estaba feliz, muy alegre de poder compartir sus años de secundaria junto a Dai-kun ya que eran amigos desde la infancia, y de alguna manera creía que no podía dejarlo solo. Por otro lado, desde que habían conocido al de cabellera azul, era como si a sus días se agregara mucho más color, e inclusive podía ver al moreno muchísimo más alegre que antes.
Y aún con eso…
Quería ayudarlos. Deseaba tener las respuestas a las inquietudes de ambos, poder decir que todo se arreglaría, que ese vacío en sus corazones desaparecería tarde o temprano y que sería reemplazado por una sensación cálida y agradable que les haría felices. Pero ella no podía decir algo tan egoísta como eso sólo porque no experimentaba lo mismo que ellos; sentía que era estúpido salirles con algo así sin tener una respuesta acertada a cada una de sus incertidumbres. Sin embargo, si había algo de lo que estaba totalmente segura, era de una sola cosa.
—No te preocupes, Tetsu-kun —dijo, sonriendo—. Ya verás que encontraremos una forma de lidiar con ello, así como Dai-kun halló una manera de, aunque sea, dejarlo de lado.
El tono de voz de la chica era tranquilizante y por alguna razón había encendido una pequeña flama de esperanza en el pecho del chico, quien curvó sus labios en una imperceptible sonrisa, colocando una de sus manos en la cabeza de la fémina.
—Muchas gracias, Momoi-san —inquirió con honestidad. Desvió su mirada hacia su amigo, quien se encontraba mirando algún punto en el suelo—. Aomine-kun, ya habrá momentos para pensar mejor en esto. Por ahora, ¿por qué mejor no jugamos un poco? Se hace tarde.
Ante la observación de Kuroko, Satsuki buscó la hora en su reloj de pulsera; de verdad, no podían quedarse por las calles hasta tan tarde, menos cuando al otro día tenían clases. Y ahora que lo pensaba, el día de mañana había algo… ¿Qué era? No recordaba muy bien, pero estaba segura de que era algo realmente importante.
—¡Tienes razón! ¡Entonces vamos a ello, Tetsu! —escuchó que gritó animado el moreno, pasándole el balón al otro chico.
¡Acuérdate, Momoi Satsuki! —se decía a sí misma.
Mañana era viernes, lo cual era increíblemente tranquilizante porque la semana había sido difícil; no podían darse el lujo de saltarse ni faltar a clases ya que los parciales estaban muy cerca, además de los arreglos de la graduación… ¡La graduación, eso era! Claro, ¿cómo podía olvidarlo? Era grosero de su parte, puesto que se suponía que debía recordárselos, consciente de que aquellos dos no tenían la mejor memoria del mundo. ¡Y ahí estaba ella para solucionar eso!
—¡Dai-kun, Tetsu-kun! —llamó, colocando sus manos a cada lado de sus labios para amplificar su voz.
Los aludidos se detuvieron de inmediato, dejando su 1vs.1 en segundo plano.
—¿Qué pasa, Satsuki? —preguntó un ligeramente agitado Aomine mientras que Kuroko sólo se limitaba a esperar que la chica hablase.
—Mañana es la reunión de los representantes de clase para los preparativos de la graduación —les recordó, curvando sus labios—. Recuerda que fuiste escogido como el de nuestra clase, Dai-kun —prosiguió, divertida ante la expresión de fastidio que éste mostraba—. Por otro lado, Tetsu-kun. Sé que en tu clase no hay un representante aún; ¿por qué no te ofreces~?
El aludido se congeló en su lugar, desviando la mirada hacia el piso de la cancha con la pelota aún en manos, como si le hubiesen puesto pausa a su juego y tanto él como el moreno no se permitieran moverse ni un milímetro de su lugar.
—Gracias, Momoi-san, pero no soy bueno con esas cosas —sentenció, como alma que lleva el diablo.
—¡¿Ah?! ¡¿Por qué?! Vamos, Tetsu-kun~ —insistía—. Necesito de alguien que pueda vigilar a Dai-kun mientras yo no pueda.
El moreno de inmediato sintió que un tic nervioso se adueñaba de su ojo derecho; ¿pero qué estaba diciendo? Él era todo un hombre, no necesitaba que lo estuviesen vigilando. ¡Ah, vamos! Como si pudiera hacer algo malo cuando estaba sin supervisión.
—¡No necesito una niñera, Satsuki! —aseguró, enojado al ser tratado como un niño.
—De verdad no soy bueno con esas cosas, Momoi-san —reiteró.
—¡Puedo ayudarte si quieres! Pero por favor, cuida de Dai-kun en mi lugar.
Y "Dai-kun", indignado, les dio la espalda a ambos por ignorarlo tan obvia y olímpicamente. Se cruzó de brazos y empezó a murmurar una gran cantidad de insultos y maldiciones mientras su rostro demostraba lo mal que le había sentado eso.
—Igual y, Momoi-san —inquirió un tranquilo Kuroko—, creo que la clase tiene a alguien en mente para ser su representante, y definitivamente no soy yo.
. . .
Y por ahora, esto es todo (?) Pretendo subir un capítulo semanal, máximo quincenal... En serio intentaré que no se me pase la fecha.
Las escritoras nos alimentamos de los comentarios... ¿...Me dejarías uno? Hazme feliz con uno, por favor =)
¡Oh! Eso me recuerda... Como este FF tocará mucho lo que es la adolescencia de los chicos, decidí que Akashi tuviese un hermano mayor.
Mi idea es que sea sólo mencionado, como en este capítulo; no va a aparecer como personaje.
Sin embargo, deseo preguntarles a quienes lean esto... ¿Les gustaría que su hermano apareciese como un personaje más?
Otra cosa. Si le hubiese puesto nombre a este capítulo, queridos lectores, hubiese sido algo como "Por la boca escapa la alegría".
¿Por qué? Los personajes suspiraban una y otra vez xD Y eso me hacía gracia.
¿Qué nombre le hubiesen colocado ustedes a este capítulo?
