Disclaimer: nada del Potterverso me pertenece

Este fic participa en el minireto de septiembre para "La Copa de las Casas 2015-16" del foro La Noble y Ancestral Casa de los Black.

Frase: Los amigos que tienes y cuya amistad ya has puesto a prueba / engánchalos a tu alma con ganchos de acero - William Shakespeare.


—Eres mi mejor amigo —sonrió.

—Ya lo sé.

—En serio, eres mi mejor amigo —insistió.

—Ya lo has dicho la primera vez, ¿sabes?

Estuvieron un momento en silencio.

—¿Ron?

—¿Sí, Harry?

—Creo que las amistades han de conservarse para siempre.

—Yo también estoy de acuerdo.

—Y que hay que mantener a los amigos bien cerca, siempre.

—Pienso lo mismo.

—Por eso, te he comprado esto.

Sacó unos grilletes de acero de una bolsa de papel.

—Unos grilletes. Esto… ¿Por qué?

—Por esto.

Abrió cada grillete y se los puso a Ron en las muñecas, aprisionándole.

—Vale, Harry, ¿qué haces?

—He leído por ahí que a las amistades hay que atarlas a tu alma con ganchos de acero —contestó, sonriente.

—¿Dónde has leído eso?

—¡En un libro! ¿Vale?

—¿Acaso has convertido estos grilletes en un horrocrux?

—Es metafórico. No soy tan tonto… Simplemente he decidido hacer esto.

Y sacó otros dos grilletes, pasando la cadena por la de Ron y poniéndoselos en las muñecas.

—Ahora estaremos siempre juntos, mejor amigo.

Se quedaron un momento en silencio, frente a frente, muy juntos y sin saber qué decirse.

—¿Harry?

—¿Qué, Ron?

—Ya es hora de que nos soltemos, ¿no crees?

—No puedo, Ron.

—¿Por qué? ¿Porque los amigos han de estar siempre unidos?

Harry negó con la cabeza.

—No, no es eso.

—Entonces, ¿qué es?

—Es que he perdido la llave.

Ron suspiró mientras rodaba los ojos.

—Nos soltaremos con magia. Saca tu varita, me he dejado la mía en la habitación.

—No puedo.

—¡¿Por qué?!

—Porque está en el bolsillo trasero de mi pantalón. No alcanzo a cogerla.

—Ya lo hago yo.

Pero no podía alcanzarla. Las cadenas eran muy cortas y no podía alcanzar la varita si no era acercándose demasiado a Harry. Es decir, sin parecer que lo estaba magreando.

—¡Ay! Me haces daño.

—¿Harry?

—¿Sí, Ron?

—¿Por qué eres tan idiota?