Amor inocente.
Vocaloid no me pertenece.
Era un catorce de febrero, normal mientras un pequeño niño rubio de ocho años caminaba de manera presurosa por los pasillos de un enorme supermercado de su localidad, buscando entre los enormes estantes, llenos de miles de productos, aquel que necesitaba con tanta urgencia.
Sus sonoros pasos atraían la mirada de los adultos quienes se encontraban realizando sus compras, era un niño en particular adorable con una camisa blanca y unos shorts negros con una pequeña mochila en su espalda, de apenas un metro de alto, ni siquiera alcanzaba a ver bien los productos que se encontraban hasta la parte de arriba de los estantes, pero aún así continuaba con su importante búsqueda, de manera tan decidida a encontrar ese producto que tanto necesitaba, como un caballero buscando algún antiguo y perdido tesoro en una tierra desconocida.
Hasta que al fin lo encontró, una pequeña caja sin nada especial en particular colocada en la parte de debajo de un estante, lleno de otras cajas de forma y tamaño similar.
El pequeño niño se estiro para alcanzar la caja, y aunque sus manos alcanzaban unas cuantas de las de la parte baja del estante, no alcanzaban hasta las que el necesitaba, las que estaña ubicadas en la parte del medio, entonces un guardia del supermercado, intrigado por la presencia de un niño solo en ese enorme lugar, decidió llamar la atención del pequeño.
—Disculpa niño, ¿estás perdido?— Pregunto con una voz suave para evitar espantar al pequeño rubio. Cosa la cual no resulto de la mejor manera, el niño se sorprendió tanto por la voz que provenía de su retaguardia que se giró con rapidez y al hacer esto golpeo su pequeña cabeza contra la base del estante. —¿Estás bien?— volvió a preguntar el guardia mientras veía como el niño se sobaba la cabeza por el golpe. El niño solo asintió nervioso en manera de respuesta a la interrogante del guardia, sabía que no tenía que hablar con desconocidos, pero sabía también que había personas en las que se podía confiar, como policías, o en este caso en un guardia.
—¿Estás perdido?— Volvió a preguntar el guardia al niño, el cual solo negó con la cabeza. El guardia al observar que el niño estaba intentando alcanzar un producto del estante decidió preguntar, —¿Necesitas algo?— El niño solo volvió a asentir y levanto su pequeño dedito hasta la caja que necesitaba y que estaba fuera de su alcance, la cual fue fácilmente tomada por el guardia.
—Si quieres te llevo a donde está la caja registradora ¿te parece?— le indicó el guardia, y el niño solamente asintió de nuevo.
Ambos se encaminaron hasta una parte colocada cerca de la salida y dejo al pequeño en la fila. Unos minutos después de esperar, el niño al final llego a ser atendido.
La operadora de la registradora tomo el producto que el niño tenía en las manos, y lo paso por el detector de precios.
—800 yens— dijo tranquilamente la mujer, entonces el niño sacó de su pequeña mochila, una bolsita que hizo un gran sonido al ser colocada en la registradora, en la cual el pequeño rubio apenas y alcanzaba a ver. Sacó de la bolsita una gran cantidad de monedas de todos los tamaños, al parecer eran sus ahorros de toda la vida, pero al parecer ese producto lo valía.
El niño salió corriendo del supermercado en dirección a su casa, la cual quedaba a no más de dos calles de distancia, corrió a través de todas esas calles que reconocía con tanta seguridad, mientras temía de todas las personas desconocidas que pasaban a su alrededor. Llegó hasta una casa de color morado, de dos pisos de altura, se acerco hasta la puerta, estiro sus piernas y sus brazos hasta alcanzar la perilla y la abrió con cuidado de no hacer mucho ruido, para no alertar a su madre acerca de su "escape secreto".
—¡Len!— Gritó una mujer de cabello largo y rubio mientras caminaba presurosa hacia su pequeño, —¡¿Dónde habías estado jovencito?— El pequeño niño empezó a temblar con la voz furiosa de su madre, —¡¿Cómo se te ocurre salirte sin permiso, tienes alguna idea de lo mucho que me preocupaste? ¡Cómo pudiste ser tan irresponsable!—
El pequeño niño empezó a sollozar en volumen bajo mientras su madre gritaba, —Lo siento mucho mami— sollozó el niño pequeño mientras una pequeñas lagrimas empezaban a descender de sus ojos. Su madre, al ver esto, detuvo su ira, y se hincó a la altura de su pequeño, —Lo siento mi pequeño Lenny,— se acercó y lo abrazó con fuerza mientras que con una mano limpiaba las lagrimas,— pero tienes que saber que me preocupaste mucho,— Dijo mientras lo consolaba, y el pequeño Len se empezó a tranquilizar, la madre deshizo el abrazo y acerco su cara hasta la de su niño, —Prométeme que jamás volverás a salirte sin mi permiso ¿sí?— el pequeño solamente asintió mientras volvía a abrazar a su mamá, —Por cierto, ¿A dónde fuiste?— pregunto inocentemente la mujer rubia.
—A la tienda— Respondió tranquilamente el niño.
—¿Y qué compraste?— le pregunto su madre, mientras sentía una pequeña cajita en la mochila del niño.
—Yo…— No sabía que contestar, le daba pena admitir que había ido a comprar "eso" frente a su mamá.
La madre del niño abrió la mochila y saco una caja rosa en forma de corazón, un regalo de motivo romántico, más que de amistad. Ante esto la mujer se sonrojó.
Su pequeño se había enamorado.
Ante este pensamiento, la madre no pudo hacer otra cosa que sonreír de manera nostálgica, al pensar que su niño de tan solo ocho años había encontrado a una niña que le gustaba, y que al ser ese, el día de san Valentín, el pequeño había decidido comprarle algo a su enamorada. Su bebe estaba creciendo.
—Len…— Le hablo con una voz suave, mientras sostenía la caja en su mano derecha, —¿Esto es para una niña?— pequeño solo asintió. Ante esto, el niño recibió un fuerte y cariñoso a brazo por parte de su mamá, —¡Mi pequeño está creciendo!— Gritó emocionada al oído, del su pequeño, provocándole a este un gran rubor en la cara, —¿es para una niña que yo conozca verdad?— pregunto mientras deshacía el abrazo con el niño rubio, el cual solo volvió a asentir a manera de respuesta, —¿y es más grande o más pequeña que tú?—
—Más grande, pero no sé si yo le guste.— respondió el chico un una vocecita apenas audible, recibiendo, de nuevo, un fuerte abrazo de su progenitora que le sacó el aire de los pulmones al instante. Luego de esto su madre se separo de él permitiéndole aspirar un poco del oxigeno que sus pulmones tanto le exigían.
—Qué lindo,— Dijo para sí misma la mujer rubia, —No te preocupes Len, eres el niño más bonito y especial del mundo, de seguro le gustaras mucho a esa niña— Después de decir eso, le regreso la caja al niño y acaricio su cabeza revolviendo sus rubios cabellos. —¿La vas a ver más al rato?— Le preguntó.
—¡Si!— respondió alegremente dando un pequeño salto, —Voy a ir a envolver el regalo— le dijo para luego salir corriendo hacia las escaleras que llevaban a si habitación, pero antes de empezar a subirlas, se volteo de nuevo hacia su progenitora —Mami ¿Dónde está Rinny?— Le pregunto refiriéndose de manera cariñosa a su gemela.
—Está en la casa de Miku, llega en unos minutos, ya no debe de tardar— respondió.
—De acuerdo— hablo el Len con un tono un poco serio para luego subir las escaleras.
Esto por supuesto, le preocupo a su madre, desde hace ya un tiempo, sus hijos gemelos se habían estado comenzando a distanciar, era algo bastante extraño, pero ellos dos ya casi no querían hacer casi nada juntos, antes siempre jugaban con los mismos juguetes, se la pasaban corriendo juntos por el jardín, se divertían en la hora del baño ó a la hora de dormir se la pasaban despiertos saltando en la cama hasta que caían uno sobre el otro y dormían. Pero desde hacía unos meses apenas y se querían bañar juntos, o compartir la cama, esto se debía, creía la mujer, a que ambos estaban creciendo. Le habían dicho que a partir de los siete años, niños de diferente genero se empiezan a distanciar, y que eso era algo completamente normal, no obstante, una ligera sensación de tristeza llegaba a la mente de aquella madre rubia al pensar en sus hijos separándose, pero así es la vida.
La mujer habría seguido pensando en sus hijos hasta que el timbre de la puerta llama su atención.
Se acerco hasta la puerta y la abrió, dejando entrar a un par de niñas, una de cabello rubio y corto con un lazo atado en este, y otra un poco mayor que la anterior de pelo verde, bastante largo, peinado en dos grandes coletas que llegaban hasta el suelo. Ambas llevaban sus mochilas de la escuela.
—¡Hola mami!— grito la pequeña niña rubia.
—¡Hola señora Kagamine!— Grito la otra niña.
—Hola hija, hola Miku!— respondió la señora Kagamine mientras se giraba para ver las niñas que habían corrido hasta los sillones de la sala para sentarse, en donde encendieron la televisión en un canal infantil y se pusieron a verlo mientras aún jugaban con las manos.
—Hola Kara— dijo una mujer adulta de pelo verde corto de la misma tonalidad que el de la niña que acompañaba a la hija de la mujer rubia, peinado a manera de una par de cilindros a cada lado de su cabeza, y que aparentaba estar bastante cansada por estar cuidado al par de infantes.
—Hola Rika, ¿te invito a pasar?— respondió la rubia. Ambas se adentraron en la casa y se dirigieron a la cocina en donde se sirvieron un poco de té mientras conversaban, hasta que llegaron al tema del día de san Valentín.
—No me parece correcto que en las escuelas hagan que los niños se escriban "cartitas de amor"— Dijo la mujer de pelo verde –simplemente me parece mal, después de todo, son solo niños no saben nada del amor,— Volvió a decir mientras daba un sorbo a su té.
—Pues no creo que se trate tanto así como de "amor verdadero"— comento su amiga —si no más bien de una simple atracción, un gusto por otra persona que es su amiguito.—
—Pues aún a si no me parece bien— Volvio a defender su punto de vista la mujer peli verde, —Mira por ejemplo a mi hija Miku, le dije específicamente que si un niño de daba una "carta de amor" que lo rechazara, lo que menos necesito es que mi hijita se confunda con esa clase de tonterías a esta edad tan joven.— Dijo de manera terminante.
La señora Kagamine se quedo pensando un momento. ¿Era malo quen un niño tuviera esa clase de sentimientos a esa edad? Para ella eso no representaba mas que un simple gusto, o un pasatiempo, pero si de verdad era un problema…
—Mira que hoy en la tarde Len se escapo de la casa y fue hasta el supermercado a comprar una caja de chocolates para una niña que le gusta.— Le comentó la rubia a su amiga en un tono bajo mientras se acercaba a su oído.
—¡Se escapo de la casa!— Exclamó alarmada la madre peli verde. —¿y que mas?—
—Pues, creo que se gasto todo el dinero que se tenía ahorrado para comprar eso, —Informo la rubia a su amiga, —y además estaba muy preocupado por si era rechazado por esa niña.—
—Pues reza para que lo rechacen, porque es mejor un niño con el corazón roto que con la cabeza en las nubes.— Sentencio de manera terminante la mujer llamada Rika, —Si yo fuera tu, —dijo mientras se acercaba al oído de su amiga,— te recomiendo que averigües si Rin también esta en esa situación.— Dijo mientras apuntaba a la niña nombrada.
—¡Mami,¿ nos puedes llevar a mí y Rin al parque?— Grito emocionada la pequeña Miku.
—Claro que si hija,— respondió su madre con una sonrisa mientras se levantaba de su lugar y dejaba la taza de té en la mesa, —Y se dice Rin y Yo.— le aclaro a su pequeña niña de pelo verde. Pero antes de caminar hacia la puerta de la salida, se volteo hacia su amiga y le dijo en el oído,—Averigua si Rin tiene algún "enamorado"—
Después de esto, la mujer se levanto y tomando de la mano a su hija se dirijo hacia la puerta de salida, mientras que detrás de ellas caminaba la pequeña rubia de nombre Rin.
—¡Adiós mami!— Grito la pequeña Kagamine mientras caminaba a la salida junto con su amiga y la madre de esta.
—Espera Rin,— Le detuvo en su trayecto hacia la salida su mamá,— Dime,— dijo mientras se hincaba a la atura de su hija,—¿Hay algún niño que te guste?— le pregunto sin rodeos. La pequeña solo se sonrojo ante la pregunta de su mamá, no era una buena señal.
—Hay un niño que me gusta mucho, es muy guapo y me cae muy bien, —Empezó a girar su piecito en una expresión de pena,—Y creo que yo también le gusto— susurro en el oído de su madre, antes de salir corriendo por la puerta con un notable sonrojo en su cara.
Kara Kagamine se quedo congelada ante el comentario de su hija, hasta que escucho la puerta cerrándose. Lentamente camino de vuelta hacia el sofá de la sala en donde las niñas habían estado jugando y se recostó en este. Pensó en lo que le había ocurrido en ese día, primero su hijo se escapa para comprarle algo a laguna niña misteriosa, y luego su hija le dice que tiene un niño que le guste, y a juzgar por el sonrojo en la cara de la infante, se podría decir que era un enamoramiento muy fuerte. ¿El que sus dos hijos tuvieran enamoramientos a la corta edad de ocho años era una señal de que ella era una mala madre? No, por supuesto que no, sino mas bien que lo contrario, es decir, hubiera sido mala señal si le hubieran ocultado sus respectivos enamoramientos, pero el que se lo hubieran dicho tan pronto como les pregunto, por lo tanto era una buena madre al mantener una relación de confianza con sus hijos, por lo tanto era una buena madre, a diferencia de otras cuyos hijos no eran capaces de confiarles nada.
El único problema era, ¿Qué tan malo sería este enamoramiento? Eran solo niños, no sabían nada de amor, no tenía idea de si las suposiciones de su amiga eran desestimadas o sobreestimadas.
Estaba pensando en ese tema cuando si línea de pensamiento fue interrumpida, es esta ocasión, por la voz de su pequeño y adorable Len.
—Mami— Le llamo con una voz suave.
—Sí, dime hijo— Le respondió su madre una vez saliendo de sus pensamientos.
—¿Me llevas al parque?— Le pregunto.
—¿Al parque hijo?,— le pregunto de vuelta, entonces noto que en las manos de su niño, se encontraba, envuelto de manera un poco desordenada y desacomodada con papel rosado, la caja de dulces que había comprado en la tarde durante su escapada al supermercado. —¿Vas a ir a ver a esa niña que te gusta?— Pregunto de manera obvia.
El pequeño solo asintió, sonrojándose más.
Su madre solo lo miro durante unos segundos. Se veía tan adorable.
—De acuerdo hijo vamos.— Le dijo mientras lo tomaba de la manita y lo llevaba hasta la salida de su casa.
Era solo un amor infantil, no había nada más puro e inocente que el amor infantil, pensó para si misma la madre de los gemelos.
Llegaron hasta el gran parque que se encontraba en medio de esa ciudad, en donde había una gran cantidad de niños jugando, algunos jugando futbol, algunos jugando basquetbol, y algunos cuantos más estaban sentados tranquilamente en el pasto, contemplando la puesta de sol, era fin de semana así que había muchos niños que no se tenían que preocupar por la tarea.
Madre e hijo llegaron hasta la entrada de aquel gran espacio de juegos, se acercaron a unas bancas rojas que estaban cerca del área de juegos fijos, y mientras la madre se acomodaba en el lugar, el pequeño Len se encontraba buscando con la mirada a su enamorada.
Al fin la encontró.
—Quédate aquí mami, por favor.— le ordeno su hijo antes de salir corriendo hasta en donde se encontraba su niña especial.
A Kara esto le sorprendió, ¿que su hijo le ordenara que se mantuviera alejada? Aunque había dicho por favor, pero aún así ella era su mamá, que pensaba que iba a hacer ¿avergonzarlo? Él era el que no sabía multiplicar.
Así que aquella mujer hizo caso omiso a la petición de su hijo y lo siguió sin que se diera cuenta.
Lo vio dirigirse hasta en grupo de niñas, y pasarlas por alto, después llegó hasta donde estaban una pareja de niñas que para ella eran muy conocidas.
Rin y Miku.
"¡Pero claro!", pensó asombrada la madre, una niña linda mayor que él. Por supuesto que se refería a Miku.
Pero algo ocurrió, de repente Miku le dijo algo al oído a Rin mientras las dos veían a Len acercarse, después de esto Miku se fue corriendo hacia el otro lado.
"Es algo tímida" Pensó de nuevo la madre, pero a diferencia de lo que se esperaba, Len no fue en la búsqueda de la peli verde, si no que se acerco hasta Rin, mas sonrojado que antes.
—Hola Rin— Hablo el pequeño con cara roja como un tomate.
—Hola Len— le respondió su hermana con un sonrojo similar.
En cuanto las miradas de ambos se encontraron, el sonrojo aumentó considerable mente, haciendo que por reflejo mutuo, sus miradas se voltearan al suelo.
—Rin, te quiero decir algo— La pequeña rubia vivió a levantar su mirada hacia los ojos de su gemelo, los cuales apenas eran visibles por el flequillo que le cubría la mirada, —Yo…— empezó a decir con la voz temblorosa, —Tu…— Su pequeñas piernas parecían no poder soportar el peso del cuerpo del niño por la gran cantidad de temblores que pasaban por estas, —¡Me gustas mucho!— Dijo casi gritándole mientras cubría su rostro, aun mas sonrojada, con la caja en forma de corazón que tenía en las manos.
Aunque la cara de la pequeña Rin no se quedaba atrás con respecto a la de su hermano.
—Tú también me gustas mucho.— Le confesó volteando su rostro hacia el suelo, el cual, después de esta declaración, el cual se había puesto más sonrojado que antes, si esto era posible.
Era una escena bastante curiosa, un par de niños de ocho años, declarando su amor infantil, frente a una bella puesta de sol, en una hermosa tarde de un catorce de febrero. Una escena perfecta para cualquier fotografía de una dedicación amorosa. A excepción claro, de la madre de ambos niños que estaba observándolos detrás del árbol que se encontraba.
Ambos niños continuaban sonrojados, cuando el pequeño Len, se atrevió a hablar.
—Te compre un regalo,— le dijo tartamudeando mientras le ofrecía la caja que había comprado en esa misma tarde, y que tanto se había esforzado en buscar.
—Gracias,— dijo su pequeña enamorada mientras que recibía la cajita con ambas manos. –Yo también te tengo un regalo, cierra los ojos,— le dijo con mas nerviosismo que antes.
Su hermano menor la obedeció y cerro con fuerza lo ojos esperando su regalo, ¿Qué sería?, ¿Una banana gigante?, ¿una guitarra para poder rockear como siempre había querido?, ¿una aplanadora como con la que el pequeño tanto soñaba? No. Sino algo que, ante el punto de vista del niño, era un millón de veces mejor.
Un sentir cálido y suave empezó a presionar en los labios del rubio, el cual ante la sorpresa abrió los ojos, viendo los parpados cerrados de su hermana a tan solo unos centímetros, dándose cuenta de que había recibido el mejor regalo del mundo.
Su primer beso, por la niña mas hermosa del mundo
Duro uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez segundos.
Los diez segundos más maravillosos que el pequeño Len jamás se hubiera imaginado en vivir.
Diez segundos en el cielo para ambos, los diez segundos más especiales y perfectos que ellos dos hubieran podido desear. Los diez segundos más perfectos que sus inocentes mentes hubieran podido imaginar.
Cuando se separaron, las miradas de ambos se encontraron, se sonrieron mutuamente, mientras su caras adquirían un tono mucho mas rojo que antes, y sus corazones latían con fuerza, mientras que cientos de mariposas volaban en los estómagos de los dos, y un pequeño mareo los hacía perder el equilibrio.
La pequeña rubia tomo el regalo y lo desenvolvió, dejando ver los chocolates que tanto le gustaban.
—¿Vamos a comerlos juntos?— Le pregunto a ese niño a quien le había regalado su primer beso.
El pequeño Len asintió con la cara roja, y tomo la mano de su enamorada con la suya.
Esto sorprendió un poco a la pequeña Rin, cosa que fue inmediatamente notado por su hermano.
—Solo la quería sostener.— Dijo rápidamente mientras volteaba su rostro al otro lado, y como respuesta de la niña, recibió un apretón igual al suyo.
Ambos empezaron a caminar hacia el atardecer mientras se sujetaban de las manos. Su pequeño e inocente enamoramiento acababa de empezar.
No había nada más inocente que el amor de un par de niños.
Mientras que cerca de ese lugar, una mujer adulta rubia, se encontraba desmallada en detrás de un árbol, después de haber perdido la conciencia, al ver visto a sus dos hijos gemelos, declarase un dulce, tierno e inocente amor incestuoso.
Fin
Qué cosa más rara ¿No?
La inspiración para este Fic surgió cuando leí otro Fic que trataba de un tema bastante similar, en donde Len y Rin, siendo niños de tan solo ocho años, se declaran su amor.
Pero a diferencia de este Fic ese era un non-cest.
Sé que debe de ser muy raro leer acerca de un par de niños haciendo incesto sin siquiera saberlo y que hasta cierto punto, eso pude sonar algo cruel.
Pero esto es FANFICTION, en donde cualquier cosa puede pasar y lo hago por puro gusto a Len y Rin.
Por lo tanto no espero comentarios tontos haciéndome notar lo ilógico que es esto.
Espero que hayan disfrutado leyendo esto y si leyeron mis otros fics, también, y se les dio asco, que bien.
Me despido, espero no haberlos aburrido, si encuentran algún error me avisan y yo lo corregiré.
BYE
P.D.: Tengo algunas ideas similares a esta, ¿les gustaría que lo continuara con un Two-shot?
