Yo creo que van a tener que atarme o algo para que deje de escribir xD yo dejo esto por aquí, los personajes de CDM no me pertenecen.
¿Sabéis? La vida no es de color rosa como muchas personas ingenuas creen, o por lo menos la mía no, perdí a mi madre cuando tenía quince años y al año siguiente me independicé porque mi padre era un borracho que se fundía el dinero en putas, así que ahí estaba yo, una chiquilla de dieciséis años trabajando en una cafetería para ganar lo suficiente para vivir.
Cuando cumplí los dieciocho mis gastos aumentaron, necesitaba más dinero para poder pagarlos así que dejé mi trabajo en la cafetería para empezar a trabajar por la noche como una de las bailarinas de un local nocturno, jamás pensé que él llegaría a parar en un lugar como ese…
Lysandro dejó el libro en su mesa y pasó la mirada por toda la clase, la campana no tardó en sonar y los alumnos salieron corriendo como si tuvieran un cohete en el trasero, solo una persona se había quedado atrás recogiendo sus cosas.
— Buena clase profesor.— La joven habló mientras terminaba de meter en su bolso el cuaderno, los dos libros de la asignatura y el estuche que había estado utilizando durante las tres intensas horas de clase.
— Gracias Clío.— El albino analizó (descaradamente) cada parte de la joven, empezando por sus largas piernas que estaban descubiertas gracias a la falda negra que llevaba, una cintura que le pedía a gritos que la rodeara con una mano, sus mejillas se fueron sonrojando a la par que sus ojos se situaban en sus pechos y de ahí a su rostro, Clío era una joven hermosa y él tenía que admitirlo, su tez nívea hacia resaltar esos orbes verde grisáceos que poseía, aquel día llevaba su cabello color ciruela recogido en dos moños y su flequillo recto quedaba a pocos centímetros de sus pestañas negras, demonios, ¿por qué tenía que ser su alumna?
— ¿Profesor?— Clío se había acercado hasta quedar a pocos metros cerca de él.
—¿Sí?— Preguntó Lysandro volviendo a la realidad.
— Le decía que…que tenga una buena tarde.— Con una leve sonrisa caminó hasta la puerta y su figura se fue haciendo más pequeña hasta desaparecer, Lysandro se sentó en la silla y se llevó ambas manos a la cabeza.
— Estoy jodido.— Susurró mientras sus ojos se cerraban y dejaba volar su imaginación, ahí estaba otra vez ella a su lado, sabía a la perfección que bajo aquella sabana blanca se podía encontrar el cuerpo desnudo de su alumna y su mano se fue acercando poco a poco…
— ¡Lysandro!— Armin le dió un golpe a la mesa con su mano, logrando despertar al albino de su hermoso sueño.
— ¿Por qué has hecho eso?— El ceño del de ojos bicolor se frunció levemente mientras miraba a su compañero.
— Porque llevo diez minutos aquí esperando a que despiertes de tu sueño erotico y me estaba empezando a cansar.— Respondió el moreno mientras se aguantaba las ganas de reír.
Debía darse prisa, llegar a casa y hacer los deberes, repasar y comer algo para después salir corriendo al trabajo, Clío pensaba en cómo cambió todo desde aquel accidente mientras veía a las personas pasar desde la ventana del autobús.
Tiempo atrás había sido una niña sin preocupaciones, feliz, pero cuando pasó aquello todo se fue al carajo, el poco dinero que su madre le había dejado lo cogió su padre para gastarlo en putas y llegó un momento en el que ella no lo pudo soportar más.
— Bueno, vamos a dejarlo todo preparado.— Susurró abriendo la puerta de su piso, era pequeño, perfecto para una sola persona y se lo podía permitir, dejó su bolso en la mesa del salón y se fue directa a su cuarto para dejar lista la ropa que se pondría al día siguiente, al trabajar en un bar nocturno llegaba tarde a casa y con ganas de dormir, así se ahorraba tiempo. Todo lo demás fue la misma rutina de siempre, hacer las tareas y empezar los trabajos que debía entregar, la comida y la cena de aquel día y empacar en su mochila la ropa que se pondría en el trabajo, eran las ocho y ella debía irse, el local quedaba a una hora y media en autobús y no podía llegar tarde.
— ¡Hola Clío!— Rosalya corrió a abrazar a la chica mientras sonreía.
— Buenas noches Rosa.— Respondió mientras correspondía al abrazo, la albina se encargaba siempre de la barra y la caja registradora, los clientes jamás se la iban a encontrar bailando.
— ¿Preparada para esta noche?— Preguntó la de orbes dorados mientras la acompañaba a la habitación donde se cambiaban.
— Como siempre.— Contestó con un guiño para acto seguido quitarse la ropa.
— Cariño tienes el cuerpo de una modelo, algún día te convenceré para que desfiles con alguna de mis creaciones.— Rosa simuló que le echaba fotos con las manos.
— Deja de decir tonterías anda, el local está empezando a llenarse, será mejor que vayas antes de que el jefe venga y no pienso dejar que me vea desnuda.— Las mejillas de Clío se inflaron levemente a la par que terminaba de ponerse el vestido negro ajustado a su cuerpo.
— Ya voy ya voy.— La albina se despidió con la mano y dejó a Clío preparándose, estaba ya en su puesto cuando se encontró con Lysandro.
— ¿Rosa?— El albino la miró perplejo al encontrarse a su cuñada allí.
— ¿Lys? ¿qué haces tú aquí?— Preguntó confusa.
— Oh, bueno, un amigo me dijo que aquí podía distraerme y…lo necesito.— Susurró sonrojado desviando la mirada.
— Aquí no puedes tocar a las chicas pero si puedes deleitarte con sus bailes, hay una que te va a encantar, Plum es la mejor del local.— Solían llamar a las chicas por los motes que ellas mismas elegían.
Había terminado de arreglarse, su cabello caía por su espalda hasta llegar a su trasero y llevaba unas lentillas rojas, ninguno de los clientes sabía que sus ojos eran verdes grisáceos, Clío abrió lentamente la puerta para salir pero su corazón se detuvo al ver que su profesor estaba ahí, hablando con Rosalya.
— Mierda.— Susurró mientras deseaba la muerte en ese instante, por un segundo su mirada se cruzó con la de él y dio gracias a Adolf Gaston Eugen y a Otto Wichterle por haber inventado las lentes de contacto.
El sol entraba por la ventana de aquella habitación logrando darle en toda la cara a Clío, la joven se levantó corriendo y no tardó en arreglarse, llegaba tarde y todo por lo que había pasado la noche anterior.
— Joder.— Susurró mientras corría hasta la parada del autobús, cuando subió buscó con la mirada alguna cara conocida y su rostro se iluminó al encontrarla.
— Buenos días Clío.— Saludó cordialmente Amara, se trataba de una hermosa mujer que a pesar de tener veinte años medía metro sesenta y siete, de tez clara y cabello rizado hasta su trasero de un curioso color rubio fresa, sus orbes color ámbar miraban a Clío con cariño.
— Buenos días…sí.— Con pesadez se sentó a su lado mientras soltaba un suspiro. — ¿Pasó algo ayer?— Preguntó ladeando la cabeza, trabajaban en el mismo local pero esa noche no había podido ir, Clío se ofreció a cubrir su lugar.
— Apareció Lysandro y por desgracia me tocó bailar para él…— Sus mejillas se sonrojaron al recordar como el albino la desnudaba con la mirada.
— ¿El profesor que te gusta?— Tras esa pregunta las manos de Clío le taparon la boca.
— ¡Cállate!— Gritó la ojiverde.
— Amor prohibido murmuran por las calles…— Cantó Amara antes de soltar una pequeña risa.
— ¿Estuvo el señor Ainsworth allí? Ojalá vaya también el profesor de Física…— Las dos chicas se giraron para mirar a la dueña de aquella voz, ahí detrás de ellas se encontraba Orfeo, una de las chicas más hermosas de toda la universidad, de la misma estatura que Amara y poseedora de una larga cabellera azul marino que llevaba aquel día recogía en una coleta alta, ojos almendrados y de un tono dorado como el oro viejo.
— Orfeo por favor.— Clío chasqueó la lengua imaginándose al profesor de Física en el club, un escalofrío recorrió su espalda.
— ¡Está bien bueno! Debes admitirlo.— Orfeo se abrazó a sí misma haciendo resaltar sus pechos aún más, llevaba una camiseta con escote.
— Para ti todos están buenos.— Susurró Amara guardando su teléfono en el bolso.
— Eso no te lo niego.— Respondió con sinceridad.
Las tres chicas bajaron del autobús y se adentraron en las instalaciones, la universidad Amoris era conocida porque no dejaban entrar a cualquiera, las personas que se encontraban hablando se callaron al verlas entrar, los hombres sentían como se endurecía el asunto que tenían entre sus piernas y las mujeres hacían gestos vulgares a sus espaldas. El grupo formado por Clío y sus amigas era bastante conocido ya que irradiaban sensualidad, atrayendo a todos los hombres y el odio de las mujeres.
— A ver zorras, tenéis hasta la hora del descanso para presentar vuestra carta de renuncia.— Ámber y su grupo se había encargado de cortarles el paso.
— ¿Nos hablas a nosotras o a tus amigas?— Preguntó Clío llevándose un dedo a la barbilla.
— Deja de hacerte la graciosa, nos referimos a ti a tu grupo.— Respondió Charlotte apretando los puños.
— No tenemos tiempo para tus gilipolleces así que te lo diré muy claro, quítate o te quitaré yo a la fuerza y no, no tengo miedo de tocarte, me importa una mierda así de grande quién cojones sea tu hermano, tu madre o tu padre, si nos vuelves a molestar, incluso si alguna de mis amigas me dice que has hecho algo, te vas a arrepentir ¿te ha quedado claro?— Si había algo en lo que Amara destacaba era su faceta seria, cuando alguien le tocaba los cojones ella no lo permitía, le daba igual si era alguien importante porque ella no iba a dejarse pisotear.
— Pero que ovarios más grandes tienes joder.— Dijo Orfeo con orgullo mientras pasaban al lado de la rubia y sus amigas, llegaron al aula pero no entraron al escuchar las voces de sus profesores.
— ¿Entonces estuvo bien?— Preguntó Castiel.
— Lo único que digo es que…la bailarina que me tocó fue muy sensual, creo que esta noche volveré y le hablaré.— Dijo el albino decidido.
— Esta noche vamos todos, que Castiel tiene que quitarse de la cabeza a su ex novia.— Comentó Armin pasando su brazo por el hombro del pelirrojo.
— Mierda.— Susurró Clío.
— Dios me ha escuchado.— Orfeo alzó los brazos hacia el cielo, Castiel Leunam era el profesor de Física y a sus ojos estaba bastante bueno, cuando había escuchado que su "novia" lo había engañado se tuvo que aguantar las ganas de decirle "cariño puedes desahogarte conmigo, en mis pechos, donde tú quieras" y esa noche pensaba hacerlo.
— Será mejor que nos preparemos.— Amara respiró hondo y entró en el aula con calma, iba a ser un día muy largo.
Otra historia sí, matenme. XD disculpen las faltas de ortografía y si desean participar les pido por favor que sea por PM~
Ficha:
Nombre:
Apellido:
Edad: (18-20)
Apodo:
Descripción Física: (Lo más detallada posible y si cambia algo cuando están en el club.)
Descripción Psicológica:
Historia: (Infancia, relación con los padres, el motivo que las llevó a bailar en un local nocturno.)
Chico: (Nathaniel, Kentin y Alexy)
Reacción al verlos en el local por primera vez:
Gustos:
Disgustos:
Extra: (Cualquier cosa que deseen añadir)
Que tengan una buena tarde y ¡feliz año nuevo!
