Card Captor Sakura ni sus personajes me pertenecen, son obras de las chicas de Clamp.
A Diana...
[Aprovecha el día de hoy, y no pongas de ninguna manera tu fe ni tu esperanza en el día de mañana.] - Horacio
Carpe Diem
En algún momento el cielo se puso del todo gris y nadie tuvo la oportunidad de huir a tiempo del aguacero que se había avecinado estrepitosamente sobre la ciudad.
El día estaba bastante pesado, hacia un calor insoportable y la ropa se pegaba al cuerpo como si fuera una segunda piel. Los mosquitos se hacían más abundantes con la llegada del verano que estaba a punto de comenzar y todos ya comenzaban a estar bastante fastidiados.
El año estaba llegando a su fin sumado al cansancio que ya era notable y justificable para todos.
Sakura se dijo que no tendría razón por la cual quejarse, un año más y terminaría la secundaria. Recién se cerraría un ciclo para comenzar otro nuevo… muchas cosas nuevas estaban por venir.
Con cierta nostalgia dejó de prestar atención a la clase de literatura. Prácticamente la profesora estaba en la misma situación que ella. El calor era demasiado sofocante y al ser el último mes de clases, estaban todos extenuados y las notas para esas alturas ya estaban definidas.
Suspiró de alivio y satisfacción cuando se desperezo en su asiento. Había aprobado matemáticas por los pelos gracias a la paciencia infinita de Tomoyo. Las matemáticas quedarían en el olvido durante el resto del verano…
Ese sería el último verano donde esperaría el siguiente ciclo escolar con ansias de reencontrarse con sus compañeros.
Le dio una punzada de nostalgia que la obligo a sonreír. Había pasado toda su niñez en aquella escuela y con casi los mismos compañeros, algunos se habían ido y otros fueron llegando poco a poco. No se hablaba con todos pero estaba encariñada con los rostros que habían estado allí sin que se diera cuenta y le daba tristeza no haber intentado algún tipo de acercamiento en todos aquellos años.
Miró a Tomoyo sintiéndose feliz sabiéndose su mejor amiga desde que tenía memoria. Ésta al percibir su mirada la miro entrecerrando los ojos.
- ¿Qué sucede? – Le dijo sonriendo sin entender. Sakura sonrió y la saludo con la mano; frunciendo la nariz en un gesto simpático, haciéndola reír por lo bajo.
Todo siempre tan igual… y tan distinto.
Arranco una hoja de su cuaderno doblándola en dos y empezó a abanicarse, mirando con molestia el ventilador del techo que había dejado de funcionar. Con disimulo se puso de costado y miro con rabia al responsable del sufrimiento de todos.
Porque si, era cierto que hacía un calor infernal, pero también era cierto que en algún momento de la vida habían tenido un ventilador de techo que funcionara y que aliviaría aunque fuera un poco el sofocante calor.
Y todo se resumía en dos palabras.
Shaoran Li.
Maldito Li, ¿Cuándo había dejado de ser el chico callado y antipático para convertirse en el gruñón que era ahora? Ya no era tan reservado pero el gesto osco jamás se le había desprendido. Siempre con ese aire altanero y desenfadado.
Aunque Sakura se dijo que estaba siendo muy dura con él, ya que en el momento del incidente del ventilador, ella también había estado involucrada de alguna manera, porque había sido una cómplice como el resto del curso.
Si lo pensaba mejor, aquel episodio había sido hasta gracioso y tendría que estar agradecida a Li, porque gracias a él se habían salvado todos de tener un examen sorpresa de Economía; siendo el único en rebatirle al profesor que era injusto e innecesario porque este se había tomado una licencia desde comienzos de año y había regresado a principios del último semestre y nada mejor que hacer su regreso que hacer un jodido examen sorpresa sin tener en cuenta ni los temas ni las notas que había dejado el profesor sustituto.
Li había sido el primero en animarse a encarar al docente y alentar al resto para que no tuvieran miedo a decir lo que pensaban.
Había sido una faceta desconocida de Li para todo el resto, pero muy útil.
Sakura se había sentido mal, como todos los demás, después de aquel alboroto. Porque todos habían protestado, pero el único que había dado la cara había sido Li, y al único que habían acusado de Alumno Problemático había sido a él y él mismo había cargado con las consecuencias.
Aunque no había estado tan solo, Eriol y Yamazaki salieron detrás de él cuando el profesor se lo llevo a Dirección, aunque solo complicaron la situación. Ya que siempre habían sido buenos alumnos, y en aquel incidente dejo a Li como el alumno que se había descarriado.
Li había vuelto hecho una furia al salón con los otros dos chicos atrás. Eriol y Yamazaki intentaban tranquilizarlo gastándole bromas pero no funcionaba del todo.
- Tranquilízate Shaoran. Déjalo estar, solo estas empeorando las cosas. – Le había dicho Yamazaki restándole importancia.
- Solo estoy haciendo valer mi opinión y lo hice de manera respetuosa y lo único que consigo es que quieran pasarme por arriba.
Eran el centro de atención, todos los estaban mirando mientras que Li buscaba entre sus cosas una libreta. Eso era una mala señal. En aquella libreta no solo estaban las notas de calificaciones, sino que allí también estaban las malas noticias. En dicho artículo se registraban tanto los reportes de los profesores cuando querían comunicarse con los padres para concretar una cita, o para hacerles saber algún tipo de situación.
- ¿Qué sucedió? – Pregunto preocupada Tomoyo rompiendo el hielo.
- Voy a cerrarle la boca a más de uno. No tengo ni una sola nota baja y jamás tuve que ir a un curso de verano. Ahora les voy a demostrar quién es el alumno descarriado.
- ¿Alumno descarriado? – Rió confundida – ¿Quieren explicarme que es lo que pasa?
- El profesor hablo con el director y le dijo que Shaoran intento insubordinar al resto del curso. – Le informó Eriol, apoyado contra el marco de la puerta.
- ¿Insubordinar al grupo? – Preguntó Sakura recalcando la palabra. – ¿Pero cuando fue que te convertiste en el Che Guevara?
Aquel comentario tan fuera de lugar en ella había provocado la risa de sus compañeros y la del propio Shaoran.
- Y yo no sé cuando fue que este hombre se convirtió el Adolf Hitler de nuestro curso. Pero les aseguro que esto no va a quedar aquí. ¡Ni siquiera me dejo hablar!
Se fue del salón y volvió a los diez minutos con una sonrisa radiante en los labios. Era bueno tener a un director que también ejercía de profesor, y que había tenido como alumnos aquel salón durante casi dos décadas. El profesor Terada había asumido aquel cargo hacia un año atrás y sabía qué clase de alumno era Shaoran Li.
- ¿Y en que quedaron?- pregunto Naoko.
Shaoran simplemente había respondido – ¡Victoria! – Y después de aquello había revoleado la libreta hacia atrás y no fue a parar más que al ventilador de techo que en ese momento se encontraba al máximo.
El resto, ya se lo podían imaginar…
Suspiró hondamente, resignándose al calor como todos los demás y se dijo a si misma que ya era hora de dejar de culpar mentalmente a Li todos los días.
Súbitamente el blanco de su mirada levanto la cabeza de golpe y uno de sus pequeños auriculares se salió de su lugar mientras la miraba fijamente y con extrañeza. Sakura se sonrojo al ser descubierta y en un acto reflejo se volteo completamente.
-Maldito Li - se dijo a si misma.- Últimamente notaba que lo estaba observando demasiado.
El estaba muy cambiado y no supo definir en que momento hizo aquel cambio físico tan progresivo. Ya había demostrado que tenía mas pelotas que cualquiera de su curso enfrentando al profesor mas jodido del planeta solo para hacerse valer y ella no podía sentirse más que admirada por aquella actitud.
Y si bien ese fue un momento decisivo para ellos como grupo, su cabeza recién ahí hizo el clic de que ya no eran los mismos.
No de todas las maneras, claro. Ella era la misma despistada de siempre solo que con algunos años mas.
Recordó las épocas donde en algún momento jugaba con todos. No había ningún tipo de restricción. En algún tiempo lejano, las chicas y los chicos estaban unidos como uno solo y recordó que hasta en alguna época de la historia, había sido una especie rara de amiga de Shaoran Li, Eriol Hiragizawa y Takashi Yamazaki.
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Shaoran miro con extrañeza a la loca de Kinomoto. Sonrió por lo extraña que alguna veces era y se aflojo un poco la corbata del uniforme. No la culpaba por estar dando vueltas en la silla. El calor era insoportable a las dos de la tarde, estaban fastidiados de estar sentados esperando que pasen las horas para que llegara al menos la clase de educación física. La única clase entretenida y soportable a esas alturas.
Mientras tanto pensaba seriamente que al salir de allí necesitarían un fibrón para remarcar la raya de su trasero.
Bufo y se secó el sudor con la manga de la camisa y se la arremangó un poco, teniendo cuidado de que no se le viera del todo el brazo. Miro a sus compañeros distraídamente y se topo con la mirada suspicaz de Eriol que, moviendo los labios, le articuló un -Cuidado- y sonrió.
Le devolvió el gesto y Eriol le señalo con la cabeza a Tomoyo que justo los había agarrado en pleno intercambio. Eriol le lanzo un beso con la mano a la chica como si estuviera haciendo un pase de béisbol y se llevo la mano al pecho, como si el corazón le fuera a mil por hora, provocando que todos los que estaban alrededor rieran.
Por lo que Shaoran volvió a fijar su atención en Kinomoto en cuanto la oyó reír. Frunció el ceño absorto en sus pensamientos. Kinomoto siempre reía. Kinomoto vivía para reírse. Aunque era bueno aclarar que nunca con él, ni con nadie del grupo de varones del salón.
Las chicas eran de una dimensión completamente distinta. Recién el año anterior comenzaron a unirse poco a poco ambos sexos. Se sorprendió de haber sido totalmente indiferente a ese detalle hasta ahora. Claro que, se dijo, recién ahora notaba el detalle de que las chicas del salón se trataban de eso también… de chicas.
Por supuesto que el ya había notado que tenia hormonas, eso lo supo desde que tenia catorce años y con el paso del tiempo se hicieron mas evidentes… y otras un tanto inconvenientes. Pero nunca se había detenido a observar ni constatar que sus compañeras de clases eran también mujeres.
Bueno, ok, eso había sonado algo raro y hasta estúpido. Pero lo que él realmente quería decir es que hasta ese momento, hasta la risa melodiosa de Kinomoto, no había notado que se habían convertido en mujeres.
La campana que anunciaba el cambio de hora lo saco de su ensimismamiento y vio como se iba la profesora e ingresaba el profesor Terada, ahora nuevo director del instituto.
- Buenos días alumnos.
- Buenos días profesor.- Dijeron todos a la vez.
Era divertido ver como la predisposición de todos para con cada profesor variaba. Por ejemplo cuando entraba el Führer, aquel profesor de Economía con el que había tenido el incidente hacia unos meses, apenas si se saludaban cuando el ingresaba al curso. Y si no guardaban silencio, la clase consistía en todo un sermón que impedía que siguieran con el cronograma y lo único que conseguía era que se eso era intencional, cuanto mas hablara él, menos tendrían que hacer ellos.
- Se que ya estamos terminando el año escolar y esto será poco habitual. Como sabrán el alumno Matsumoto hizo la solicitud de intercambio y se le ha concedido viajar para estas fechas. Les informo que él ya ha llegado y se encuentra bien. A su vez quiero que le den la bienvenida a Kerberos Parthenopaeus, él procede de... –
- ¿Profesor, puede venir un momento? – Pregunto el vice-director irrumpiendo en el salón. – Buenos días alumnos. – Saludo a todos con una sonrisa.
- Si, enseguida. – Respondió. – Por favor denle la bienvenida a su nuevo compañero y ayúdenlo a integrarse. Por favor, siéntate en aquel lugar. – Le dijo señalando el banco del fondo contra las ventanas, - Detrás de Shaoran Li.
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Las horas transcurrieron y poco a poco fue dejando de llover y el sol comenzó a asomarse tímidamente entre las nubes que fueron apartándose. Como eran los últimos días de clases, los profesores de gimnasia decidieron unir a los chicos y las chicas para hacer juegos de competencias individuales y grupales para que pudieran divertirse y relajarse. Era interesante ver como todos se sentían unidos unos con otros a esas alturas del año.
Shaoran pensó que podía ser una situación bastante hipócrita, ya que apenas si se hablaban todos con todos, pero en el fondo sentía que le había tomado algo de cariño a todas esas caras tan familiares y a la vez desconocidas. Aunque eso nunca lo iba a saber nadie. No pudo seguir divagando por mucho más tiempo, Eriol lo levanto en un hombro y lo hizo girar en círculos varias veces hasta que se fueron los dos al suelo.
- Li, Hiragizawa, compórtense. – los regaño el profesor mientras que, entre risas, Shaoran le hacia «Fosforito» a Eriol en la cabeza con el puño frotándoselo rápidamente. - ¿Alguien ha visto al alumno de intercambio?-
Li levanto la cabeza extrañado, y dejo a Eriol en paz momentáneamente. - Ahora que lo dice no lo vemos desde el cambio de hora. – Respondió Eriol frotándose la cabeza para aliviarse el cuero cabelludo.
- Ya cuando entramos al vestuario no estaba. – Respondió Yamazaki.
- Si, estaba. – Aseguro otro compañero.
- Que alguien vaya a revisar los vestuarios y lo traiga de regreso. Si lo encuentran merodeando por los pasillos se meterá en problemas antes de empezar. Y con esa orden, los tres partieron en su búsqueda.
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Sakura estaba con las chicas jugando con la pelota de bascket cuando vio pasar cerca de ellas a Yamazaki, Eriol y Li. Al principio creyó que se trataba producto de su imaginación así que fijo la vista. Algo había en el brazo de Li ¿una mancha? A esa distancia era imposible saber. Tan concentrada estaba que no vio venir a la pelota que fue directo a su cara.
- ¡Sakura! – le grito Tomoyo - ¿Estas bien?
- ¡Lo siento mucho Sakura! – Le dijo una mortificada Chiharu corriendo hasta ella. – Pensé que la atraparías.
- No es nada, solo me distraje un poco.
- Kinomoto, eres tan despistada. – Bueno, esa era Meiling Li. Una de las mejores amigas de Sakura, que solo la llamaba por el apellido cuando se enfadaba en broma con ella o cuando hacia algo estúpido.
- ¿Estás bien, Kinomoto? – Pregunto la profesora acercándose.
Bueno, esto era incomodo. Ya era bastante malo de por si por andar en una nube y recibir un pelotazo frente a todo el mundo.
Miro disimuladamente por donde se habían ido los chicos para ver si alguno la había visto; pero estaban muy entretenidos dándose golpes en los brazos entre si y hablando entre risas. Esos tres eran unos cavernícolas, se dijo para si revoleando los ojos.
- Si, estoy bien. – Aseguró levantándose del piso. Se puso la mano de visera y se fijo si alguno de los otros chicos de su salón había visto semejante papelón pero estaban muy entretenidos discutiendo con el profesor sobre cual sería el premio si llegaran a ganar.
- Ve a limpiarte. – Le dijo la profesora amablemente.
- Gracias. – Susurró y se alejo del grupo. Agarró la botella de agua que le había quedado vacía y se encaminó hacia las piletas con grifos. A Sakura le agradaba el instituto. El patio de la escuela era enorme y tenia dos canchas de Football. Una bastante grande y otra más pequeña rodeada de verjas al aire libre.
Abriendo la puerta, se fue caminando tranquilamente por el caminito asfaltado, ya que el resto era todo de pasto y habían muchos mosquitos. El instituto contaba con un parque, donde todo era verde. Durante el verano era utilizado como colonias de vacaciones para niños. Había un pequeño quincho con parrillas y mesas y una piscina enorme, pero rara vez los alumnos durante el año iban allí. Si mal no recordaba, solo había ido allí dos veces mientras aún era una niña. Pero la parte del parque siempre estaba a disposición de los alumnos, profesores y empleados. Las piletas con los grifos estaban en fila, habían seis de un lado y seis del otro y a unos metros estaban las mesas y bancos de cemento, rodeadas de pequeñas parrillas que prácticamente estaban de adorno.
Sakura amaba esa parte en especial de la escuela porque estaba rodeada de árboles, parecía un camping. Abrió el grifo y vio que los chicos y el estudiante nuevo habían regresado junto con los demás. Sus recuerdos volvieron a dirigirse hacia el pasado mientras se permitía observarlos. Hubo una época en la que ellos y ellas habían estado unidos. Durante el jardín de niños jugaban entre todos y no estaban divididos por sexos como ahora. Pero simplemente llego cierta edad donde parecía que una cortina de hierro los hubiese dividido y todo cambio.
Las niñas de un lado, los niños del otro.
Sonrió al ver a Eriol haciéndole cosquillas a Tomoyo, haciéndola parecer como si la estuviera electrocutando. Tomoyo pegó un grito y se dio la vuelta y comenzó a corretearlo. También observó a Yamazaki a la distancia y lo vio hablando con el nuevo; enseguida supuso que estaba diciendo alguna mentira porque inmediatamente la vio a Chiharu propinándole un golpe.
Y después de eso recordó cómo, a la edad de siete años, Chiharu se había acercado a Yamazaki para tomarle tímidamente la mano y como Shaoran había comenzado a gritar: - ¡Te contagiara los piojos!
- ¡No tengo piojos! – Había gritado Chiharu al borde del llanto.
- ¡¿Piojos, piojos? ¡Ella me toco! – La solto como si quemara; pataleo y se tiro al suelo rodando como si se estuviera prendiendo fuego.
- ¡Piojos, corran! – Grito Eriol y salieron todos los varones corriendo por el pasillo de la escuela.Y desde ahí en más habían sido dos mundos completamente diferentes. Y ahí fue cuando descubrió que las mujeres maduran antes que los hombres. Y eso era decir bastante, con decir que de todos los que estaban ahí nadie sabía que eran los piojos entonces. Claro que, ahora tenían diecisiete años. Las cosas estaban nuevamente reacomodándose. Pero es que si bien las hormonas comenzaron a aparecer; pocos eran los que notaban que los demás habían crecido. Todo se resumía a la idea, por lo menos la de ella, que se le hacía raro ver a esos… cavernícolas como hombres. Y ahí estaba Shaoran, tan diferente tan… tan cambiado, tan distinto, tan grandote, tan alto, tan… tan hombre. ¡¿Pero por que lo estaba notando en él más que nada! Debía ser el efecto del calor que le estaba quemando las ultimas neuronas que le quedaban, se regaño, se lavo la cara y lleno su botella de agua para volver con todos los demás.
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Siempre había momentos en la vida que pasaban a ser memorables y este era uno de ellos.
- Bueno, entonces ¿Dónde nos juntamos?
- No lo sé. – Respondió Shaoran rascándose la nuca. – En mi casa casi siempre está Meiling y estará encima de nosotros como un halcón.
- En mi casa es imposible. – Dijo Yamazaki pensando en voz alta. – Mis padres están siempre y mi madre tiene la maldita costumbre de querer todo ordenado o ver si necesitamos algo y entrar a mi habitación sin tocar. No, en mi casa es imposible.
- ¿Y tu Eriol? – Le preguntó Shaoran, lamentándose al saber la respuesta.
Eriol se encogió de hombros y negó con la cabeza.
- Si alguno de los sirvientes levanta el teléfono y llama a Inglaterra me cortaran las pelotas y me las harán comer con cuchillo y tenedor.
- ¡Maldita sea, necesitamos un lugar! – Protestó Shaoran.
Los tres se quedaron pensativos en el vestuario.
- ¡Ayuda! ¿Hay alguien ahí? – Los tres levantaron de golpe la cabeza al oír una voz de acento extranjero.
Se levantaron de golpe.
- ¿Que fue eso?
- Vino de ahí dentro.
Yamazaki fue el que abrió la puerta.
Grande fue la sorpresa de los tres al ver colgado de la camisa a un gancho del lado de adentro de la puerta al mismo alumno que estaban buscando.
- Oh, hola-hola. Soy el nuevo y no siento las piernas.
- ¿Pero que fue lo que te paso? – Le pregunto Shaoran mientras lo levantaba de las piernas y lo ayudaba a bajar.
Bueno, era un espectáculo de lo más interesante. El pobre chico estaba con unos pequeñísimos shorts ajustados de color crema y una camiseta que le quedaba al cuerpo y dejaba ver buena parte de piel, casi se le veía el ombligo.
- Los del otro curso me preguntaron si quería ver algo divertido… no tendría que haber dicho que si.
- ¡Desgraciados! – Maldijo Shaoran en un gruñido, completamente indignado. - ¡Lo han vestido de mujer en su primer día!
El muchacho se acerco inseguro a Shaoran y le toco el hombro.
- Eh… en realidad no, esta ropa es mía.
Los otros tres muchachos lo miraron con ojos muy abiertos.
- ¿Como dices? – Tartamudeo Yamazaki. - ¿Tu estas buscando que te maten?
El chico los miro sin comprender.
- Tranquilo viejo, hay un par de cosas que tienes que saber para sobrevivir en la secundaria y hoy te daremos la primera lección. – Le aseguró Eriol. – Lo primero que tenemos que hacer es conseguirte unos pantalones.
- Yo tengo uno de repuesto en el locker. – Ofreció Shaoran.
El chico se dio la vuelta y le tendió la mano y sonrió enormemente.
- Muchas gracias, seamos mejores amigos.
Shaoran lo miro estoico. – Eh, no. – y se dio la vuelta.
- Segunda lección. – Agregó Eriol. – Hay algunas cosas en este país que entre hombres no se deben hacer.
- ¿Por qué?
- Porque son muy gays. – Respondió simplemente.
- ¿De dónde eres? – Le pregunto Shaoran
- Yo soy de… -
- ¡Oigan! – Escucharon que les gritaban desde afuera. – ¡El profesor dice que se están tardando demasiado, que se apuren!
- ¡Ya salimos! – Respondió Shaoran de igual manera sin siquiera mirar mientras le pasaba los joggings a… el extranjero. – ¿Oye, cómo te llamas?
- Yo me llamo Kerberos Parthenopaeus III –
Por un momento todos se quedaron en silencio.
- Bueno, no me acordare de eso. – Respondió Eriol girándose hacia los demás. – De ahora en adelante serás Kero para nosotros.
Y entre consejos volvieron a la clase.
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Al terminar con los partidos de handball, vóley y las carreras todos se sentían absolutamente agobiados. Todavía faltaba una clase de arte y plástica y ninguno estaba dispuesto a regresar con todo el sudor acumulado.
- Ay, no quiero ni que me toquen. – Se quejo Mailing levantando los brazos y con cara de asco, mientras se metía en la ducha del vestuario.
- Oigan, hoy es noche de chicas. – Recordó Naoko. - ¿No es así, Tomoyo?
- Si, de aquí nos vamos directamente a casa o vienen después.
- Yo voy después, no he traído nada. – Respondió Chiharu.
- Yo iré después también, quiero ir a comprar algunas cosas antes. – Agrego Sakura mientras se secaba el cabello que le pasaba los hombros con la toalla.
- ¡Oye, que bonito cabello tienes, Sakura! – La halago Rika acariciándoselo suavemente. – Lo tienes muy cuidado.
- Y muy largo - agregó Chiharu tomándole una de las puntas.
- ¡Es cierto! ¿Por qué nunca te lo dejas suelto?
Bueno, si por algo era conocida Sakura Vergonzosa Kinomoto era por ser tímida. No le gustaba ser el centro de atención. Cuanto mas pasara desapercibida mejor, así se sentía más cómoda y más suelta. Pero justo en ese momento se sentía completamente abochornada.
Nunca había sido muy dada a darle importancia al aspecto físico; ya bastante le había costado aguantar el cabello largo cuando toda la vida lo había llevado sumamente corto. Si se lo había dejado crecer fue por pedido de su madre, que siempre le decía:
- Sakura, cariño, nunca debes dejar de ser quien eres. Pero estas creciendo y ya es hora de que comiences a tener en cuenta que eres una mujer.
Eso había herido un poco el ego de Sakura.
- ¿Bueno, es que acaso soy hermafrodita?
Su madre río.
- No cariño. – Rió Nadeshiko Kinomoto. – Eres preciosa y una niña muy dulce. Pero me gustaría que comenzaras a no sé, cuidarte el aspecto… ser más femenina.
- Pero mamá, no me interesan esas cosas.
- Por favor, cariño. – Insistió Nadeshiko.- Por lo menos comienza a cuidarte el cabello, déjalo crecer un poco, dame ese gusto ¿si? –
¿Cómo negarse a eso? Estaba pidiéndolo de manera muy amable y con la mejor de las intenciones. Nadie saldría lastimado y por el contrario su madre estaría feliz.
- No sé…
- Si te llegara a molestar lo atas, y si no te llegara a gustar lo vuelves a cortar…
Y había pasado casi un año de aquello y ya lo tenía un poco más debajo de los hombros. A ella le gustaba, pero no tenía paciencia ni tiempo para arreglárselo todos los días.
¿Ya había mencionado que aparte de ser despistada, pésima en matemáticas y vergonzosa también era extremadamente dormilona?
Bueno, si no lo había dicho ya… si lo era.
Al extremo.
Al punto de llegar justo cuando sonaba la campana para el comienzo de clases.
Y era una suerte que entre tantos adjetivos imperfectos tuviese unas cuantas virtudes, porque era buena en Educación Física.
¡Alabada sea la educación física!
¡Como se salvaba por correrse veinticinco cuadras, dignas de una maratón, en menos de 15 minutos!
Si, se había tomado el tiempo algunas veces…
Y no, no se sentía del todo orgullosa.
El quid de la cuestión era que le gustaba dormir, demasiado. Porque a decir verdad, tampoco podía echarle la culpa a que se acostaba tarde. No, se acostaba temprano, se ponía los auriculares y se dormía escuchando el compilado de rock de Nirvana, Smashing Pumpkins, Garbage y algunos temas setentosos que tanto le gustaban.
Escuchar música para dormir era como la nana para un bebé.
Así que dejaba todo tipo de arreglos personales matutinos, salvo la higiene personal, claro esta, y salía con los minutos contados corriendo con un sándwich en la mano que se comía en el camino mientras corría intentado esquivar todos los obstáculos.
- Tendrías que usarlo suelto, te queda genial. – observó Tomoyo.
- Es que no tengo tiempo y…
- Y lo tienes tan cuidado, tienes un hermoso cabello, Sakura.
- Ehhhh si… - dijo Sakura atándoselo nuevamente en un rodete.
- ¡No, déjatelo suelto! – la reprendió Meiling. – No lo luces nunca.
- Pero hace calor… - Contesto con total desgano. – Es incomodo.
Tomoyo la sentó en uno de los bancos alargados de madera del vestuario y le comenzó a peinar el cabello. – Al menos trata de variar, Sakura. Y deja de ponerte estos ganchos en el flequillo porque cortajean el pelo. Se lo ato en una cola alta y le peino el flequillo.- Ya esta muy largo. – Se lo peino para el costado. – ahí esta mejor.
- Esta cosa me de chicas me aburren. – Señalo mientras era el objeto de todas las miradas, un poco incomoda, mientras se levantaba y se iba a mirar el espejo.
Bueno, seria un poco aburrido y frívolo, porque ella seguía siendo la misma. Pero no podía negar que era un cambio bastante positivo. El pelo estaba aun húmedo y por primera vez se sintió bonita.
Ok, ella sabia que no era fea. Sabia que era bonita, todos los camioneros y obreros se lo hacían saber cuando caminaba por la calle. Pero esta vez si sintió que era cierto, se sentía más femenina.
Pero no iba a decirlo en voz alta porque sino el próximo paso seria un día entero en un spa con crema verde en la cara y kiwuis en los ojos.
No gracias.
- Bueno, ya se esta haciendo tarde, vámonos.
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La clase de arte era la última y se podrían ir a casa.
El salón de arte no era muy grande y eran demasiados alumnos. Shaoran ya se estaría quejando si es que no hubiera aire acondicionado.
- Bueno, - anunció rendido Yamazaki mientras peleaba con un jarrón de arcilla. – estamos igual que antes, sin lugar a donde ir. –
Kero levantó la vista.
- ¿De qué hablan? – Pregunto mientras terminaba de decorar con flores de porcelana fría su jarrón perfectamente listo y terminado.
- ¿Oye como hiciste eso? – le pregunto Yamazaki totalmente azorado.
- Oye, hasta parece hecho por una mujer. – Agregó Eriol.
- Es que tengo unas manos habilidosas. – Explicó simplemente.
Shaoran los observo con absoluto desinterés. Había intentado tres veces y aún no conseguía que quedara derecho, comenzaba bien y luego se echaba hacia el costado para terminar otra vez en la nada.
Él no era un hombre de mucha paciencia.
- Quizás debamos suspender el asunto y juntarnos de vez en cuando. Cuando sepamos que realmente estaremos solos sin que nadie nos moleste.
- ¿De qué hablas? – Le pregunto nuevamente Kero.
Shaoran abrió la boca para contestar pero fue interrumpido abruptamente por Meiling que se asomo desde atrás entre él y Kero.
- ¡Ay pero que lindo jarrón! ¿Cómo lo has hecho?
Ambos saltaron por el susto.
- ¿Y tú de donde saliste? – La regaño Shaoran irritado. - ¡Que maldita costumbre tienes de meterte donde no te llaman!
Otra en el lugar de Meiling se hubiera sentido completamente ofendida y se hubiera largado a llorar, pero Meiling Li había soportado ese maltrato por años y conocía a su primo mejor que nadie.
Era un perro que ladraba pero no mordía.
Pero cuando estuvo a punto de responder y ponerlo en su lugar, mandándolo a la mierda pero con altura, como normalmente solía hacer; fue interrumpida.
- Hallo-hallo, bella dama. – se levantó Kero de su lugar y le tomó la mano – Mi nombre es Kerberos Parthenopaeus, pero mi buenos amigos – Hizo un gesto con las cejas y la cabeza señalando al resto. - me dicen Kero, estoy para servirle.
- Encantada. – Respondió coquetamente Meiling. – Yo soy Meiling Li, la prima de Shaoran. – Volteo y señalo al resto de las chicas que estaban ingresando, muy tarde por cierto, al salón. – Y ellas son Naoko, Chiharu, Rika, Tomoyo y… ¿Dónde está Sakura?
- Venía tras nosotras, no debe tardar. – Respondió Tomoyo.
Y como lo hizo Meiling, se presento de igual manera como las otras chicas.
Todas las chicas recibieron la misma presentación por parte de Kero, quien muy coquetamente demostraba sus encantos, a lo que las chicas reían por sus ocurrencias.
En el preciso momento en que el Kerberos se presentaba ante Tomoyo, Sakura ingreso al salón y se dirigió al animado grupo. Una vez ahí Kero termino de presentarse ante Tomoyo y presidio a Sakura de manera un poco más que coqueta:
- Mi bella dama, esas dos esmeraldas que adornan tu rostro de princesa te hacen un deleite a la vista de este pobre mortal, Kero a tus pies,- . Sakura completamente sonrojada no sabía cómo responder a la forma tan peculiar a la que Kero se le había presentado.
Con una sonrisa un poco forzada solo pudo responder: - Hola mucho gusto, mí nombre es Sakura Kinomoto- .
Kero alardeando de su galantería, no solo había provocado risas entre las chicas, los muchachos lo veían totalmente atónitos.
¿Cómo hacia eso? La respuesta del millón no cabía en la cabeza de ninguno de los tres.
¡Todas estaban prestándole atención!
¡Y ninguna lo había mandado a volar ni arrojado con nada!
Aun continuando su raro cortejo ante Sakura le dijo: - Princesa, tu nombre es de una hermosa flor, humm- suspiró – Sakura, tu nombre es música para mis oídos.
Fue una carcajada colectiva la que resonó en todo el salón por las ocurrencias de Kero y la cara roja como una manzana de Sakura.
- Por favor tomen asiento. – Les indico el profesor cuando entro al salón, llegando mas tarde de lo usual con una lata de gaseosa y una barra de cereal en la mano.
- Encantadas de conocerte, Kero. – Le dijo Tomoyo en nombre de todas mientras tomaban asiento junto a ellos en la fila. Ya que habían llegado tarde los lugares habituales que tomaban las chicas ya estaban ocupados.
Yamazaki, como solían llamarlo aun sus mejores amigos desde la infancia, se acerco a Kerberos y disimuladamente, mientras se aseguraba que estaba fuera del campo de visión de las chicas, levanto los brazos e hizo como si estuviera alabándolo. - ¡Me postro a tus pies! - susurró los suficientemente alto para que solo lo oyeran Shaoran y Eriol, haciéndolos reír.
- Si – Estuvo de acuerdo Eriol. - ¿Como hiciste eso? -
- Oh, eso. – Comprendió Kerberos. – Verán, en mi país las mujeres son un símbolo de admiración y respeto. Cada mujer es bella a su manera, de ninguna forma pensamos que una mujer es fea, para nosotros las mujeres son lo más bello que hay en el mundo.
- Bueno pero a mí no me pareció que a Kinomoto la trataras con simplemente respeto y admiración. – Argumento Yamazaki socarronamente.
- Eso es porque Kinomoto tiene unos ojos que pocas veces he visto. Las mujeres de mi tierra los tiene marrones.
- Llevo como quince años aquí y jamás había notado el color de ojos de Kinomoto. – Pensó Yamazaki en voz alta.
- Yo tampoco. – Negó Eriol con la cabeza en un gesto pensativo.- ¿Y tu Shaoran?
- Menos. – Respondió. – Esta conversación sobre ojos, jarrones y flirteos es muy gay. – alegó. - ¿Es mucho pedir que nos focalicemos en nuestro punto?
Shaoran se decía así mismo que la conversación era del todo estúpida. Quizás era porque estaban por acabar el año, porque no tenían ya de que hablar y sobre todo porque notaba que a sus compañeros les sucedía lo mismo que a él.
Las chicas de su curso se convertían en mujeres.
Pero… ¿Kinomoto?
¿Kinomoto, la niña que re reía de todo? ¿La que se daba con el bastón en la cabeza en la clase de porristas?
Kinomoto, no le caía mal, para nada.
Es mas, casi no hablaban mas que para pedirse algún lápiz o repetir alguna consigna si el otro no había escuchado mientras el profesor dictaba.
Solo le era muy difícil poder encasillarla allí, con las demás mujeres.
Pero por más intrincado que pareciera aquel descubrimiento, tenia que admitir que era cierto. Ya en la mañana había descubierto a la niña de siempre, pero con una risa grave, melodiosa, que siempre pero siempre le llegaba a los ojos.
Ella no se reía de compromiso.
Y recordó a sus hermanas, rodeado de mujeres durante toda la infancia, las risas por compromiso, de nerviosismo, etc. Las podía hasta calificar por situaciones. Incluso hasta podría escribir un manual si llegaba a proponérselo.
Y había pasado el suficiente tiempo con sus compañeras y era de igual manera.
Pero lo que en realidad lo sacaba de quicio, sin importar la mujer que fuera, eran las risas tontas. Él odiaba las risas tontas. Algunas chicas se sentían intimidades por su gesto osco y ceñudo. Pero si se mostraba agradable o por lo menos aparentaba interés, la mayoría de las veces no tardaban en empezar a reírse como tontas.
Sakura nunca reía de esa manera, si se lo ponía a pensar. Podía ser que riera de nerviosismo, como cuando pasaba a dar una lección oral, o cuando llegaba tarde y explicaba el motivo delante de todos, pero siempre era genuino…
Y ahora, prestándole un poco de atención se dio cuenta que durante el descanso después de la clase de gimnasia, se había peinado. Ya no llevaba el cabello completamente atado y apretado hacia atrás, haciéndole parecer una anciana. Y se lo había peinado lo suficiente para que el frizz no se le levantara en pequeños rulos como solía suceder porque se notaba a la legua que no se peinaba.
Supuso que aquel detalle era la prueba contundente de que simplemente se quedaba dormida y por eso llegaba tarde por las mañanas.
De repente una mano apareció y le paso por el rostro rápidas veces.
- Eh Shaoran, te estoy hablando, hombre. – le dijo Yamazaki a su lado.
- ¿Eh?
- Oye, tú eras el que se quejaba de no tener un lugar. – lo regaño Eriol. – Baja de la luna que esto es urgente.
- ¿A quien le hablas así? –
- Oigan, no comiencen a discutir como hacen siempre. – Trato de tranquilizarlos Takashi. – Shaoran tiene razón, tenemos que pensar donde podemos reunirnos al menos una vez a la semana porque sino tendremos que olvidarnos del circulo para siempre.
- ¿Pueden decirme de que hablan? – Insistió por décima vez Kero.
Yamazaki se puso serio y miro a los otros dos chicos, buscando su aprobación. Eriol sonrió y Shaoran asintió con la cabeza dos veces en un gesto del todo despreocupado y se apoyo en su brazo.
- Kero, lo que voy a decirte es un secreto. - Comenzó Yamazaki. - Primero tienes que prometer que no se lo dirás a nadie.
- Lo juro. – Aseguro solemnemente llevándose la mano al corazón, como si fuese un soldado jurando honor y valor por su bandera.
- Lo que sucede Kero es que… - dijo lentamente. – Somos gays.
Shaoran y Eriol respondieron con un suspiro frustrado y Kero los miro confundido. Yamazaki simplemente rió.
Eriol le puso una mano en el hombro. – No le hagas caso. Me veo obligado a advertirte que Yamazaki es un mitómano compulsivo.
- ¡Oye! – Se defendió.
Shaoran se enderezó y respondió resumiendo todo de una sola vez. – Es simple. Nos reunimos en alguna parte donde estemos solos y formamos un círculo. Al menos una vez a la semana. – Explico.
- ¿De verdad? ¡Genial! – Expreso maravillado.
- Es nuestra tradición desde siempre. – Le dijo Eriol sonriendo.
- ¿Y que cosas hacen?
- Nos reunimos para hablar y hacer cosas de hombres. - Explico Yamazaki un poco incomodo, y si no hubiese sido el inocente de Kero y en cambio hubiese sido otro muchacho hubiera desconfiado un poco de la rapidez con la que respondió. –
- Antes solíamos juntarnos en mi casa, pero con el tiempo fuimos necesitando más privacidad. – Explico Shaoran. – Mi prima Meiling vive conmigo y es peor que una sanguijuela. Todo el tiempo se esta metiendo con mis cosas o ver que estamos haciendo.
- Y tiene una mala manía de oír detrás de las puertas y de entrar sin llamar. – se quejo Eriol.
- ¿Vives con esa niña? – Pregunto Kero señalando a Meiling.
- Si. – mas asintió mortalmente serio.
- ¡Pero que chico afortunado eres!
- ¡¿Quieres prestarme atención?
- Bueno, bueno. – analizo Kero con la mano en la barbilla. – Entonces el problema es que no tienen donde reunirse ¿verdad? – Los tres chicos asintieron. – Bueno, su problema esta resuelto.
- ¿Como dices?
- Ustedes han sido muy amables conmigo. En mi país eso es un símbolo de honorabilidad. Nos tomamos muy en serio la amistad y la palabra. Yo tengo un lugar donde podrán ir.
- ¿"Podrán?" ¿Tú no vienes? – le pregunto Yamazaki confundido.
- Bueno… es algo entre ustedes, lo que necesitan es un lugar ¿no?
- Oh no, de eso nada. Tú no te quedaras afuera. De ahora en adelante eres uno de los nuestros.
- ¿De verdad? – Pregunto emocionado. – Entonces démonos las manos y jurémonos amistad eterna.
- Tienes que dejar de decir eso porque te golpearan y no podremos hacer nada para impedirlo porque tendrán razón.
Shaoran rió estando de acuerdo y preguntó:
- ¿Dónde es ese lugar?
- En la casa en la que me estoy quedando. Vivo con un solteron. El es un muy buen hombre es algo excéntrico pero casi nunca esta.
- ¿No tendrás problemas si nosotros llegamos a ir? – Tanteo Yamazaki. – Te recuerdo que tenemos que tener absoluta privacidad.
- No, para nada. Es un sujeto muy agradable, no habrá problema. Además él nunca esta y hasta me ofreció hacer una fiesta con mis compañeros, como bienvenida.
Al oir la palabra fiesta en el aire, Meiling dejo de prestar atencion a todo lo que estaba haciendo.
- ¡Es cierto! – Exclamo empujando a Chiharu hacia delante, porque estaba entre medio de ella y el grupo de chicos. – ¡Tenemos que organizarte una fiesta de bienvenida!
Shaoran por primera vez en mucho tiempo, estuvo de acuerdo con su prima como el resto del grupo.
No tardaron nada en reunirse bastante y comenzar a trazar planes y comentar ideas, pero no cabia dudas que todos estaban emocionados y compartian el mismo entusiasmo.
No solo le darian la bienvenida a Kero, también despedirían el año escolar y por primera vez en mucho tiempo se reunieron para proyectar junto como equipo por propia voluntad.
Por otro lado, Sakura volvió su atención a cierta mancha en el brazo de Li que estaba con la camisa arremangada. Que no era una mancha, sino que se trataba de ni más ni menos de un tatuaje en el antebrazo.
Leyó, con total claridad, unas letras perfectamente decoradas con la leyenda: Carpe Diem
¡Hola!
Bueno, me desvirgo en este fandom del cual soy seguidora desde hace años pero como lectora. Espero obviamente que sea bien recibido y que les guste. Sé que todavía no se dice mucho de la historia en sí, pero como primer capítulo me enfoque mas en presentar a los personajes y el tema donde gira y se centra todo el argumento.
El Carpe Diem, para quienes no lo saben, es un poema escrito por Horacio que significa en estos tiempos "Aprovecha el día y no te confies en el mañana" o "Disfruta la juventud, que moriras pronto." Entre muchas otras interpretaciones.
Yo lo tengo tatuado en la muñeca en un acto de rebeldia, y poco despues me sente en la computadora y me salio esto.
Diana, vas a matarme, pero no me aguante y apenas termine lo quise publicar, sin vos todavía estaba trabada en el principio.
Cariños para todas y por favor haganme saber si les gusto, si lo odiaron o si tuvieron alguna duda. Esta mas que decir que si tienen alguna critica constructiva va a ser mas que bien recibida.
Saludos a todas!
Akari
