Renuncia: Todo a Thomas Astruc.


Pluvia

(lluvia)


Marinette ha descubierto poemas mojados en los ojos de Adrien.

Lo sabe pues cuando él la toca, le ve los ojos exageradamente conmovidos; y cuando le besa las palmas rojas ella casi jura que él le susurra versos contra éstas. Siempre que ocurre esta monotonía bella, ella le acaricia los cabellos rebeldes consolándolo de todo lo que le pueda consolar, y entonces Adrien le besa los nudillos y las metáforas de su piel.

Siempre que la toca adora deshacerse de toda identidad que ella posee, pues ya no es más Marinette o Ladybug (su princesa, su prosa), sino una lluvia preciosa reconstruida con sus respiraciones chocando y esas manos mojadas que se tocan los amores empapados.

Y ya ninguno sabe de dónde ha partido todo esto: quien es quién y cómo se adoran tanto, ni cuándo sus lágrimas se han tornado amorosas y su curiosidad sólo parte hacia la mirada del otro. Pero no importa mucho porque es de noche y la piel y el espíritu de Marinette son como una lluvia eterna que lo enamora, incluso en la irrealidad, y ya no hay mucha importancia si ella trae la máscara puesta o no.

Y ella con sus:

«Quiero beber tu voz sobre mis cuadernos de invierno, de esos que se leen en las lunas vacías».

Tampoco importa mucho porque ella pasa sus uñas suavemente sobre la tierra de él, uniéndose a sus palabras dulzonas y dejando que sus besos por su agua la arrulle, tiernamente, así como lo hace la noche. (Y ya no importa si él trae la máscara puesta o no).

Y él y sus constantes:

«Lo siento, ah, si yo tengo el atrevimiento de pasar mis manos por tus labios y hundirme en tus manos».

Se buscan entonces las heridas ajenas, con sus labios buscándose también, pero ya es imposible pues ambos se han curado todas las heridas por curar, mutuamente.

Posteriormente Adrien le besa por última vez los lunares de sus hombros desnudos y ella se acurruca bajo su pecho de tierra, mientras se hunden entre sus brazos, ambos, en un mar de alegría sublime pues acaban de descubrir la verdadera identidad del otro, durmiéndose lentamente.

De repente, el rumor de una lluvia nocturna.

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