Renuncia: Todo a Thomas Astruc.
Inestimable
Adrien la toca y
él tiene dedos de luna.
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A veces a ella le gusta imaginarse que él no tiene la mirada tan rota y se enamora más de sus orbitas dulces. Adrien siempre está inundado–de lluvia imaginaria que cae bajo las palabras de quien nunca tuvo a nadie a su lado– y Ladybug querría quitarse la máscara y mostrarle sus ojos eclipsados por la lluvia que caía frente a ellos cuando él extendió un paraguas y ella se enamoró de su sonrisa empapada –«mírame, mírame, mira quién soy y déjame a mí verte más claramente»–.
Pero luego realmente no importa del todo porque él se encandila con sus ojos nocturnos y su piel tibia contra sus manos que hierven. Entonces Ladybug susurra algo así como que está perdida entre las sonrisas de él y que con gusto se mojará bajo su lluvia. Y aunque Adrien no entiende realmente, se deja sonrojar por completo y acariciar los pómulos rojos por las manos de tela rasposa de ella.
Entonces al fin y al cabo son dos respiraciones chocando y los labios de Adrien rozándole las mejillas y los párpados, con Ladybug encandilándose bajo su calidez. Él le besa los cabellos fríos de invierno y deja que el rostro de él se acune bajo su cuello, mientras se rozan las manos, besándose los nudillos y siendo infinito contra la noche breve.
(y es que él adora tanto su voz que le rompe el pecho y le aplasta la soledad,
quiere abrigase bajo sus manos y besar las flores de su rostro.
–ella lo ama, lo ama, lo ama, simplemente–).
Empero, en cierto momento ella logra verle los ojos verdes y recuerda a cierto gato negro...y Adrien lleva un poco (mucho) de él. Quiere susurrar: «¿Pero, tú y yo no nos hemos…?». Pero entonces se deja callar bajo el murmuro de la lluvia imaginaria. Y Adrien, en un segundo perdido de amarla tanto, puede lograr verla bajo su máscara –bajo su piel, bajo su sonrisa, bajo sus huesos, bajo su alma–. Entonces recuerda unos ojos inmensos mirándolo bajo la lluvia, aceptando su paraguas con ciertos nervios y una timidez extrema, y Adrien quiere detenerse a verla con detalle y preguntar, extasiado: «¿Pero acaso tú en realidad no eres…?». Pero deja de pensar pues ella le está besando la comisura de los labios.
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Adrien la toca y
Ladybug se vuelve polvo de estrellas contra sus dedos.
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