¡CORTEN!

Capítulo 1

- ¡Corten! -

La mirada dura que Harry le dirigía a Ron se ablandó y entonces los dos volvieron a ser Daniel y Rupert.

- Muy bien chicos, terminamos por hoy. Nos vemos mañana.-

Los adolescentes asintieron mientras sonreían. Había sido una larga sesión de grabación y estaban agotados. El pelirrojo le dio unas palmaditas en el hombro al otro chico: - Creo que la escena nos quedó bastante decente ¿no?-

- Jajaja, creo que sí. Y al fin terminamos ¡estoy tan cansado! Creo que llegaré a casa y dormiré hasta el mediodía.-

- De hecho… Creo que yo también.-

Los dos amigos se rieron porque sabían que eso no iba a ser posible. Mañana debían volver a los estudios de Warner para filmar desde muy temprano.

Estaban grabando la cuarta entrega de Harry Potter y resultaba mucho más interesante que las películas anteriores.

La autora del libro original, J. , ya pincelaba una historia mucho más adulta y tanto Daniel como Rupert estaban contentos de poder actuar más seriamente. No es que no lo hubieran hecho hasta ahora, sino que era en esta película donde se profundizaban las relaciones humanas, particularmente la amistad entre Harry y Ron.

Por esa razón, Daniel y Rupert pasaban más tiempo juntos y su amistad se había estrechado.

Cuando apenas habían empezado a filmar, los dos chicos no eran ni remotamente unidos como sus personajes. Quizás porque eran muy chicos, precisamente. Radcliffe era un poco tímido y la personalidad extrovertida de Grint lo avasallaba un poco, pero con el paso de los años se acostumbraron el uno al otro.

Sin embargo, nunca pudieron llamarse ``amigos`` sino hasta ahora. Ya llevaban medio año grabando Harry Potter y el Cáliz de Fuego y por la complejidad de algunas escenas, Daniel y Rupert se vieron obligados a practicar sus diálogos juntos y fuera del estudio.

Después de un par de meses, finalmente habían logrado captar la tensión que debía haber entre sus personajes y eso consiguió que el proceso de filmación fuera mucho más fluido.

En ese par de meses de prácticas extras, los dos actores inevitablemente se conocieron mejor y descubrieron que tenían muchas más cosas en común de las que imaginaban.

Sin darse cuenta, comenzaron a llevarse muy bien, casi tanto como Harry Potter y Ronald Weasley.

Un día, tras grabar la escena del lago y las branquialgas, Emma, que tenía muy buena relación con Rupert, le preguntó por qué de pronto se llevaban tan bien con Dan.

- Sonará estúpido, pero descubrimos que tenemos muchas más cosas en común de las que creíamos.-

- Eso no suena estúpido para nada, Rupert. Me alegra verlos trabajar tan bien. Y dime ¿aún piensas que Daniel es un actorcito egocéntrico y mimado?-

Como haría su personaje de la historia, el rostro del inglés enrojeció hasta las orejas y se mimetizó con su cabello. Estaba avergonzado: - No, ya no. Fui un tonto por juzgarlo de esa manera. ¿Debería disculparme con él?-

- No te preocupes, no creo que sea necesario.-

Rupert recordó la conversación con Watson mientras se cambiaba en su camerino y la duda volvió a asaltarle. Quizás debía disculparse, pero eso significaba que debía explicarle el por qué y eso le daba terror.

En un segundo desechó la idea. Además, no quería hacer enfadar a Daniel ahora que se llevaban tan bien.

El pelirrojo se miró en el espejo antes de salir. Había reemplazado la capa del colegio Hogwarts por un par de jeans obscuros y una remera verde esmeralda. Emma tenía razón, esa camiseta resaltaba el color de sus ojos.

Satisfecho con como se veía, guardó su celular y su billetera en los bolsillos del pantalón y cruzó la puerta del vestuario.

El camerino de él y el de Daniel estaban uno junto al otro y salieron casi al mismo tiempo.

El moreno llevaba abierta una camisa color vino con una remera blanca debajo y un pantalón negro.

- ¿Listo?-

- Sí, vamos.-

Durante el largo trayecto hacia la salida de los estudios, los adolescentes hablaron de lo que tendrían que grabar el día siguiente. Saludaron al guardia de seguridad y se despidieron en la entrada.

Rupert notó que el chofer de Daniel aún no había llegado: - ¿Vas a estar bien? ¿No quieres que lo espere contigo?-

- No es necesario, además el guardia aún no termina su turno.-

- De acuerdo, hasta mañana.-

El pelirrojo subió a un auto negro que lo esperaba frente a los estudios Warner. En cuanto cerró la puerta, el vehículo arrancó en dirección a su departamento, que no quedaba muy lejos de allí.

Grint vio a su compañero saludarlo mientras se alejaba. Miró la hora en su celular: la gente estaba volviendo de sus trabajos, igual que ellos, quizás eso había retrasado al chofer del moreno.

Volvió a guardar su celular.

Un gran bostezo que le relajó los músculos se escapó de sus labios. Sintió que el peso de su cuerpo se dejaba caer en el asiento. Hasta ese momento no sabía que estaba tan cansado. Por un segundo cerró los ojos.

Cuando los volvió a abrir se encontró con el anciano rostro del conductor de su coche. El hombre le sonrió buenamente y le indicó que ya habían llegado a su casa.

Un poco adormilado todavía, Rupert asintió y bajó del auto. Entró al edificio, donde el guardia de seguridad le entregó una tarjeta para abrir su departamento.

Una vez allí, el adolescente se dejó caer en el sillón de la sala. No quería comer nada, en ese momento sólo le apetecía dormir. Quizás, cuando se despertara en la madrugada, picaría algo de la nevera.

Como en el automóvil, bastó con que Rupert cerrara sus ojos para quedarse dormido.

Se despertó abruptamente con el ringtone de su celular. Confundido, atendió sin mirar la pantalla. Estaba despistado, no tenía idea de la hora.

- ¿Sí?-

- ¿Rupert, te desperté?-

Tardó un segundo en reconocer la voz: - ¿Daniel?-

- Sí, escucha… ¿Puedo ir a tu departamento? Mi chofer jamás apareció y ya no vale la pena hacer un camino tan largo hasta mi casa.-

- Eh, sí, claro que puedes venir. Em ¿no quieres que pase a buscarte? Puedo llamar a mi chofer y…-

- No es necesario.-

Entonces, el timbre sonó.

- Vaya que eres descarado.-

El pelirrojo abrió la puerta sabiendo que su compañero de reparto estaría detrás. Dicho y hecho, el moreno de ojos azules le sonreía socarronamente.

- Bueno, supuse que no te ibas a rehusar.-

No era la primera vez que Daniel visitaba el departamento de Rupert. Todas las prácticas fuera de los estudios las hicieron allí. Radcliffe cruzó la puerta como si estuviera en su casa y se dejó caer en el sofá donde antes estaba durmiendo el pelirrojo.

Hizo la cabeza hacia atrás mientras soltaba un suspiro. Estaba muy cansado y muy hambriento también.

- ¿Ya comiste?- Le preguntó al dueño de casa.-

- No, llegué y me quedé dormido en el sillón.-

- ¿Y tienes algo o pedimos una pizza?-

Grint se quedó en silencio unos segundos. Al mismo tiempo dijeron: - Pizza.-

Treinta minutos después, los dos amigos comían su cena y escuchaban un poco de música.

- ¿Y llamaste a tu chofer antes de venir aquí? ¿Te dijo por qué no había llegado?-

- No, pero ya no importa.-

- Bueno, seguramente fue algo bastante grave si no pasó por ti y si no tuvo siquiera tiempo de avisarte.-

- Lo más probable es que le avisara a alguno de mis padres y ellos se olvidaran de decírmelo a mí.-

- ¿Están muy ocupados?-

- Últimamente sí y se les olvida la mínima cosa que no tenga que ver con el negocio familiar.-

- Claro, entiendo.-

- ¿Estás solo esta semana? ¿No vienen tus padres con tus hermanos a visitarte?-

- No, esta semana no, así que sí, estoy solo.-

El departamento en el que se encontraban no era otra cosa más que un lugar transitorio.

Rupert era el propietario, pero sólo lo usaba los meses que tenía que grabar en los estudios Warner.

Lo cierto es que cada película era más larga y más largo también era el proceso de filmación, por lo que Grint pasaba más tiempo en ese departamento que en la casa de sus padres.

Por esa razón, de vez en cuando sus hermanos iban a visitarlo y se quedaban varios días con él.

Rupert amaba a sus hermanos, pero cuando sus padres no estaban cerca eran un dolor de cabeza. Buscaban su atención todo el tiempo y cuando él no estaba porque trabajaba, lo avasallaban al volver a casa.

Ya con 17 años, el pelirrojo estaba viviendo prácticamente como un joven adulto y le gustaba esa vida. No quería tener que seguir cuidando a sus hermanos como había hecho toda su niñez.

Rupert se vio obligado a hablar con sus padres seriamente y finalmente llegaron a un acuerdo. Sus hermanos solo irían a visitarlo cuando sus padres pudieran ir con ellos.

Por esa razón, desde que comenzó ese año, las visitas fueron muy esporádicas, a tal punto que el adolescente comenzó a sentirse un poco solo.

Y en parte, ese era el motivo por el que siempre insistió a Daniel que practicaran en su casa, para no sentirse tan solo. Porque a diferencia del pelirrojo, Radcliffe vivía con sus padres en las afueras de Londres y cada atardecer emprendía un largo viaje de regreso.

A Rupert no le gustaba mucho esa situación. Los primeros dos años lo intentó pero le resultaba demasiado engorroso y vivía de mal humor. Finalmente, su representante le recomendó que comprara un apartamento cerca de los estudios y así lo hizo.

Daniel chasqueó los dedos frente a los ojos del pelirrojo para sacarlo de su ensimismamiento: - ¿En qué estás pensando?-

Grint negó con la cabeza he hizo un gesto con la mano para restarle importancia al asunto.

- ¿Quieres una cerveza?-

- ¿Me quieres llevar por el mal camino, Grint? Claro que quiero, idiota.-

El pelirrojo sacó dos Budweiser de un frigobar bien camuflado en la sala.

- Con moderación, Radcliffe, que mañana hay que trabajar y no voy a llegar tarde otra vez por intentar inútilmente sacarte de la cama.-

Brindaron y bebieron. Aún acompañados por la música, hablaron de todo y de nada. Se reían de sí mismos y del otro. Era entrada la madrugada y las risotadas se escuchaban cada vez más fuertes en el departamento.

El teléfono de la casa sonó.

Las carcajadas cesaron inmediatamente. ¿Quién podría estar llamando a esas horas? Rupert, tambaleándose un poco, contestó: - ¿Diga?-

- Señor Grint, sus vecinos han presentado ya varias quejas respecto al ruido. ¿Sería tan amable de bajar el volumen?-

- Oh, disculpa Donald, no fue mi intención. Sí, ahora me voy a la cama. Ah, y… ¿puedes dejarle una nota a Claude? Necesito que me despierte a las 7.30-

- No hay problema señor Grint, que descanse.-

El pelirrojo cortó y se sostuvo un segundo de la pared. De pronto se sentía muy mareado. Daniel lo miraba con la gracia y la curiosidad de un borracho.

Rupert apagó la música: - Es todo amigo, vamos a dormir.-

El moreno suspiró: - Está bien, de todos modos ya no hay más cerveza.-

El dueño de casa se ocupó de apagar todas las luces y acomodar un poco antes de acostarse.

Cuando llevó las cajas vacías de pizza a la cocina, buscó en un cajón un par de pastillas para el dolor de cabeza y otras para el estómago.

En el baño para invitados estaba Daniel cepillándose los dientes. Rupert le alcanzó los remedios y le deseó buenas noches.

- Buenas noches, Ron.-

El pelirrojo reaccionó tardíamente hasta que entendió lo que su amigo le había dicho. Seguramente eran los efectos del alcohol, no cabía la menor duda. Se rió tontamente y entró a su baño en suite para alistarse y dormir tres míseras horas.


Rupert daba vueltas en la cama. ¿Dónde había quedado todo el cansancio con el que llegó? No pudo dormir nada y el cielo comenzaba a clarear. Cansado de estar recostado, se incorporó en su cama.

Una luz en el cuarto de visitas llamó su atención. Quizás el moreno tampoco había podido dormir.

Se levantó de la cama y fue a ver.

Pero su amigo dormía a pierna suelta y roncaba, bastante fuerte. Grint apagó la luz y salió de la habitación.

El reloj de la cocina indicaba las seis y cuarto, Rupert se reprochó a sí mismo su mala suerte.

Sin más, puso en marcha la cafetera y volvió a su cuarto. Decidió tomar una ducha para despertarse del todo. Rogaba para que ese día terminaran de grabar temprano.

Daniel abrió los ojos con pesadez. El sol entraba por la ventana y le lastimaba los ojos. Giró en la cama dándole la espalda al amanecer. Se preguntó qué hora sería.

Un riquísimo olor a café le invadió las fosas nasales. Aspiró contento y decidió levantarse. Al salir del cuarto notó que la puerta de la habitación de Rupert estaba cerrada. Tocó suavemente pero nadie contestó.

El moreno se encogió de hombros y se dirigió a la cocina. Apagó la cafetera y se sirvió en una taza.

- Sírveme a mí también.-

El chico pegó un salto en el lugar que casi le hace derramar la bebida caliente.

- ¡Perdón! creí que me habías escuchado… –

Por un segundo Daniel vio duramente al pelirrojo. Grint se disculpó con la mirada y se sirvió él mismo una taza de café.

- ¿Qué quieres desayunar? ¿Algo ligero o lo normal?-

- Ligero, no quiero sobre exigir a mi estómago después de lo que tomamos anoche.-

Un rato después, Rupert se sentaba en la mesa del comedor junto con Dan, llevando una fuente de frutas de estación cortada en cubos, unas tostadas y mermelada.

Desayuban en silencio, cada uno ojeando una sección del diario de ayer. Era extraño que Daniel estuviera tan callado, pero Rupert estaba seguro que no era otra cosa que producto del sueño.

El moreno aún se frotaba los ojos de vez en cuando.

El sonido del teléfono los sobresaltó a los dos: - Ah, cierto, lo había olvidado.-

Se trataba del conserje del edificio, Claude, quien llamaba para despertarlo como él había pedido.

Al colgar, Rupert volteó y no vio a su amigo. Se extrañó de no haberlo escuchado y fue a comprobar si se encontraba en la habitación. El cuarto de invitados estaba vacío, entonces el pelirrojo escuchó la ducha de su dormitorio.

Había un baño de huéspedes ¿por qué Daniel decidiría bañarse en el suyo? ¿Quizás por el hidromasaje? No había tiempo para eso, en unos minutos debían irse.

Abrió la puerta de su cuarto y vaya susto se llevó. No esperaba que el otro adolescente saliera de detrás de una cortina para asustarlo.

De la sorpresa, el pelirrojo se cayó de culo al suelo mientras Radcliffe reía estrepitosamente: - Me lo debes por lo de antes.-

- ¡Pero yo no lo hice a propósito!-

Dan le sacó la lengua.

- ¿Tengo tiempo para bañarme?-

- Si lo haces rápido…-

- De acuerdo.-

Mientras el morocho se duchaba, Rupert llamó a su chofer para que los esperara en la entrada del edificio en veinte minutos. Conociendo a Daniel, el pelirrojo estaba seguro de que le pediría una muda y aunque él le eligiera algo, el moreno lo descartaría inmediatamente.

"Ese color hace que me vea muy pálido", "no puedo ponerme eso, disimula mi buen trasero", "¿acaso quieres que me vea como un indigente?"

Sí, Dan Radcliffe, el protagonista de la saga Harry Potter era un metrosexual. Se preocupaba tanto por su apariencia que a Rupert casi le daba vergüenza ajena. Casi, porque en realidad lo entendía, en esa profesión que ellos tenían la estética era muy importante y debían verse bien siempre.

Especialmente ahora que sus carreras se lanzaron con éxito.

Dicho y hecho, el salir del baño, Daniel se quejó del olor a ebrio (sí, eso dijo) que tenía su ropa.

- Ahórrame el mal rato y elígete tú mismo la ropa.-

Radcliffe lo miró con reproche y Rupert le respondió con ojos burlones. Minutos después, estaban camino a los estudios Warner.

Antes de llegar, Grint pidió a su chofer que se detuviera en una panadería. Sin consultarle a Dan si quería algo, regresó con una docena de croissants.

Habían desayunado tan temprano y tan ligero que su estómago estaba reclamándole algo más sustancioso.

Legaron al plató de grabación con la cara llena de migajas. Emma los recibió con una sonrisa divertida y les reclamó no guardar ni una sola para ella.

Sin más, el día de trabajo empezó.

Durante el almuerzo, una chica joven se había acercado a cada uno de los protagonistas de la saga. La reconocieron como la representante de la productora. No debía tener más de 25 años. La muchacha les entregó unos sobres mientras los saludaba con una gran sonrisa. Un segundo después, sonó su celular y tan rápido como llegó, la joven desapareció por donde vino.

Daniel, Rupert, Emma, Tom y Evanna estaban conversando sobre trivialidades cuando la invitación les llegó. Lynch abrió su sobre y comenzó a leerlo en voz alta: - Están cordialmente invitados a la fiesta que la productora Warner Brothers llevará a cabo el próximo 30 de abril. La ocasión será para celebrar el éxito de la saga Harry Potter. Por ese motivo, deberán asistir con antifaces y llegar por separado.-

Se miraron entre sí. Era una invitación… particular. No les llamaba la atención la fiesta, Warner siempre buscaba una excusa para realizar alguna, pero ¿con antifaces? Quizás se estaban tomando esto del mundo mágico demasiado enserio.

- ¿Llegar por separado? ¿Quieren generar alguna clase de misterio? Es obvio que vamos a reconocernos rápidamente…- Cuestionó Emma, risueña.

- Bueno, supongo que querían hacer sonar interesante la invitación.-

- Bien… suena divertido y si no… de todos modos tendremos que venir.-

Todos asintieron y fueron a ocupar su posición en cuanto el director les hizo una señal.

Ese día rodarían hasta tarde.

Durante uno de sus descansos, Rupert volvió a su camerino y se arrojó en el sillón de dos cuerpos que se ubicaba junto a la puerta.

No entendía por qué estaba tan cansado, hasta que recordó que no había dormido nada.

Seguro tardarían en llamarlo para filmar su siguiente escena, por lo que decidió dormir una pequeña siesta. Alguno de sus compañeros se encargaría de despertarlo.

El pelirrojo respiró hondamente y relajó el cuerpo. Casi inmediatamente después se durmió.

Se encontró en la entrada de un enorme salón tenuemente iluminado. Miró hacia su derecha y vio su propio reflejo en la puerta de vidrio. Llevaba un tuxedo azul marino y un antifaz en azul francia. El contraste con su cabello rojo era impresionante, aunque sus ojos se deslucían un poco.

Le restó importancia y caminó por el salón. Aparentemente había llegado solo, como indicaba la invitación, pero es que simplemente él no recordaba haber llegado.

El gigantesco salón se tragaba a la reducida asistencia. ¿Era demasiado temprano? No… esa era toda la gente que formaba parte de la película, incluídos iluminadores y maquillistas.

El espacio era demasiado amplio.

Rupert observó alrededor buscando a Daniel. No lo divisó fácilmente porque estaba en el centro de una multitud que se concentraba al pie de la escalera de mármol.

Se acercó con cautela, temiendo interrumpir algo importante. Cuando Daniel lo vio le brillaron los ojos. Apartó a las personas que lo rodeaban (Grint no reconoció a ninguno de ellos) y lo guió al piso superior, sujetándolo firmemente de la muñeca.

El pelirrojo se dejó llevar escalones arriba. Radcliffe no decía nada y cuando Rupert le preguntó a dónde estaban yendo, el moreno se limitó a hacer un gesto de "silencio".

Entraron a un cuarto bastante alejado de las escaleras. Por qué había habitaciones en un sitio como ese, Rupert no lo sabía.

Después de mirar el dormitorio un buen rato, se dio la vuelta para encarar a Daniel que aún no decía nada.

Grint pegó un saltito en su sitio al notar el rostro del moreno tan cerca del suyo. Podía sentir su cálido aliento acariciarle la cara. El rostro se le encendió cuando Radcliffe lo tomó por las mejillas.

Rupert abrió los ojos y se encontró con otro par azules mirándolo de cerca.

- ¡AH! -

- ¡AH! ¡¿Qué demonios te pasa?!-

El pelirrojo tardó un rato en volver a la realidad. Estaba medio acostado en el sillón de su vestuario. Dan lo miraba sin entender, sin decidirse por un gesto de enfado o uno de risa.

Rupert entendió la indecisión cuando notó que ese sueño, en el que no había pasado nada concreto, le había provocado una leve erección.

Intentó relajarse y pensar que esa no era la primera vez que Daniel lo encontraba así. Rogó porque el moreno finalmente decidiera reírse, para que él mismo pudiera hacerlo.

Y como si oyera su pensamiento, Radcliffe estalló en carcajadas. El pelirrojo se rió también, aunque con menos ganas.

Se levantó.

- ¿Ya es mi turno?-

- Sí. Y apúrate que creo que es la última escena de hoy y quiero irme a casa de una vez.-

Efectivamente, aquello fue lo último que grabaron ese día. Ya no faltaba mucho para terminar la película, así que todos volvieron a sus hogares con la satisfacción de que pronto tendrían vacaciones.

Por lo menos hasta que comenzaran a grabar La Orden del Fénix.

En su departamento, Rupert tomaba una cerveza en el balcón mientras comía unos panecillos con prosciutto. Cenaría en serio más tarde, ahora tenía ganas de mirar las luces de la ciudad y pensar.

Sí, pensar. No rebanarse los sesos, simplemente intentar entender su sueño. No lo recordaba muy bien porque cuando te despiertas y no recopilas la mayor cantidad de detalles entonces, es muy difícil hacerlo después.

Sí recordaba claramente que Daniel estuvo a punto de besarlo. Y un instante después recordó que parecían estar en la fiesta a la que los habían invitado. Visualizó su antifaz azul francia y el antifaz bermellón del moreno.

Rupert agradecía no ser un adolescente histérico, porque quizás cualquier otro estaría cuestionándose la posibilidad de ser gay.

Sabía que los sueños no necesariamente significaban algo. Pero en caso de que significaran, él creía que podría tener que ver todo el tiempo que estaba pasando con Daniel últimamente y la inactiva vida sexual que llevaba.

Estaba tranquilo.

Esa noche, Rupert olvidó cenar y se acostó después de ducharse.

La almohada tuvo que absorber gran parte de la humedad de su colorado cabello.

Le gustaba no secarse demasiado después de bañarse, al menos que tuviera que salir, claro.

Las gotitas que habían esquivado la toalla, se precipitaban por su cuerpo hacia el colchón. Estaba desnudo y la sensación de frescura le dibujó una sonrisa en la cara.

Recordó la conversación que tuvo consigo mismo en el balcón unas horas antes. Suspiró y se llevó una mano hacia su entrepierna.

Con caricias suaves comenzó a despertarlo. Pronto, el miembro se erguía orgulloso, prisionero de una mano derecha que lo acariciaba de arriba abajo rápidamente.

Las imágenes se agolpaban en su cabeza y él las veía con los ojos cerrados. Una escena de una película porno que había visto hace poco. Él, detrás de Emma Watson, penetrándola en un compás violento mientras ella gemía extasiada. O la joven del 7º piso, cabalgándolo en el ascensor del edificio.

Los ojos azules de Dan encontraron la forma de entrar en sus fantasías y para cuando Rupert se dio cuenta, su mano y parte de sus muslos estaban manchados de semen.

Se quedó dormido inmediatamente después, sin tiempo siquiera de entender que había acabado pensando en su moreno amigo chupándosela.