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Este fic lo hago sin ánimo de lucro, para eso me pondría a vender churros en una feria xDD. Todos los personajes pertenecen al gran maestro Aoyama y yo simplemente los utilizo para entretenerme (a mi personilla) y para entretenimiento de la gente (tu personilla) que quiera leer este fic de 'Meitantei Conan'. Ahora, os dejo con él nn
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Su reflejo había cambiado. Había rejuvenecido totalmente, ¿quien lo hubiera dicho? Se preguntó amargamente bajando la mirada y cerrando los ojos, intentando así borrar la imagen que se repetía una y otra vez delante del espejo desde hacía más de dos largos años. Estaba subido a una silla para poder contemplarse bien frente al espejo del baño y eso aún lo hacía sentir más humillado. Sus piernas temblaron un poco a causa del esfuerzo de tener que soportar el peso de un niño de seis años sobre las puntas de los pies y él decidió relajarse. De nuevo irguió la mirada afligida hacia al cristal. El frío vidrio retornó unos ojos azules opacos, sin brillo alguno, sin vida, que parecían escrutar la imagen más allá de lo posible, como si quisieran llegar al alma, escondida entre un cúmulo de peligrosos problemas y trampas.
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Extenuado, abrió el grifo del lavabo y mojó tímidamente las puntas de los dedos hasta que el agua estuvo lo suficientemente fría como para que una persona normal rehuyera a tocarla, la rozó suavemente, como si en lugar del líquido transparente fuera algo mucho más dulce y apetecible. Para él en ese momento lo era. Decidido y apesadumbrado hundió las manos en el chorro que emanaba del grifo y acto seguido se llevó todo el agua que sus manos en cuenca pudieron acoger hasta la cara. Algunas gotas salpicaron el cristal por la violencia del movimiento y otras cayeron derrochadas al suelo, cubierto por una alfombra. Con el contacto del fluido helado su rostro recobró el color habitual y sus mejillas, que adquirieron una tonalidad más viva, disimularon bien el rastro que habían dejado unas lágrimas de impotencia, decisión, temor. Sus pulmones aspiraron el oxígeno que necesitaban y, de nuevo, unos ojos se asomaron tímidamente para analizar la imagen. Lo había decidido. Se lo iba a decir. Tenía que decírselo. Quería decírselo.
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CHAPTER 1:
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STAY BY MY SIDE
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No había sido un buen día a pesar de haber ganado el campeonato de karate que se había celebrado en la escuela Rioujin de Shinari esa misma mañana y donde habían participado todas las escuelas de secundaria de la ciudad. A pesar de eso y de las numerosas felicitaciones de amigas y amigos, y del reconocimiento que había logrado otra vez... a pesar de eso, sentía que le faltaba algo y Sonoko lo había descrito irónicamente como el 'síndrome del detective desaparecido' para intentar animarla, aunque salvo un amago de sonrisa no logró nada más de su amiga. Ahora la karateka veía pasar gente delante suya pero todos le resultaban extraños, desconocidos, anónimos. Incluso su padre, sentado junto a ella, conduciendo un coche alquilado para regresar a casa. Incluso él le parecía abstracto.
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Kogoro al notar la mirada de su hija fija en él la miró sonriente, aunque su tono reflejó cierta preocupación: ¡¡Vaya Ran, cualquiera diría que quedaste la primera!! ¿Ya has llamado a Eri para darle la buena noticia? –dijo sabiendo que eso la animaría, pues hablar de su madre siempre lograba ponerla contenta, y más si era él quien lo hacía.
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Pero Ran no reaccionó, sólo desvió la vista y la volvió a fijar en los transeúntes que paseaban por las aceras de las calles que pasaban: La llamaré al llegar a casa... –dijo quedamente apoyando la cabeza en la mano y cerrando los ojos un segundo.
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Su padre frunció el cejo y murmuró algo ininteligible, devolviendo su total atención a la carretera, después de todo no quería tener un accidente con un coche que no era suyo. A falta de un par de calles para llegar a casa el corazón de Ran dio un vuelco total y se pegó literalmente al cristal de la ventanilla del coche.
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- ¡¡¡¡Es él!!!! –gritó casi saltando del asiento y haciendo que su padre se asustara y diera un volantazo que casi los hace chocar contra un camión parado en doble fila. Con esa brusca acción inesperada un joven moreno que caminaba despreocupadamente por la calle se giró hacia el automóvil en el que estaba una persona muy familiar para él, observándolo desde dentro, con una mirada que nunca antes había visto. El chico moreno se detuvo y le devolvió una sonrisa.
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La chica que iba al lado de él, hablándole, también dejó de andar unos metros más allá al darse cuenta de que iba sola. Ella siguió el rastro que tenía la mirada de su acompañante y llegó a un coche que se perdía al doblar la esquina: Kuroba... –lo llamó desandando sus pasos para ponerse a la altura de su compañero de clase.
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Kuroba Kaito sonrió tontamente y continuó su camino metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón: ¿Vamos Aoko-chan? –le dijo a la chica, que lo miraba extrañada.
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- ¿Por qué paraste antes? –quiso saber ella colocándose bien el reloj para ver la hora y asegurarse de que no llegaban tarde.
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Kuroba se encogió de hombros inocentemente: Vi a una conocida que hacía tiempo que no me encontraba...
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Aoko quiso preguntarle más sobre esa chica que acababa de ver pero él cambió de tema rápidamente y no le dejó hacer preguntas así que pronto olvidó el breve encuentro casual, sobre todo después de ver anunciado en el televisor de una tienda de electrodomésticos a su padre, al que le estaban haciendo una entrevista:
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'Inspector Nakamori, dígame... ¿es otro caso más para la cuenta de Kid? –preguntó una reportera pasándole el micrófono al padre de Aoko, que tosió para aclarar la voz antes de contestar- No. En un principio tuvimos dudas pero Kid no ha podido ser, él deja avisos antes de actuar... además... no robaría en un laboratorio... o por lo menos nunca lo ha hecho...'
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Frente a la televisión estaba el más famoso detective de Kansai, aunque en esos momentos su estado no parecía el de alguien que tuviera una mente maravillosa y despierta. Se encontraba tumbado en la cama, con una toalla fría sobre la frente para que le bajara la fiebre. A su lado se encontraba Kazuha Toyama, su amiga de la más tierna infancia, que se había quedado con él por petición de su madre, pues ella había tenido que salir a hacer unos recados urgentes entre los cuales estaba pasar por la farmacia.
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La chica le retiró la toalla de la frente y, mojándola en un poco de agua, la escurrió y la devolvió a su sitio inicial: ¿No es el segundo robo a un laboratorio en esta última semana? –comentó Kazuha haciendo referencia a la noticia que acababan de ver en el televisor.
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- Sí... es extraño... robar en un laboratorio me parecería una tontería... después de todo ambos eran de segunda categoría, no estaban elaborando ninguna serie experimental... –un ataque de tos vino a continuación.
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- Ran, ¿qué te pasa? –preguntó un hombre alto y de mejillas saltonas apagando el cigarrillo que instantes antes había encendido- ¿A quién has visto? ¿Quién era?
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Su hija había empezado a llorar al darse cuenta de que la persona que acababa de ver por la calle no era Shinichi. Durante los momentos en los que creyó que sí era se había librado de la opresión en el pecho que tenía desde la última vez que el joven detective la había llamado, hacía casi una semana, pero ahora la notaba aún más, si cabía la posibilidad. Cerrando los ojos y secándose las lágrimas rememoró el minuto de conversación que habían tenido por teléfono.
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Ella estaba acabando de preparar la cena para su padre y para Conan, que había ido a jugar a casa del profesor Agasa, cuando sonó su móvil, el mismo que Shinichi le había regalado. Se apresuró a cogerlo y cuando vio que el número que llamaba era oculto tuvo la sensación de que era él. Siempre tenía esa sensación antes de coger el teléfono, siempre pensaba que sería el momento en el que él la avisaría de que por fin regresaba. Cuando llamaban a la puerta de la oficina salía corriendo a abrir, esperando, deseando, que fuese él quien estuviera detrás y la saludara con esa sonrisa que sólo él sabía poner. Esa vez su intuición acertó, cuando descolgó el móvil hubo unos segundos de silencio durante los cuales ninguno de los dos habló. Luego Ran escuchó un suspiro desde el otro lado, como si a Shinichi le fuera difícil expresarse y estuviera pensando en lo que decirle.
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- ¿Shi... Shinichi? –preguntó ella por si se estaba equivocando de persona- ¿Hay... hay alguien? ¿Quién llama? –el silencio era extraño.
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- Ran... –dijo una voz queda desde el otro lado de la línea- Tengo que decirte una cosa...
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- ¿Qué es? ¿Te ha pasado algo? ¿Estás bien? –quiso saber la chica, que estaba empezando a preocuparse de verdad. Se había quedado de pie en su habitación, a oscuras. Con el teléfono en la mano, agarrándolo con fuerza.- ¡¿Shinichi?!
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- Ran... yo... no quiero que sigas así por mí. Olvídame –dijo él con una voz más fuerte que la de antes. Ran no comprendió en un principio.
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- ¿Qué te olvide? –repitió notando cómo las imágenes que reflejaban sus ojos empezaban a distorsionarse a causa de las lágrimas.- ¿Por qué me dices eso? ¿Qué te está pasando? ¡¡Quiero que me lo cuentes!! –gritó con voz trémula. Esto hizo que Shinichi apartara el auricular de su oreja, no podía soportar que ella sufriera de esa manera por él. No se lo merecía. No merecía que una chica como ella lo amara tanto.
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- Es lo mejor, Ran... adiós y... por favor, haz lo que te pido.
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Después de haberle dicho eso, Conan había colgado el teléfono de la casa del profesor y se había quedado mirándolo fijamente, sin saber qué decir ni qué hacer a continuación. A su lado estaba el profesor Agasa y Haibara se encontraba sentada tranquilamente en el sofá tomando un café, con esa actitud misteriosa que la caracteriza. El silencio reinó, sólo interrumpido por el tintineo de la cuchara al repiquetear en la taza de porcelana.
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- Por fin el famoso detective despierta de su sueño y se enfrenta a la realidad... –comentó la científica sorbiendo un poco de café- Esto lo tenías que haber echo desde un primer momento. Te habrías ahorrado muchos problemas.
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Conan no dijo nada. Ni siquiera la miró, pero Agasa le dirigió una mirada de advertencia, para que se callara, pues Shinichi no estaba en el momento oportuno para discutir si sus actos habían sido acertados o no durante los últimos dos años. Cuando el detective se fue hacia el dormitorio su vecino y amigo cogió la pajarita, moduló el cambio de voz, y la programó en la voz de un niño de seis años. Acto seguido practicó un poco y llamó de nuevo a la agencia del detective Mouri. La voz que cogió el teléfono era ronca.
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- Ran –dijo Agasa con la voz de Conan, intentando mostrarse alegre- ¡¡Mis papás han vuelto!! Quieren que me vaya con ellos esta misma noche... El profesor Agasa pasará a recoger mis cosas... No te pongas triste Ran... –el profesor no sabía qué decirle a la chica, que lloraba desconsoladamente, de lo que no estaba seguro era de si el motivo era 'Conan' o Shinichi.- Prometo llamarte a menudo... ¿vale? Bueno... mis papás me están llamando. Hasta pronto Ran.
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Agasa colgó el teléfono casi temblando. Le había resultado muy difícil hacer aquello. Ojalá pronto se arregle esto, pensó tristemente.
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Eso había ocurrido una semana antes. Ahora Ran regresaba del campeonato y Conan se refugiaba en casa del profesor Agasa sin que nadie, aparte de los ocupantes de la casa, Agasa y Haibara, lo supiera. Mientras tanto, dos personas se estaban acercando a la agencia de detectives Mouri en un taxi que los había recogido en la estación. Una de esas personas iba molesta con la otra, que observaba preocupada por el cristal del vehículo.
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- ¿Puedes explicarme ahora qué hago yo aquí? –preguntó Heiji cruzándose de brazos y esperando una respuesta convincente por parte de su amiga, que parecía ignorarlo. Como no obtuvo ni siquiera una mirada prosiguió con su discurso- Primero te enfadas porque me pongo enfermo, algo de lo más natural en esta época del año, pero en lugar de venir tú sola te quedas allí conmigo para cuidarme. Y ahora que me recupero me haces venir hasta Tokio sin decirme el motivo... que de todas formas ya me supongo. No pienso ponerme a buscar a Kudo, que seguro que es lo que pretendes. Yo tampoco sé dónde puede estar... y sino pregúntaselo a Mouri, ella debería saberlo mejor que yo.
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Kazuha en ese instante lo miró con rabia en los ojos. Su comportamiento era infantil y se lo dijo claramente. Heiji, al escucharlo se calló y dio por zanjada la conversación: Que sepas que me voy mañana –le anunció sin ceder en su posición.
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- Haz lo que te de la gana –le respondió Kazuha reconociendo ya la calle donde vivía Ran y preparándose para pagarle al taxista, que permanecía atento a la situación de aquellos dos jóvenes extranjeros.- Pero que sepas que vengo para ayudar a Ran, no se si sabrás, señor detective –en esta última llamada de atención su tono pasó de un volumen neutral a un matiz sarcástico- que hace una semana, justo el día en que te pusiste enfermo, llamé a Ran y me dijo que Kudo le había dicho que lo olvidara, que se iba para no volver. Además al rato se enteró de que el pequeño Conan se marchaba también, ya sabes que le tiene mucho cariño a ese niño... Estaba muy mal, y supongo que seguirá así aún ahora, pero yo me quedé contigo porque tampoco quería presionarla a ella llegando ese mismo día, además, así no tendría que venir yo sola y quedarme sola, pero me es igual, si ahora el supuesto señor detective, que siempre presume de su astucia y de su gran madurez –Kazuha retomó su tono sarcástico- quiere marcharse, por mí estupendo. No te necesito.
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Este pequeño discurso dejó a Heiji sin habla. De acuerdo que no hablaba con Shinichi todas las semanas pero de ahí a que él no lo hubiera avisado de sus nuevos planes... antes de darse cuenta estaba solo en el taxi, se giró a tiempo para ver a Kazuha desaparecer por las escaleras que conducían a la agencia de detectives. Rápidamente recogió las maletas que habían guardado en el maletero del coche y subió a duras penas con ellas las escalera, hasta presentarse frente a la puerta de la oficina. Una vez allí no supo lo que hacer, por una parte sabía que molestaría a las chicas con su presencia, pero por otra no podía ir con las maletas a todas partes así que decidió entrar para dejarlas allí y salir después a dar una vuelta... aunque sabía exactamente al sitio donde tenía que ir. Heiji llamó varias veces a la puerta hasta que el detective Kogoro Mouri le abrió la puerta. Tenía una cerveza en la mano, como casi siempre. No se sorprendió en absoluto al verlo, sino que sin decir palabra le abrió la puerta y lo dejó pasar tranquilamente. La habitación estaba bastante sucia por lo que pudo comprobar el detective adolescente a primera vista, y bastante más revuelta de lo normal, sin embargo estaba vacía.
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- Dejaré aquí las maletas... me voy a dar una vuelta –le informó a Kogoro. Que se había ido a sentar frente al televisor. Él asintió y se despidió con un breve movimiento de la mano.
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Cuando Heiji llegó a la calle la notó con mucho más movimiento que antes. Controló la hora mirando su reloj de pulsera y echó a andar hacia la casa del profesor Agasa, que seguro le daría explicaciones sobre Kudo si éste no se encontraba allí para poder hablar con él directamente. Sumergido en sus pensamientos chocó con un joven que se había detenido ante la agencia de detectives. Heiji en un primer momento pensó que era Kudo, pero al verlo más detenidamente supo que no era, aunque el parecido físico era increíble. Se disculpó rápidamente y prosiguió su camino.
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El chico con el que Heiji se había topado era Kuroba Kaito, que había dejado a Aoko con Hakuba en el cine, pues habían quedado para ver una película. Sin embargo se había despedido de ellos diciendo que se encontraba mal y que se marchaba para casa y sus pasos lo habían conducido allí mismo, frente a la agencia Mouri. Su intención era hablar con el pequeño Conan, del que conocía muy bien la verdadera identidad que intentaba ocultar, pero no sabía cómo hacerle llegar un mensaje. Pero entonces se le ocurrió una idea. Al fondo de la calle iba caminando el chico que había tropezado con él y que, por la mirada que le dirigió, intuyó que conocía a Kudo y que al principio lo había confundido con él. Se acercó a él corriendo.
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- Perdona –habló Kaito deteniéndose delante del chico moreno- ¿Sabes quién es el detective Mouri? –al ver que Heiji asentía le preguntó si conocía a Conan Edogawa. El detective del oeste lo observó detenidamente un momento, comprobando hasta qué punto estaba ese chico interesado en el tema y hasta qué punto podía ser peligroso. Finalmente llegó a la conclusión que porque contestara a una pregunta como aquella no iba a cambiar nada y le dijo que sí. El rostro del ladrón se iluminó con una sonrisa amable- ¿Podrías hacerle llegar un recado? Dile que... me ha salvado otra paloma (1). Él entenderá lo que quiero decir –dijo marchándose por donde había venido y dejando a Heiji con una cara de incomprensión bastante graciosa.
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El detective de Osaka continuó su camino en silencio, volcando toda su capacidad de raciocinio en encontrar un posible motivo para la repentina reacción de Shinichi y su inesperada marcha atrás, por lo menos según su punto de vista. Antes de darse cuenta ya había llegado a la mansión de su amigo, pero ésta estaba cerrada a cal y canto por lo que, como tenía pensado ya desde un principio, se acercó a la casa del vecino. Una vez frente a la puerta principal llamó varias veces al timbre hasta que un hombre viejo de aspecto cansado pero con una expresión bonachona en la cara le abrió sorprendido de encontrarlo allí.
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- ¿Hattori? –dijo extrañado mirándolo de arriba abajo- Vaya, no tenía ni idea de que vendrías... –comentó nervioso poniéndose en medio de la puerta para que Heiji no pudiera pasar- Eh... ¿Qué quieres?
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El joven no comprendía del todo la situación ni el motivo del comportamiento tan extraño de Agasa: ¿Puedo pasar? Quería hablar con Kudo –pidió dando un paso hacia delante, pero el inventor no aflojó- ¿Qué ocurre? –el profesor dudó unos instantes y giró la cabeza hacia el interior de la casa, que estaba sumida en la casi absoluta oscuridad.
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- Entra –accedió finalmente el vecino de su compañero cerrando la puerta silenciosamente tras de sí- Siento mi comportamiento, Hattori, pero tienes que comprender nuestra situación... supongo que si estás aquí es porque ya lo sabes, así que no es necesario ninguna explicación... –dedujo Agasa adentrándose en la oscuridad de la sala de estar y encendiendo una luz. Entonces Heiji vio a Haibara, la pequeña científica de la que Shinichi le había hablado. Ella estaba sentada en una silla frente a una pantalla de ordenador y tecleaba numerosas fórmulas a una rapidez fascinante, el sonido de las teclas al hundirse en el teclado era lo único que perturbaba el ambiente de suma tranquilidad que allí reinaba.
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- En realidad me acabo de enterar ahora de lo que ha pasado, no tenía ni idea... Kudo no ha hablado conmigo desde hace semanas. Me lo ha dicho Kazuha justo antes de llegar a casa de Mouri –explicó Heiji brevemente- ¿Qué mosca le ha picado? ¿Dónde está? –quiso saber Heiji mirando a su alrededor- Sería bueno que le replanteara algunas cosas, por si no las tiene claras suficientemente –comentó chocando un puño contra la palma de la otra mano.
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Agasa no dijo nada, seguía dudando: Realmente nadie sabe lo que le ha pasado, no nos lo ha dicho. Un día llegó aquí y llamó a Ran diciéndole lo que ya sabes, que se iba para siempre –el hombre calló unos segundos, reflexionando- No sabemos el motivo o la razón de que haya tomado una decisión como esta.
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- Vale, pero ¿donde está ahora? –repitió Heiji. Agasa negó con la cabeza en señal de ignorar su paradero.
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- Salió hace una hora aproximadamente... dijo que iba a dar un paseo para airear las ideas, pero nada más. No creo que tarde mucho... dentro de poco empezará a oscurecer. Últimamente sale a dar muchos paseos, desde que pasó lo de Ran.
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Kazuha observaba a Ran en silencio. Llevaban más de diez minutos en la misma posición. No hacía mucho que ella misma había llegado y, segundos más tarde, había escuchado a Heiji entrar en la agencia e intercambiar unas palabras con el padre de su amiga, luego se había vuelto a marchar. Ella había entrado directamente en la habitación de Ran a petición de su padre.
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- Intenta hablar con ella, a mí no me dice nada –le había dicho Kogoro cuando la vio aparecer en el umbral de la puerta.
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Acto seguido había ido al cuarto de Ran y había petado en la puerta, cuando no obtuvo respuesta la entreabrió y asomó la cabeza por ella. Su amiga estaba allí, sentada en el suelo y con la espalda apoyada en el cama. Unos débiles rayos de sol se filtraban por las cortinas y caían suavemente sobre la pared. Ran tenía la mirada perdida en una foto que sostenía entre sus manos. Inesperadamente habló.
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- Se ha ido –dijo sin levantar la cabeza del marco- Se ha despedido para siempre.
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Kazuha se acercó a ella y la abrazó. Ran aceptó su manera de reconfortarla y la rodeó con sus brazos, empezando a sollozar sonoramente. Después de que ella se desahogara poco a poco se fueron soltando del abrazo y quedaron sumidas en un completo silencio que Kazuha no se atrevía a romper.
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Un chico y una chica paseaban por la calle hablando tranquilamente y comentando la película que acababan de ver en el cine. Había sido muy entretenida aunque una de esas dos personas lamentaba la ausencia de alguien mientras que la otra se alegraba por esa falta. Estas dos personas eran Aoko Nakamori y Saguru Hakuba.
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- Oye ¿aquel no es Kaito? –preguntó Aoko señalando a un chico que corría a toda prisa en dirección contraria a la que ellos iban y por la acera opuesta.- ¿No dijo que se encontraba mal y que se iba para casa? –murmuró enfadada apretando los puños- Se va a enterar de quien soy yo... –le dijo a Hakuba, que la miraba divertido soñando con la bronca que la hija del inspector le iba a dar a su rival.- ¡¡¡KAITO!!! –gritó ella, pero el joven no la escuchó, sino que siguió corriendo.
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Extrañados salieron detrás de él y lo alcanzaron cuando se detuvo en una esquina para pensar el camino que debía tomar. Estaba bastante agitado del esfuerzo y casi no pudo hablar durante unos instantes.
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- ¿No estabas enfermo? –preguntó Hakuba para que Aoko se enfadara más aún- Seguro que en realidad lo único que querías era plantarla. Menudo amigo eres.
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Kuroba le dirigió una mirada furibunda e intentó recobrar el aliento antes de replicarle: ¿Sabéis cómo se va desde aquí a la agencia del detective Mouri? –preguntó ignorando el comentario de su compañero de clase.
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- ¿Detective? ¿Para qué quieres uno si me tienes a mí aquí? –se mofó el chico rubio para quedar bien delante de Aoko, que estaba en silencio, expectante.
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- He presenciado un secuestro más importante de lo que puede parecer en un principio... –aclaró decantándose por ir por la calle de la izquierda, Aoko y el detective lo siguieron unos metros más retrasados, era increíble a la velocidad a la que se movía, y casi los deja atrás.
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- Ya estamos cerca – advirtió descendiendo el ritmo de la carrera. A esas horas de día, ya casi de noche, no había demasiada gente por la calle y no tenían dificultades para moverse entre los peatones.- Es aquí –informó señalando el cartel de la ventada del primer piso de un edificio. Cuando iban a empezar a subir las escaleras una voz los detuvo y Kuroba se giró sorprendido.- ¡¡Tú otra vez!! –dijo saltando los escalones que había subido y volviendo a pisar el suelo de la calle.- Ya sé quien eres, eres Hattori, el detective de Osaka, ¿verdad? –Heiji, acompañado del profesor, que regresaba a la agencia de detectives para hablar con Kazuha, asintió asombrado- Te he visto por la televisión –explicó Kuroba- Eres amigo de Mouri así que esto te interesará... he visto un secuestro –advirtió. Sus oyentes, tanto Agasa como los dos detectives y Aoko lo escucharon atentamente, al principio con algo de desinterés pero luego su atención fue creciendo- Después de toparme contigo me fui derecho a mi casa cuando por el camino vi a Conan Edogawa, el niño que siempre está con Kogoro el Durmiente, iba paseando con la cabeza gacha, como perdido. Lo llamé pero era como si no me oyera, cuando me iba a acercar un coche negro se detuvo frente a él y creo que bajó la ventanilla y después de intercambiar unas palabras que no pude oír alguien alargó la mano y se lo llevó. Intenté seguirles el rastro pero a los pocos metros los perdí de vista.
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Heiji y Agasa cruzaron las miradas preocupados, pero no lo demostraron frente a los otros tres chicos. Ninguno de ellos notó que pasaba algo raro salvo Kuroba, que conocía toda la historia de Shinichi y sabía lo que eso significaba. Además el coche negro... encajaba con la descripción que tenía de los asesinos de su padre años atrás, por lo que a él también le interesaba el asunto.
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FIN DEL CHAPTER 1
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NOTAS:
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No a la discriminación, no a la discriminación lingüística. Si buscas la igualdad real escribe 'personas', 'humanos', 'individuos' y no 'hombres' como palabra que designe tanto a hombres como a mujeres. Celebra este fin de semana del sábado 22 y domingo 23 de mayo la Marcha Mundial de las Mujeres que se celebra en Vigo (mi ciudad nn) para luchar contra la desigualdad entre sexos.
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'Diferentes sí, desiguales no'
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¡¡¡¡¡Wala!!!!! Jaja, ala, aquí tenéis otro fic... espero que os guste, jeje, tenía la idea desde hace un par de semanas pero no tuve tiempo para plasmarla al papel xDD Como véis este chapter es más largo de los que suelo poner normalmente... para que luego digáis que soy mala, jaja. Espero que dejéis vuestros comentarios, críticas y demás en el review o sino en mi mail (akimachanhotmail.com) que son muy importantes para la continuación del fic, que sino no me siento con ánimos de seguir escribiendo U
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Por si no os habíais dado cuenta el título de este nuevo fic, 'Perfect Crime', da también título a una canción de Kuraki Mai (una cantante de JPop que canta varias canciones de Conan que son preciosas nn) que, para hacerlo redondo, tiene también una canción titulada 'Stay by my side' (como este 1º chapter) mu bonita... si no las conocéis bajároslas que son buenísimas, sobre todo la primera nn. Si tenéis interés en el Jpop puedo recomendaros canciones, ¡¡solo avisadme!!
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Ahora... ¡¡Publicidad!! Jajaja, esta 'sección' va para eso, publicidad xDD. En primer lugar tengo que 'vender' mis otros fics ('El misterio de la Isla Shikku', 'El desubrimiento' o 'Dudas verdades y sufrimientos') leedlos si no lo habéis echo ya... weno, obligatorio no es, jaja, pero... jeje. Y luego también otros... ¡¡¡¡los de Cintu!!!! nn A mí particularmente son los que más me gustan, están genial así que no dudéis en leeros alguno de los muchos que tiene publicados... os recomiendo especialmente 'El caso del asesinato del blanco número 19' y 'The case of the mystery APTX 4869' jeje, aunque también uno nuevo que ahora no recuerdo el título... es un one-shot solo, pero es precioso...
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ACLARACIONES:
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(1) 'Me ha salvado una paloma' Kaito hace referencia a ayudar a Shinichi haciéndose pasar por el detective frente a Ran como hizo ya en una ocasión (en una de las películas de DC).
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Está bien, hasta el próximo chapter... jejeje, que tengáis hasta entonces... LOVE & PEACE (como diría Vash nn)
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Táigrin Dido
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Este fic lo hago sin ánimo de lucro, para eso me pondría a vender churros en una feria xDD. Todos los personajes pertenecen al gran maestro Aoyama y yo simplemente los utilizo para entretenerme (a mi personilla) y para entretenimiento de la gente (tu personilla) que quiera leer este fic de 'Meitantei Conan'. Ahora, os dejo con él nn
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Su reflejo había cambiado. Había rejuvenecido totalmente, ¿quien lo hubiera dicho? Se preguntó amargamente bajando la mirada y cerrando los ojos, intentando así borrar la imagen que se repetía una y otra vez delante del espejo desde hacía más de dos largos años. Estaba subido a una silla para poder contemplarse bien frente al espejo del baño y eso aún lo hacía sentir más humillado. Sus piernas temblaron un poco a causa del esfuerzo de tener que soportar el peso de un niño de seis años sobre las puntas de los pies y él decidió relajarse. De nuevo irguió la mirada afligida hacia al cristal. El frío vidrio retornó unos ojos azules opacos, sin brillo alguno, sin vida, que parecían escrutar la imagen más allá de lo posible, como si quisieran llegar al alma, escondida entre un cúmulo de peligrosos problemas y trampas.
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Extenuado, abrió el grifo del lavabo y mojó tímidamente las puntas de los dedos hasta que el agua estuvo lo suficientemente fría como para que una persona normal rehuyera a tocarla, la rozó suavemente, como si en lugar del líquido transparente fuera algo mucho más dulce y apetecible. Para él en ese momento lo era. Decidido y apesadumbrado hundió las manos en el chorro que emanaba del grifo y acto seguido se llevó todo el agua que sus manos en cuenca pudieron acoger hasta la cara. Algunas gotas salpicaron el cristal por la violencia del movimiento y otras cayeron derrochadas al suelo, cubierto por una alfombra. Con el contacto del fluido helado su rostro recobró el color habitual y sus mejillas, que adquirieron una tonalidad más viva, disimularon bien el rastro que habían dejado unas lágrimas de impotencia, decisión, temor. Sus pulmones aspiraron el oxígeno que necesitaban y, de nuevo, unos ojos se asomaron tímidamente para analizar la imagen. Lo había decidido. Se lo iba a decir. Tenía que decírselo. Quería decírselo.
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STAY BY MY SIDE
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No había sido un buen día a pesar de haber ganado el campeonato de karate que se había celebrado en la escuela Rioujin de Shinari esa misma mañana y donde habían participado todas las escuelas de secundaria de la ciudad. A pesar de eso y de las numerosas felicitaciones de amigas y amigos, y del reconocimiento que había logrado otra vez... a pesar de eso, sentía que le faltaba algo y Sonoko lo había descrito irónicamente como el 'síndrome del detective desaparecido' para intentar animarla, aunque salvo un amago de sonrisa no logró nada más de su amiga. Ahora la karateka veía pasar gente delante suya pero todos le resultaban extraños, desconocidos, anónimos. Incluso su padre, sentado junto a ella, conduciendo un coche alquilado para regresar a casa. Incluso él le parecía abstracto.
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Kogoro al notar la mirada de su hija fija en él la miró sonriente, aunque su tono reflejó cierta preocupación: ¡¡Vaya Ran, cualquiera diría que quedaste la primera!! ¿Ya has llamado a Eri para darle la buena noticia? –dijo sabiendo que eso la animaría, pues hablar de su madre siempre lograba ponerla contenta, y más si era él quien lo hacía.
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Pero Ran no reaccionó, sólo desvió la vista y la volvió a fijar en los transeúntes que paseaban por las aceras de las calles que pasaban: La llamaré al llegar a casa... –dijo quedamente apoyando la cabeza en la mano y cerrando los ojos un segundo.
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Su padre frunció el cejo y murmuró algo ininteligible, devolviendo su total atención a la carretera, después de todo no quería tener un accidente con un coche que no era suyo. A falta de un par de calles para llegar a casa el corazón de Ran dio un vuelco total y se pegó literalmente al cristal de la ventanilla del coche.
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- ¡¡¡¡Es él!!!! –gritó casi saltando del asiento y haciendo que su padre se asustara y diera un volantazo que casi los hace chocar contra un camión parado en doble fila. Con esa brusca acción inesperada un joven moreno que caminaba despreocupadamente por la calle se giró hacia el automóvil en el que estaba una persona muy familiar para él, observándolo desde dentro, con una mirada que nunca antes había visto. El chico moreno se detuvo y le devolvió una sonrisa.
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La chica que iba al lado de él, hablándole, también dejó de andar unos metros más allá al darse cuenta de que iba sola. Ella siguió el rastro que tenía la mirada de su acompañante y llegó a un coche que se perdía al doblar la esquina: Kuroba... –lo llamó desandando sus pasos para ponerse a la altura de su compañero de clase.
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Kuroba Kaito sonrió tontamente y continuó su camino metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón: ¿Vamos Aoko-chan? –le dijo a la chica, que lo miraba extrañada.
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- ¿Por qué paraste antes? –quiso saber ella colocándose bien el reloj para ver la hora y asegurarse de que no llegaban tarde.
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Kuroba se encogió de hombros inocentemente: Vi a una conocida que hacía tiempo que no me encontraba...
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Aoko quiso preguntarle más sobre esa chica que acababa de ver pero él cambió de tema rápidamente y no le dejó hacer preguntas así que pronto olvidó el breve encuentro casual, sobre todo después de ver anunciado en el televisor de una tienda de electrodomésticos a su padre, al que le estaban haciendo una entrevista:
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'Inspector Nakamori, dígame... ¿es otro caso más para la cuenta de Kid? –preguntó una reportera pasándole el micrófono al padre de Aoko, que tosió para aclarar la voz antes de contestar- No. En un principio tuvimos dudas pero Kid no ha podido ser, él deja avisos antes de actuar... además... no robaría en un laboratorio... o por lo menos nunca lo ha hecho...'
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Frente a la televisión estaba el más famoso detective de Kansai, aunque en esos momentos su estado no parecía el de alguien que tuviera una mente maravillosa y despierta. Se encontraba tumbado en la cama, con una toalla fría sobre la frente para que le bajara la fiebre. A su lado se encontraba Kazuha Toyama, su amiga de la más tierna infancia, que se había quedado con él por petición de su madre, pues ella había tenido que salir a hacer unos recados urgentes entre los cuales estaba pasar por la farmacia.
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La chica le retiró la toalla de la frente y, mojándola en un poco de agua, la escurrió y la devolvió a su sitio inicial: ¿No es el segundo robo a un laboratorio en esta última semana? –comentó Kazuha haciendo referencia a la noticia que acababan de ver en el televisor.
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- Sí... es extraño... robar en un laboratorio me parecería una tontería... después de todo ambos eran de segunda categoría, no estaban elaborando ninguna serie experimental... –un ataque de tos vino a continuación.
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- Ran, ¿qué te pasa? –preguntó un hombre alto y de mejillas saltonas apagando el cigarrillo que instantes antes había encendido- ¿A quién has visto? ¿Quién era?
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Su hija había empezado a llorar al darse cuenta de que la persona que acababa de ver por la calle no era Shinichi. Durante los momentos en los que creyó que sí era se había librado de la opresión en el pecho que tenía desde la última vez que el joven detective la había llamado, hacía casi una semana, pero ahora la notaba aún más, si cabía la posibilidad. Cerrando los ojos y secándose las lágrimas rememoró el minuto de conversación que habían tenido por teléfono.
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Ella estaba acabando de preparar la cena para su padre y para Conan, que había ido a jugar a casa del profesor Agasa, cuando sonó su móvil, el mismo que Shinichi le había regalado. Se apresuró a cogerlo y cuando vio que el número que llamaba era oculto tuvo la sensación de que era él. Siempre tenía esa sensación antes de coger el teléfono, siempre pensaba que sería el momento en el que él la avisaría de que por fin regresaba. Cuando llamaban a la puerta de la oficina salía corriendo a abrir, esperando, deseando, que fuese él quien estuviera detrás y la saludara con esa sonrisa que sólo él sabía poner. Esa vez su intuición acertó, cuando descolgó el móvil hubo unos segundos de silencio durante los cuales ninguno de los dos habló. Luego Ran escuchó un suspiro desde el otro lado, como si a Shinichi le fuera difícil expresarse y estuviera pensando en lo que decirle.
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- ¿Shi... Shinichi? –preguntó ella por si se estaba equivocando de persona- ¿Hay... hay alguien? ¿Quién llama? –el silencio era extraño.
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- Ran... –dijo una voz queda desde el otro lado de la línea- Tengo que decirte una cosa...
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- ¿Qué es? ¿Te ha pasado algo? ¿Estás bien? –quiso saber la chica, que estaba empezando a preocuparse de verdad. Se había quedado de pie en su habitación, a oscuras. Con el teléfono en la mano, agarrándolo con fuerza.- ¡¿Shinichi?!
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- Ran... yo... no quiero que sigas así por mí. Olvídame –dijo él con una voz más fuerte que la de antes. Ran no comprendió en un principio.
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- ¿Qué te olvide? –repitió notando cómo las imágenes que reflejaban sus ojos empezaban a distorsionarse a causa de las lágrimas.- ¿Por qué me dices eso? ¿Qué te está pasando? ¡¡Quiero que me lo cuentes!! –gritó con voz trémula. Esto hizo que Shinichi apartara el auricular de su oreja, no podía soportar que ella sufriera de esa manera por él. No se lo merecía. No merecía que una chica como ella lo amara tanto.
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- Es lo mejor, Ran... adiós y... por favor, haz lo que te pido.
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Después de haberle dicho eso, Conan había colgado el teléfono de la casa del profesor y se había quedado mirándolo fijamente, sin saber qué decir ni qué hacer a continuación. A su lado estaba el profesor Agasa y Haibara se encontraba sentada tranquilamente en el sofá tomando un café, con esa actitud misteriosa que la caracteriza. El silencio reinó, sólo interrumpido por el tintineo de la cuchara al repiquetear en la taza de porcelana.
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- Por fin el famoso detective despierta de su sueño y se enfrenta a la realidad... –comentó la científica sorbiendo un poco de café- Esto lo tenías que haber echo desde un primer momento. Te habrías ahorrado muchos problemas.
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Conan no dijo nada. Ni siquiera la miró, pero Agasa le dirigió una mirada de advertencia, para que se callara, pues Shinichi no estaba en el momento oportuno para discutir si sus actos habían sido acertados o no durante los últimos dos años. Cuando el detective se fue hacia el dormitorio su vecino y amigo cogió la pajarita, moduló el cambio de voz, y la programó en la voz de un niño de seis años. Acto seguido practicó un poco y llamó de nuevo a la agencia del detective Mouri. La voz que cogió el teléfono era ronca.
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- Ran –dijo Agasa con la voz de Conan, intentando mostrarse alegre- ¡¡Mis papás han vuelto!! Quieren que me vaya con ellos esta misma noche... El profesor Agasa pasará a recoger mis cosas... No te pongas triste Ran... –el profesor no sabía qué decirle a la chica, que lloraba desconsoladamente, de lo que no estaba seguro era de si el motivo era 'Conan' o Shinichi.- Prometo llamarte a menudo... ¿vale? Bueno... mis papás me están llamando. Hasta pronto Ran.
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Agasa colgó el teléfono casi temblando. Le había resultado muy difícil hacer aquello. Ojalá pronto se arregle esto, pensó tristemente.
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Eso había ocurrido una semana antes. Ahora Ran regresaba del campeonato y Conan se refugiaba en casa del profesor Agasa sin que nadie, aparte de los ocupantes de la casa, Agasa y Haibara, lo supiera. Mientras tanto, dos personas se estaban acercando a la agencia de detectives Mouri en un taxi que los había recogido en la estación. Una de esas personas iba molesta con la otra, que observaba preocupada por el cristal del vehículo.
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- ¿Puedes explicarme ahora qué hago yo aquí? –preguntó Heiji cruzándose de brazos y esperando una respuesta convincente por parte de su amiga, que parecía ignorarlo. Como no obtuvo ni siquiera una mirada prosiguió con su discurso- Primero te enfadas porque me pongo enfermo, algo de lo más natural en esta época del año, pero en lugar de venir tú sola te quedas allí conmigo para cuidarme. Y ahora que me recupero me haces venir hasta Tokio sin decirme el motivo... que de todas formas ya me supongo. No pienso ponerme a buscar a Kudo, que seguro que es lo que pretendes. Yo tampoco sé dónde puede estar... y sino pregúntaselo a Mouri, ella debería saberlo mejor que yo.
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Kazuha en ese instante lo miró con rabia en los ojos. Su comportamiento era infantil y se lo dijo claramente. Heiji, al escucharlo se calló y dio por zanjada la conversación: Que sepas que me voy mañana –le anunció sin ceder en su posición.
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- Haz lo que te de la gana –le respondió Kazuha reconociendo ya la calle donde vivía Ran y preparándose para pagarle al taxista, que permanecía atento a la situación de aquellos dos jóvenes extranjeros.- Pero que sepas que vengo para ayudar a Ran, no se si sabrás, señor detective –en esta última llamada de atención su tono pasó de un volumen neutral a un matiz sarcástico- que hace una semana, justo el día en que te pusiste enfermo, llamé a Ran y me dijo que Kudo le había dicho que lo olvidara, que se iba para no volver. Además al rato se enteró de que el pequeño Conan se marchaba también, ya sabes que le tiene mucho cariño a ese niño... Estaba muy mal, y supongo que seguirá así aún ahora, pero yo me quedé contigo porque tampoco quería presionarla a ella llegando ese mismo día, además, así no tendría que venir yo sola y quedarme sola, pero me es igual, si ahora el supuesto señor detective, que siempre presume de su astucia y de su gran madurez –Kazuha retomó su tono sarcástico- quiere marcharse, por mí estupendo. No te necesito.
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Este pequeño discurso dejó a Heiji sin habla. De acuerdo que no hablaba con Shinichi todas las semanas pero de ahí a que él no lo hubiera avisado de sus nuevos planes... antes de darse cuenta estaba solo en el taxi, se giró a tiempo para ver a Kazuha desaparecer por las escaleras que conducían a la agencia de detectives. Rápidamente recogió las maletas que habían guardado en el maletero del coche y subió a duras penas con ellas las escalera, hasta presentarse frente a la puerta de la oficina. Una vez allí no supo lo que hacer, por una parte sabía que molestaría a las chicas con su presencia, pero por otra no podía ir con las maletas a todas partes así que decidió entrar para dejarlas allí y salir después a dar una vuelta... aunque sabía exactamente al sitio donde tenía que ir. Heiji llamó varias veces a la puerta hasta que el detective Kogoro Mouri le abrió la puerta. Tenía una cerveza en la mano, como casi siempre. No se sorprendió en absoluto al verlo, sino que sin decir palabra le abrió la puerta y lo dejó pasar tranquilamente. La habitación estaba bastante sucia por lo que pudo comprobar el detective adolescente a primera vista, y bastante más revuelta de lo normal, sin embargo estaba vacía.
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- Dejaré aquí las maletas... me voy a dar una vuelta –le informó a Kogoro. Que se había ido a sentar frente al televisor. Él asintió y se despidió con un breve movimiento de la mano.
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Cuando Heiji llegó a la calle la notó con mucho más movimiento que antes. Controló la hora mirando su reloj de pulsera y echó a andar hacia la casa del profesor Agasa, que seguro le daría explicaciones sobre Kudo si éste no se encontraba allí para poder hablar con él directamente. Sumergido en sus pensamientos chocó con un joven que se había detenido ante la agencia de detectives. Heiji en un primer momento pensó que era Kudo, pero al verlo más detenidamente supo que no era, aunque el parecido físico era increíble. Se disculpó rápidamente y prosiguió su camino.
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El chico con el que Heiji se había topado era Kuroba Kaito, que había dejado a Aoko con Hakuba en el cine, pues habían quedado para ver una película. Sin embargo se había despedido de ellos diciendo que se encontraba mal y que se marchaba para casa y sus pasos lo habían conducido allí mismo, frente a la agencia Mouri. Su intención era hablar con el pequeño Conan, del que conocía muy bien la verdadera identidad que intentaba ocultar, pero no sabía cómo hacerle llegar un mensaje. Pero entonces se le ocurrió una idea. Al fondo de la calle iba caminando el chico que había tropezado con él y que, por la mirada que le dirigió, intuyó que conocía a Kudo y que al principio lo había confundido con él. Se acercó a él corriendo.
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- Perdona –habló Kaito deteniéndose delante del chico moreno- ¿Sabes quién es el detective Mouri? –al ver que Heiji asentía le preguntó si conocía a Conan Edogawa. El detective del oeste lo observó detenidamente un momento, comprobando hasta qué punto estaba ese chico interesado en el tema y hasta qué punto podía ser peligroso. Finalmente llegó a la conclusión que porque contestara a una pregunta como aquella no iba a cambiar nada y le dijo que sí. El rostro del ladrón se iluminó con una sonrisa amable- ¿Podrías hacerle llegar un recado? Dile que... me ha salvado otra paloma (1). Él entenderá lo que quiero decir –dijo marchándose por donde había venido y dejando a Heiji con una cara de incomprensión bastante graciosa.
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El detective de Osaka continuó su camino en silencio, volcando toda su capacidad de raciocinio en encontrar un posible motivo para la repentina reacción de Shinichi y su inesperada marcha atrás, por lo menos según su punto de vista. Antes de darse cuenta ya había llegado a la mansión de su amigo, pero ésta estaba cerrada a cal y canto por lo que, como tenía pensado ya desde un principio, se acercó a la casa del vecino. Una vez frente a la puerta principal llamó varias veces al timbre hasta que un hombre viejo de aspecto cansado pero con una expresión bonachona en la cara le abrió sorprendido de encontrarlo allí.
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- ¿Hattori? –dijo extrañado mirándolo de arriba abajo- Vaya, no tenía ni idea de que vendrías... –comentó nervioso poniéndose en medio de la puerta para que Heiji no pudiera pasar- Eh... ¿Qué quieres?
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El joven no comprendía del todo la situación ni el motivo del comportamiento tan extraño de Agasa: ¿Puedo pasar? Quería hablar con Kudo –pidió dando un paso hacia delante, pero el inventor no aflojó- ¿Qué ocurre? –el profesor dudó unos instantes y giró la cabeza hacia el interior de la casa, que estaba sumida en la casi absoluta oscuridad.
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- Entra –accedió finalmente el vecino de su compañero cerrando la puerta silenciosamente tras de sí- Siento mi comportamiento, Hattori, pero tienes que comprender nuestra situación... supongo que si estás aquí es porque ya lo sabes, así que no es necesario ninguna explicación... –dedujo Agasa adentrándose en la oscuridad de la sala de estar y encendiendo una luz. Entonces Heiji vio a Haibara, la pequeña científica de la que Shinichi le había hablado. Ella estaba sentada en una silla frente a una pantalla de ordenador y tecleaba numerosas fórmulas a una rapidez fascinante, el sonido de las teclas al hundirse en el teclado era lo único que perturbaba el ambiente de suma tranquilidad que allí reinaba.
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- En realidad me acabo de enterar ahora de lo que ha pasado, no tenía ni idea... Kudo no ha hablado conmigo desde hace semanas. Me lo ha dicho Kazuha justo antes de llegar a casa de Mouri –explicó Heiji brevemente- ¿Qué mosca le ha picado? ¿Dónde está? –quiso saber Heiji mirando a su alrededor- Sería bueno que le replanteara algunas cosas, por si no las tiene claras suficientemente –comentó chocando un puño contra la palma de la otra mano.
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Agasa no dijo nada, seguía dudando: Realmente nadie sabe lo que le ha pasado, no nos lo ha dicho. Un día llegó aquí y llamó a Ran diciéndole lo que ya sabes, que se iba para siempre –el hombre calló unos segundos, reflexionando- No sabemos el motivo o la razón de que haya tomado una decisión como esta.
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- Vale, pero ¿donde está ahora? –repitió Heiji. Agasa negó con la cabeza en señal de ignorar su paradero.
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- Salió hace una hora aproximadamente... dijo que iba a dar un paseo para airear las ideas, pero nada más. No creo que tarde mucho... dentro de poco empezará a oscurecer. Últimamente sale a dar muchos paseos, desde que pasó lo de Ran.
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Kazuha observaba a Ran en silencio. Llevaban más de diez minutos en la misma posición. No hacía mucho que ella misma había llegado y, segundos más tarde, había escuchado a Heiji entrar en la agencia e intercambiar unas palabras con el padre de su amiga, luego se había vuelto a marchar. Ella había entrado directamente en la habitación de Ran a petición de su padre.
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- Intenta hablar con ella, a mí no me dice nada –le había dicho Kogoro cuando la vio aparecer en el umbral de la puerta.
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Acto seguido había ido al cuarto de Ran y había petado en la puerta, cuando no obtuvo respuesta la entreabrió y asomó la cabeza por ella. Su amiga estaba allí, sentada en el suelo y con la espalda apoyada en el cama. Unos débiles rayos de sol se filtraban por las cortinas y caían suavemente sobre la pared. Ran tenía la mirada perdida en una foto que sostenía entre sus manos. Inesperadamente habló.
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- Se ha ido –dijo sin levantar la cabeza del marco- Se ha despedido para siempre.
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Kazuha se acercó a ella y la abrazó. Ran aceptó su manera de reconfortarla y la rodeó con sus brazos, empezando a sollozar sonoramente. Después de que ella se desahogara poco a poco se fueron soltando del abrazo y quedaron sumidas en un completo silencio que Kazuha no se atrevía a romper.
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Un chico y una chica paseaban por la calle hablando tranquilamente y comentando la película que acababan de ver en el cine. Había sido muy entretenida aunque una de esas dos personas lamentaba la ausencia de alguien mientras que la otra se alegraba por esa falta. Estas dos personas eran Aoko Nakamori y Saguru Hakuba.
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- Oye ¿aquel no es Kaito? –preguntó Aoko señalando a un chico que corría a toda prisa en dirección contraria a la que ellos iban y por la acera opuesta.- ¿No dijo que se encontraba mal y que se iba para casa? –murmuró enfadada apretando los puños- Se va a enterar de quien soy yo... –le dijo a Hakuba, que la miraba divertido soñando con la bronca que la hija del inspector le iba a dar a su rival.- ¡¡¡KAITO!!! –gritó ella, pero el joven no la escuchó, sino que siguió corriendo.
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Extrañados salieron detrás de él y lo alcanzaron cuando se detuvo en una esquina para pensar el camino que debía tomar. Estaba bastante agitado del esfuerzo y casi no pudo hablar durante unos instantes.
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- ¿No estabas enfermo? –preguntó Hakuba para que Aoko se enfadara más aún- Seguro que en realidad lo único que querías era plantarla. Menudo amigo eres.
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Kuroba le dirigió una mirada furibunda e intentó recobrar el aliento antes de replicarle: ¿Sabéis cómo se va desde aquí a la agencia del detective Mouri? –preguntó ignorando el comentario de su compañero de clase.
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- ¿Detective? ¿Para qué quieres uno si me tienes a mí aquí? –se mofó el chico rubio para quedar bien delante de Aoko, que estaba en silencio, expectante.
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- He presenciado un secuestro más importante de lo que puede parecer en un principio... –aclaró decantándose por ir por la calle de la izquierda, Aoko y el detective lo siguieron unos metros más retrasados, era increíble a la velocidad a la que se movía, y casi los deja atrás.
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- Ya estamos cerca – advirtió descendiendo el ritmo de la carrera. A esas horas de día, ya casi de noche, no había demasiada gente por la calle y no tenían dificultades para moverse entre los peatones.- Es aquí –informó señalando el cartel de la ventada del primer piso de un edificio. Cuando iban a empezar a subir las escaleras una voz los detuvo y Kuroba se giró sorprendido.- ¡¡Tú otra vez!! –dijo saltando los escalones que había subido y volviendo a pisar el suelo de la calle.- Ya sé quien eres, eres Hattori, el detective de Osaka, ¿verdad? –Heiji, acompañado del profesor, que regresaba a la agencia de detectives para hablar con Kazuha, asintió asombrado- Te he visto por la televisión –explicó Kuroba- Eres amigo de Mouri así que esto te interesará... he visto un secuestro –advirtió. Sus oyentes, tanto Agasa como los dos detectives y Aoko lo escucharon atentamente, al principio con algo de desinterés pero luego su atención fue creciendo- Después de toparme contigo me fui derecho a mi casa cuando por el camino vi a Conan Edogawa, el niño que siempre está con Kogoro el Durmiente, iba paseando con la cabeza gacha, como perdido. Lo llamé pero era como si no me oyera, cuando me iba a acercar un coche negro se detuvo frente a él y creo que bajó la ventanilla y después de intercambiar unas palabras que no pude oír alguien alargó la mano y se lo llevó. Intenté seguirles el rastro pero a los pocos metros los perdí de vista.
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Heiji y Agasa cruzaron las miradas preocupados, pero no lo demostraron frente a los otros tres chicos. Ninguno de ellos notó que pasaba algo raro salvo Kuroba, que conocía toda la historia de Shinichi y sabía lo que eso significaba. Además el coche negro... encajaba con la descripción que tenía de los asesinos de su padre años atrás, por lo que a él también le interesaba el asunto.
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FIN DEL CHAPTER 1
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NOTAS:
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No a la discriminación, no a la discriminación lingüística. Si buscas la igualdad real escribe 'personas', 'humanos', 'individuos' y no 'hombres' como palabra que designe tanto a hombres como a mujeres. Celebra este fin de semana del sábado 22 y domingo 23 de mayo la Marcha Mundial de las Mujeres que se celebra en Vigo (mi ciudad nn) para luchar contra la desigualdad entre sexos.
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'Diferentes sí, desiguales no'
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¡¡¡¡¡Wala!!!!! Jaja, ala, aquí tenéis otro fic... espero que os guste, jeje, tenía la idea desde hace un par de semanas pero no tuve tiempo para plasmarla al papel xDD Como véis este chapter es más largo de los que suelo poner normalmente... para que luego digáis que soy mala, jaja. Espero que dejéis vuestros comentarios, críticas y demás en el review o sino en mi mail (akimachanhotmail.com) que son muy importantes para la continuación del fic, que sino no me siento con ánimos de seguir escribiendo U
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Por si no os habíais dado cuenta el título de este nuevo fic, 'Perfect Crime', da también título a una canción de Kuraki Mai (una cantante de JPop que canta varias canciones de Conan que son preciosas nn) que, para hacerlo redondo, tiene también una canción titulada 'Stay by my side' (como este 1º chapter) mu bonita... si no las conocéis bajároslas que son buenísimas, sobre todo la primera nn. Si tenéis interés en el Jpop puedo recomendaros canciones, ¡¡solo avisadme!!
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Ahora... ¡¡Publicidad!! Jajaja, esta 'sección' va para eso, publicidad xDD. En primer lugar tengo que 'vender' mis otros fics ('El misterio de la Isla Shikku', 'El desubrimiento' o 'Dudas verdades y sufrimientos') leedlos si no lo habéis echo ya... weno, obligatorio no es, jaja, pero... jeje. Y luego también otros... ¡¡¡¡los de Cintu!!!! nn A mí particularmente son los que más me gustan, están genial así que no dudéis en leeros alguno de los muchos que tiene publicados... os recomiendo especialmente 'El caso del asesinato del blanco número 19' y 'The case of the mystery APTX 4869' jeje, aunque también uno nuevo que ahora no recuerdo el título... es un one-shot solo, pero es precioso...
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ACLARACIONES:
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(1) 'Me ha salvado una paloma' Kaito hace referencia a ayudar a Shinichi haciéndose pasar por el detective frente a Ran como hizo ya en una ocasión (en una de las películas de DC).
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Está bien, hasta el próximo chapter... jejeje, que tengáis hasta entonces... LOVE & PEACE (como diría Vash nn)
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Táigrin Dido
