Buenasss~

Advertencia: no soy J.K. Rowling y hago esto sin ánimo de lucro.

Había ido a por sus padres. Los dejo allí consciente de que estarían a salvo sin ella porque precisamente ella era el peligro en su familia. Pero por fin, la guerra ha acabado y con ella terminada sólo queda el alegrarse por estar vivo y a la vez el llorar por las personas muertas en la batalla. La castaña lo sabía bien ya que había visto el sufrimiento de los Weasley, hasta el punto de tener que quedarse varios meses consolándolos, sobre todo a Ron. No tenía tiempo para llorar, él le necesitaba pero al cabo de unos meses, la añoranza a sus padres le obligó a volver a por ellos.

Cuando les encontró, los reproches no tardaron mucho en llegar. Ambos, eran conscientes de la buena intención de ella pero se había arriesgado demasiado y tenía que habérselo dicho a ellos. Después de todos los reproches, el llanto inundó la habitación mientras daban gracias por estar juntos.

La vuelta a Londres fue cuánto menos silenciosa. Hermione divagaba sobre unos sueños que tuvo en el período reciente de después de la guerra. En ellos, veía como Ron moría de variadas maneras y al despertar gritaba, espantando a Ginny. Sin darse cuenta, su cuerpo emitió un escalofrío. En pocas horas, volvería.

En la madriguera, se respiraba un ambiente nervioso mezclado con alegría. Todos estaban ansiosos por el regreso de Hermione, en especial Ron. Aunque se suponía que sólo eran amigos... O eso quería creer pero muy en el fondo sabía la respuesta desde hace tiempo.

-¡Ron, querido! ¡Ven a ayudarme!- gritó una voz desde la cocina- ¡Pon la mesa!

-¡Ya voy!

Una vez estuvo allí, empezó a hacer su tarea observando el buen humor de su madre, a pesar de los acontecimientos sucedidos en la guerra. Hermione, desde luego, era muy querida en su familia.

-¡Oh! Dile a Ginny que prepare la cama de Hermione, por si es demasiado tarde para que vuelva a casa.

-¡Pero si acaba de volver con sus padres! Supongo que querrá pasar tiempo con ellos.

-Es cierto, pero por una noche no pasará nada.- sin nada más que decir la madre siguió a lo suyo.

Ron, acató la orden a regañadientes. Le dijo a su hermana que preparase la cama y él se fue a su habitación. Cogió la bufanda que tenía celosamente guardada y se tumbó en la cama. Esa prenda había sido el regalo que Hermione le había dado en 17º cumpleaños. Después de todo, casi morir envenenado tuvo sus cosas buenas como que la castaña le volviese a hablar y también, el regalo. Se notaba que estaba hecha con mucho esfuerzo pero no con mucha maña. Pero a él, a pesar de eso, le pareció preciosa sólo por el hecho de que ella se esforzase tanto por él. Aún estando enfadados.

Ron oyó unas pisadas que se dirigían al cuarto. Rápidamente escondió la bufanda y se dejó caer en la cama como si nada. Harry abrió la habitación.

-Hey, tu madre dice que bajes.

-¿Qué quiere?

-No sé, sólo me dijo que te avisará. ¿Nervioso?

-¿Por qué habría de estarlo?- inquirió el pelirrojo con el ceño fruncido- ¿Insinúas algo?

-¿Yo? Nada... Sólo lo digo por lo mucho que retuerces las manos. ¿Será por Hermione?- comentó malicioso el moreno.

-Calla. ¿Prefieres qué te recuerde lo enfadada que está mi hermanita contigo?

Harry enmudeció y decidió dejarse caer en la cama contigua a Ron. El muchacho se levantó y bajó para ver lo que su madre necesitaba.

-¿Qué quieres mamá?

-Necesito que estés pendiente de la puerta, por si llega nuestra invitada.

-Pfff... ¿Y si tarda mucho en llegar? Me aburriré.

-Pues busca algo con lo que entretenerte.

-¿Pero por qué yo?

-¡Porque lo digo yo!- gritó Molly- Deja de quejarte y haz lo que te he dicho.

Pasaron un par de horas en las que Ron estuvo jugando al ajedrez mágico junto a su hermana. De repente, se oyeron ruidos fuera. Corriendo se dirigió a la puerta y la abrió, encontrándose a Hermione a punto de llamar a la puerta.

-H-hola- dijo tímidamente ella después de un silencio un poco incomodo- ¿Puedo entrar?

-Eh... ¡Oh! Claro, claro. Pasa.

La muchacha se ruborizó al notar como Ron no dejaba de observarla. No habían hablado del beso de la guerra ya que ella no quería presionarlo a elegir después de la reciente muerte de su hermano, pero desde luego lo tenía muy presente. Y parecía que él también. Unos brazos la rodearon. Se volvió a ruborizar cuando se dio cuenta de lo mucho que influía en ella la presencia del pelirrojo.

-¡Hermione! ¡Te hemos echado de menos!

-Si sólo he estado fuera un par de meses. Tampoco hacía falta chillar...

Pero los gritos de Ginny alertaron a los demás que fueron a saludar a la joven.

-¡Oh1 Pero pasa querida, ven a la cocina que hemos preparado una cena abundante para ti.

-No se hubiese molestado señora Weasley.

-No es ninguna molestia, querida y llámame Molly- le reprochó ésta.

Eh... De acuerdo.

La cena estuvo llena de risas y de preguntas sobre como era Australia, pues estaban intrigados por saber como era. Ella les respondió que no había visto mucho el país pero lo que vio le gusto mucho.

-Ya es tarde, debería irme. Gracias por la cena, me lo he pasado muy bien.- dijo la castaña con una sonrisa.

-Pero es demasiado tarde, cielo. ¿Por qué no te quedas a dormir?- le contestó la señora Weasley

-No, no quiero molestar. Además, mis padres me estarán esperando.

-No pasará nada si te quedas esta noche, querida. Ya es muy tarde y será mejor que te quedes.- ante la indecisión de la joven añadió- No se hable más, esta noche te quedas. Puedes dormir con Ginny.

-Bueno, espero no molestarte- le comentó Hermione a la pelirroja.

-Claro que no. Tenemos que hablar de muchas cosas.

-Eh... Supongo.

Subieron a la habitación y la mirada pícara que la menor de los Weasley le dirigió le hizo presentir que esa charla no le iba a gustar mucho.

-Bueno, ¿qué?

-¿Qué de que?- respondió Hermione mientras se ponía el camisón que Ginny le había pasado.

-¿No piensas decirme nada? ¿Encontraste a algún chico guapo mientras buscabas a tus padres?

-¡Oh! No, la verdad es que tampoco me fije. Estaba muy preocupada por ellos.

-Ya, claro. Además alguien te mantenía distraída desde aquí.- contestó la pelirroja con inocencia claramente falsa.

Hermione enmudeció mientras se ponía roja.

-¿C-cómo sabes eso? Me refiero... ¿Te lo dijo Harry?

-No hacía falta ser un experto en estas cosas para darse cuenta. Y sí, fue Harry el que mencionó algo sobre un beso entre vosotros dos, ¿es verdad?

-Pues... sí. Quise sacar el tema antes de irme con Ron pero con todo tan reciente no me pareció adecuado. ¿Crees que es tiempo de hacerlo?

-No sé a que esperas, la verdad. Será mejor que des el paso o te morirás de vieja hasta que Ron se decida.- ironizó Ginny.

Pero, no estoy muy segura de que él me quiera y...

Unos ruidos en la puerta interrumpieron su discurso y la pequeña de los Weasley fue a abrir. Era Harry.

-Eh, Ginny, ¿podemos hablar un momento?

-¿Ahora?- replicó hastiada- ¿No puede esperar?

-No- se volvió a Hermione- ¿Te molesta si hablo un momento con ella?

-No, no. Voy a beber agua, que tengo sed.

Los dejó solos y se dirigió a la cocina a beber agua y a hacer tiempo. Desde luego, tardarían un rato así que prisa no había. Se hallaba en la cocina bebiendo el vaso de agua cuando notó unos ojos que la observaban. Se giró y descubrió a Ron totalmente concentrado en ella. Inquieta dio unos pasos hacia la silla y se sentó. El joven la imitó.

-¿Pasa algo?

-No. Harry está hablando con Ginny y yo baje a por un vaso de agua.

-Ya, hablando...

-Al menos así les deje- dijo mientras se reía.

Un silencio tenso se instaló en la cocina. Ambos muchachos no sabían que decir o hacer.

-Yo...- dijo Hermione

-¿Sí?

-Eh... creo que será mejor que vayamos a dormir.

Se levantó corriendo de la silla dispuesta a salir lo más rápido posible del cuarto pero unos brazos la detuvieron y rodearon antes de lograr su cometido.

-Quédate conmigo un poco más, por favor. –le pidió el joven

-Yo, Ron...

Pero él no la dejo terminar. La silenció con un beso tierno que pretendía mostrar todo lo que no podía decirle mediante palabras. Al separarse notó como sus orejas ardían. Hermione estaba perpleja pero armándose de valor, le volvió a besar indicándole que ella también le quería.

-Entonces, ¿esto es un sí?- preguntó Ron al separarse.

-Es un sí.