De guante blanco

Esto salió de la cabeza de…Nadilius Weasley de Diethel (Nadius, para los que me conocen)

Calificación: G (General)

Género: aventura/drama

Notas de la autora: HOLAS!! Acá volví con otro fic!!! La continuación de mi primer fic de Shaman King "En mi dolor repetiré tu mombre". Estaba pensando cómo lo iba a hacer y se me ocurrió que podía ser un crossover (hace mucho que quería hacer uno hecho y derecho) Pero entonces se me apareció un problema: ¿Crossover con qué? Y justo aparecen ELLOS!!! *Se oye un bandoneón y Nadius empieza a tararear la musiquita* LOS SIMULADORES!!!! Los nuevos héroes de la tevé argentina!!!! (JIJIJIJI, creo que exageré un poco). Para los que no saben de que rayos les estoy hablando (los que me conocen ya los repudrí con esto) les recomiendo que pongan en cualquier buscador "Los Simuladores" y les van a salir una cantidad ENOOOORME de artículos. Lean de ahí e infórmense, porque ya me cansé de repetirlo. (Soné como una mala de telenovela) PERO QUÉ MÁS DA!!! Mejor les doy un pantallazo. La gente que ya los conoce (los de Argentina y creo que en Chile y Uruguay los pasan, corríganme si me equivoqué) no lean esto si quieren.

(Lo que está entre comillas son palabras dichas por mi personaje favorito, el k-po Mario Santos)Los Simuladores son una "agencia" (formada por 4 chabones recontra-copados) que se encarga "de resolver problemas domésticos". No hay donde contactarlos, un ex-cliente de ellos tiene que hacerlo por el interesado; no aceptan todos los casos que le presentan, ya que los eligen según les parezca; ni siquiera se sabe mucho sobre sus pasados, ni sus vidas privadas antes de formar el grupo. Gente misteriosa…y nosotros, sus devotos fanáticos, queremos que sigan siendo así siempre.

ADVERTENCIA!!!: Mucho argentino, referencias a los Simuladores. Los que no leyeron la precuela de este fic, dénse una vuelta por ahí, que si no van a entender nada sobre los personajes…

1.  De sobrinos y ceremonias

En algún lugar perdido de la Patagonia…

– ¿No podés ir, Trini?

–No hay ningún problema, pa. Los resultados del examen de ingreso son para fin de mes.

– ¡MUCHAS GRACIAS!! –Dijo el hombre. –Ah, y quiero que le des esto a Pablo.

El padre de Trini le entregó un paquete.

– ¿Algo más?

–Sí. –dijo su padre. Trinidad se dio vuelta y se encontró con una pequeña hada, que tenía en sus manos una nota.

–Dejame adivinar… ¿un nuevo aprendiz?–dijo la chica, fingiendo estar haciendo un gran esfuerzo mental pensando. El hadita le extendió la carta, y la chica la desplegó. En efecto, tenía razón. Cuando la terminó de leer pegó un resoplido.

–Loco, ¿por qué me llenan de trabajo?

–Trini… ¿te molesta llevar a Marquitos a la ceremonia?

–Yo y mi bocota… ¿algo más?–dijo ella, mientras guardaba cuidadosamente el paquete en una mochila de jean.

– ¡Zí!–gritó el pequeño– ¡Llevame a la Bombonera! ¡Y quiero el último de Loz Piojoz! ¡Y un helado de Chocolate y Dulce de Leche! ¡Y una Ferrari a ezcala!

– ¬¬* XP ¡Marcos Federico Obarrio! ¬¬ ¿Me ves cara de Papá Noel?

–Zí! ^^ Trini Noel!!

– U_U

***

– ¿Vacaciones?

Lamponne: técnica y movilidad.

–Sí: vacaciones. ¿Qué les parece?

Se hizo un silencio en la camioneta, algo denso, algo titubeante. Él, Pablo Lamponne, estaba esperando una respuesta.

–Buena idea, Lamponne. –Dijo un hombre joven, delgado y de nariz aguileña. Se lo veía muy ocupado guardando un uniforme de una empresa de correo privado.

Ravenna: caracterización.

–Estoy de acuerdo, Ravenna–dijo otro, de rostro algo demacrado. –Por mí está bien.

Medina: investigación.

– ¿Le gustará a Santos?–preguntó al pasar Ravenna. Oh, oh, pequeño problema…

–Hace mucho que no nos tomamos un descanso–opinó el segundo. Lamponne respiró aliviado.

–Es cierto. El último fue hace dos años…

–Nos va a hacer bien. En especial a él…

Otro silencio incómodo. Todos, sin excepción, clavaron la mirada en el suelo.

–Me da pena Mario–dijo despacio Medina. –A los 28…con toda una vida por delante…

–Ya pasaron 10 años–murmuró Ravenna.

–Hace tres dijiste lo mismo–recordó Lamponne.

–Sí. ¡Dije exactamente lo mismo y no pasó nada!–Ravenna se mostró un poco harto. Se llevó distraídamente las manos al cabello despeinado –Pucha…

–No tenemos que meternos en la vida de los demás. –Murmuró Medina.

–Podríamos…–dijo de repente Lamponne.

– ¿Qué?–preguntó Ravenna, atónito. Normalmente Lamponne no cuestionaba las reglas, eso era más de Medina…

–Lo que dije: podríamos-hacer-algo.

– ¡Pero vos estás loco!–exclamó el narigón. – ¡No podemos engañarlo!

– ¿Quién habló de eso?

–Che, miren…–dijo Medina de repente. Una mujer salía una casa, frente a la cual estaban haciendo guardia, acompañada de una niña de aproximadamente cinco años. Lamponne agarró un handy que estaba en la guantera del vehículo.

–Fase 3 completa, Santos. –murmuró.

–Perfecto–respondió el susodicho. Lamponne apagó el aparato y los tres lanzaron un suspiro casi imperceptible.

–Insisto, no le vendría mal unas vacaciones…

–La verdad es que tenés razón–Medina terminó por ceder a la propuesta. Ahora sólo faltaba Ravenna.

–Sí, pero…–los otros dos lo miraron, expectantes– ¿Adónde vamos?

– ¿Te parece bien Neuquén? San Martín de los Andes…por ahí.

Ravenna se veía obligado a aceptar. Dos contra uno.

– ¿Qué tenés pensado hacer?–le preguntó.

–Todavía no lo sé. Bueno, ¿qué dicen?

–Vamos. –dijo Medina–No nos viene mal ir a Neuquén. Esa es una zona linda, la de los 7 lagos…

–Podemos pescar con mosca…–dijo Lamponne, pensativo.

–Hacer trekking…

"Y levantar minas", pensó Ravenna.

– ¿Qué decís, Ravenna?

–Me rindo–dijo el tipo del nazo. – ¿Pero cómo arreglamos todo? Alojamiento, comida, transporte.

–Tranqui, de eso me encargo yo–dijo Lamponne. Le dio arranque a la camioneta y se fueron del lugar.

La mujer seguía caminando, hablando con la niña. De repente se le acercó alguien.

–Disculpe, ¿fuego tiene?

–Sí, claro–le respondió la mujer. El desconocido sacó un habano y lo acercó al encendedor, que le alcanzó la mujer. Mientras, la niña miró de reojo al hombre, sonriendo. En un momento sus miradas se cruzaron, y la pequeña le guiñó un ojo disimuladamente.

–Muchas gracias–dijo el hombre

– De nada.

– ¡Chau, chau!–Mientras el desconocido se alejaba la niña se despidió de él prácticamente a los gritos. La madre no se inmutó, su hija era tan amistosa…

***

Al día siguiente…

–Voy a ver al tío Pablo, voy a ver al tío Pablo…

–Basta, Fede…no me puedo concentrar…

–Voy a ver al tío Pablo, voy a ver al tío Pablo…

–Una más y te juro como que llamo Trinidad Obarrio que te planto en medio de la Chacarita. –dijo Trini. El chico se calló al instante.

–Tía Trini…

– ¿Sí, Fede?

– ¿Po qué no vino el abu?

–Se siente mal…

–Y, ¿y po qué no me queréz llevar a la Bombonera?

–Porque la bosta me enferma…

–Y, ¿y po qué vamoz a Buenoz Airez?

–Porque pasado tengo que ir en lugar del abu a la ceremonia…

– ¡No, ezo no!

– ¿Perdón? ¬¬ ¿Escuché mal?

–Quiero decir, ¿po qué te mandó una nota la tía Alicia?

–Porque va a tener otro aprendiz…

–Y, ¿y po qué tenéz que ir? ¿No puede ir el "pendíz" a casa?

–No, tengo que tomarle una prueba…

–Y, ¿y po qué no puedo zer "pendíz"?

–Porque le tenés miedo a los fantasmas, Fede. Y no es "pendíz", es A-P-R-E-N-D-I-Z. Y basta de preguntas, que tengo que hacer esto.

–Y, ¿y qué ez "ezto"?

–Nada que puedas hacer vos. Y se acabó en serio.

Se quedaron un momento callados. Trinidad Obarrio tenía clavada la mirada en la computadora portátil que estaba sobre su falda. Sin embargo, no estaba prestándole atención, más bien estaba pensando…

Ya habían pasado exactamente seis años desde que había vuelto del Estados Unidos, por el famoso Torneo de los Shamanes. Allí había conocido a gente de distintos países, costumbres, completamente diferentes a ella pero con los mismos ideales. Los extrañaba mucho, a sus amigos… en especial a uno. Suspiró cuando abrió un archivo que había recibido por mail. Ahí estaba él, sonriéndole a la distancia… No se lo había contado a nadie más, aparte de los que ya lo sabían. Había guardado celosamente el secreto hasta ahora, y así seguiría…hasta que fuera necesario. No le costaba imaginar el rostro de su padre cuando se lo contase. Él nunca aceptaría la relación… No, su padre jamás lo haría. Y su madre mucho menos. ¿Motivos? A patadas. Su hermana había dejado todo por un hombre parecido a él, y así había terminado… El resultado estaba presente, durmiendo como tronco a lado suyo: un pequeño de seis años, huérfano de madre y con un padre que se había borrado del mapa, un padre que el chico no conocía…

RIIIIIING RIIIIIIIING… Sonó el celular. La chica se apresuró a atender.

–Hola Trinidad, ¿Cómo te va?

– ¿Quién es?–preguntó la chica.

– Soy yo, Trini: Pablo.

–Ah, hola. Perdoname, Pabluchi, no te conocí la voz.

–Acabo de cortar con tu viejo. Y no me llamés así… ¬¬*

– ¿Porqué no puedo?

– ¡¡Porque no me gusta!!–respondió Pablo, algo molesto. – ¿Estás en el micro?

–Sí. ¿Y vos?

–No, nada, tomando aire… ¿Por dónde estás?

–General Acha, pero para mañana estoy por allá. ¿Querés algo?

–Cuando llegues a Buenos Aires quiero hablar con vos un rato.

– ¿Por qué?

–Naaa, me voy de vacas con unos amigos…

– ¡Ah! No me asustes. Creí que tenías otra vez al fantasma de Milazzo por la casa… ¿Y cuándo te pensás venir?

–Después de Semana Santa, antes no.

– ¿Por qué no?

–No, lo que pasa es que seguro que vamos a tener otro operativo para esos días… ¿Entendés, no?

–Afirmativo, Lamponne. Cambio–dijo la chica, haciendo como que el celular era un handy.

–Mirá, no me tomes el pelo porque si no…

– ¿Si no qué?–dijo ella, chistosa.

–Nada.

–Bueno, te llamo cuando llegue, Pablín.

– ¡TAMPOCO ME DIGAS PABLÍN! ¬¬****

Pablo Lamponne pudo escuchar la risa ahogada de Trinidad desde el otro lado del teléfono.

–Es que no puedo evitarlo… ¿por qué no te gusta?

–Porque sí. –Decidió cambiar de tema antes de que la chica siguiera molestándolo con esos estúpidos apodos. Ya era bastante con escuchárselo a Medina. –Che, Oscar me contó que viene Marquitos con vos…

–Ni lo menciones…–murmuró.

– ¿Por qué?

–Está hinchando con verte desde que mi vieja le dijo que iba a ir. ¿Y cómo anda Betún?

–Diez puntos. También está ansioso de verte. Pará que te quiere hablar.

–GUAU!

–Hola Betún, ¿cómo 'tas?

–GUAU!

–Yo también estoy bien, k-po. ¿Y la familia?

–GUAU!

–Che, decime: Pabluchi… ¿cómo anda con Daniela?

–GUAU!

–Me lo imaginé…bueno, te dejo. Saludos a los demás.

–GUAU!

Cortó. Ese perro realmente era un prodigio… Federico se dio vuelta en el asiento del micro y Trinidad se quedó mirándolo.

Era tan parecido a su madre… a veces le parecía que su hermana le hablaba a través de ese niño. Pese a que era muy pedigüeño, no le costaba mostrar su lado desinteresado y comprensivo. Le fascinaban los felinos, las hadas y los perros. Sin embargo, no entendía por qué le tenía fobia a los fantasmas. Con Elal había una excepción: ambos, espíritu y chico, adoraban estar juntos. Tal vez era porque el espíritu había estado con el chico desde el primer momento, sí, esa era la única explicación razonable.

Trinidad había pensado muchas veces en que el niño tenía aplitudes de Dowser; mas cuando ella le proponía someterlo a la típica prueba que todo aspirante a shaman debía hacer, el niño rompía en llanto estruendoso. También tenía fobia a la religión y a todos los seres celestiales, en especial a los ángeles. Eso era mucho más fácil de explicar: su prima, Alicia, repetía que una shaman embarazada no debía de utilizar sus poderes en esa etapa, ya que podía traer efectos dañinos para el feto. Trinidad, en cambio, opinaba que al padre del niño le había salido el tiro por la culata: sin dudas quería un hijo completamente entregado a la religión, pero Dios había sido más sabio, y le había dado uno completamente fóbico a ella. También insistía con que ésa era la razón por la cual el hombre no lo había visitado en los seis años que tenía el chico. Simple: si no le servía como sirviente de la elegida, no lo iba a ir a buscar.

Una tormenta estalló sobre ellos. La chica, acostumbrada, no se inmutó. Era costumbre que cuando un micro pasara por esa ciudad lloviera. La chica cerró la computadora portátil, la guardó, y luego sacó un cuaderno. Éste tenía la apariencia de ser muy viejo, lo cual se verificaba al abrilo. Trinidad agarró un señalador, y abrió donde éste estaba. La página estaba fechada en algún día de mitad del '90

Querido diario,

Hoy fue un día extraño. Aunque me levanté temprano el colectivo de siempre se atrasó y llegué media hora tarde al colegio. Estaba tan apurada que no me di cuenta,  y choqué con el profesor Donatucci. Te juro que no sabía que era él, hasta que me habló. Del golpe había tirado todos mis apuntes de Matemáticas, su materia. Sé que te vas a reír, pero recién ahora entiendo porqué mis compañeras hablan tanto de él y vienen tan arregladas cuando tenemos su materia. Sus ojos celestes clarísimos se me quedaron mirando, no fríos como solía hacerlo conmigo, sino cálidos y tiernos. Sentí que me sonrojaba, que mi estómago me daba un vuelco, que quería que el tiempo se detuviera. Me ayudó a levantar todos los papeles caídos, y luego se fue, no sin antes aclararme que la profesora que tenía en la primera hora no había venido. No sé que decir, es que me duele tanto lo que pasó con Agustín…ya sabés, lo que te conté ayer.

No debo ilusionarme, no debo…

***

–Shamán…

¿Eh?

–Shaman, por favor, ayudame…

¿Quién sos? ¿En qué querés que te ayude?

–Eso no importa…yo te voy a buscar…

Bueno, pero… ¿dónde?

–No te preocupes, yo te voy a encontrar…Sólo esperame.

El sol ya regalaba sus primeros rayos a la ciudad de Buenos Aires. En la terminal de ómnibus la muchacha y el pequeño niño subían a un taxi, acompañados de un hombre algo mayor que ellos dos. Mientras viajaban hacia su provisorio destino, Pablo hablaba con Marcos…y Trinidad, sumida en sus pensamientos

¿Qué significaba ese sueño? ¿Qué sigficaba ese "te voy a buscar"?