CAPITULO 1 En el ascensor…
Isabella Swan o Bella como prefería que la llamaran alzo la vista con aprensión y oprimió el botón marcado con el número siete; como le había pasado varias veces en los pasados minutos, el numero se ilumino y el ascensor se detuvo con suavidad, solo para continuar su camino. Lo peor fue que le hizo la misma jugarreta en el segundo piso: el aparato hizo un alto y luego, sin que se abrieran las puertas, se dirigió hacia arriba hasta pararse en el séptimo piso, solo que en esta ocasión las puertas si se abrieron. Y cuando Bella estaba a punto de salir, un hombre alto entro precipitadamente en el ascensor y casi la arrollo.
-Hay no! –gimió ella, al ver que las puertas comenzaban a cerrarse- Mire lo que ha hecho! –exclamo, poniéndose pálida al percatarse de que su falda había quedado atrapada entre las puertas.
-¿Lo que yo hice? –Pregunto el desconocido- Ahh, su vestido. Espere, no hay necesidad de…
Se interrumpió porque Bella ya había tirado con furia de su falda, y la desgarro.
-No había necesidad de hacer eso –repitió el hombre con voz pausada mientras examinaba la prenda rasgada desde la cintura hasta la rodilla, mas a causa de los frenéticos tirones de la dueña que de cualquier otra cosa.
-Sí, la había –dijo ella jadeante- Usted no entiende, este aparato está loco. Yo quise bajar y con la falda atrapada en la puerta yo pude… haber quedado… que se yo –balbuceo con voz entrecortada al imaginarse estrangulada por su vestido- Es decir… –cayó de rodillas tanto por una tremenda sensación de debilidad como por el hecho de que el elevador que había comenzado a descender, se detuvo con brusquedad. La chica trago saliva y se llevo una mano a la boca –Tengo náuseas- murmuro.
-Yo procuraría no pensar en eso- sugirió su acompañante con un asomo de diversión y se acuclillo a su lado.
Bella alzo la vista a un par de ojos esmeraldas, debajo de una cabellera despeinada color bronce y de un rostro que parecía el de un dios griego, nunca había visto un hombre tan hermoso y por un momento sintió un escalofrío en el cuerpo que no tenía nada que ver con su debilidad anterior.
-¿En qué piso estamos ahora?- pregunto ella con voz trémula.
El alzo la mirada un instante.
-Yo diría que entre el tercero y el cuarto; los dos números están encendidos.
-¡Odio los ascensores! – exclamó Bella con vehemencia –Siempre supe que algún día me quedaría atrapada en uno…
El desconocido alzo la ceja, mas hablo con tono tranquilizador.
-De acuerdo con las estadísticas, resulta más seguro viajar en ascensor que en cualquier otro tipo de transporte.
-Quizá tenga razón, no obstante, prefiero un caballo o un avión- recalco la joven y se volvió hacia el – No entiendo cómo puede ocuparse de estadísticas en un momento como este; ¡Los dos podríamos terminar como datos estadísticos! Por lo que se, los cables tal vez se hayan averiado esa podría ser la razón por la cual esta cosa- dijo señalando el aparato – actúa de forma tan extraña. ¡Es muy probable que estemos a punto de caer al fondo del cubo!
-Escuche- dijo el hombre con calma y se sentó en el suelo tomando a la chica en sus rodillas como si se tratara de una niña –Créame esa posibilidad es muy remota, de manera que no hay porque inquietarse.
-¡Estoy asustada!- exclamo ella, aunque no por eso dejo de sentir como una corriente eléctrica recorría su cuerpo desde el momento en el que el desconocido la toco.
-No nos vamos a estrellar- aseguro el hombre con firmeza –Es una falla electrónica y pronto alguien se dará cuenta pues ya oprimí el botón de alarma. ¿Cómo dijo que se llamaba?
-Isabella, pero prefiero Bella.
-Bella, me gusta, tiene un buen sonido.
Ella le dirigió una dura mirada.
-Si usted supiera lo agobiador que es llamarse Isabella Marie… -se interrumpió al sentir que el extraño le tocaba la cabeza del mismo modo en que solía hacerlo su padre. Se mordió el labio inferior y agrego con voz débil –Lo siento, me estoy comportando como una tonta verdad? Lo que sucede es que me asuste mucho.
-Entiendo – dijo el –Es comprensible si los ascensores le producen claustrofobia. Pero estoy seguro de que no es a usted a la única a la que le pasa.
-Supongo que esa es la razón- admitió la chica con cierto asombro- Una especie de claustrofobia. Sin embargo no la sufro en otras circunstancias. ¿No es extraño? –se tranquilizo un poco al pensar en ello y de repente, como una especie de proyección natural de esos pensamientos descubrió que, se sentía segura sentada en las rodillas de ese hombre, como una niña en el regazo paterno.
La joven se enderezo de golpe y se hubiera puesto de pie si él se lo hubiera permitido, en lugar de ello, una leve sonrisa se dibujo en los labios del desconocido. Mientras examinaba el rostro ruborizado de Bella. Los ojos masculinos reflejaron un brillo de buen humor.
-¿Qué sucede ahora?- murmuro.
Bella tenia la clara sensación de que él sabía con exactitud lo que sucedía; que había adivinado sus pensamientos. Y cuando ella abrió la boca para contestar, enseguida la cerro, confusa y desconcertada, el lo confirmo.
-¿Qué edad tienes Bella?
-18 años. Eso que tiene que ver? – pregunto con cierta exasperación.
-Podría ser tu hermano mayor.
-Eso no… significa….- dijo la chica titubeante.
-Pues si… significa algo- replico el – Cuando se llega a mi edad ya se ha aprendido a tener, por lo regular, un poco de control sobre uno mismo. De manera que si temes que voy a intentar violarte o algo así, no debes inquietarte. No temas pequeña- volvió a acariciarle el cabello como a una niña.
Bella se tranquilizó. Sin embargo, al sentir como si hubiera regresado a la infancia, experimento una punzada de irritación. Bajo la vista a su vestido, y al tocar la falda desgarrada, suspiro.
-¿A qué se debe el suspiro Bella?- inquirió su compañero de percance –Saldremos de aquí lo prometo.
-Oh, no era eso- dijo Bella y oprimió la mano del hombre cuando el ascensor comenzó a moverse –Pensaba en el vestido, era mi favorito- hablaba con rapidez para ignorar lo que pasaba en el ascensor; se había detenido otra vez, pero las puertas permanecían cerradas –Me lo puse para… bien pues, para impresionar a la persona que venía a ver antes de que este aparato comenzara a fallar.
-¿Quizá podrías explicarme lo que sucedió?
Bella reflexiono un instante y luego le dijo:
-Ya de por si iba a ser algo molesto, ahora en estas fachas pensara que soy una especie de excéntrica. No puedo llegar a esta entrevista con unos harapos en definitiva no…
-Era una entrevista de trabajo a la que acudías?- inquirió su acompañante sonriendo divertido.
A Bella su sonrisa le pareció exquisita.
-No exactamente… es un asunto personal también. El problema es que el es un hombre muy ocupado. He llamado muchas veces pero nunca le dan el recado y… y es por eso que hoy decidí tomar el toro por los cuernos, por decirlo así.
-Yo también tengo mis días negros, en los cuales uno preferiría haberse quedado en cama.
-¿De veras?- inquirió la chica animada.
El hombre rio.
Si. Respecto a tu vestido; quizá puedan zurcirlo- miro la falda estropeada. –Aunque debo confesar que no soy un experto- y nuevamente sonrió.
-Pues…- comenzó a decir Bella, indecisa. –No creo que pueda cocerse sin que se note. No importa, después de todo, como decía mi padre: Dios proveerá. ¿Q… que sucede ahora?- pregunto, y oprimió con fuerza la mano de su acompañante.
-Creo que estamos a punto de ser rescatados- dijo su compañero de odisea con lentitud y Bella descubrió que la estaba escudriñando con la mirada.
-¿Qué ocurre? Pregunto la joven.
-No se- respondió el con el ceño fruncido. Movió la cabeza y se encogió de hombros. Metió la mano en el bolsillo y extrajo dos billetes de alta denominación. –Considéreme un instrumento de la Divina Providencia Bella- dijo con una sonrisa torcida y puso el dinero en la mano de la chica.
-¡No puedo aceptarlo!- exclamo al fin –No quise decir… ¿acaso pensó usted?... Oh dios- murmuro ruborizada y confusa –No
-Si- la contradijo él con firmeza, y le pareció demasiado adorable su rubor -¿Sabes? No me gustaría verte sin un lindo vestido que te de confianza para tu misterioso encuentro…- las puertas del ascensor se abrieron en ese instante, pero el hombre no dio importancia al hecho. En lugar de ello, con un brillo malicioso en los ojos, tomo una de las mejillas de la chica en sus manos la acaricio con ternura la beso con suavidad en los labios y prosiguió. –Debo admitir Bella, que ningún hombre normal sentiría por ti impulsos paternales… eres demasiado encantadora para ello.
Ella lo miro con sus ojos color chocolate muy abiertos, azorada y casi sin aliento. Luego volvió la cabeza y para su horror, descubrió que no solo un mecánico sino otras diez personas observaban la escena con expresiones que iban desde el asombro hasta el regocijo.
Se dibujo una pequeña o en los labios de Bella, trato de devolverle el dinero al extraño. No los acepto, en lugar de ello, el hombre la ayudo a ponerse en pie, le acaricio el cabello otra vez y se fue luego de murmurar:
-Lamento esta premura, pero me he retrasado mucho.
-Pero… -balbuceo Bella –no puedo quedarme con esto.
Extendió el dinero en el mismo momento en que las puertas del vestíbulo se cerraban detrás de su incognito benefactor y compañero de aventura. Volvió la vista hacia el grupo de personas que la observaba con curiosidad y atención; bajo la mirada hacia su falda desgarrada, y la alzo otra vez hacia el grupo de curiosos, los cuales sonreían con malicia y picardía. -N… no es lo que… imaginan- tartamudeo – Es… lo que sucede es… que… ¡Oh dios Mío!- y sin decir más corrió hacia las puertas del vestíbulo, ansiosa por irse de allí lo más pronto posible.
