Gui: Este fic participa en el reto Romance Imposible de El Escorpión que Coleccionaba Rosas. La idea es emparejar a una Rose y un Scorpius obligatorios. Yo he elegido la combinación siguiente:

Rose pelo liso, recuerda a Ron, casa otra que Ravenclaw / Scorp Raven, sensible escondido / Uno considera enemigo al otro pero a este no le afecta / Uno es maniático y huraño, siempre enfadado por algo.

Os dejo adivinar quién es quién.

Disclaimer: Jotaká está con sus cosas y yo... yo estoy con sus cosas también.


Hay luz ahí arriba

I.

Rose murmuraba improperios mientras se dirigía a la biblioteca. La verborrea de su cabeza daba algo parecido al discurso siguiente:

–Busque el libro en la biblioteca, señorita Weasley, te voy a dar yo a ti señorita Weasley, la biblioteca es para la gente que estudia, no soy mi madre, por Merlin, dejad ya de compararme con ella y tampoco soy mi padre, tengo que ser coherente. La biblioteca me produce un dolor mayor que el de mis ovarios cuando tengo la regla. ¡Por los calzones…! –dijo, más alto de lo que debía. La gente se giró a mirar. Rose odiaba cuando la gente se sentía concernida. Maldita pila de libros que se encontraba en su camino, ¿por qué se caían las cosas?

Scorpius observó su pelo suave y sedoso, rojizo, rubio, y sus pecas. Era tan guapa que quería llorar. ¿Por qué el mundo estaba tan mal hecho? Su ceño fruncido le daba un aire melancólico, y su actitud solitaria era de lo más atractiva, ¡pero no! Lo suyo era imposible, aunque le doliese en el alma, ella era la encarnación misma del enemigo. Hacía las mismas materias que él y además las hacía bien (bueno, no conocía sus notas, pero los profes la trataban bien y era tan perfecta…). Sólo faltaba que estuviesen en la misma casa. Y lo peor, ella era una Weasley, hija de héroes de guerra, y famosos, no como su familia. No podía perdonarle esa blancura perfecta que emanaba de su ser. Estaba perdidamente enamorado de lo que más odiaba, y su cruel destino se manifestaba en cada uno de los encuentros que tenía con ella. Todos los días.

Rose apoyó su mochila en un borde de la mesa, ni muy fuera ni muy dentro, para rebuscar en ella el pergamino con el nombre del libro. Estaba en una sección perdida en algún lugar. Dejó la mochila sobre la silla y se fue a pedirle a la bibliotecaria, Madame Pince, que le dijese dónde estaba ese libro. Esa mujer la había calado desde el principio. La miró como miraría a alguien que hubiese cometido un genocidio. Siguió con la misma cara mientras Rose le pedía su libro. Luego la cambió por la de desprecio. Consideraba que cualquier persona normal debería saber buscar un libro en una biblioteca. Bueno, pues Rose no consideraba aquello útil. De todas formas no le gustaba leer.

Pince decidió por fin indicarle dónde estaba, porque no se fiaba de la sarcástica frase de siempre para mandar a la mierda a los alumnos estúpidos. Rose Weasley era capaz de realizar un hechizo de convocación. La joven le pidió poder llevárselo y Pince la anotó en su cuaderno. Rose volvió a la mesa en la que había dejado su mochila pensando que ya era hora cuando vio su mochila en el suelo y a una estúpida rubita sentada en la silla en la que había dejado sus cosas.

Rose carraspeó. Y luego carraspeó más fuerte, porque la muy idiota no se daba por aludida.

–¿Perdona? –dijo, al final, para ver si la chica se sacudía un poco el aura de "soy perfecta, no me afectas".

–¿Es a mí?

–Sí, por supuesto. Mi mochila estaba en esta silla. ¿Con qué derecho la cambias de sitio?

–Bueno, no hay sillas suficientes y tu mochila puede quedarse en el suelo…

–Primero, el suelo está hecho un asco como para dejar mi mochila en él, ¿qué te parece si ahora la levanto y la pongo encima de tu pergamino? ¿No se llenaría de mierda? Y segundo, ¿y si estaba reservándome un sitio?

–Bueno, es obvio que no, puesto que eres sólo una maniática de la suciedad… –la muy estúpida miró a Rose con cara de diversión.

–¿Qué has dicho? –Rose, evidentemente, no se estaba divirtiendo.

–Bueno –repitió por tercera vez, como si fuese un loro que sólo sabía empezar las frases así–, ya, déjanos, ¿ok?

Rose se fue de allí, soltando improperios contra esa estúpida rubia estirada y pija, con voz afectada y complejo de narciso, con risa porcina, ojos de oveja tontita y cara de estornudo.

Scorpius la vio marcharse en un halo de brillante odio. No se dejaba intimidar, no entraba en el juego de las chicas tontas de Slytherin, guardaba el honor, y el la odiaba por ello y la admiraba más si era posible… No fue capaz de estudiar, puesto que cada dos por tres, la imagen de Rose Weasley volvía a su mente. Scorpius odiaba que acaparase tanto su existencia. ¿Cómo acabar con ella?


Bueno, el título es completamente aleatorio, pero acabará teniendo sentido, ya veréis.

Gui
SdlN