Llevaba un tiempo queriendo hacer un fic con esta canción, Septiembre de Melendi, así que esta noche me he decidido y aquí esta, espero que os guste.
En un principio en un one-shot, pero dependiendo de si os gusta o no, se podría convertir en una historia de un par de capítulos, quien sabe, depende de vosotros!
Espero que os guste, comenten tanto para bien como para mal.
Besos. V.
Septiembre.
Maura bailaba solo en ropa interior, contorneando sus caderas al ritmo de la música que salía de su IPod, tenía los auriculares colocados para no despertar a Jane que dormía dulcemente después de una noche movida.
Jane tuvo el mejor despertar en años, al notar que a su lado no había nadie abrió los ojos y sonrió al presenciar la escena que estaba ocurriendo. Bailaba de espaldas a ella, a contra luz, parecía una ángel, pensó la morena. Seguía bailando sin percatarse de que estaba siendo observada, en uno de sus movimientos pudo observar a Jane mordiéndose el labio mirándola. No pudo contener una carcajada.
-Buenos días, dormilona.- dijo Maura quitándose los auriculares y depositando un beso en los labios de su amada.
-Mmm me gustaba lo que estaba viendo- sonrió atrapando el labio inferior de la rubia entre sus dientes que gimió ante el contacto.
Se separo de su cuerpo, volvió a poner la música en marcha, esta vez sin los auriculares, la besó por última vez y continuo con el espectáculo que estaba dando.
Repito los movimientos anteriores dándole unos toques más sexys, se acariciaba los brazos, cuello, vientre y sonriendo al ver a su chica mordiéndose el labio presa de la excitación. Estuvieron así un par de canciones, Jane memorizando todos y cada uno de los movimientos del vaivén de las blancas caderas y Maura sintiéndose más libre que nunca.
En un rápido movimiento y sin que la rubia lo viese venir acabó sentada a horcajadas encima de la morena besándole el cuello, la profesora empezó a reír al ver el lado posesivo que podría llegar a tener su alumna. Movió su cabeza hacia atrás para dejarle espacio para que hiciera su trabajo, sabiendo que al día siguiente tendría una marca donde ahora se encontraban sus dientes.
Maura puso su mano en el pecho de la morena para que volviera a tumbarse en la cama, le sacó la camiseta besando cada parte de piel que quedaba al descubierto. Sonrió al darse cuenta de los pezones ya erectos por sus bailes, pero no se quedaría ahí, paso su dedo índice por el pezón ya erecto rozándolo, casi sin tocarlo, este gesto hizo que la espalda de la morena se arquera. Atendió a cada pecho por igual, besándolos, mordiéndolos y succionándolos. Cuando estuvo ya satisfecha con el trabajo, fue bajando sus besos por todo su cuerpo, entreteniéndose en su ombligo y cadera, le retiro las bragas, besando sus piernas, después haciendo el mismo recorrido hacia arriba hasta llegar a sus labios. Jane la besó con posesión, poniendo su mano en la nuca para profundizarlo todavía más.
Coló su mano entre sus cuerpos hasta llegar a la intimidad de la morena, comprobando lo húmeda que se encontraba, en ese momento la respiración de Jane se cortó. Se separó de su cuerpo para posicionarse entre las piernas de su amada. Pasó dos dedos por su humedad, separando sus labios vaginales, soplándolo, toda su piel se erizó ante ese contacto.
-Maur…- susurró Jane medio suplicando, cosa que a la rubia la excitaba en creces.
Maura no se demoró más y atacó su sexo con la lengua, lamiendo su intimidad de arriba a bajo, alternado lamidas cortas, largas, rápidas y lentas disfrutando plenamente de su sabor. La mano de su alumna viajo hasta la rubia cabellera incitándola a continuar y profundizar el contacto.
Maura sabía que no le queda mucho para que se viniese, así que sin previo aviso la penetró con dos dedos, Jane como respuesta gritó de placer. A los pocos segundo pudo llegar al séptimo cielo llenándole la mano a Maura de sus fluidos, que esta no dudo en llevarse sus dedos a la boca limpiando todo rastro de fluido de Jane, al presenciar esa escena, la italiana creyó tener otro orgasmo.
-Wow… fue… wow- estaba sin palabras, nunca se cansaría de hacer el amor con su, actualmente profesora.
Poco a poco se fue recuperándose del orgasmo. En un rápido movimiento se colocó encima de la rubia, atrapando sus manos y subiéndolas hasta colocarlas encima de su cabeza. Jane movía su pierna de una manera que rozaba la intimidad de su acompañante, haciéndola gruñir por querer más.
-Y ahora, Señorita Isles, voy a hacerte el amor hasta que los vecinos se aprendan de memoria mi nombre- le sonrió, con la esa sonrisa marca Rizzoli que volvía loco tanto a hombres como a mujeres. Besó sus labios dándole así comenzó a uno de los muchos asaltos de esa noche.
Todos los fines de semana pasaban entre esas cuatro paredes, entre las sabanas, ignorando el mundo, solas en su mundo, donde dos cuerpos se funden formando uno, donde, al caer la luna, el tiempo se para y solo existen ellas dos en esa cama, confundiéndose las manos. Donde se van empañando los cristales producto del calor procedente de sus cuerpos, deseándose, jugando a explorarse, tanto que incluso pueden a llegar a parecer animales.
Entre semana todo es muy difícil, Maura Isles imparte clase en la universidad donde Jane Rizzoli es alumna. Ahí es todo muy complicado, los pequeños episodios de celos cuando una de las dos ve a la otra muy cerca o cariñosa con otra persona. Maura se siente como un alumno más, escondiéndose en los baños esperando a su amada, dejarse alguna nota entre los trabajos corregidos, mensajes entre clase y clase.
Siempre que está explicando o escribiendo en la pizarra es una tortura para Jane. Cuando se aparta un mechón de pelo que le molesta en la cara, cuando se pone las gafas y la mira, sabiendo el efecto que tiene en ella, se tiene que contener el levantarse y hacerle el amor encima del escritorio, pero se contiene, sabiendo que a la noche es suya, pudiendo así deshacerse de esas preciosas y tortuosas faldas ajustadas que siempre se empeñaba en llevar a clase, dejando muchas veces a más de uno sin respiración.
A ella la anatomía la arde, tiene las mejores notas de su promoción, necesita hacer que su chica se sienta orgullosa de ella, además que las clases particulares que tiene con ella ayudan muchos.
En los pasillos ni se cruzan una mirada, Maura tiene miedo, ella tiene miedo del que puedan decir, aunque Jane ya sea mayor de edad, sigue estando prohibido que un profesor se acueste con alguno de sus alumnos.
Jane ya no puede más con ese amor prohibido, ella quiere poder besar a su novia cuando le apetezca, comer con ella en la cafetería de la facultad sin ojos indiscretos, poder hacer cosas de pareja con ella, cosas tan simples como ir cogidas de la mano por la calle, salir al cine en una cita, ser como una pareja normal y no pasarse los fines de semanas encerradas en la casa de su profesora, aunque le encante el sexo con ella.
Maura le pide con lagrimas en los ojos que espere solo un poco más, que encontraran una solución, solo tienen que esperar dos semanas para que llegue el verano para poder ser libres, pero la morena no quiere seguir escondiendo su amor por la rubia al mundo entero.
Ese verano, las dos mujeres lo pasaron separadas, no se volvieron a ver, Maura se dormía llorando todas las noches por el error que cometió, con miedo de que lleguen las clases de nuevo y volver a verla, sabiendo que ese sería el último año de la morena en la facultad y luego se licenciaría.
Y después llegó Septiembre y de nuevo encontrándose entre los pasillos, esta vez sin tantas ganas, no se miran, no se buscan, no se llaman, no se tocan, una porque va con muchas prisas a dar clase y sin querer que la morena se dé cuenta que le duele ver que la olvidado y a encontrado un nuevo amor.
"Y ella todas las mañanas borra un corazón de tiza"
-Septiembre. Melendi.
