Narrador omnisciente. Londres, Reino Unido. 2017
Un aire cálido recorría el lugar, allí tirada en un césped cercano a un lago, una chica de cabello rojizo largo hasta las caderas, sucia de tierra y hojas, de unos 16 años aproximadamente, pero el aura que exponía era de una adulta para su edad, pero en realidad solo aparentaba ser una joven adolescente, tenía aproximadamente 100 años, inmortal hace unos años. Todo había 3 años antes en su último encuentro con Zeus le había quitado la inmortalidad que su madre le concedió, a duras penas salió de la pelea, escondiéndose de él, los dioses y diosas del Olimpo la habían bendecido, siendo la semidiosa poderosa y manteniéndose en el anonimato a otros semidioses. Entrecerró sus ojos plateados,heredados por su madre,miró al cielo nocturno,las estrella brillan mucho esta noche, que habían ganado la guerra contra Gaia, las ninfas del lugar hablan de lo ocurrido y eso que paso hace una semana, según ellas les decían, ella se sorprendió al escuchar eso, pensaba que la guerra no había estallado, pero estar en Japón alejada de toda comunicación de su mundo, eso la sobrecogió.
Su última, noticia fue que la Profecía de los siete se reveló, al igual que supo que el hijo de Poseidón formaría parte de la profecía, pero dejando a lado eso, los hijos de los tres grandes, siempre deberían traer demasiados problemas. Londres se fijó en sus luces en la noches y sonrió inconsciente pero muy débil, había vivido en esta ciudad hace unos 30 años atrás y realmente el lugar había cambiado mucho, pero Londres seguía siendo un lugar tranquilo aunque mucha gente hubiese, un lugar donde pasar desapercibido, según rumores de la ninfas, existía una gran comunidad de magos y claro que sabía que existían y podía manejar su magia, pero eso formaba de su lapso de tiempo que convivió con gente parecido a ellos, todo era pasado, ya no tenía futuro, su amiga la había advertido, se lo dijo, pero ella era muy testaruda, no le hizo caso y lo estaba pagando muy caro, por lo que ahora se estaba muriendo.
Tocó su gran herida en el estómago.
Mirando al cielo nocturno vio a la constelación de Zoe Belladona,la guerra había acabado todos eran felices, sonrió por última vez, una lágrima cayó por su palida y fria mejilla, sintió que sus fuerzas desfallecer, su cuerpo entumecido ya no la sentía, estaba perdiendo demasiada sangre y icor, pequeñas corrientes eléctricas recorrían su cuerpo, haciendo su muerte dolorosa y lenta, él la quería ver sufrir, ella nunca le había hecho nada, pero en este último enfrentamiento vio en su cara alivio.
Los ojos pesaban, le costaba respirar, sienta miedo a morir, sollozo un poco más mientras el frío viento la envolvía, no sólo sentía miedo a morir, tenía miedo que nadie lamentarse su muerte, solo que alguien cogiera de su mano hasta su último aliento, que se aferrarse a su cuerpo que la abrazara, que le dijera que estará todo bien.
-Artemisa, Madre responde a mi llamado.-susurro con dificultad, su única petición era despedirse de su mamá, quería sentir como los brazos cálidos de su madre la envolvían, ante de que todo acabase.
Pero todo de repente su vista se volvió borroso, cuando vio un brillo, apareció una mujer de cabello rojizo, con un vestido griego gris con bordes dorados y una corona de flores, con una medio sonrisa, pero al ver la situación se le borró todo rastro de alegría, se agachó, cogió de la mano de la joven, aguantándose la ganas de llorar, comenzó a rezar a su joven cerro los ojos y formó una pequeña sonrisa,tranquilizante al sentir la energía de su madre. Apartó su mano de ella, con los ojos cerrados.
-Iré a los campos de castigos…..por hacer algo malo a Zeus-murmuró con dificultad.
-No hija...-dijo rompiendo a llorar y aferrándose a su cuerpo frío y entumecido, tiñendo su vestido de un poco de sangre.
-¿Por qué?-pregunto por el odio del dios hacia ella-Nunca….-no pudo acabar la frase, ya que escupió sangre sintiendo el sabor metálico.
-Hija, resiste.-tomándola de la mano otra vez, cuando un brillo se hizo presente y a la vez una calor le invadía pero por muy poco tiempo.
-Sigues igual de guapo, tío-dijo con un tono débil de picardía, a la vez que sentía un zumbido, al ver que vestía unos color muy llamativos, un amarillo con bordes dorados.
-Lo, sé-respondió atontado mientras se agachaba a revisar, cuando vio la herida del estómago-¡Por los Dioses!-Exclamó sorprendido a la vez aterrado al reconocer lo que le había herido, palideció, miró a su hermana y a su sobrina, haría el intento de curarla, pero él sabía y su sobrina sabían que no había cura, esas corrientes eléctricas se iban expandiendo y ya debían haber ido atacar al corazón y el cerebro, lo intentaria ralentizar, asi que comenzo con los cánticos.
-Solo quiero despedirme, de usted madre…..fui idiota, la poción perdió el efecto en medio del avión debió haberse dado cuenta,pero me confié demasiado, cuando llegue aquí, me tendió una trampa, nunca pensé que jugara tan rastrero, convertirse en un niño…..debí haberme dado cuenta, esos ojos azules eléctricos, nadie los tiene así-se lamentó ante los ocurrido a la vez que Apolo acababa los cánticos y miró a su sobrina que solo le sonrió, al ver que él le había compartido un poco de su energía, pero lo reemplazó con una mueca de dolor.
-Despídete-artículo serio, tieso y seco, esquivando la mirada de su hermana y intentando no ver a su sobrina. Pero no le dio tiempo la joven peliroja,lanzo un chillido de dolor junto convulsiones y comenzase a escupir sangre a Artemisa en conmocionada no reaccionó, cuando todo quedó en silencio, así dando la joven hija de Artemisa su último aliento y cerrando los ojos junto un lágrima teñida de sangre.
El silencio rápidamente fue reemplazado por el llanto de Artemisa, que se aferró al cuerpo de su hija, quien mostraba una sonrisa tranquila.
Apolo, en su mente solo sucumbia solo una palabra.
Venganza
No podía soportar ver así a su hermana melliza, en ese estado otra vez, en aquel momento pudo sobrellevarlo, porque tenía a su hija, pero ahora no la tenía.
Debía hablar con Asclepio y este era el momento ideal hoy habia fiesta en el Olimpo todos estaban reunidos.
Se levantó bruscamente y su hermana le miró extrañada cuando él se dio cuenta tenia lagrimas en la mejilla, había llorado, se las limpio.
-Llevatela al Inframundo, yo iré por Asclepio-Declaró con severidad mientras se limpiaba la vestimenta y partir al Olimpo con solo un objetivo.
Resucitarla
Long Island, New York, Estados Unidos 2017
En otra parte del mundo, entre los árboles del lugar se escuchaba la respiración agitada de una niña de 12 años de cabellos negro, ojos marrones casi negros, pecas que surcaban por su nariz y su piel pálida olivacea. Tan solo había escapado del orfanato, esa mujer que se hacía pasar por una asistenta social era un monstruo, solo había venido a buscar a su compañero del orfanato Daniel, un chico rubio de ojos marrones y con unos destellos azules,de unos 14 años, muchas chicas en el orfanato estaban obsesionadas con él, pero ella sabía que era diferente, lo había notado por su aura que emite . A causa de ello había podido salvarlo a tiempo, consiguiendo salvarlo y pudiendo escapar del lugar. ahora se dirigían hacia al Campamento que debía estar, en alguna parte del bosque.
-¿Como sabes lo del campamento para gente como yo?-preguntó Daniel interesado en la chica que la había salvado.
-Desde que llegue al orfanato, he podido ver cosas raras, puedo ver a eso monstruos, como matan, siento cuando la muerte se acerca, cosa tenebrosas desde el accidente automovilístico que sufrí con mis padres-respondió con la mirada en alto, viendo a su alrededor-Además me he encontrado dos veces con semidioses, dicen que hay pocas personas que pueden ver en la niebla y yo soy unas de esas-se giró para hablar cara a cara con una mirada seria.-Ellos me dijeron que si alguna vez encontraba algún semidiós debía decirle que vaya inmediatamente al campamento.
-¿Por qué me acompañas?-fue directo al grano.
-Siento que algo hay allí-murmuró pensativa, había piezas de su pasado que no encajaban, no recordaba nada desde el accidente, no sentia ningun lazo hacia esas personas que decían que eran sus "padres", ni se reconocía en las fotos, que tenían sus padres, la que en las fotos esta no era ella y cada lo que veía, encontraba más diferencias.-Algo que me llama.
-Encontraremos la verdad, Angela-le sonrió el chico mostrando su dientes blancos.
La chica sonrió débilmente pero volvió a su expresión seria, sentía que algo se movía en la oscuridad, cogió del brazo al chico, le señaló hacia un arco que hacía de entrada, era a unos 200 metros de distancia.
-Corre, no mires atrás, yo lo detendré-le dijo temblorosa- Entra, alli estaras a salvo-este me miro renegando ante mi idea-yo distraere a los monstruos, no me pueden hacer daño solo van por semidioses -mintió no sabía si podían hacer daño a los mortales- Escaparé una vez que entres al campamento.
Paramos de caminar le soltó del brazo.
-¡Corre!-grito a la vez que un monstruo de cabeza humana, cuerpo de león, cola de escorpión, donde le permitía lanzar espinas a su presa, miraba fijamente a Daniel que corría, pero cayó, una sonrisa se formo en su cara. Cogí una piedra del suelo y se lo lance dándole en la cara, cuando se percató de mi presencia, me miró sorprendido.
-Bianca Di Angelo, una presa perfecta-siseo relamiéndose los labios, ella retrocedió asustada de reojo vio como Daniel después de caer cruzó el arco estaba a salvo, soltó un suspiro de alivio lo cual el enemigo interpreto mal-¿Aliviada de morir?-no respondió todavía en mi mente rondaba ese nombre se me hacia conocido, en eso él se le abalanzó, extendí mi mano esperando el golpe que no llego, pero su cola le rasguño en el brazo derecho, dejando una herida demasiado profunda, él gruño se me acerco a ella, mientras retrocedía pero chocó contra un árbol, le cogió del cuello, cuando bramó y la lanzó por los aires sin tiempo de pensar, aterrizó en pasto golpeándose la cabeza en unas piedras, soltó un quejido de dolor, mire la estrellas habían perdido el brillo, la luna se oscurecía, una lagrima cayo por mejilla, a la vez que escuchaba voces que le hablan, cerró los ojos.
Recuerdos
Un niño de 10 años de cabello negro y ojos también negros y piel pálida, le miraba con adoración.
…..
Pro... prometo seguir a la diosa Artemisa, doy la espalda a la compañía de los hombres, acepto ser doncella por siempre y me uno a la cacería.- el eco de una voz de una niña.
…
Un mano con una figura, que a ella se le hacía conocida.
…...
Unos ojos verdes mar.
…..
Fin de recuerdos.
Sonrió de manera pacífica, a la vez que soltó su último aliento en este mundo, a la vez que escucho un aleteo de unas alas.
